UNO
Me enredo la suave tela alrededor de mi pie, mi corazón ya no se emociona cómo la primera vez, pero aún así mi sonrisa está ahí siempre, como complemento del baile que ya no me llena como antes.
Hay miles de personas mirando pero, no me causa nervio alguno, me muevo al sonido de la música mientras mi alma se conecta con ella, al fin y al cabo es lo único que me ayuda a desconectar.
Desde los cuatro años, lo único que he conocido han sido estadios, competiciones, unos padres estrictos que nunca tuvieron en cuenta una mínima parte de mis gustos.
Durante todo ese periodo de tiempo me he convertido en quien soy, una chica la cual a perdido esperanza en todo lo que amaba, una chica que dejó de pensar en el baile como una vía de escape a castigarse en el deporte que tanto la ilusionaba años atrás.
Todo el mundo aplaude y yo hago una reverencia a la vez que le dedico una de mis mejores sonrisas, vistiendo con una mentira todo.
Entro a los camerinos y recojo mis cosas, como es de esperar mis padres no están esperándome así que tengo que volver a casa por mi propio pie, y como no he traído el coche escojo volver en bus.
— Hasta mañana Andrés, yo ya he acabado. - me despido del único amigo que tengo.
— Descansa corazón, si pasa algo llámame, ya lo sabes.
Asiento y salgo del recinto, las competiciones son lo que más odio, los bailarines actúan y al día siguiente salen sus calificaciones en una página web de el Estado. Nos exponen como si fuésemos unos simples números.
Abro la puerta de mi apartamento y suspiro.
— ¡Te he echado mucho de menos hoy, tata! - un cuerpecito viene hacia mi con una gran sonrisa.
— Yo también a ti peque, ¿has cenado ya?
El pequeño niega y yo suspiro, una vez más mis padres no están en casa como para hacerse una mínima parte de cargo de su hijo.
— Pues venga albondiguilla, vamos a hacernos una súper cena para nosotros.
El pequeño se ríe y me sigue hasta la cocina, una vez allí le subo a un taburete para que llegue a la mesa donde dejo que corte unas verduras torpemente.
Me sirvo un poco de comida en el plato y otro poco para mi hermano, debido a mi condición de deportista no debo comer en muchas cantidades, o eso dicen.
Desde pequeñas nos enseñan que si tienes un poco de tripa estás gorda, y que no sirves para el baile, muchas de mis compañeras han acabado dejándolo solo por eso, pero, creedme si os digo que hicieron bien.
Sergio come despacio mientras me mira.
— Manana' tienes que venir al cole.
— Es verdad, ¿es el día de los padres no? - mi hermano asiente mientras engulle otra cucharada de sopa.
Cada año hay un día en el que los padres de los niños acuden para hacer actividades, o cualquier otro evento lúdico, como es de esperar, mis padres hace años que no acuden ya que están lo suficientemente ocupados con su trabajo que no pueden molestarse en ir a un estúpido evento escolar.
Recojo los platos y pongo el lavavajillas a funcionar, me froto los ojos, últimamente estoy más cansada de lo normal, entre el baile y tener que cuidar a un niño de seis años es quizás lo que me agota.
Hago caso omiso a mis pensamientos y subo arriba para acostar a mi hermano el cual ya se a puesto el pijama y me está esperando en la cama.
— Hoy no quero' que me leas nada, tata.
— ¿Porqué? - hago una mueca en señal de tristeza - ¿te pasó algo en el cole?
— Quero' que descanses.
— Pero si a mi leerte cuentos es lo que más me gusta, enano.
Mi hermano se cruza de brazos y niega dando a entender que no me va a escuchar, río y me siento a su lado.
— Cuando yo sea furbolista' no vas a estar cansada nunca más y mamá y papá no nos verán más.
Le acaricio el pelo y dejo un suave beso en su frente mientras se me cae una lagrima que me seco rápidamente.
— Claro que sí peque, tú y yo contra el mundo siempre.
Le arropo con su manta de futbol favorita y le doy las buenas noches con muchos besos, salgo de la habitación y no puedo evitar sentir la tristeza de saber que un niño de seis años es consciente de todo lo que está pasando.
Me tiro en la cama derrotada y miro mi móvil por un segundo, Andrés me a escrito como cien veces así que abro su chat.
Adivina quien viene a verme
Estoy seguro de que hará ilusión,
hace mucho que no le ves.
Le contesto con un quien y mi amigo no tarda ni dos segundos en responderme.
Ferran.
Mis ojos se abren y tengo que dejar el móvil en la cama para asimilarlo, Ferran a sido mi mejor amigo desde siempre a pesar de lo ocupados que estábamos, hace más de seis años que no se nada de él.
Andrés y él son primos y debe ser que el valenciano va a venir a Barcelona no se sabe si para siempre o es solo una visita.
Una sonrisa se dibuja en mi rostro, tengo muchísimas ganas de verle.
Se que ha estado jugando por tierras inglesas y que no le ha ido nada mal, ya que a podido jugar con jugadores muy importantes como Kevin de Brune, Kun Agüero o ser entrenado por el mismísimo Guardiola.
No conozco mucho de fútbol pero se que el Manchester City es un club bastante importante así que para mi eso es más que suficiente.
Apago el móvil y me voy a la cama, mañana acompañaré a Andrés al aeropuerto a modo de sorpresa ya que Ferran no sabe que somos amigos.
Por primera vez en mucho tiempo, me voy a la cama impaciente por despertarme mañana y poder pasar el día con mi mejor amigo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top