01: Bajo un puente.

Con el pulso acelerado continúe corriendo por los corredores del Instituto, agh no puedo dándome el lujo de estar faltando a clases, en serio odio hacer eso, sólo me hace ver como la horrible persona que soy y lo mucho que me parezco a mis progenitores. 

Me detengo en seco cuando llego a mí casillero, si tengo suerte el profesor Johnson me dejara entrar a la clase de deportes que no me servirá de nada para un futuro, pero a la que tengo que asistir para disfrutar las vacaciones de navidad sin culpa y remordimientos.

—¡Oh, justo a la chica que quería ver! —exclama alguien a escasos pasos de mi, pero no presto atención —¡Bae, mi hermosa novia!

Saqué  la cabeza de mi casillero al escuchar esa última oración, ese nombre es demasiado parecido al mío. Al levantar la mirada me encontré con Eric Sallow con una gran sonrisa en su rostro que no logró descifrar, detrás de él logró visualizar a Bianca D'alessio con el entre cejo fruncido.

¡Pobre, si continúa así le saldrán arrugas antes de tiempo!

En un movimiento rápido Eric me abraza con fuerza pegándome a su cuerpo, quedé totalmente sorprendida y con las manos en el aire, hasta que acepté su abrazo. El se encorva un poco para llegar a mi estatura para luego llevar una de sus manos a mi cabello para acomodarlo detrás de mi oído.

—Te lo suplico, por favor ayúdame. —susurro en mi oído.

No entendía a qué se refería hasta que lo pensé por un momento y mire a Bianca ahí parada con los brazos cruzados mirándonos con una expresión de enojo, entonces todo cobró sentido para mí.

—Es bueno verte. —hablé por primera vez con mi voz dulce y la sonrisa más inocente que pude poner en un momento así, mi cuerpo está tenso y un hormigueo recorre mi cuerpo. —¡Oh, Bianca! También es bueno verte.

—Qué pena que no pueda decir lo mismo, Sanders. —escupió con veneno para luego darse la vuelta e irse, deje salir el aire que no sabía que estaba conteniendo.

Eric se separó de mí y me miró agradecido, o lo que sea que su mirada reflejaba.

—Gracias, no encontraba la manera de quitarmela de encima.

—Lo correcto sería rechazarla. —sugerí volviendo al tema de mi casillero y libros.

—Créeme que lo he hecho de todas las formas posibles, pero ella no parece entender.

—No va a parar hasta no conseguir lo que quiere. —dije con confianza.

—A no ser que lo que quiere ya lo tenga otra persona. —dijo con una sonrisa que me causó escalofríos —¿Bea Sanders, me harías el honor de ser mi novia falsa?.

—¿Me estás pidiendo que sea tu Getaway car?. —pregunte haciendo una mueca.

—¿Mi... qué? No se que sea, pero eso creo, ¿entonces?.

—No. —respondo sin expresión alguna para luego dirigirme hacia la clase de deportes dejándolo atrás. 

He leído muchos libros y también he visto muchas películas donde pasan ese tipo de cosas y no siempre terminan bien, se terminan enamorando o alguien termina con un corazón roto y ninguna de las dos opciones me gustan.

Deportes no es mi clase favorita, por lo que una sonrisa se dibuja en mis labios cuando a mitad del camino me encuentro con Holly, no comparto clases con ella, pero la conozco desde hace mucho tiempo al grado de considerarla una amiga. 

—¿Otra vez faltando a deportes? 

—¿No es lo mismo que estás haciendo tú?

—No es lo mismo, yo me he ganado un pase a la enfermería. —responde, alzando al aire el pase otorgado por el entrenador Zegras. 

—¿En verdad Zegras aún se creé el cuento de que te llegó el periodo? —pregunte, soltando una leve risa. 

Holliday odia deportes tanto como yo, pero a diferencia de mí, ella es demasiado correcta como para simplemente faltar a clases, por lo que siempre tiene su periodo. 

—Por supuesto que no, o eso creo —se limita a responder para después mirar a los costados y acercarse más, —me lo ha dado a cambió de que lo ayude a salir con la enfermera.

Hay muchas palabras para describir a Holliday, pero lo que siempre la ha caracterizado (aparte de su increíble cerebro y personalidad perfeccionista) es el romanticismo y lo mucho que ama hacer de casamentera. 

—¿Y qué tal va eso?

—Terrible, pero los dos son horribles personas así que quizás se terminan casando y teniendo hijos. 

La conversación fluye alrededor de las horribles personas que son el entrenador y la enfermera, hasta que da el timbre y tenemos que dirigirnos a nuestra siguiente clase. 

Me despido rápidamente de ella, para después dirigirme a la aula de Historia, dónde quizás (si tengo suerte) pueda dormir un poco. Suspiro con aburrimiento entrando a la clase de Historia, el profesor Jefferson es una de las personas más desagradables que he conocido en mi corta y miserable existencia.

—¿Entonces cuántas batallas se llevaron a cabo en la segunda guerra mundial?. —pregunta cuando todos ya estamos en nuestros lugares. —Sr. Heller, ¿Le gustaría aprovechar esta oportunidad para superar su fama de mujeriego?

Me giró para ver a Orlando Heller al igual que todos, él sólo se limita a esbozar una sonrisa como la que les lanza a las chicas de grados menores.

—No se preocupe profesor Jefferson, estoy bien así. —responde para luego volver la vista a su teléfono, provocando un gruñido por parte de Jefferson quien se gira para ver a toda la clase y sonríe con arrogancia cuando sus ojos llegan a mi. 

—¿Srta. Sanders? —mierda, ¿esto es en serio?, —¿Usted quiere aprovechar esta oportunidad para superar su fama como la chica linda?

—¿Entonces usted cree que soy linda? —pregunto con una sonrisa ladina, varias risas se escucharon tras ese comentario de mí parte.

—Fuera de mi clase. —me ordena el profesor abriendo la puerta del aula, ruedo los ojos para luego tomar mis cosas.

—Me estoy yendo sólo porque yo quiero, no porque usted me este corriendo. —digo cruzando el umbral de la puerta.

Si por mi fuera ya me habría ido a mi casa pero apenas es mediodía y apenas he llegado hace menos de una hora, como no tengo nada que hacer me dirijo hacia la biblioteca. A veces es divertido hacer enojar a la bibliotecaria, pero para mi suerte (o quizás la de ella) no está así que me dirijo hacia el área menos concurrida de la biblioteca.

Me gusta leer siempre y cuando los libros no sean de la escuela, tal vez por eso no tengo muy buenas calificaciones, aunque eso también puede tener mucho que ver con mis inasistencias. 

Me siento en uno de los sillones y me dedico a leer un poco, la semana pasada terminé de leer un libro de Poe Verne y está semana me decidí por Jane Austen, sentido y sensibilidad que compré por Internet.

Estaba tan sumida en mi lectura que no me di cuenta de que alguien se había sentado a lado mío, está más que claro que es Eric. Después de ese abrazo que casi me asfixia, su perfume se quedó impregnado en mis fosas nasales, tengo que admitir que huele más que bien.

—¿Por qué me miras? Pareces un acosador, ¿acaso quieres ser una imitación barata de Joe Goldberg? —pregunté moviendo mis cejas con gracia.

—Ignorare que me comparaste con un psicópata, ¿pensaste en lo que te propuse?.

—Mi respuesta sigue siendo no y deja de verme.

—No voy a dejar de verte hasta que no digas que sí.

—Puedes quedarte mirándome el tiempo que quieras, a mi no me molesta, eso sólo hace crecer mi ego. —digo para luego volver a mi lectura.

—Eres imposible.

—Si esa es tu manera de decir que soy genial, gracias.



🍂



A pasos acelerados camino por los corredores, las clases terminaron hace unos minutos y yo en lo único que puedo pensar es en que al fin me podré ir a casa.

—¿Otra vez tú? —pregunto incrédula cuando Eric se atraviesa en mi camino, esto está empezando a cansarme.

—Tengo un problema.

—¿Me perjudica?

—No, pero...

—Entonces sufre en silencio. —digo por último dando como finalizará está conversación.

—¡No digas que no traté de advertirte! —lo escucho gritar a lo lejos.

Sería una vil mentira si digo que Eric es feo, en realidad es muy atractivo. Seguramente eso es lo que a Bianca le atrae, él tiene una larga fila de chicas esperando por él pero la melliza D'alessio es otro nivel y eso lo sabemos todos. La verdad no lo entiendo, Eric es guapo e inteligente pero hay más peces en el agua y si ya te dijeron no entonces es no.

Camino dirección a la salida pero alguien me intercepta, por segunda vez.

—¿Ahora qué? —pregunto irritada para luego alzar la mirada y encontrarme con Oliver, otro bicho que no me he podido quitar de encima desde que éramos niños, ni por qué él es un año mayor.

Se podría decir que somos una especie de mejores amigos, o eso creo. La verdad es que el siempre me ha tratado como una más de sus hermanas, me alegra tanto que mi tío me haya perdido en el supermercado porque de no haberlo hecho Oliver y yo no nos hubiéramos conocido.

—¡Uy, y con ese carácter tienes novio!. —suelta con burla.

—¿Qué mierda dices, Oliver?

—¿Entonces es mentira?. —pregunta cruzándose de brazos.

Mi mente no tarda mucho en procesar las cosas, Eric trató de advertirme.

Maldito bastardo.

—¿Quién esparció el rumor? —preguntó con una mirada amenazante.

—Una chica mencionó haberlos visto y Bianca se los contó a todos, la hubieras visto ni su hermano la soporta.

—Qué pena por él.

—¿Entonces es cierto?.

—Eso creo.

—¿Éso crees? —pregunto, levantando una ceja.  —Déjame decirte que si él cree que puede besarte sin ser nada, está equivocado.

¿Besarte? ¿Oír bien?, creo que no.

—Oliver, Eric y yo no nos besamos, fue sólo un abrazo.

—Yo oí que se besaron.

—Y tu lo creíste como el idiota que eres. —afirme. —Me voy, tengo tarea que hacer.

—Pequeña mentirosa, ¿desde cuándo tú haces tarea?.

—No lo sé, desde ahora. —respondí dando grandes pasos en busca de Eric o Bianca, cualquier a de los dos es bueno para desquitarme en estos momentos.

No lo hago con Oliver porque sé que si digo algo irá directo a golpear a Eric, y bueno, si quiero que lo golpee pero primero quiero aclarar las cosas y para eso lo necesito vivo.

Cuando entró al estacionamiento no había nadie salvo unos cuantos autos, entre ellos el de los mellizos D'Alessio. Bruno es un bastardo que cae bien pero su hermana sólo es una chica con complejo de diva y aunque sí lo es, creo que es demasiado irritable, también hay unos cuantos autos de maestros. Mi cuerpo se tensa al sentir las miradas de Bianca y otras chicas más, salgo de mi trance cuando siento algo posicionarse sobre mis hombros, un brazo.

Tengo que levantar la cabeza para poder apreciar la radiante sonrisa de Eric, él toma el control y me empuja hacia donde está su auto, lejos de los demás.

—Cuándo dijiste que tenías un problema debiste decir, tenemos. —digo en un tono casi audible.

—¿Entonces eso es un sí?.

—Si, pero quiero algo a cambio. 

—¿Qué quieres? ¿Transporte gratis? ¿Dinero...?

—Tengo un chofer, ¿Qué te hace creer que necesito dinero o un medio de transporte?.

—Vaya, siempre creí que vivías bajo un puente. —responde con diversión.

—¿Quién que vive bajo un puente, viste costuras Channel? —preguntó incrédula.

—¿Entonces qué quieres?.

Si soy honesta no se que quiero, solo dije que quería algo a cambio porque nada es gratis en esta vida pero no se que pedir a cambio. Lo pienso por varios minutos, tengo que meditarlo muy bien porque no vaya a ser que en vez de salir ganando salga perdiendo, lo pienso por varios minutos hasta que a mi mente llega una opción que me beneficia.

—Fácil, quiero mejores calificaciones.

Esto se escuchara mal, incluso yo soy consciente de ello pero me decido por aprovecharme del cerebro de Eric, si, porque el maldito bastardo tiene una de las mejores calificaciones del instituto.

—Fascinante, haces mi vida mucho más fácil. —se limita a decir para luego esbozar una sonrisa de lado. 

—¿A qué te refieres? —pregunto viéndolo incrédula y temerosa que en vez de ganar, salga perdiendo. 

—Le diré al director Wilson que te daré tutorías a tí, y de esa forma evito pasar las dos peores horas de mi vida con Eliana Phillips  —respondió con obviedad.

—Yo no quiero tutorías, sólo necesito que hagas mis tareas.

—Pues es una pena.

—Te odio, ni siquiera sé porqué te ayudo.

—Por qué soy genial, y porque también necesitas mi ayuda.

«Tú necesitas más de mí, que yo de ti» pensé, y por un momento casi lo digo en voz alta, sin embargo, decido guardar esas palabras para mi. 

—Solo espero no arrepentirme de esto.

Está más que claro, me terminaré por arrepentir de esto.


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