Trece.
Recibí el cono de helado que Yoongi me tendió y tomé de inmediato, sintiendo el sabor dulzón del caramelo expandirse en mi boca. El chico se sentó justo frente a mí, comiendo a cucharadas el vaso con helado que se había comprado. A esa hora, la heladería estaba bastante concurrida y teniendo en cuenta lo calurosa que estaba la tarde, tomar un helado sonaba como un buen plan para todos.
—¿De qué sabor es tu helado? —le pregunté. Estiré un poco el cuello, intentando ver el interior de su vaso.
—De naranja.
—¿Me dejas probar? —le pedí. Yoongi aceptó de inmediato y me dio a probar un poco de su propia cuchara. Cuando lo degusté, mis ojos se ampliaron— ¡Tienen trozos de cáscara!
El rubio asintió —Sí, me gusta. ¿Qué tal el tuyo?
Estiré mi brazo en su dirección y él se inclinó un poco en la mesa para tomar un poco, en cuanto saboreó el sabor dulzón del caramelo hizo una mueca rara que me causó risa.
—Qué asco, Jun. —se quejó— Eso está exageradamente dulce.
Carcajeé, asintiendo.
—Lo sé, pero a mí me gusta. ¿Lo cambiamos?
—Ni siquiera lo pienses.
No dije nada después de eso y nos concentramos en terminar nuestros helados. Antes de salir de la heladería, Yoongi botó nuestra basura en uno de los papeleros que estaban ahí y antes de que yo agarrara mi bolso para colgarlo en mi hombro él lo hizo por mí. Por supuesto que no me quejé, así que, simplemente salí detrás de él una vez más a la intemperie.
—Muy bien, señorita universitaria —me molestó, le sonreí en respuesta, más que encantada por el buen humor de Yoon—, ¿dónde quieres ir ahora?
Fingí pensar aunque ya tenía más que decidido dónde quería ir.
—Vamos a caminar, podemos dar un paseo por el parque y luego volver a casa, ¿qué te parece?
Min Yoongi me miró como si me hubiera vuelto loca.
—¿Sólo quieres ir a caminar? —me preguntó y yo asentí— Pensé que me dirías que fuéramos al cine o de compras, pero si quieres sólo caminar está bien por mí.
Tomé su mano más que contenta y lo halé hasta que comenzó a caminar también. De inmediato, él entrelazó nuestros dedos, pero a mí no me molestó, seguí caminando a su lado, recargando mi cabeza en su hombro. Recorrimos un poco de la ciudad conversando de cosas sin importancia hasta que llegamos a la plaza que estaba en todo el centro, la cual estaba bastante concurrida por parejas, grupos de estudiantes y uno que otro deportista. Pasamos por una especie de túnel que las mismas ramas de los árboles habían creado y suspiré, gustosa. Nos hacía falta un momento así, a solas, en calma, disfrutando.
Miré hacia arriba, observando a Yoongi. Sin ese ceño fruncido y el rostro serio, él lucía mucho más joven. Me gustaba el Yoongi tranquilo y sereno.
—Qué agradable día, ¿verdad? —el chico a mi lado asintió— Muchas gracias, Yoon.
Él bajó la mirada y esbozó una suave sonrisa antes de elevar nuestras manos que seguían entrelazadas y dejar un suave beso sobre mi dorso. Mi corazón revoloteó.
—Todo por ti, lo sabes.
Seguimos recorriendo un poco más hasta que el aire a nuestro alrededor comenzó a sentirse más fresco y el cielo que hacía un par de horas había sido de un celeste intenso, comenzó a teñirse de naranja. Habíamos estado sentados en el césped así que fui yo quien se colocó de pie primero. Me planté frente a Yoongi y le ofrecí mi mano, ayudándolo a colocarse de pie. Él volvió a colgar el bolso en su hombro y tomó mi mano otra vez, arrastrándome fuera de allí.
—¿Te parece si vamos a comprar algo para comer? Podemos pedirlo para llevar y comemos viendo una película en casa.
Él asintió —Me parece bien. ¿Me estás invitando?
—Sí, pero tú pagas.
Su cabeza bajó lentamente hasta que sus ojos risueños se encontraron con los míos. Le regalé una extensa sonrisa antes de pararme de puntillas e intentar besar su mejilla, pero él giró la cabeza, haciendo que nuestros labios se tocaran.
—¡Oye! —le reclamé entre risas.
—Me lo debías.
Me encogí de hombros —Si querías un beso sólo tenías que pedirlo. Ahora vámonos, tengo hambre.
No le di oportunidad a protestar porque comencé a halarlo otra vez por la calle y como se le había hecho costumbre por el día de hoy, él se dejó guiar por mí en todo momento. Decidimos pasar a un local de comida chatarra y pedidos dos hamburguesas más una porción grande de patatas fritas. Como Yoongi era el que estaba pagando, aproveché de agregar dos galletas con chispas de chocolate que estaban dentro de una pequeña vitrina y cuando él se dio cuenta, yo sólo me encogí de hombros, dándole un mordisco a una de las galletas.
Llegamos a casa cerca de las siete y treinta y por mientras que Yoongi tomaba una ducha, yo preparé todo en la sala para que viéramos algo en la tele mientras comíamos. El rubio llegó a la sala luego de unos minutos y pasó directo a la cocina, de donde regresó con dos botellas de soju. Le entregué un plato con su hamburguesa y un poco de papas fritas antes de agarrar el control remoto y encender la televisión, dejándola en el mismo canal en el que estaba donde justo pasaban un drama que había oído era bastante popular.
La cena fue tranquila, como hacía mucho tiempo no pasaba. Mientras comíamos y bebíamos, íbamos haciendo comentarios de lo absurda que nos resultaban algunas de las reacciones de los protagonistas del drama, hasta que, por supuesto, Yoongi se aburrió y decidió cambiarla de canal y dejarla en una vieja película americana de acción.
Cuando ya no pude seguir comiendo, dejé las sobras sobre la mesa y me acurruqué al lado de Yoongi quien no tardó en rodear mis hombros con su brazo, la otra mano sostenía la botella de soju.
Por no haber dormido casi nada la noche anterior y todo el movimiento que tuve el día de hoy, el sueño comenzaba a ganarme.
—Ten, no quiero más —le tendí mi botella de soju al chico cuando me di cuenta que la suya se había terminado.
—¿Tienes sueño?
—Sólo un poco —reconocí y lo miré hacia arriba—, pero está buena la película.
Mantener los ojos abiertos era cada vez más difícil, más aun cuando Yoongi comenzó a deslizar sus dedos por mi cabello. Entre balbuceos, casi rodeada por la oscuridad me escuché a mí misma agradeciéndole a Yoongi por el día de hoy. Escuché su voz a lo lejos, sin embargo, no logré entender lo que decía y me quedé dormida finalmente sintiendo los labios de Yoongi sobre mi frente.
*
A la mañana siguiente, desperté en contra de mi propia voluntad por culpa del insistente sonido de mi teléfono. Apagué la alarma y froté mis ojos, queriendo despabilar de una vez. Al sentarme, me di cuenta que estaba en mi cama y que la ropa que había estado usando el día de ayer había sido reemplazada por la camiseta de Yoon que utilizo para dormir. Cuando encendí la luz de la lámpara, vi a Yoongi plácidamente dormido a un lado mío, su rostro medio escondido entre la almohada y su cuerpo siendo cubierto solamente por la ropa interior.
Lo cubrí con el edredón antes de colocarme de pie y tomar una toalla para ir al baño. Cepillé mis dientes, hice lo que tenía que hacer y tomé una ducha. Cuando regresé a la habitación, Yoongi ya estaba despierto.
—Buenos días, Yoon.
Fui hasta la cajonera para buscar ropa interior limpia. Sujetando la toalla alrededor de mi cuerpo con ayuda de mis brazos, comencé a ponerme la braga hasta que la risa ronca de Yoongi llegó hasta mis oídos.
—¿Qué es tan gracioso? —le pregunté, pasando ahora un jean por mis piernas.
—Que no sé para qué te cubres tanto si te he visto desnuda ya. Muchas veces.
Con el pantalón completamente subido, pero sin abrochar, dejé caer la toalla revelando mi pecho desnudo.
—¿Estás feliz ahora?
—Mmh, estas sí que son maneras de despertar.
Rodé los ojos y terminé de vestirme sintiendo la mirada del rubio sobre mí en todo momento. Fui al baño a cepillarme el cabello y cuando estaba en eso, por el reflejo del espejo vi a Yoongi aparecer. Él levantó la tapa del retrete y al darme cuenta de que estaba a punto de orinar frente a mí, hice una mueca de desagrado. A él realmente le daba igual que lo mirara haciendo lo que sea. Salí de ahí porque lo último que quería ver tan temprano era a Yoongi orinando y fui a la cocina para prepararme el desayuno.
Mientras esperaba a que el café esté listo, fui en busca de mi teléfono a la habitación y me encontré con un mensaje de Namjoon de hace un par de horas, preguntándome cómo me fue en mi primer día de clases. Le respondí, prometiéndole también que iré a visitarlo esta tarde.
Al rato después cuando yo ya estaba sentada comiendo un poco de comida recalentada, apareció Min Yoongi ya bañado y vestido.
—¿Vas a salir? —quise saber.
Él se sirvió un poco de café y asintió, dando la vuelta para mirarme.
—Sí, tengo un par de cosas que hacer. ¿Vas a volver a casa temprano?
—No lo sé. Estaba pensando en pasar a ver a Namjoon después de clases, ¿por qué? ¿Necesitas algo?
—Para nada, sólo preguntaba.
Al terminar de comer, lavé los trastes que había utilizado y me paré frente a Yoongi, peinando su cabello todavía húmedo con mis dedos.
—Cuídate mucho, ¿sí? —le pedí, realmente preocupada.
Él dejó la taza sobre la isla y acunó mi rostro entre sus manos, dejando un cálido beso en mi frente.
—Lo haré, no te preocupes. Que tengas un buen día, Jun.
—Tú también. —cuando estaba saliendo de la cocina, su voz me detuvo. Me giré en mi mismo lugar y sonreí al escucharlo decir que cualquier cosa que necesitara, lo llamara por teléfono— Lo sé. Nos vemos en la noche, Yoonie.
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