27. Nereida
Cuando toca mi piel siento música en mi interior. Es magia. Es sentir que vuelo sin despegar los pies de la tierra; querer mirar esos ojos por horas. Perderme en ellos, memorizarlos; esa mirada de miel con cien reflejos dorados y castaños, de tierra y madera de árbol, de brillo ámbar con el sol, mirándome hechizados.
Es mágico poder conectar con otro ser humano de esta forma. Es algo que, cuando ocurre, se quedará en tu vida para siempre, porque deja una huella profunda e imborrable bajo la piel. Y sé que pase lo que pase, Jake será parte de mi vida. Siempre. Porque lo llevo tatuado en los huesos, en el corazón y en la mente, en la piel y los labios. Da igual lo que ocurra, lo que cambien nuestras vidas, que desaparezcamos; lo que hemos vivido quedará en nosotros marcado con tinta indeleble.
Me quedo acurrucada junto a él. Sintiendo su cuerpo al lado del mío, cálido, familiar, como un refugio, algo que me reconforta automáticamente. Su tacto, su olor, sus brazos a mi alrededor, hechos un ovillo juntos. Ahora me pregunto si podría vivir sin abrazarlo, dormirme sin tenerlo a mi lado, sin su contacto. Me da paz. Y me permito ser débil, no ser nada; ser la Nereida de quince años que naufragó en esta isla, habiéndolo perdido todo, rota, destrozada, miserable. Y dejo que todo eso fluya en mi interior, sintiéndome pequeña, sintiendo la desolación, pero acurrucada en sus brazos como el lugar más confortable del mundo entero.
Afuera llueve. La lluvia limpia y purifica; es como si el cielo llorara. Derramándose para besar la tierra con sus gotas. Llorar como las nubes del cielo es bueno; dejas caer tu carga, te derramas, te limpia, purifica. Eso decía siempre mi madre. Así que hoy acompaño al cielo, que deja caer mansamente todo lo que ha cargado, sin prisa, sin pausa, dejándolo ir. Está bien sentirse así; igual que el cielo, no todos los días son azules.
Y sintiéndome frágil pero arropada, me duermo en sus brazos.
Cuando despierto a la mañana siguiente, la lluvia ha amainado. Jake sigue dormido a mi lado, con su brazo rodeando mi cintura. El rostro sereno, en paz, a la pálida luz matutina que se cuela por un aire fresco tras haber llovido; es tan perfecto. Le doy un beso; nuestros labios se tocan y no quiero separarlos. Un beso cargado de tantas cosas, un beso que derrama cariño y amor, agradecimiento, ternura, paz. Al separarme, me encuentro con esos ojos de avellana mirándome. Sonrío y me arrolla en sus brazos, abrazándome y tumbándome debajo de él.
—Jake —mascullo con la voz pastosa, alargando la última vocal.
—Mmmh, Nereida —contesta igual, adormilado.
—A levantar.
—Mm no —suspira, acomodándose. Dispuesto a volver a dormirse encima de mí. Y siento la terrible tentación de quedarme atrapada en sus brazos, de no levantarme nunca. Que esté siempre así; atrapándome y reteniéndome con él.
Empiezo un juego, recorriendo su piel con besos húmedos, evitando que vuelva a dormirse. Le doy un par de mordiscos suaves en el hombro.
—Eres una criatura salvaje —dice.
—Lo soy.
—Y me encanta —responde dándome otro mordisco suave en el hombro.
Hago un sonido parecido a los de Katrina, revolviéndome y terminando encima de él. Estando así, pienso que soy toda suya. Sin dejar de ser mía.
—No sé tú, chico de ciudad, pero yo tengo hambre. ¿Tú no?
—¿Hambre de ti? —responde, sin dejar de mirarme con esos ojos penetrantes y acariciándome la espalda—. Si te refieres a eso, siempre estoy hambriento —Me da un beso en el cuello, rozándome con sus dientes en un amago de mordida.
—Mmh sí —murmuro, intentando mantener la concentración—. Pero ahora voy a ir a por fruta.
Me levanto y salgo de la choza. El ambiente es húmedo y denso, cargado de la lluvia de ayer, mil aromas rebosando en el aire, de tierra mojada, hojas y vegetación de la selva. Cálido, plácido y perfecto. Jake sale de la choza abrochándose la camisa; una camisa desgastada que ya ha perdido el color blanco, y que le da ese aire de explorador perdido, junto a los pantalones a media pierna.
Desayunamos mangos maduros, sentados en el suelo, disfrutando en silencio. Me siento extrañamente plena. Tranquila, rebosante, completa, en paz. De forma total.
Ah, sí... tanto amor... paz, felicidad...
Pero hasta aquí ha llegado porque no tengo más capítulos escritos. So sad. ¿Volveré a escribir de esta historia? Quién sabe--
(vais a tener que convencerme con mucha insistencia para que lo haga).
Vengan esos comentarios <3.
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