Capítulo 57


MADISON


Luego de descansar un poco en casa y comer algo me encuentro volviendo al hospital, ya que Savannah pidió verme. Bella me llamó y me lo contó.

Me encuentro muy sorprendida por esto y sigo sin saber cómo actuar con ella, después de todo me utilizó como excusa para poder escapar.

-Todo irá bien, no te preocupes. –Dice Kyle a mi lado

-Claro, todo irá bien. –Me repito tratando de calmarme. Al menos pude dormir un poco a diferencia de mis hermanas.

Mamá, Liv y mi abuela se quedaron en casa y me encargué de hacerles un breve resumen sobre lo ocurrido. Mi madre se veía muy afectada por la noticia, supongo que ninguna de nosotras ha estado tan cerca de... morir.

Sigo estando agradecida con Aiden por haberla salvado, si él no hubiera estado ahí habría perdido a mi hermana antes de tener la oportunidad de conocerla.

Una vez que Kyle estaciona mi auto en el aparcamiento, nos bajamos y vamos en dirección a la sala en la que se encuentra.

-¿Estás bien? –Pregunta Bella cuando me ve

-Sí, estoy más descansada. ¿Enserio quiere verme?

-Sí, eso dijo. Quiere hablar contigo. –Responde Elena acercándose a mí.

-¿Quién está ahora con ella? –Pregunto viendo que la puerta se encuentra cerrada

-Papá. –Responde Bella. –Por lo que pudimos oír estaban discutiendo, aunque ahora ya no se oyen gritos.

-¿Y Aiden? –Pregunto observando que no está alrededor

-Adentro, junto con Savannah y papá. –Me hace saber Elena. –Savannah no quería estar sola y pidió su compañía. No sabía que se llevaban tan bien.

-Yo tampoco. ¿Debería ir a tocar la puerta?

-Si quieres, podrías aprovechar ahora que las cosas se tranquilizaron. –Responde Elena animándome a ir

Así que golpeo la puerta y al no obtener respuesta, anuncio mi llegada. Papá sale de la sala en donde está Savannah y me hace saber que me está esperando.

Cuando entro, observo que me mira atenta desde la camilla y que Aiden se encuentra sentado en una silla frente a ella.

-Aiden... ¿podrías dejarme conversar a solas con Madie? –Pregunta Savannah sin quitar su mirada verde de mí.

Aiden asiente y me da una breve sonrisa. Tiene un poco de ojeras, porque no mintió cuando dijo que cuidaría de ella. Incluso creo que yo dormí más sentada en la silla que él.

Una vez que él cierra la puerta y sólo nos quedamos las dos, se instala un silencio algo incómodo. No se me ocurre como iniciar una conversación con ella con todo lo ocurrido.

-Lo siento Madison. –Empieza Savannah. –Lamento haberme escapado, no debí haberte mentido.

-Bueno... eso fue algo grosero. Yo pensé que... Olvídalo, ¿estás mejor?

-¿Tú que crees? –Pregunta señalando el lugar en el que nos encontramos.

-Lo sé, fue una pregunta algo estúpida. –Digo sintiéndome tonta por hacerle tal cuestionamiento.

-No importa, supongo que yo tampoco sabría que preguntarle a una huérfana que intentó quitarse la vida. –Dice sin humor

-Sé que lo que yo puedo ofrecerte no es lo mismo, pero quiero que sepas que me preocupas, aun si todavía no nos conocemos tanto. Ayer me preocupé por ti como lo hubiera hecho por cualquiera de mis hermanas. Es lo más sincero que puedo ofrecerte. –Digo con la voz algo temblorosa por la pena que siento al verla contener lágrimas. 

-Lo sé. Ustedes han demostrado más preocupación que mi padre. Nuestro padre. –Se corrige luego de unos segundos. –Y eso apesta, porque siempre me mintió y usaba unas pelucas ridículas para que no me diera cuenta que era el famoso Joseph Dankworth. Se avergüenza de mí. 

-No creo que sea eso...

-Por supuesto que es eso. A ustedes no las escondía, se siente orgulloso de cada una de ustedes, mientras que yo... Si mi madre no hubiera muerto, seguiríamos sin conocernos. Yo no sabría que tengo hermanas. 

Ante eso opto por quedarme en silencio, porque no hay nada que pueda decir que lo excuse. Mi padre no supo manejar la situación en la que él mismo se metió.

-Lo siento, enserio....

-No quiero tu lástima. –Dice sonando una vez más molesta y herida.

-¿Porque Aiden se está mostrando tan protector contigo? –Pregunto en uno de los peores momentos, pero la pregunta simplemente salió y ya no hay nada que pueda hacer.

Savannah se mantiene en silencio un momento, como si estuviera pensado bien en su respuesta. Y creo que es la primera vez que hemos mantenido una conversación tan larga.

-Supongo que también le doy lástima... ¿Sabes? Yo escuchaba a menudo su música y mamá me dijo que un día iríamos a uno de sus conciertos. Y ninguna de las cosas que dijimos que haríamos se hará realidad. La extraño tanto...

Antes de que pueda acabar su frase me acerco a ella y la abrazo. Entonces empieza a llorar desconsalada y me encargo de abrazarla lo más fuerte que puedo. No quiero que piense que no le importa a nadie. Me tiene a mí y quiero hacérselo saber de alguna forma.

Me quedo a su lado acompañándola hasta que se queda dormida.


(...)


Cuando despierto me doy cuenta de que Aiden nuevamente entró a la sala. Se encuentra de espaldas a mí, mirando hacia la ventana. Savannah aún sigue dormida, así que la dejo descansar y me levanto de la silla en la que estaba sentada.

-¿Qué haces aquí? –Le pregunto

-Bueno, justo ahora estoy observando las vistas. Creí que estabas durmiendo.

-Acabo de despertar. Y no me refería a qué hacías ahora, sino a qué haces acá. ¿Por qué sigues cuidando de Savannah? Sabías que estaba con ella ahora. Conmigo no corre ningún peligro.

-Eso lo sé, simplemente aquí me distraigo más y eso es justo lo que necesito: distracción.

-¿Qué tan mal estaba ayer cuando la encontraste?

Se da la vuelta y ahora obtengo toda su atención. Parece triste y decaído. Es muy extraño verlo así, por lo general es más alegre.

-Se veía tan desesperada gritando en medio del mar, intentando buscar a su madre porque estaba convencida de que estaba ahí. Fue tan... angustiante. Creo que jamás me había sentido tan mal por apartarla de ella. Yo sé que ahí no había nadie, pero cuando me sintió llegar dijo que yo era un ángel y que la llevaría donde su madre... Cuando no me moví y se dio cuenta que no la ayudaría de la forma en que ella quería, su expresión cambió totalmente... me miró como si fuera el peor ser humano que hubiera pisado la tierra y así lo sentí por un momento, a pesar de que sé que hice lo correcto...

-Por supuesto que hiciste lo correcto, muchas gracias Aiden. Si no la hubieras encontrado, yo...

-No es necesario que termines la oración Madie. Ambos sabemos lo que hubiera ocurrido si no hubiera estado ahí.

-De todas formas gracias. Vuelves a ser mi favorito, pero no se lo digas a Kyle.

-Por supuesto, guardaré el secreto.

-¿Puedo hacerte una pregunta?

-Supongo que sí.

-¿Por qué siempre usas pulseras? –La pregunta parece inofensiva, pero ambos sabemos que el motivo no lo es y por un momento creo que me pasé con la pregunta que acabo de hacerle.

Aiden me observa unos segundos y luego baja la mirada hacia las pulseras que le cubren mucho más de la muñeca.

-Veo que tú también te enteraste de la noticia, ¿no?

-Lo siento, no lo tendría que haber preguntado. Si no quieres responder estás en todo tu derecho, enserio. –Digo sintiéndome fatal por la pregunta.

-Tranquila, en algún momento tenía que hablar del tema con alguien que no sean los chicos o Jazzy. Y tú ya eres parte de la familia, incluso aunque no estuvieras embarazada. Creo que puedo confiar en ti. 

-Pero aun así, si aún no lo quieres hablar o...

-Puedo hacerlo Madie, enserio. –Aiden se quita las pulseras y veo que debajo de ellas queda el rastro de unas cicatrices. No son tan notorias, pero está claro que si no las llevara puestas llamarían demasiado la atención de los demás. –Me las hice cuando tenía unos once años. 

-¿Te cortaste...?

-Lo cierto es que no recuerdo mucho de ese momento en específico, pero mi madre llegó un poco más temprano a casa ese día y me encontró sangrando. Cómo es enfermera pudo actuar a tiempo y detenerlo antes de que sea mucho más grave.

-Vaya, yo... –Imaginaba que pudo haber hecho eso, pero aun así escucharlo es doloroso, sobretodo porque puedo darme cuenta de que aún lo afecta. –Lo siento mucho. 

-Sí, yo también lamento haberlo hecho. Digamos que de cierta manera mis compañeros me molestaban. Tenía ciertos rasgos que parecían molestar a la gran parte de ellos y en ocasiones me decían cosas como: hazle un favor al mundo y muérete. Y cosas de ese estilo. Supongo que lo escuché tanto que sólo vi la oportunidad de hacerlo y lo hice.

-Pero que niños más detestables, ¿Por qué te decían eso? No creo que hayas sido como el típico niño matón de las películas... Entonces, ¿por qué te dirían algo así?

-No era el niño más agraciado ni con más amigos. Además tenía sobrepeso. Mucho sobrepeso porque mi mamá casi siempre cocinaba galletas o pasteles. Y también tengo heterocromía. Al inicio jugaba como un niño normal, pero a medida que fui creciendo me empezaron a molestar cada vez más. Era visto como una especie de abominación ante los ojos de mis compañeros. Un niño gordo con ojos de distintos colores. Claramente no era muy común eso.

-No entiendo, ¿cómo es que tienes...? -Observo mejor a Aiden y no veo la heterocromía de la que habla. 

-Desde hace años que empecé a usar lentes de contacto. Así evito que las personas me queden mirando por más tiempo del necesario. Y escogí el color café porque es el más normal. De hecho ese es el color natural de uno de mis ojos y el otro es verde. 

-Vaya... Lamento que te hayan tocado compañeros tan idiotas, ¿cuál era su necesidad por molestarte? No hacías nada malo. 

-No lo sé, varias veces me lo pregunté, pero jamás encontré una respuesta. Supongo que también es por eso que soy el más reservado de los cuatro. Luego de que mi madre se enterara de lo que me pasaba en el Colegio. Recibí educación en casa, tenía un solo maestro y me iba a dar clases cuando mi madre estaba ahí. No compartía mucho con niños de mi edad y supongo que por eso se le ocurrió la idea de regalarme una mascota. Mi primer perro.

-¿Sparkles?

-Sí, Sparkles. Una compañera de trabajo de mi madre lo estaba regalando y ella creyó que sería buena idea que tenga una compañía y me lo regaló. Recuerdo que fui muy feliz cuando lo trajo a casa ese día.

-Ahora tiene sentido que te gusten tanto los animales.

-Exacto, Sparkles no me criticaba porque fuera gordo o porque tuviera ojos de distintos colores. Él era feliz comiendo, durmiendo y cuando le hacía cariño. Por un tiempo solo fuimos él y yo. Porque mamá seguía trabajando mucho. A veces me cuidaba mi abuela, pero falleció cuando cumplí los trece años. Luego le dije a mamá que podía quedarme solo.

-¿Y cómo sigues con todo lo ocurrido? Supongo que no debe haber sido fácil.

-Cuando mi madre se dio cuenta que quería bajar de peso, empezó a cambiar nuestra alimentación. No dejó de hacer galletas o pasteles, pero en vez de cocinarlo todos los días, lo hacía cada dos o tres semanas. Empezamos a comer más sano y empecé a hacer ejercicio en casa. También le sirvió a ella el cambio de alimentación y ambos de a poco empezamos a bajar de peso. Finalmente a los dos nos sirvió este cambio.

-Me alegra oírlo, ¿cómo es que entonces te diste cuenta de que te gustaba la música?

-Mi madre decía que debía encontrar un pasatiempo, que no podía estar todo el día estudiando. Y me puse a buscar un pasatiempo, luego me di cuenta que llamaba mi atención el piano. Me relajaba escuchar la melodía del piano en diferentes canciones famosas y se lo propuse. Para una navidad me compró un teclado y empecé a ver tutoriales sobre cómo aprender a tocarlo y de a poco se fue convirtiendo en uno de mis pasatiempos favoritos. Incluso a Sparkles parecía gustarle, me acompañaba en mi habitación y a veces incluso parecía relajarse escuchando el sonido.

-Seguro que le gustaba. Al menos tenías el apoyo de tu mamá y de Sparkles, por supuesto. Me alegra saber que lo hayas podido sobrellevar...

-Sí, aunque me costó años. Tuve que ir a un nutricionista e incluso fui al psicólogo hace años.

-¿Enserio? Yo también estoy yendo... –Digo y luego me arrepiento.

-Está bien Madie, supongo que todos deberían de ir en algún momento. No deberías avergonzarte por eso.

-Creo que sí me está sirviendo. Aunque han pasado tantas cosas que no he tenido tiempo de reclamarme por cosas. Ariana no ha aparecido milagrosamente.

-¿Quién es Ariana?

-Así le puse a mi conciencia. ¿Esa voz molesta que todos tenemos? Bueno, yo le puse nombre.

-Ya entiendo. Yo no le he puesto nombre a mi conciencia, pero entiendo a lo que te refieres.

-Estoy segura de que eres una muy buena persona y espero que no suene malo, pero quiero que todos los que alguna vez te dijeron algo o te molestaron reciban su merecido. –Digo a pesar de sonar infantil.

-Yo trato de no pensar mucho en esos años y ahora soy feliz y estoy tranquilo. Eso es lo más importante para mí ahora.

-Sé que tal vez no debería preguntarlo, pero ¿enserio tu exnovia fue la que dio la información?

-Phoebe... Sí, ella se lo reveló a unos reporteros. Aunque ya me dio sus motivos. Puedo llegar a entenderla, pero eso no quiere decir que volveré con ella.

-Estoy segura de que más adelante encontrarás a otra chica. Una que sí sepa apreciarte.

-Puede ser, la verdad es que por ahora no estoy buscando una relación o conocer a alguien. Me importa mi propia tranquilidad, mi trabajo y mi familia que ahora se agranda gracias a ti. Aun me pregunto si tendré un sobrino o una sobrina.

-Esa es la pregunta que todos deben de estarse haciendo. –Comento algo más tranquila. 

-Tendrás que acostumbrarte. Tu hijo tendrá muchos tíos y eso que aun debes de conocer a Emma, Taylor y Josephine. Emma se volverá loca cuando te conozca y seguro que querrá que tú y tus hermanas modelen alguno de sus diseños.

-No creo que eso suponga algún problema para mis hermanas, seguro que lo harían encantadas y si ya puedo con Connor y Jesse, estoy más que segura de que podré con sus hermanos.

-Sí, Connor es el más imbécil, aunque Jesse le sigue por poco. Luego va Kyle obviamente...

- Y al final iría Aidencito. –Digo divertida

-Sí, supongo que ya no puedo hacer nada para que olviden el irritante apodo. Sólo me ganan por meses, pero sigo siendo el menor después de todo.

Seguimos conversando un poco más y me agrada la sensación de saber que Aiden confió en mí para contarme parte de su historia. Me siento afortunada que de entre todas las personas me haya escogido a mí.

Una vez que escuchamos a alguien abrir la puerta vemos que es el doctor quien viene a revisar a Savannah y papá entra con él. No parece sorprendido de ver a Aiden aun aquí, pero tampoco se molesta en ocultar la molestia cuando lo ve.

-¿Hasta cuándo serás el perro guardián de mi hija? –Pregunta en voz baja, para que sólo lo oigamos nosotros. 

-Papá no seas así, Aiden no ha hecho nada malo. –Digo saliendo en su defensa

-No quiero sonar grosero, pero no soy ningún perro guardián. Sólo me preocupo por el bienestar de Savannah, no tiene nada de malo, puesto que todos aquí lo hacen. 

-No necesito que estés todo el tiempo aquí. No se me olvida cómo la tenías abrazada en ese club. –Dice papá con tono acusatorio

Aiden no alcanza a responder cuando la puerta vuelve a abrirse, esta vez quien entra es mamá. ¿Qué hace mi madre aquí?

-¿Qué haces aquí Natalie? –Pregunta papá confuso al verla. 

-Sólo quiero saber como está. –Dice refiriéndose a Savannah, quien la observa boquiabierta ahora que está despierta. 

-¿Por qué? No tiene sentido que estés aquí. –Dice papá, pero mamá lo ignora y camina hasta estar frente a Savannah. 

-¿Usted es...? ¿Es la madre de Madison? –Pregunta en cuanto la tiene enfrente.

-Sí, yo soy la mamá de Madison. –Responde ella con una breve sonrisa. 

-Lo siento, sé que tal vez esté molesta conmigo y con mi mamá, pero yo... –Savannah no termina de hablar porque mi madre la envuelve con sus brazos dándole un abrazo lleno de afecto.

-No tienes que lamentar nada cariño. Tú no tienes la culpa de nada. Lamento mucho lo que has tenido que pasar, no me imagino lo difícil que debe de ser todo esto. –Dice aun abrazándola, lo que provoca que Savannah llore un poco, pero en vez de alejar a mi madre, se aferra más a ella.

Como si temiera que también fuese a irse. Entonces me doy cuenta de que tal vez mi madre en cierto modo le recuerde a la suya y que todo este tiempo haya necesitado un abrazo así. Uno que sólo saben dar las madres.

Cuando veo hacia la puerta que quedó abierta, observo que ahí están mis hermanas observando la escena sorprendidas y que incluso Kyle, Jesse y Connor están ahí parados.

Nadie dice nada durante el momento en que se abrazan, pero escuchamos a mamá decirle a Savannah que todo estará bien y que es una chica muy fuerte y valiente.

Es en ese entonces que me doy cuenta que yo quiero ser una madre tan maravillosa como la mía, que a pesar de los obstáculos que le pongan sepa sortearlos con éxito y seguir siendo la persona más generosa. Quiero ser ese tipo de madre para mi hijo.

-Tú también serás una madre excelente. –Dice Kyle. Ni siquiera supe en qué momento se puso a mi lado.

-¿Cómo sabes lo que estaba pensando?

-Porque tienes una mano acariciando a nuestro hijo y no dejas de observar a tu madre abrazando a Savannah. Simplemente lo supuse. –Dice dándome un beso en la mejilla.

-Está bien, eso estaba pensando. Quiero ser una buena madre para nuestro hijo. Quiero que me quiera.

-Yo creo que ya lo hace.

-Aun no puede hacerlo, no me conoce.

-Pues yo estoy seguro de que te quería mucho antes de conocerte, por eso no habían funcionado las demás relaciones que tuve. Yo te estaba esperando.

-Eso ha sonado muy bonito. –Digo sintiéndome especial, como cada vez que me encuentro a su lado.

-Es la verdad. –Dice sonando seguro y regalandome otra sonrisa que me encargo de guardar para mí. 

Le sonrío en respuesta, puesto que dudo que a mi padre le agrade la idea de verme tan cariñosa con Kyle, pero aun así le doy un corto beso en los labios.

-Estoy segura de que sabremos hacerlo bien. –Digo en voz baja. 

-Por supuesto que sí, estando juntos nada podrá salir mal. Ustedes ahora son mi familia. –Dice Kyle y creo que esa es una realidad para la que aún no estaba preparada.

Nosotros somos una familia. Kyle, el bebé y yo. 

Y la idea no me da tanto miedo como antes. 


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