Con esa decisión tomada, Sabrina y T/n comenzaron a planear su futuro. Sabrina dejó de lado algunos compromisos de trabajo, eligiendo tomarse un tiempo para estar en Los Ángeles y disfrutar de la tranquilidad junto a T/n.

Ambas sabían que el amor que compartían no era perfecto, pero sí real. Y ese amor estaba construido sobre una base sólida de confianza, respeto y comunicación.

Un año después, las dos se mudaron juntas a una casa que ambas habían elegido cuidadosamente, un lugar lleno de luz, paz y espacio para crecer juntas.

Una tarde, mientras decoraban la casa, Sabrina miró a T/n y la abrazó por detrás.

Sabrina: "¿Sabes? Estoy tan feliz de estar aquí contigo. Este es nuestro lugar. Nuestro hogar."

T/n: "Lo sé, Sabrina. Y estoy emocionada por todo lo que nos espera. Lo que sea que venga, lo enfrentaremos juntas."

Ambas se dieron un beso suave, sabiendo que, a pesar de los desafíos que habían enfrentado, al final, todo había valido la pena. Lo que tenían era único, y nada ni nadie podría separarlas. El futuro, ahora, era un viaje compartido.