Bagual de fierro viejo

Hoy quiero hablaros del cansancio de un alma y advertiros que no habrá más bellos atributos, ni tiempos, ni más veloces, ni mejores, y ni más hogares que aquél en que ahora se posa nuestra loca mirada. Buscamos, esperamos y confiamos en un cielo sin correspondencia alguna con los entes nacidos, multiplicados por el cuerpo, que eternamente se contradicen y con amorosos, se complementan sin detenerse ante las diferencias del saber ya que, ni edades aguardan el final que está callando la muerte.

Aunque los hombres huyan de sus líneas, seguirán al margen de nuestras diversas ideas abrazado a sus iguales, resistiendo con infinita caridad y paz, nuestros corazones en bárbaro hábito que jamás se marcharán. Arrogante es nuestro instinto al ver nuestras cortinas de hierro, despiadado es su infierno internó y su pluma que sujeta un cruel destino atado a lo invisible, mientras avanza por el mundo dando visitas sordas. Nuestra juventud dibuja atrevidos lienzos comprendiendo los anhelos del mal de este mundo mientras, los misterios profundos y sus oscuras aguas admiran el esplendor de la noche que parece, no ser suficiente.

Diabólico era un genio que no media sus comentarios y aunque lo miraban desconfiado, el parto de la vida le parecía abundante en torpezas y ridículas imperfecciones. Curiosamente vivía cada día de su mágico universo en donde no había dinero, y sin hacer a nada hermoso, disfrutaba de todos los espacios de su infierno. Torrentosos y zigzagueantes ríos animaban desmesuradamente su sangre tanto que, derramo sus lágrimas en un sueño de insólita alegría aromada con exquisita vejez, donde reposaban inéditas experiencias.

Un grito de dolor recorrió el viento, en la mente del genio un día como de muchos momentos y fue algo extraño ya que, nunca sintió sufrimientos por la patria, por la cárcel o la muerte. Un hombre reprimido por el miedo que no callo en su silencio, y que en el parecía elocuente. Muchas verdades reclamaban su inocencia, pero él se negaba a entregar la poca locura que le quedaba de vida. Por suerte, el viejo truco de la oligarquía opresora del pueblo no falló ya que, el desorden social, la anarquía, las drogas y el alcohol parecía distraer más al diablo.

Pero aún había un grito de dolor que no se oía, sino que se sentía como música en lo profundo del alma animal. El simple hombre ahogaba el llanto del duelo de la pérdida de vidas en todo el mundo, sabiendo que no le importaba en lo más mínimo la vida en general. Palabras de muerte, desolación y corrupción, parecían nunca acabar ya que mientras más malos tratos, mejor pensaba el horario del fin del mundo. El menosprecio por el inocente mental y el ser humano jodiendo al pueblo con sus malas acciones, parecen mejor cuando, ya no estás registrado en la vida mental.

En la brisa soplaba un doloroso callado por la necesidad de comprar suerte para así, poder dejar de ser pobre. La corrupción se come la verdad ya que por la necesidad, se hace cómplice de la maldad. Las clasificaciones de negros, blancos, pobres y ricos hacían de todo menos, aceptar la individualidad de los demás. Gritos xenófobos y de violencia se escuchaban mientras un simple genio, sabía que no decir nada era mejor, que ser golpeado. La esperanza del pobre se la tragaba la indiferencia, mientras un suspiro callado recordó el viento, que le suplicaba pidiendo justicia, igualdad y respeto, para todos aquellos desafortunados del pasado y futuro mundo.

Pero de todos modos, el hombre sabía que estábamos divididos por una felicidad establecida que pensaba, que si alguien debía estar feliz, alguien más debía estar triste en dejarlo todo atrás. El sistema del placer era corregir, todas esas palabras quemadas y llevadas hacia el perdón de las personas que era simplemente, cuestión de pensamiento común. Si todos veían el hambre, nadie sabría del sufrimiento detrás del dolor de un niño africano. El genio sabía que las cosas eran y serían así por mucho más tiempo, sabía que los activistas no podrían arreglar el daño ya hecho, en las mentes modernas.

El genio conocía la perversidad del mundo, y por eso muchos esperaban que sus reglas y sabidurías lo sofocasen ya que, las mentes incautadas no podían ver más allá de los demás. El hombre siempre odiaba lo desconocido y trataba de ocultarlo, los que tenían zapatos brillantes nunca sabrían que sus ideas, eran como un pollo sin cabeza que corría en círculos; la información era cambiada a su voluntad y su relación con las personas, era muy estresante y creadora de mentes invisibles.

Fin

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