Capítulo 13

Al día siguiente, la playa estaba en su apogeo, lleno de turistas y locales disfrutando del calor y la brisa marina. Me sentía en mi elemento, observando el movimiento constante de las olas desde mi puesto en la torre. A pesar del cansancio acumulado, mi concentración seguía siendo inquebrantable.

–Un día más en el paraíso. –comentó Mateo, colocándose las gafas de sol mientras recorría la playa con su mirada.

–Y con suerte, un día tranquilo. –respondí.

Sin embargo, la tranquilidad no tardó en romperse. Vi como un grupo de jóvenes se aventuraron demasiado lejos cuando el agua comenzó a agitarse. La corriente los arrastró rápidamente, y los gritos de auxilio nos alertaron.

–¡Yo me encargo! –grité mientras corría hacia el agua con mi equipo.

–¡Espera! La corriente es más fuerte de lo que parece.

Ignoré el aviso de Mateo y nadé con todas mis fuerzas hacia los chicos. El rescate fue complicado. Los jóvenes estaban en pánico, dificultando que pudiera sujetarlos correctamente. Después de asegurarme de que estuvieran bien, una ola inesperada nos golpeó con fuerza haciendo que me separase de ellos y me arrastrara hacia unas rocas cercanas. Mateo se lanzó al agua inmediatamente justo cuando me golpeé contra una de las rocas.

–¡Ana! –gritó, su voz apenas audible entre el estruendo de las olas.

Finalmente sentí como sus brazos me rodeaban y me llevaba de vuelta a la orilla. Me encontraba consciente pero algo aturdida debido al fuerte golpe contra la roca, sentí mi pierna escocer y al mirar vi que tenía un corte profundo y un pequeño corte encima de mi ceja derecha, debido al golpe.

–Estoy bien... –murmuré tratando de levantarme, sin éxito.

–No, no lo estás. –replicó Mateo preocupado.

Mientras los paramédicos me atendían, vi como Mateo sacó su teléfono para marcar un número, sabía que estaba llamando a Valeria y eso, de cierta forma, me aterraba. Los paramédicos concluyeron que tendrían que trasladarme al hospital para coserme el corte y hacerme algunas otras pruebas para descartar daños más graves. El camino al hospital fue en silencio, tan solo oía las sirenas de la ambulancia. Una vez en el hospital, me metieron en el quirófano para anestesiar parte de la zona afectada y coserme el corte.

Pasados unos minutos me habían trasladado a una habitación dónde podría recuperarme. Habían vendado la zona donde tenía el corte y me indicaron de debía hacer reposo para no forzar la pierna. Escuché varias voces conocidas fuera de la habitación y la puerta se abrió revelando a Valeria, quién me miro preocupada.

–Ana... –dijo suavemente acercándose a mi lado.

–Oye, no es para tanto. Solo fue un mal día en el trabajo. –dije intentando quitarle importancia.

–¿Por qué tienes que ser tan valiente?

–Es mi trabajo. Lo siento, no quería asustarte.

–Lo que más me importa es que tú estés bien. Por favor, cuídate más.

Más tarde, el médico me aseguró que con un poco de reposo de unos días el corte sanaría sin ningún problema. Valeria se quedó a mi lado mientras Mateo se marchó junto a Elena, quién había venido hacía un rato, a buscar algo de comer. Ambas estuvimos hablando hasta que Valeria comentó que lo mejor sería que me quedara con ella en su casa, al principio me negué pero ella insistió y no pude negarme más, por lo que finalmente acepté ir a su casa.

–Mi casa es grande, por lo que podrás tener tu propia habitación. Solo quiero tenerte cerca para evitar que hagas otra tontería. –aseguró Valeria mirándome con una pequeña sonrisa.

Mateo, naturalmente, también quiso quedarse en la mansión de Valeria por lo que Elena comentó que todos nos quedaríamos un tiempo con ella para hacerle compañía. Valeria aceptó y Mateo comenzó a hacer un extraño baile para celebrarlo, nosotras no pudimos evitar reír ante su payasada y solo nos detuvimos cuando una enfermera nos llamó la atención.

Luego de que Roberto nos recogiera en el coche privado de la familia Duarte, Valeria me enseñó mi habitación, la cuál estaba cerca de la suya. La habitación era amplia y contaba de muebles caros; tenía una cama de matrimonio, un gran armario, un escritorio de mármol y madera de roble, y grandes ventanales por los que entraba luz natural durante el día, además constaba de baño propio, algo que agradecía. Mateo y Elena se marcharon para dar una vuelta por el centro comercial mientras Valeria revisaba unos correos importantes en el salón. Comencé a aburrirme, por lo que decidí bajar al salón para pasar tiempo con Valeria, conforme me acercaba escuché a mi novia hablar con su madre.

–¿De qué quieres hablar? –preguntó Valeria.

–Sobre tu relación con Ana.

–¿Conmigo? –pregunté entrando en la habitación, y llamando la atención de ambas. Valeria rápidamente se acercó para ayudarme a sentarme en el sofá, caminar aún era un desafío con el corte tan fresco. –Gracias.

–Perfecto, así no tengo que repetirlo. –respondió Patricia, mirándonos fijamente y sentándose en el sofá, frente a nosotras. –He observado como han cambiado las cosas entre ustedes desde que iniciamos este acuerdo.

–Mamá, si vas a decir algo hiriente, no es el momento...

–Escúchame Valeria. Esto no se trata solo de la empresa, ni de lo que la prensa diga. Quiero saber si lo que tienen es real, o aún vamos a estar jugando a los teatros con los medios.

El silencio que siguió fue pesado e incómodo, ninguna de las dos dijimos nada y nos echábamos miradas rápidas para intentar saber qué diría la otra. Finalmente, obtuve algo de valor y rompí el silencio que se había formado.

–Es real.

–Eso es evidente. Pero me pegunto si ambas entienden lo que implica estar juntas en un mundo como este. Valeria, sabes que nuestra familia siempre ha estado bajo el escrutinio público. ¿Estás lista para eso? ¿Y tú, Ana, crees que puedes manejar el peso de estar alguien como mi hija? –antes de que alguna de las dos contestáramos, Patricia continuó. –Al final, elegí lo que creí que era mejor para la familia, y aunque nunca me arrepentí de formar esta vida con tu padre, siempre he llevado esa espina clavada. Por eso, Valeria, si amas a Ana, quiero que lo hagas con todo tu ser, sin dudas. Pero si no estás segura...es mejor que no sigas con esto.

Valeria miró sorprendida a su madre, parecía ser la primera vez que la veía tan vulnerable. Por otro lado, me sentía con una mezcla de emociones que no sabría explicar. Por un lado, estaba agradecida por el apoyo implícito de Patricia. Pero, por otro lado, sentí que me invadía el peso de lo que acababa de decirnos.

–Señora Duarte, no quiero ser una carga para Valeria ni para usted. –dije con un nudo en la garganta. –Nunca pensé que terminaría en medio de algo tan complicado.

–No lo eres, Ana. Pero necesitas preguntarte si estás aquí por el amor que sientes por mi hija...o por lo que te ofrece esta familia.

–¡Mamá, eso fue innecesario! –exclamó Valeria indignada, y se levantó del sofá mientras veía a su madre con seriedad. –Ana no está aquí por el dinero ni por mi posición. Ella es la persona más sincera y leal que podrás conocer, incluso más que la mayoría de la gente con las que tratamos.

–Espero que tengas razón. Porque si decides quedarte, Ana, estar con mi hija significará que no solo tendrás que enfrentarte al escrutinio público, sino también a cualquiera que intente separarlas.

Las palabras de Patricia pesaban en el ambiente incluso cuando nos dejó a solas. Intenté dejarlas a parte mientras disfrutaba del café que Valeria me había preparado en su cocina, pero ambas sabíamos que la conversación con Patricia había removido más de lo que estábamos dispuestas a admitir.

–No estoy segura de estar a la altura de todo esto. –murmuré con la taza cerca de mis labios para dar un sorbo.

–Lo estás. Solo necesitamos estar juntas para enfrentarlo. –dijo Valeria sentada frente a mí. –¿De verdad piensas que no estás a la altura?

–No es solo eso. Es...todo. La prensa, tu familia, el mundo en el que vives. Es tan diferente al mío que a veces siento que no encajo, como si estuviera interpretando un papel en una obra que no entiendo.

–No tienes que encajar en nada, Ana. –Valeria extendió una de sus manos para entrelazarla con una de las mías. –Solo tienes que ser tú. Eso es lo único que me importa.

El gesto hizo que sonriera aún con dudas rondando mi mente, pero sabía que Valeria tenía razón, si estábamos juntas podríamos afrontar cualquier cosa. El momento fue interrumpido con la puerta abriéndose con brusquedad y unos pasos rápidos hacia donde nos encontrábamos. Elena nos encontró y se acercó a nosotras con una expresión preocupada en su rostro, a su lado estaba Mateo intentando recuperar el aire.

–Tienen que ver esto. –dijo, mostrándonos la noticia que había en su móvil.

Era un artículo de uno de los principales periódicos de la ciudad. La noticia decía: "La pareja de Valeria Duarte, una farsa mediática. ¿Está la familia más poderosa del país ocultando algo?"

Vi como a Valeria se le ponía el rostro pálido mientras leía los detalles de la noticia. Por lo que pude leer, habían filtrado información sobre nuestra relación y que todo se trataba de una farsa. Pese a que lo habíamos aclarado en aquella conferencia, parecía que alguien quería destruir nuestra relación o generar problemas en la empresa. 

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