Capítulo 2
A la mañana siguiente me desperté temprano para ir con Mateo a la playa para trabajar otro día más. Esperaba que Valeria no tuviera la maravillosa idea de hacerse presente, estaba segura de que me preguntarían sobre mi noviazgo inexistente con ella. Mientras desayunaba estaba revisando el móvil y respondiendo a algunos mensajes, entre ellos alguno de mi madre, quién me preguntaba si tenía novia y por qué no se lo había dicho.
No era una fanática de la atención pública, me gustaba más pasar desapercibida e ir a mi ritmo. Mateo por otro lado parecía orgulloso de mi acto heroico y no dudaba en hablar sobre lo ocurrido con algunos vecinos de la zona, aunque lo que más repetía era que no era novia de Valeria. Iba a cerrar mi móvil cuando una llamada desconocida apareció en la pantalla. No era fanática de responder a números que no tenía pero presentía que este debía atenderlo.
–¿Hola?
–¿Ana Valdés? –preguntó una voz femenina al otro lado de la línea, su voz sonaba profesional pero con cierta urgencia.
–Sí, soy yo. ¿Quién habla? –Mateo me miró curioso y me encogí de hombros al no saber quién me llamaba.
–Soy Patricia Duarte, la madre de Valeria. –hubo un silencio incómodo antes de que continuara. –Me gustaría quedar contigo para hablar.
Me quedé paralizada al escuchar aquello, intenté entender porqué una mujer como Patricia, una figura casi mítica en los círculos empresariales del país quería hablar con una socorrista de un pequeño pueblo. Sabía que se trataba de salvar a su hija, pero si quería agradecerlo podría decírmelo por teléfono.
–¿Podría saber de qué se trataría? –pregunté algo nerviosa. Me levanté de la silla y comencé a caminar por el salón bajo la atenta mirada de mi amigo.
–Es algo que me gustaría discutir en persona. Necesitaría que vinieras a Bahía Costera, la ciudad cercana al pueblo dónde vives.
–De acuerdo. ¿Cuándo iría?
–Un coche personal debería recogerte en una hora. Gracias por tu atención, Ana.
La llamada se colgó después de aquel agradecimiento y sentí mi mundo detenerse. Mateo se levantó del sofá y se acercó a mí para verme preocupado. Le conté la situación antes de entrar en pánico, nunca había quedado con nadie tan importante y no sabía qué ropa ponerme. Fui corriendo a la habitación para vaciar el armario en busca de algo que ponerme.
Después de media hora buscando y dudando, opté por ponerme una blusa blanca, unos pantalones de tela azul marino y unas sandalias de cuero. De peinado decidí usar una coleta baja y mi flequillo peinado cuidadosamente hacia un lado. Tal y como había dicho Patricia, un coche de aspecto lujoso se presentó frente a su casa y los transeúntes no dudaron en hacer fotos o esperar a ver quién salía de la casa.
–¿Así se sentirá la gente famosa? –preguntó Mateo mientras veía el coche desde la ventana, a la vez que se ocultaba con la cortina para evitar ser visto.
–No lo quiero saber.
Salí de la casa y sin mirar a nadie me metí al coche. En el interior un hombre me saludó y comenzó a conducir hacia la ciudad, la cuál se encontraba a media hora en coche. El viaje transcurrió en silencio salvo cuando le pregunté el nombre al chófer. Al llegar a la ciudad observé por la ventana con curiosidad, eran pocas las veces que venía a la ciudad, y cuando venía sólo era para ir al hospital. Un tiempo después, Luis me avisó de que habíamos llegado a la mansión de los Duarte, situada cerca de la costa y con un gran terreno a su disposición.
–Bienvenida. –saludó una mujer de cabello rubio y ojos azules. Iba vestida con un vestido rosa de aspecto caro. –Acompáñame.
Seguí a la señora hacia el comedor, todo eran lujos mirara a donde mirara. La mujer me hizo un gesto para tomar asiento y ambas nos sentamos una frente a la otra. Pocas eran las veces en las que me sentía pequeña, y esta era una de esas. Sentía que me estaba metiendo de lleno en la boca del lobo.
–Primero que nada, agradecerte por salvara mi hija. –Patricia inclinó ligeramente la cabeza pero su tono carecía de calidez. Era más una formalidad que un agradecimiento genuino. –Estoy segura de que entiendes que Valeria es una figura pública. Su seguridad y reputación son cruciales no solo para nuestra familia, sino para nuestra empresa.
Asentí sin entender a dónde iba a ir esta conversación. Patricia sonrió y entrelazó sus manos mientras me veía fijamente, por un momento sentí que su mirada parecía atravesar mi alma.,
–Por eso estoy aquí. Necesitamos tu ayuda. El incidente de ayer ya está en la boca de algunos medios como podrás imaginar. –asentí mientras la veía detenidamente. –Hay rumores circulando, especulaciones sobre qué hacía Valeria sola en la playa y en qué estado emocional se encontraba para ir allí sola. No podemos permitir que esto se convierta en un escándalo.
Su expresión se endureció al terminar aquella frase y comencé a sentirme incómoda. No sabía qué iba a ocurrir pero esperaba que no me metieran en sus líos de familia y mucho menos hacerme un peón. Si hubiera sabido que salvar a Valeria iba a traerme todo esto, le hubiera dicho a algún compañero que hubiera ido él.
–¿Eso qué significa? –me atreví a preguntar. Patricia me miró directamente a los ojos y un escalofrío recorrió mi cuerpo.
–Quiero que salgas con mi hija.
El aire en la habitación pareció congelarse. Pestañeé varias veces mientras veía incrédula lo que la mujer me había propuesto, pensé que había oído mal pero su rostro serio hizo darme cuenta de que lo había dicho en serio.
–¿Disculpe? –pregunté sin creerlo aún.
–Es sencillo. Si los medios piensan que Valeria estaba contigo, como parte de una relación privada y discreta, el cuento cambia. Nadie cuestionará su estado emocional o sus decisiones, y todo quedará bajo control.
Por unos segundos tuve la osadía de soltar una risa incrédula ante la situación en la que me encontraba. Si tenía que hacerme pasar por la novia de Valeria sólo porque estuvo en el lugar equivocado, estaban mal si pensaban que iba a aceptar. No pueden hacerme partícipe de este plan cuando no ha sido mi culpa.
–¿Está hablando en serio? –volví a preguntar. Patricia se irguió mientras me veía fijamente con sus ojos azules.
–Muy en serio. –Patricia mantuvo la compostura en todo momento. –Por supuesto, serás compensada generosamente.
Intenté decir algo pero solamente conseguí balbucear. Me recliné en la silla mientras pensaba en la situación en la que me estaba metiendo, si Mateo se enterase estaría segura de que aceptaría. Pero estaba segura de que seguir con el plan de la señora Duarte era una locura y que cambiaría radicalmente mi vida privada.
–Esto es una locura, ni siquiera conozco a su hija. No voy a fingir algo así y...
Antes de que pudiera continuar, la puerta se abrió bruscamente y reveló a Valeria, quién entró con pasos firmes. Estaba vestida elegantemente, tal y como en nuestro primer encuentro, sus mejillas sonrojadas revelaban la incomodidad por la situación.
–Mamá, ¿Qué estás haciendo? –preguntó a su madre.
–Solucionando un problema, como siempre. –Patricia no se inmutó por la presencia de su hija, y su atención seguía puesta en mí.
–No tiene por qué hacer esto. Eres una exagerada, puedo arreglarlo sola. –dijo con voz suave pero firme. Valeria se sentó en el sofá más cercano a mí y miró a su madre.
–Esto no tiene sentido. No soy parte de su extravagante mundo ni quiero serlo.
–Lo entiendo. –ambas miramos a Patricia, quién por primera vez mostraba una mirada genuina. –Pero si no hacemos algo, todo este asunto se saldrá de control.
Pasé mi mano por mi nuca intentando relajarme mientras Valeria y Patricia seguían con su desafío de miradas. Esta situación no era mi culpa, sino de Valeria, y ella debería ser capaz de solucionarlo. Por un parte entendía a Patricia y por otra a Valeria, si yo estuviera en su lugar tampoco querría que nadie me ayudara ni se metiera en mis asuntos privados. Volví a suspirar hasta que encontré la fuerza para volver a hablar, esta situación me estaba cansando.
–Esto suena a un problema que deberían solucionar ustedes, no yo.
–Podemos hacer un contrato. –la voz de Patricia era cortante. –Será un compromiso temporal, solo hasta que esta situación se calme. Y la cantidad que recibirás será suficiente para...bueno, para solucionar cualquier necesidad financiera que tengas.
Apreté los labios sabiendo que había mencionado aquello que más falta me hacía. Odiaba eso de los ricos. Sabía que no era rica ni nunca lo sería, también que el sueldo de socorrista apenas me alcanzaba para vivir por mi cuenta y pagar el tratamiento, por eso vivía con Mateo y él era el que se hacía cargo de la mayoría de los gastos, para que yo pudiera ahorrar. El dinero que Patricia me pagaría sería suficiente para pagar todo, pero venderme de esta forma me frustraba, era lo más bajo que podía hacer y se me revolvía el estómago al pensarlo.
–Necesito tiempo para pensarlo, si puede ser. –dije finalmente, levantándome de la silla.
–No demasiado tiempo. Hoy es lunes...tienes hasta el miércoles para decirme una respuesta. –advirtió Patricia. –Piénsatelo bien. Esta oportunidad no se va a presentar otra vez.
Me marché del lugar en silencio sintiendo que me tenían atada de pies y manos. Luis preparó el coche para marcharse y me monté sumida en mis pensamientos. Aquella situación era rara e inquietante, tenía que hablarlo con Mateo para saber qué decisión tomar.
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