02

Si quieres trabajar para la mafia Lee primero debes pasar por ciertos filtros. Eso no es un problema para mí; con un poco de ayuda de Bangchan ya estoy entre los novatos que pretenden, al igual que yo, pertenecer a esta mafia. Algunos se unen para saldar sus deudas, otros pretenden ir escalando hasta llegar a un puesto de poder, y algunos simplemente tienen la ilusión de estar en una mafia. Nunca entenderé a ese tipo de personas.

Se podría decir que ya hemos pasado la primera entrevista de trabajo. Ahora debemos demostrar que valemos para estar entre sus filas.

Han también ha sido de gran ayuda, es sin duda alguna el mejor hacker que conozco. Y de todos mis compañeros, con el que mejor me llevo.

Después de la reunión del otro día, Bangchan me tuvo una hora aguantando sus protestas. Sé que esta misión es un ámbito nuevo para mí, pero soy capaz de conseguirlo, siempre se me ocurre la manera de salvarme el culo incluso en los momentos más jodidos.

Hasta ahora, solo he realizado misiones estando de incógnito; siempre a escondidas de los tiburones. Esta vez, me toca ir al frente y meterme en la boca del lobo. A la vista de todos, donde un simple error puede llevarme a la tumba.

Aunque estoy confiado, sé que debo cuidar algunos aspectos que podrían delatarme. Empezando por mi rostro. Soy demasiado expresivo y eso, si no lo controlo, me supondrá un problema.

Respiro hondo y entro junto a los demás novatos. Sé que Bangchan está monitorizando todos mis movimientos. Pero no se puede comunicar conmigo, mucho menos intervenir si algo sale mal. Según él, encontrará la manera de contactar conmigo, aunque eso no quita que yo tengo las riendas de la misión. Así que estoy solo en esto.

Dentro del edificio nos esperan algunos hombres con caras de pocos amigos. La mayoría tienen un gran repertorio de tatuajes por toda su piel, algún que otro piercing y, lo más importante; la marca Lee. Una quemadura con el emblema de la familia Lee. No sé cómo lograré evitar ese paso, pero me niego a llevar una cicatriz así de por vida.

—¡Atención!

Otro grupo de hombres armados aparece en el edificio. No sé dónde estoy, nos han traído en unas furgonetas sin ventanas, pero no se debe ser demasiado listo para saber que estamos alejados de la sociedad.

Si sucede algo, las autoridades tardarán demasiado en acudir. Quizás incluso no llegue nadie.

De entre todos ellos, hay uno que destaca por vestir un traje de etiqueta y encabezar el grupo. Los hombres que ya estaban aquí desde un inicio se inclinan ante él. No es de gran estatura, pero sus músculos son tan imponentes que sin necesidad de comprobarlo sé que podría tumbarme de un solo golpe. Su cuerpo es envidiable, pero no me hace sentir inseguro de mis capacidades en combate.

Aunque se mantiene con una expresión seria, su porte es relajado. Esperaba encontrarme con alguien más... barriobajero. Se escuchan varios murmullos ante su presencia. Es alguien importante aquí, de eso no hay duda, así que hago el esfuerzo de recordar los rostros en la carpeta del caso.

Hace un gesto con su cabeza y uno de sus hombres dispara al aire, lo que provoca que todos callen de inmediato.

Ya lo recuerdo.

Estoy frente al mismísimo Changbin, la mano derecha de Lee Minho.

¿Qué demonios hace él aquí?

Según me dijeron, los altos cargos no están pendientes de los novatos. Alguien como Changbin tiene cosas más importantes que atender antes que una tonta reunión de iniciación para soldados novatos. Seremos los que harán el trabajo sucio por él, muchos de aquí posiblemente morirán en alguna de las misiones y Changbin ni siquiera recordará sus rostros o sus nombres. No le importamos una mierda, así que es demasiado extraño que esté aquí.

Él mira a todos con un leve interés, y sus ojos finalmente se clavan en mí. El temor de ser descubierto está presente en todo momento, pero me gusta más pensar que solo me está jugando por mi apariencia o por mi cabello rubio. A simple vista, no intimido a nadie, y estoy rodeado de tipos fornidos o que por lo menos tienen un aura más imponente. Supongo que eso es lo que le llama la atención.

Debí teñir mi cabello antes de venir.

—Ya sabéis a qué habéis venido. ¿Pero sois realmente conscientes de lo que supone uniros a nuestra mafia?

Changbin empieza a hablar, el lugar sigue en silencio y las únicas miradas que no están sobre él son la de los soldados a sus lados. Sonríe de una forma que provoca un escalofrío por toda mi espina dorsal.

Luce como un maldito psicópata.

—Jun, mátalo.

Un segundo disparo resuena por toda la sala, ensordece mis oídos y me obliga a cerrar mis ojos por inercia. El chico a mi lado cae al suelo instantes después. Hay una bala en el medio de su entrecejo y un móvil impacta contra el suelo.

Aun con la pantalla hecha añicos, puedo ver una fotografía de Changbin. ¿Qué clase de idiota se pone a tomarle fotos a un mafioso tan descaradamente? Las fotos que tiene el FBI ya fueron difíciles de conseguir, y eso que son muy pocas; ahora entiendo por qué.

Camina hasta quedar frente a mí. Desborda una seguridad increíble, y aunque esté acostumbrado a ver a tipos como él, tenerlo cara a cara me hace sentir como una maldita presa.

—No estamos para bromas.

Lleva una de sus manos a mi cuello. Acaricia mi collar y, por ende, también mi piel. No hay ningún truco en ese complemento, siempre lo he llevado conmigo, pero no me puedo quejar cuando tira de él y lo rompe.

Deja caer el objeto al suelo, que termina bañado en la sangre del hombre ya muerto a mi lado. No parece importarle que sus zapatos se estén ensuciando de sangre.

—Esto no es un desfile de moda, bonito.

Se burla de mí. Lo puedo notar en su rostro, y en las risas que acompañan su comentario. Al parecer me veo como una oveja blanca en un rebaño de ovejas negras.

Ha atacado directo a mi orgullo, pero no pienso dejarles saber que me ha dolido. Alzo la cabeza con altanería y le sostengo la mirada a Changbin. Todas las miradas están puestas en nosotros. Y aunque no diga nada, lo desafío en silencio.

Sé que lo ha entendido, pero Changbin se limita a sonreír de nuevo y darme un par de palmaditas en la mejilla a modo de advertencia.

—Ten cuidado, niño. Podrías ser el siguiente en morir.

Este tipo no me gusta nada, y se lo dejo saber con mi mirada. Se suponía que controlaría mis expresiones, pero es más difícil de lo que creía.

Me deja en paz de una vez por todas y sigue hablando de cómo son las cosas ahí.

No sé muy bien qué ha dicho, he dejado de escucharlo desde que se ha burlado de mí. He escuchado palabras sueltas de su discursito; lealtad, fuerza y muertes.

Una cosa me queda clara. Somos insignificantes para él; hormiguitas de las que se deshará cuando no le seamos útiles.

—¿Queda claro?

La mirada de Changbin se posa en mí cuando hace la pregunta. ¿Habrá notado que no lo estaba escuchando?

Me limito a sonreírle, devolviéndole la burla, y respondo junto a los demás en unísono.

—¡Sí, señor!

Changbin, date por muerto.

Recuerden dejar su estrellita si les gustó el capítulo. 🫶🏻

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