Capítulo 2.

Cambios inesperados.

—¿Como se siente el día de hoy, joven Ratri?

El moreno conducía el automóvil con el cual llevaría al albino hacía el instituto. Miró por el espejo al pequeño que sostenía una mirada ausente.

Norman, por su parte, recostaba su frente contra el vidrio de la ventana del auto. Observaba como las cosas del exterior pasaban rápidamente por su campo de visión, mas sus pensamientos iban a donde una pequeña peli-naranja de cabellos cortos y ojos jade conversaba con él.

—Supongo que... No lo sé, Vicent.

—¿Supone, señor? —pregunta el moreno—. ¿Debería preocuparme por esa respuesta?

—Pues... 

Norman no sabía que responder. En realidad, en este momento, se sentía decepcionado de si mismo. Pensaba en que si no es capaz de decirle a Emma que sea su cita en un baile, mucho menos será capaz de pedirle que sea su novia. Definitivamente, quedaría en el puesto del mejor amigo, y no el del novio. Por la simple razón de no atreverse a actuar.

—¿Debo suponer que esa mirada que se carga tiene algo ver con la señorita Emma Grace? —El albino miró al mayor con una expresión desganada—. ¿O me equivocó?

—Vicent, ¿tan obvio soy? —el moreno asintió—. Pues sí. Pienso en ella y en lo cobarde que soy. Soy un idiota.

Vicent lamentaba que su pequeño jefe se sintiera de esa manera. No merecía sufrir por amor y mucho menos por creer que no sería correspondido.

Pues... Vicent es un buen observador, no pierde de vista ningún detalle.

Él ha notado aquel brillo que crece en los ojos de la pequeña Emma, cuando el albino se acerca a ella.

O como sus mejillas adquieren un tono rojizo cuando el peli-blanco la acaricia.

Inclusive, ha escuchado a Emma decir varias veces que Norman es demasiado atractivo.

Y aunque Vicent no estaba del todo seguro, aquellas pequeñas pistas le indicaba que dentro la peli-naranja florecían ciertos sentimientos hacía su jefe.

—Oh, vamos joven Ratri. No se insulte de esa forma. Le aseguro que usted podrá declarar sus sentimientos a la señorita Grace y ganar el corazón de la traviesa chica —Oh, mejor dicho, darse cuenta de que ya tiene su corazón—. Confió en que usted logrará obtener el amor de Emma Grace —Y como sí sus palabras fuesen mágicas, logró que Norman le regalará una tierna sonrisa.

Norman se alegraba de tener a Vicent en su vida. Desde que lo conoce, el moreno ha demostrado ser tan sabio y honesto. Cuando alguna tarea es difícil para el peli-blanco, esta dispuesto a ayudarte. Cuando necesita un consejo, él se lo ofrece. Siempre sabía que palabras decir para que el joven se animará. Era como un segundo padre para el muchacho.

—Gracias, Vicent.

La mañana estaba vestida de un hermoso cielo azul y un potente sol que brillaba con furor sobre todo el área. La campana de la preparatoria Neverland protestaba a los jóvenes alumnos que debían entrar de inmediato a sus respectivas aulas. Vicent estacionó el auto al frente de la entrada, justo donde una chica antena y un Emo pirómano esperaban al Hitler albino.

—¡Buenos días, Norman! —chilló la enérgica chica—. ¡Y buenos días para ti también Vicent!

—Hola a los dos —murmuró el peli-negro mientras movía su mano en forma se saludo.

—Adiós, Vicent— se despidió el de ojos azules. Tomó su morral y abrió la puerta para salir corriendo hacía sus mejores amigos—. ¡Buenos días, Emma! ¡Buenos días, Ray!

—Bueno, basta de saludos. Apresúrense, antes de que Krone nos reciba con un regaño —alegó el azabache.

Los muchachos se despidieron del mayor y corrieron adentro del edificio, ya que, obtener un regaño de Krone, no era algo muy lindo que digamos.

Vicent observaba desde la lejanía como los jóvenes desaparecían detrás de la puerta.

(...)

—Buenos días, queridos estudiantes —habló una animada profesora Krone—. Hoy tenemos la afortunada dicha de tener a la directora Isabella entre nosotros, pues, nos dará información acerca del baile de la noche resplandeciente.

Isabella, se encontraba al frente de la pizarra, a la vista de toda la clase. Como siempre, la directora Isabella poseía una postura rígida y demandante, pero sus ojos morados transmitían pura serenidad.

—Buenos días mis queridos alumnos. Como ya sabrán, se aproxima el gran baile que organizamos al final del año escolar. Y veo que todos están emocionados por eso...

Sí, a los alumnos le emocionaba el hecho de tener una fiesta para despedir la escuela y empezar las vacaciones de verano. Algunos de ellos chillaron y gritaron de alegría al notar a donde se dirigía la conversación.

—Pero debo informarles que habrá ciertos cambios.

Y el salón hizo un profundo silencio.

Se escuchaban algunos murmullos que decían: "¿Cambios? Eso no suena bien", "¿Lo van a cancelar?", "¿Ahora será de día?". Y así, muchas preguntas que angustiaban a todos los presentes.

—Por favor, no pongan esas caras largas —comentó Isabella—. El año pasado el baile tuvo algunos problemas...

El albino puso una mueca de duda al escuchar las palabras de la castaña, a lo que Emma se inclinó para acercarse y susurrarle al oído. —Se dice por los pasillos... Que Gillian y Nigel discutieron y convirtieron el baile en una guerra de comida. Hubo un herido.

—Oh, ¿Quién fue el herido? —murmuró el chico.

—El mono del viejo Lewis, ya sabes, el vecino arrugado —respondió Emma—, pero descuida, el monito ya se encuentra en excelente condiciones —mostró su pulgar arriba.

—Por eso —Isabella extendió sus brazos y lanzó la noticia—, el cambio será que nosotros, los maestros, elegiremos las parejas que estarán juntas en el baile. Y un grupo de jóvenes del último año, les enseñaran a bailar el vals, ya que no queremos danzas vulgares, por favor.

—¿¡Qué!? —gritaron la mayoría de los estudiantes al unísono.

A todos los tomó por sorpresa aquella noticia. Mientras algunos estaban en desacuerdo con la idea, otros morían de curiosidad por saber cual pareja les tocaría.

—Y eso era todo lo que tenía que decir —declaró Isabella quien ya se dirigía hacia la puerta—. Me retiro, que pasen un bonito día —y desapareció de la vista de todos.

Krone volvió a tomar el mando en el lugar y sacó de unos de los cajones del escritorio, un papel que tenía los nombres de todos los estudiantes presentes.

—Bueno, aquí tengo la lista de las pareja ya establecidas —comentó Krone. Se puso sus gafas y habló—. La primera pareja es... Don y Gilda. ¿Entendido?

—Entendido —respondieron los nombrados.

Ambos chicos estaban felices con la decisión. Pues ellos ya eran novios desde hace un año, y sería una pena que estuvieran separados en aquella fiesta tan especial. Gilda escondió su sonrojo y Don celebraba internamente.

Krone volvió a hablar. —Norman y Emma, ¿Entendido?

Norman abrió los ojos de tal manera que casi parecía que saldrían de sus cuencas, en cambio, una entusiasta Emma estaba feliz de estar junto a su mejor amigo.

Y Ray... Ray tenía una pequeña sonrisa de satisfacción marcada en sus labios.

Sí. El fue el de la maravillosa idea.

Convencer a su mamá fue pan comido. Se sentó junto a ella en la cena y le comentó sobre el baile. Le recordó el problema del año pasado y luego, le ofreció una sugerencia que, para su suerte, su madre aceptó rápidamente.

¡Era un genio, su plan no tenía fallas!

—Ray y Anna —dijo Krone.

—¿¡Qué!? ¡Yo no quería eso! —¿Qué? ¡Ser la pareja de baile de su crush no era parte del plan! En Anna se plasmo una expresión de tristeza al escuchar al malhumorado Ray—. ¡No, Anna, no me mal entiendas! ¡Sí quiero estar contigo!

El salón cuchicheo a la parejita provocando que las mejillas de ambos comenzarán a ruborizarse.

—¡Cállense, imbéciles! —vociferó un enojado Ray.

—¡Señorito Ray Field! —reclamó la profesora Krone.

(...)

—Soy la cita de Emma... Yo... Norman... Soy la cita de Emma... Yo, Norman... La cita... de Emma...

—Sí, lo sé, Norman. Estaba en el mismo salón que tú cuando Krone lo dijo.

—¡Oh,Dios mío! ¡Soy la cita de Emma! —Celebró Norman recibiendo una mirada de aburrimiento por parte del azabache—. Pero eso quiere decir que...

—¿Qué?

—Manipulaste a tu madre para lograr esto, ¿Cierto?

Ray se acercó al muchacho y le plantó tremenda cachetada a Norman. Ahora el albino tiene una notable marca roja con forma de mano en su mejilla izquierda.

Y joder, el golpe fue tan fuerte que a Norman le duele hasta el alma.

—Se dice "gracias", maldito mini Hitler desagradecido.

—¡Tanta rudeza no era necesaria! —se quejó el albino mientras sobaba su mejilla lastimada.

—¡Ay, deja el drama y agradeceme comprándome el almuerzo y una caja de cerillos!

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Buenas, buenas, gente hermosa.

¿Como están?

¿Qué tal su día?

¿Ya comieron?

¿Alguna opinión sobre el capítulo?

¡Gracias por leer! ❤

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