05

—¿¡Por qué has hecho eso, Changbin!?

Sigo mareado. Todo ruido me resulta lejano, como si tuviera la cabeza bajo el agua. Poco a poco logro recuperar la vista, lo que me permite ver cómo Changbin corrige a Jeongin con tan solo mirarlo.

—D-digo, señor.

Jeongin no suena asustado, solo un poco más listo de lo normal. Y a decir verdad, debería aprender eso de él, aunque me joda.

En cuanto a Changbin... Mi cabeza sigue dando vueltas, y todo por su maldita culpa. Soy incapaz de entender por qué lo ha hecho, mucho menos en mi estado actual. Tampoco me importa, solo sé que de no ser por la misión ya habría cometido un homicidio.

—Maldito hijo de puta...

No, la de callar no me la sé. En mi defensa, diré que Changbin hace todo esto más difícil.

—Deberías agradecerme, princesa. Te he salvado la vida.

Mantengo una de mis manos sobre mi cabeza, como si eso fuera a ahuyentar el dolor. El aturdimiento se va poco a poco, pero estoy seguro de que me va a salir, como poco, un buen moratón.

Si esa es su forma de ayudar, debería hacérselo mirar. Casi me mata  de un golpe el muy subnormal.

—Que tengo un puto nombre, cara culo.

—¿Cara culo? —Changbin se mofa de mí, e incluso, creo haber visto a Jeongin aguantando su risa de reojo. Traidor de mierda. —Creo que la última vez que escuché eso fue en primaria.

Lo odio. Lo odio. Lo odio. Lo odi-

No puedo seguir mi discurso de odio mental, porque los disparos vuelven a hacerse presentes.

Cargo mi pistola, preparado para disparar en cualquier momento contra quién sea que nos esté atacando. Sin embargo, la emboscada parece ser más grave de lo que creíamos, porque incluso los cabecillas de la operación lucen nerviosos. Los únicos que mantienen la calma aquí son Changbin, por psicópata, y Jeongin, por subnormal.

—¡Retirada! —Grita el cabecilla de la operación. —¡Jeongin, Felix, mantener a salvo a Changbin!

Somos los más cercanos a Changbin en estos momentos, y me cuesta creer que alguien se haya tomado tantas molestias en un trueque sin importancia.

¿Y si todo esto es solo un montaje? ¿Es una prueba de acceso? No me extrañaría que fuera así. Incluso, que mataran a todos aquellos que fallaran en esta "misión".

Si no sirves para ejecutar tu trabajo en el nivel más bajo, no les vales para nada.

—Jeongin, llévatelo —ordeno, antes de darles la espalda y centrarme en los disparos.

Hay mucho ruido, y la capa de polvo que se ha levantado por todo el movimiento que está habiendo me impide ver dónde se encuentran los enemigos.

—La princesita es mandona —tararea Changbin, como si fuera sumamente divertido cuando solo estoy haciendo mi puto trabajo. —Qué sexy.

Quiero arrancarle la polla por ser tan asqueroso, pero me contengo e ignoro el comentario. Según Dios sabe quién, ignorar a los gallitos hasta que se cansen de hostigarte es la mejor forma para que te dejen en paz. Y cómo no puedo actuar a mi manera contra él, con violencia, me veo obligado a seguir el consejo más inútil que he escuchado en mi vida.

—Tomar el primer coche que encontréis y salir cagando leches de aquí —Jeongin asiente, listo para ponerse de pie y correr hacia la salida, pero Changbin sigue tomándose todo esto como un maldito juego. Si lo matan, seré el más feliz del universo, pero mi única oportunidad para infiltrarme se irá al garete. —¡Ahora, joder!

—¿Y tú?

—Os cubro.

De todas formas, solo somos peones para ellos. La única vida que importa aquí es la de Seo.

Ni Jeongin, ni Changbin dicen nada más. Se ponen de pie para correr, sin embargo, resulta ser un completo error. Una bala roza la mejilla de mi compañero y se ven obligados a tirarse al suelo de nuevo.

Un par de siluetas se dejan entrever entre tanto polvo, pero no es por suerte. Los han visto; saben dónde estamos.

Puedo entender el error de Jeongin, todavía es un novato. Y se dé cuenta o no, sigue siendo muy inocente. De veras no entiendo cómo es que le pareció buena idea unirse a una maldita mafia. Changbin, por otro lado, ni se inmuta.

Está jugando con nosotros. Porque o es un psicópata, o tiene la certeza de que no le pasará nada.

Jeongin se recompone del susto en poco tiempo. Puedo sentir cómo empiezan a caminar agachados, esta vez yendo con más cuidado, mientras yo trato de acertar algún tiro.

Soy un buen tirador, pero no puedo hacer nada si no los veo.

—¡Deprisa! —grita de nuevo el general.

Jeongin se mantiene a las espaldas de Changbin, con su arma alzada y los ojos bien abiertos. Guía a Changbin por el almacén y dispara a la neblina de polvo cuando siente movimientos extraños.

Algunos de los aprendices han huido del lugar, otros que se encontraban haciendo la guardia fuera no han llegado a entrar y los pocos que quedamos dentro tratamos de defender a Seo de un número indefinido de tiradores.

Sonrío cuando vuelvo a visualizar una silueta del otro lado del almacén. Y esta vez, no dejo que se me escape.

—Te tengo —me pongo de pie, aprieto el gatillo, y antes de que me pueda alcanzar alguna de las balas, me agacho de nuevo.

Cómo de costumbre, mi tiro es impecable. Acierto con una precisión casi irreal. No ascendí en la agencia por casualidad. Nací con talento, y lo estoy demostrando.

El polvo se empieza a desvanecer, así que no pierdo el tiempo y empiezo a disparar sin control alguno. El objetivo es hacer caer a cuantos más mejor.

En la agencia me enseñaron a buscar siempre causar los mínimos daños posibles. Cuántos menos muertos, mejor. Y, sin embargo, aquí estoy cometiendo una serie de homicidios sin siquiera tener presente todo lo que me han enseñado hasta ahora.

Se supone que mi trabajo salva vidas, y ahora las estoy quitando.

Pero es parte de mi trabajo, es la única forma de entrar sin generar sospechas.

Es todo por un bien mayor.

—¿Es que no me escuchas? ¡Seo ya está en el coche! ¡Felix, nos vamos!

El general Park llega hasta mí, me obliga a bajar el arma, furioso de que no acate su orden a la primera, y me arrastra hasta fuera. Yo tengo la suerte de haber salido ileso, pero él tiene una bala incrustada en su brazo izquierdo.

—Tienes suerte de tu talento con las armas. Si fueras un mediocre de mierda, te habría dejado tirado allí con mucho gusto —espeta, entrando a uno de los coches segundos después.

Y habría hecho lo mismo. Debí irme en cuánto logramos salir de ese almacén. No debí mirar hacia atrás, pero lo hice.

Y a pesar de que acababa de matar a, por lo menos, seis personas, no pude evitar sentir lástima por Jeongin.

Se desangraba y a nadie le había importado. Changbin estaba con él, cargaba con un arma también, no le habría costado nada ayudarlo a entrar en el puto coche con él.

Pero no. Lo dejaron tirado con una bala en el estómago.

—¡Nosotros nos vamos, capullo!

El último coche no esperó más. Nos dejaron solos sabiendo que ayudarlo no costaría más de un minuto. Incluso si arriesgan su vida, Jeongin seguía siendo su compañero.

—Eres un imbécil.

Jeongin ríe, a pesar de que su boca esté llena de sangre. Es asqueroso. Sin prestar atención a sus quejidos, producto del dolor que debe sentir al ser movido en ese estado, lo llevo conmigo hasta una de las motos.

No sé si funciona, pero probaré suerte. Y por lo general, la fortuna me sonríe, así que milagrosamente logro encender el vehículo.

Piso a fondo el acelerador justo cuando empiezan a salir más personas, que deben ser los protagonistas de la emboscada. Logramos evitar los disparos, pero Jeongin está gravemente herido.

No sé si sobrevivirá, pero por lo menos, yo lo he intentado.

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