Capítulo 19

Después de la cena, Mateo y Elena se quedaron para seguir compartiendo historias y riéndose en la cubierta. Por mi parte fui a la popa para apoyarme en la barandilla y disfrutar de la noche, mirando el horizonte. Valeria se acercó a mí para hacerme compañía mientras ambas disfrutábamos de como la brisa nocturna jugaba con nuestros cabellos, y las luces del yate se reflejaban en el agua.

–¿Cómo está tu cabeza? –preguntó Valeria en voz baja, colocando una mano en mi hombro.

–¿La cabeza o el orgullo? Porque creo que ambos sobrevivieron apenas.

–En serio, Ana. –Valeria rio suavemente, pero luego adoptó una expresión más seria. –No tenías que lanzarte al agua por ese brazalete.

–Claro que sí. –respondí sin dudar. La miré brevemente y luego volví a mirar el océano. –Vi lo importante que era para ti. Y aunque quizá no lo entiendas, para mí, verte feliz lo vale todo.

Valeria se quedó en silencio por un momento, parecía sopesar las palabras que le había dicho mientras vi como empezaba a ponerse nerviosa antes de suspirar, y girarse para mirarme con una pequeña sonrisa. Ella se inclinó y me dio un pequeño beso, fue algo simple pero muy significativo para ambas, al separarnos nos miramos con una sonrisa. Valeria se apoyó en mí y ambas estuvimos en silencio durante unos minutos, disfrutando de como el sonido de las olas en la parte trasera del yate era más nítido y la brisa más fresca.

–Nunca me había parado a observar las estrellas de esta manera. –dijo, rompiendo el silencio.

–Quizás porque siempre estás demasiado ocupada preocupándote por todo y por todos.

–¿Siempre eres tan directa? –bromeó Valeria mirándome con cariño, y una suave sonrisa.

–Es parte de mi encanto. –respondí con una sonrisa.

–Lo digo en serio, Ana. Eres...diferente a cualquiera que haya conocido.

–¿Diferente bueno o diferente raro? –pregunté con una sonrisa divertida, y dándole un suave empujón.

–Diferente bueno. Muy bueno. –respondió Valeria, susurrando las últimas palabras pero alcancé a oír.

La cercanía entre ambas se hizo palpable, y por un momento, el mundo pareció detenerse. Con el corazón acelerado, me incliné ligeramente hacia Valeria, pero antes de que pudiera hacer algo más, Valeria habló.

–¿Puedo decirte algo?

–Siempre. –respondí, con voz suave, casi susurrando.

–Creo que...bueno, no creo. Sé que siento algo muy fuerte por ti. –Valeria se detuvo por un instante antes de continuar, como si estuviera reuniendo valor. –Sé que todo empezó por un acuerdo y que nuestras vidas son completamente diferentes, pero cada día contigo me hace sentir algo que, nunca antes había sentido.

Valeria siempre parecía encontrar la forma de hacer que no supiera qué responder. Intenté reunir las palabras correctas para responderle a su declaración cuando la voz de Mateo nos interrumpió, cortando el hermoso momento que habíamos creado entre nosotras.

–¡Ana! ¡Valeria! ¡Tienen que ver esto! –gritó Mateo desde la proa.

Ambas nos separamos algo nerviosas, mi corazón latía con fuerza y sentía mis mejillas quemar. Valeria me miró con una mezcla de nervios y algo de frustración por la interrupción, antes de ir a ver qué quería nuestro amigo, le aseguró que luego hablaríamos.

Aunque la interrupción cambió el rumbo de la noche, ambas sabíamos que la conversación no había terminado. Mientras regresábamos a la cubierta principal, nuestras miradas se cruzaban constantemente, llenas de promesas no dichas. Y aunque la velada continuó con risas y momentos compartidos, ambas sabíamos que cuando estuviéramos a solas nuevamente, ese instante bajo las estrellas sería el punto de partida de algo mucho más profundo.

La noche en el yate era tranquila. La suave oscilación del barco había acunado a todos en un profundo sueño, o eso parecía. Alrededor de la media noche me desperté sedienta, me levanté de la cama evitando hacer cualquier ruido que pudiera despertar al resto, y decidí ir a la pequeña cocina a buscar algo de agua. Con pasos ligeros crucé el pasillo oscuro, sintiendo como la brisa nocturna se filtraba por las rendijas. Justo cuando estaba a punto de llegar a la cocina, vi de refilón una sombra moverse detrás de mí.

–¡Bú! –exclamó Valeria en un susurro burlón, apareciendo tras de mí.

–¡Valeria! –solté un grito ahogado y di un pequeño salto hacia delante, alejándome de ella, y casi golpeándome contra la pared.

–Lo siento, no pude resistirme. –Valeria se tapó la boca para no reírse demasiado fuerte, sus ojos brillaban con diversión. –Estabas tan concentrada que fue demasiado fácil.

–Ah, ya veo, pero esto no se quedará así. –la miré con indignación, pero a la vez con una sonrisa divertida.

–Ah, ¿sí? ¿Y qué vas a hacer? –Valeria alzó una ceja, mientras me veía desafiante.

–¿Quieres ver algo divertido? –le pregunté, cuando una idea traviesa cruzó por mi mente.

Señalé el camarote de Mateo, Valeria me miró con una sonrisa traviesa antes de deslizarnos silenciosamente hacia la habitación donde Mateo dormía plácidamente, su respiración era tranquila y ruidosa al mismo tiempo, llenando la habitación. Le hice un gesto a mi novia para que se quedara cerca de la puerta mientras me acercaba a la cama con sigilo.

–Mateo...hay una araña gigante en tu cara. –le susurré mientras agitaba suavemente la almohada.

–Mmm...¿qué? –Mateo gruñó y frunció el ceño, aún medio dormido.

–¡Es enorme! No te muevas. –intenté contener la risa mientras hablaba.

De repente, Mateo abrió los ojos, y en su estado de sueño confundió la "araña" con mi cara, por lo que antes de que pudiera reaccionar, me dio un manotazo directo a mi mejilla, del golpe caí hacia atrás con un gemido de dolor. Valeria no pudo evitar soltar una carcajada ahogada desde la puerta.

–¿¡Qué demonios fue eso!? –preguntó Mateo, ahora completamente despierto, mirando a su alrededor con los ojos desorbitados.

–Gracias, Mateo. Ahora no necesito café para despertarme. –respondí con ironía mientras me frotaba la mejilla dolorida.

–¡Ay, no! ¡Lo siento, Ana! Pensé que era...bueno, no sé qué pensé. ¿Estás bien? –Mateo se levantó rápidamente para comprobar como estaba.

Antes de que pudiera responder a Mateo, la puerta se abrió bruscamente sobresaltando a Valeria, quién se alejó asustada. Elena apareció con el pelo despeinado y con cara de pocos amigos, nos miró fijamente a cada uno y habló, con su voz cargada de irritación.

–¿Qué está pasando aquí? –preguntó, cruzándose de brazos.

–Mateo siendo él.

–¿De verdad? ¿Qué tienen ustedes dos, tres años? –Elena miró a Mateo con incredulidad y luego a mí, aún me frotaba la mejilla y suspiré con una pequeña sonrisa.

–¡Fue un accidente, lo juro! Ana estaba tratando de asustarme y bueno, pasó esto. –Mateo levantó las manos en señal de defensa.

–No puedo creer que me despertaron para esto. –Elena suspiró nuevamente. –¿No pueden comportarse al menos una noche?

–Eso te pasó por meterte con Mateo. –me dijo Valeria, acercándose a mí, y dándome un suave golpe en el hombro.

–Sí, porque claramente yo soy la culpable aquí.

–Todos a sus camas, ahora. Y si escucho otro ruido, los dejo a todos en la isla más cercana. –comentó Elena aún molesta por haberla despertado.

Mientras caminábamos de nuevo a nuestros camarotes, Valeria se acercó a mí para ver como me encontraba. Aún me dolía la mejilla pero me lo merecía por haberle despertado para nada.

–¿Duele mucho? –preguntó con preocupación.

–No tanto como el golpe a mi dignidad. –respondí, sacándole una risa a Valeria.

–Buenas noches, heroína y ahora víctima de bromas fallidas. –dijo Valeria antes de entrar a su camarote.

–Buenas noches, Valeria. –me despedí con una pequeña sonrisa, a pesar del dolor de mi mejilla.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top