Capítulo 3
Estaba sentada en el sofá desgastado jugando con un cojín mientras veía como mi mejor amigo preparaba palomitas en la cocina. El aroma a mantequilla llenaba el lugar, pero no podía concentrarme, mi mente estaba centrada en aquella extraña propuesta. Mi estómago se revolvió por los nervios de la decisión que debía tomar.
–¿Entonces? –preguntó Mateo, sirviendo las palomitas en un enorme bol y sentándose junto a mí. –¿Por qué esa cara? Pareces el Grinch.
–Tengo una noticia que te va a volar la cabeza de lo surrealista que es. –le dije mientras me acomodaba y miré a Mateo con una expresión seria.
–¿Noticia buena o noticia de "Ana metiéndose en problemas"?
–Ni buena ni de problemas...creo. –hice una pausa y suspiré antes de continuar. –Ayer fui a una reunión con Patricia Duarte.
–¿Patricia Duarte? La dueña del imperio Duarte Resorts. ¿Esa Patricia? –preguntó Mateo sorprendido pero al mismo tiempo se llevó un puñado de palomitas a la boca.
–Esa misma. –asentí mientras le veía.
–¿Por qué? ¿Qué haces hablando con alguien que podría pagarme la universidad con solo chasquear sus dedos? O estornudar.
–Es una locura. –reí brevemente pero luego volví a mi tono serio. –Resulta que me quiere contratar para que finja ser la novia de Valeria, su hija. A quién salvé en la playa.
Mateo se quedó en silencio durante unos segundos antes de romper con una carcajada, como si lo que le estaba contando fuera una broma. Fruncí el ceño mientras veía a mi amigo reír mientras sujetaba el bol para evitar dejarlo caer.
–¿Qué? –logró decir entre risas. –¿Es una broma? ¡Por favor, dime que es una broma!
–¡No lo es! –protesté cruzándome de brazos. Me ofendía que tomara esta situación en broma, aunque sí parecía serlo. –Me ofrecieron dinero. Mucho dinero.
–Espera, espera, espera. ¿Una mujer rica y hermosa quiere que tú finjas ser la novia de su hija y además te van a pagar? Eso suena a una comedia romántica que ponen después de comer, y que tu odias ver.
–Exacto. Por eso dije que me lo voy a pensar, pero seguramente me niegue.
–¿¡Vas a decir que no!? –Mateo me miró como si hubiera rechazado un pase vip gratuido para ver a su banda favorita. –Ana, por favor, dime que no eres tan idiota.
–¿Qué quieres que haga? ¿Decir que sí y convertirme en un accesorio para los ricos? –pregunté indignada.
Mateo se inclinó hacia mí con el rostro iluminado por la emoción, era como si hubiera tenido una idea increíble y que seguramente saldría mal en cualquier momento. Lo miré escéptica mientras cogía con fuerza el cojín y le golpeaba en la cara para que se alejara de mí, él me miró sonriendo y eso me incomodó aún más.
–¿Te escuchas? Es la mejor oferta que jamás vas a recibir. Además, podría ser divertido.
–¿Divertido? Fingir ser alguien que no soy frente a un montón de millonarios y de periodistas hambrientos por noticias no suena muy divertido.
–No lo estás viendo bien, amiga. –Mateo señaló el bol de palomitas como si ahí estuviera la solución. –Esto no es solo sobre el dinero. Es una oportunidad para hacer algo nuevo, algo que nunca harías por ti misma. Y, oye, si te aburres, siempre puedes sabotear la relación falsa de forma épica.
–Eres un loco. –negué con la cabeza aunque una sonrisa comenzó a formarse en mis labios.
–Un loco que quiere lo mejor para ti. –Mateo se encogió de hombros mientras sonreía. –Además, no me imagino a Valeria Duarte con alguien más. Si alguien puede mantenerla en su lugar, eres tú.
–¿De verdad crees que debería hacerlo? –pregunté de nuevo, esta vez más seria. Como si quisiera asegurarme.
–Sí. ¿Qué tienes que perder? Además, quiero ver como te desenvuelves con esa chica y su mundo de lujos. –lo miré incrédula y con una sonrisa divertida. –Ah. Y cuando te conviertas en su falsa novia, ¿me dejarás probar el champán caro de sus fiestas?
–Primero asegúrate de no emborracharte con las palomitas. –bromeé.
–Eso es un sí, ¿verdad? –dijo Mateo alzando una ceja mientras sonreía. –Además, con el dinero podrás pagar el tratamiento de tu madre.
–Está bien. Sólo lo haré por mi madre y por ti. Pero, si esto sale mal, te culparé a ti por convencerme.
–¡Victoria! ¡Por las aventuras de Ana y su vida de mentira! –Mateo alzó el bol como si estuviera brindando.
–Espero que sea la última vez que hago algo así. La próxima persona que se ahogue la salvas tú.
Ambos reímos a la vez que le dimos al play para que la película que teníamos preparada comenzara. Me despedí de Mateo al acabar la película y entré en mi habitación para descansar, mañana tendría que dar mi respuesta y la idea aún me tenía nerviosa, pero haberlo hablado con Mateo había hecho que tuviera más confianza y pudiera sentirme más segura sobre lo que iba a hacer.
A la mañana siguiente, mientras desayunaba y veía las noticias en el móvil, una notificación de un número desconocido llegó. Dudé en abrir la conversación pero teniendo en cuenta en la situación en la que me encontraba no dudaba en que se podría tratar de alguien de la familia Duarte.
Chat entre Ana y Desconocido.
Ana: ¿Quién eres?
Observé como el globo grisáceo indicaba que aquella persona estaba escribiendo. Al cabo de unos segundos, apareció el mensaje:
Desconocido: Soy Valeria. Mi madre me dio tu número.
Debería preocuparme sobre como habían conseguido mi número, pero viendo el estatus que tenía no me sorprendería que hubieran movido algunos hilos para conseguir mi número privado y quién sabe si también me hubieran investigado.
Ana: Imagino que me escribes para saber mi respuesta.
Valeria: Así es. Si decides aceptar, nos vemos en la cafetería Aurora a las doce de la mañana.
Ana: De acuerdo.
Bloqueé el móvil y lo dejé a mi lado encima de la mesa, Mateo me miró curioso pero no tuve que decir nada para que entendiera que se trataba de Valeria. Llamé a mi jefe para explicarle que no podría ir a trabajar hoy, él pareció entenderlo y me dio cuatro días libres. Mateo se despidió de mí y decidí ducharme antes de quedar con Valeria, al terminar mi ducha me vestí de forma casual con una camisa ancha, pantalones vaqueros y zapatillas de deporte.
Salí de casa con intención de ir con mi coche al hotel pero vi como Roberto estaba fuera con el coche, él me sonrió tímidamente y entré sin hacer muchas preguntas. Al parecer ahora tenía un coche privado para mí. En el interior había una pequeña nevera con botellas de agua, refrescos o algo de champán con sus respectivas copas. Miré por la ventana al lugar dónde íbamos, las ventanillas tintadas impedían que la gente de fuera supiera quién estaba en el interior del coche.
El Café Aurora era uno de esos lugares que parecía existir en una burbuja fuera del tiempo. Con sus ventanales amplios que daban al mar y una decoración minimalista pero acogedora. Cuando entré vi a Valeria sentada junto a uno de aquellos grandes ventanales mientras miraba su móvil nerviosa, al mismo tiempo que tamborileaba sus dedos en la mesa. Observé como fruncía el ceño, seguramente recibió algún mensaje de su madre. Estaba tan absorta en el móvil que ni notó cuando me senté frente a ella, cuando lo hizo, se sobresaltó brevemente e intenté ocultar una pequeña sonrisa.
–¿Llegué tarde? –pregunté dejando caer mi bolso en el asiento de al lado, al ser un banco para dos personas. Mi ropa contrastaba con el vestido violeta de Valeria, ella siempre vistiendo elegante.
–No, justo a tiempo. –respondió Valeria, dejando a un lado su móvil.
–Bien, porque casi me doy la vuelta. Aún no sé porqué estoy aquí, pero mi mejor amigo puede resultar muy convincente a veces. –dije mientras me cruzaba de brazos y observaba a Valeria con una mezcla de curiosidad y escepticismo.
–Porque, aunque lo niegues, necesitas esto tanto como yo. –respondió Valeria dando un sorbo a su café. –No sé tus motivos privados, pero veo que el tema del dinero es importante para ti.
–Tengo mis razones por las que quiero reunir la mayor cantidad de dinero posible. Pero, no es la que tú piensas. No quiero ser rica ni famosa, sólo quiero una vida tranquila con la gente que amo. –respondí algo a la defensiva. No quería que pensara que era una aprovechada y quería ganar dinero para caprichos míos.
–Entiendo. –Valeria hizo una pausa, como si estuviera buscando las palabras correctas. –Sé que mi madre es implacable, y aunque me cueste admitirlo, sus estrategias suelen funcionar.
–¿Y qué pasa si no funciona? –repliqué apoyando mi espalda contra el banco y cruzándome de brazos. –Si los medios no se creen esta farsa.
–Entonces ambas habremos desperdiciado tiempo. Pero, si funciona, tú podrías resolver algunos de tus problemas económicos, y yo...podría recuperar algo de control de mi vida.
Me quedé en silencio mientras una chica me sirvió una taza de café, supuse que Valeria fue quién la pidió por mí en mi ausencia. Jugué con el borde de la taza hasta que finalmente suspiré derrotada, no podía creer lo que iba a hacer, iba en contra de mis principios pero supongo que tendría que rebajarme si quería que mi madre se recuperase pronto. Me repetí mentalmente que todo lo hacía por ella y que no habrían sentimientos de por medio.
–Supongamos que acepto. ¿Cuál sería el plan?
El alivio en los ojos de Valeria fue evidente, aunque intentó no demostrarlo demasiado. Sacó un sobre de su bolso y lo deslizó hacia mí. Abrí el sobre y eché un vistazo a los documentos que había en el interior; un contrato dónde estipulaba todo lo que podría hacer y la cantidad de dinero que cobraría, no había visto tantos ceros en toda mi vida. Si Mateo viera esta cantidad le estaría dando un infarto. Firmé el contrato, le entregué el original a Valeria y yo me quedé la copia, también vi un horario y un folleto junto a la hoja.
–¿Una gala? –pregunté mirando el folleto.
–Aquí tienes los detalles. –dijo Valeria entregándome un documento con todo explicado. –Mi madre quiere que nos presentemos juntas en una gala benéfica este fin de semana. Será nuestra primera aparición pública.
–Perfecto, porque las fiestas lujosas son mi especialidad. –respondí con sarcasmo y apoyé mi cara en mi mano. Valeria esbozó una pequeña sonrisa.
–Te sorprenderías de lo fácil que es fingir cuando todo el mundo quiere creerse la historia.
–Eso suena deprimente. –dije guardando el contrato en mi mochila. –Bueno, si vamos a hacer esto, hay algo que necesito de ti.
–¿El qué?
–Sinceridad. Si voy a fingir ser tu novia, necesito saber quién eres realmente. No la versión que vendes a la prensa, ni la que tu madre quiere que seas. Solo tú.
–Está bien. –Valeria parecía sorprendida y respondió minutos después. Parecía sorprendida por la honestidad con la que se lo pedí, tal vez no estaba acostumbrada a que alguien le pidiera eso. –Pero también se aplica para ti. Si vamos a hacer esto juntas, no quiero que me dejes fuera de tu mundo tampoco.
–Trato hecho. –asentí complacida. Tal vez esto no sería tan malo después de todo.
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