Capítulo 24 "Pasado"

La reina seguía pensando en alguna excusa para justificar su gran mentira. Le había ocultado la verdad a su hija, y ella lo había descubierto. Catherine la miraba con decepción, con dolor. La chica no sabía que pensar, ¿quiénes se suponían que eran sus verdaderos padres? Ya no sabía que pensar, a quien creer.

-¿Me dirás la verdad? Estoy cansada de todo esto. Durante toda mi vida confíe en ustedes. Creía que me decían la verdad, parecían sinceros. ¿Por qué mintieron?-preguntó ella con la voz a punto de quebrarse.

-Lo lamento, hija. No sabíamos que hacer. Se no fue todo de las manos.

La castaña negó con la cabeza y se sentó en el escalón de la escalera. Miró el suelo polvoriento y, de un momento al otro, comenzó a sollozar. La reina Juliet se sintió destrozada al sentir tan mal a su pequeña, así que tomó asiento a su lado, pero la princesa se alejó bruscamente.

-¡Déjame!-espetó-Me mentiste.

-Catherine, tranquila, no tienes porque ponerte así...

-¿Qué no? ¡No sé quien soy, Juliet! ¡No sé de donde provengo!
La ahora nerviosa mujer, suspiró y se llevó las manos a su cara. No estaba preparada para decirle la verdad, pero sabía que no podía seguir mintiendo.

-¿Piensas contarme? Creo que ya es momento-murmuró Catherine con la vista perdida en la nada.

-Prometeme que no me odiaras por esto, y que no dejarás de ser mi hija. Por favor-suplicó.

-No dejaré de ser tu hija.

Se relajó e intento volver aproximadamente quince años atrás, cuando ella era aún más joven.

-Cariño, ¿por qué insistes en ir por aquí? Vamos a perdernos y tampoco hay nada, sólo árboles inútiles.

-Siempre vamos por el mismo lugar, hoy quiero hacer algo diferente. La rutina va a consumirnos.

La pareja de reyes, cabalgaba como de costumbre, por los bosques y prados. Habían salido de la fortaleza, con dos guardias acompañándolos a cierta distancia. Solían hacerlo desde que estaban casados. Les gustaba tener ese tiempo para unir sus lazos.

-¿Has oído eso?-preguntó la mujer.

-No, yo no escuché nada.

El oído de la rubia pareció agudizarse, y se puso al pendiente de su alrededor. Sabía que había peligro por la zona, debido a tal vez ladrones y animales salvajes. Tampoco estaba paranoica, ya que los guardias, hacían bien su trabajo.

-Ahora sí que lo escuché.

Ambos detuvieron a sus animales y miraron por los arbustos. No había nada. ¿Estaban locos? ¿De dónde había provenido esa risita?

-¿Sucede algo, majestad?-los guardias a caballo acudieron rápidamente, al ver que se habían detenido.

-Escuchen.

Las cuatro personas permanecieron calladas y fruncieron el ceño, al oír pocos minutos después, la misma risa de niña.

-Deberíamos irnos-susurró uno de los fornidos hombres-Seguro que es algo de mal augurio.

-Tonterías-rió la reina como si de una niña con capricho se tratase-Acompañenme, necesitamos una aventura.

El rey quiso convencer a su esposa de que estaba loca para andar persiguiendo una risa en el medio del oscuro bosque, pero ella no hizo caso. Tampoco podían dejarla, así que la siguieron a regañadientes. El sonido se hacía más fuerte a medida que se acercaban.

-Escuchen, parecen perros.

Los tres hombres abrieron los ojos. Ahora también resulta que había perros salvajes o peor aún, lobos en toda esta historia. Ellos sólo querían volver a la seguridad de la fortaleza.

La mujer hizo que el caballo se moviera velozmente hasta notar que la acumulación de árboles desaparecía. Una pradera pintaba el paisaje. Y la risa junto con los gruñidos y aullidos se hizo presente, pero ahora también, visualmente. Una manada de lobos, jugueteaban entre ellos, pareciendo sólo cachorros.

-Deberíamos irnos-susurró uno de los hombres.

La reina miraba sorprendida la bella escena. Pero, ¿de dónde provenía la risilla?

La pregunta se contestó cuando los ocho ojos se clavaron en la niña desnuda que correteaba entre los animales. Parecía feliz.

-Es una niña-murmuró ahora la reina. Los demás seguían sin poder hablar.

Estaba sucia, su cabello enmarañado, no poseía ropas. El color de su melena era castaña y sus ojos también eran oscuros. Las cejas de ella eran bastante pobladas, pero sin quitarle ese aire angelical del rostro. Era salvaje, era una niña en medio de lobos. Ninguno de ella se percató de la presencia extraña de humanos montados a caballo. La pequeña bailaba.

-Tenemos que sacarla de allí-murmuró Juliet-Pobrecilla, se merece algo mejor...

El rey, supo a lo que se refería. Era una humana, no un animal. Aún así, por unos segundos se quedaron mirándola. La pequeña, tomó del suelo una cesta que llevaba algunas florecillas y las aventó en el aire, haciendo que las cabezas de alguna lobos quedarán coloreadas, ellos se sacudieron como si nada.

-Quiero llevarmela-habló la mujer con los ojos iluminados.

El rey estaba todavía en una especie de shock, pero asintió inmediatamente. Los guardias asintieron y dieron dos pasos al frente. Posicionaron sus armas, logrando la atención de los animales que comenzaron a gruñir, al igual que la niña. Ella era una más de ellos.

Alejense! ¡Fuera!-gritó el fornido hombre, intentando espantarlos.

El otro, disparó al suelo, y luego al aire, logrando que todos comenzaran a correr, hacia el bosque. La pequeña también, sólo que a menor velocidad. Ambos hombres, aprovecharon la situación, y se acercaron a ella, bajando rápidamente de los caballos. 

-Allí vienen-exclamó el rey preocupado.

Volvieron a disparar al suelo, haciendo que así, retrocedieran asustados.

-Tranquila-Juliet quiso calmarla,  cuando los guardias la tomaron firmemente para que no los mordiera, rasguñara o pateara, pero ella no paraba. Estaba decidida a huir de toda esa gente extraña.

La llevaron al castillo y la sometieron a una lucha continua por "civilizarla". Trabajo demasiado difícil. Poco a poco, la nueva "adoptada" princesa, como le dijeron al resto, se fue transformando en una linda niña, que se lograba el cariño de todos.

Catherine miraba a su madre con los ojos llenos de lágrimas. Había escuchado cada pedazo de la historia, y se la había grabado en la mente de forma permanente. Todo aquello pertenecía a su pasado, a su infancia, a una parte importante de su vida. Muchas preguntas se le plantearon. Pero la que más le dolía desde que había investigado a fondo, fue la que le dijo a su madre.

-¿Quiénes son mis padres?

La mujer, no preparada para escuchar eso, también sollozó, cubriendo el rostro con sus manos. Sin embargo, Cat no la consoló, sólo se limitó a mirarla de una manera neutra, con los ojos enrojecidos.

-No lo sé-logró decir-Nunca los hemos buscado, ni ellos tampoco. Creíamos que nunca lo sabrías.

La princesa se quedó perpleja y el anciano de aquella noche vino a su mente. ¿Era él? ¿La historia que le había contado pertenecía a la de su difunta madre?

-Perdóname hija, perdóname.

Su madre la abrazó, pero ella la apartó lentamente y se levantó de donde estaba sentada. Miró por última vez a su madre, bajando un poco la cabeza y subió los peldaños hasta llegar a la habitación para salir del sótano.

-Buenas noches.

La reina quedó destrozada y lo expresó llorando sola en aquel viejo y oscuro lugar. La chica, sólo se limitó a caminar sin expresión alguna en el rostro, acallando las miradas curiosas de los guardias nocturnos. Estuvo así hasta que llegó a su habitación. La sensación de seguridad la invadió, y se derrumbó en la mullida cama.

Charles, el anciano, sus ahora padres postizos...Los lobos. Todo tenía sentido. Ellos la recordaban y ella los amaba.

...

Se nos va a volver loca, pobre :c Ya esta, tranquilos, todo va a ir bien...(sonrisa malévola)
Bueno...ahora que los deje en suspenso...me voy /u\ Soy tan malota.
Los quiero mucho♥♥ Hasta el próximo capítulo.

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