Dieciséis.
Apenas salí del salón, me encontré con dos pares de ojos observándome fijo, expectantes, uno más emocionado que el otro. Miré a mi compañero de salón, Jungkook, quien estaba casi temblando en su lugar, listo para saltar sobre mí y arrebatarme la hoja que tenía contra mi pecho, ocultando el resultado. Hoseok, por su parte, se retorcía los dedos con nerviosismo, sus ojos brillando y sus dientes mordían el labio inferior para ocultar la sonrisa que peleaba por curvarlos.
—¿Entonces? —Jungkook fue el encargado de romper el silencio— ¿Cómo te fue?
Mis labios se torcieron en una mueca, mis hombros cayeron para darle un poco más de realismo a mi actuación. Sí, yo era horrible actuando, sin embargo, al ver el cambio drástico en mi rostro, sus ánimos cambiaron también.
—¿Reprobaste? —el temor se reflejó en la voz de Hoseok al pronunciar esa simple palabra y yo sentí como si mi corazón se derretía.
—¡B+! —exclamé, enseñándoles el resultado.
Jungkook soltó una exclamación al aire alzando los brazos antes de acortar la distancia entre nosotros y abrazarme mientras daba pequeños saltos en su lugar. Una reacción bastante infantil, pero que fue lo suficientemente bonita también para hacerme sonreír.
Jung Hoseok suspiró aliviado y estiró la mano para pedirme la hoja. Se la entregué con gusto mientras seguía escuchando la voz de Jungkook cerca de mi oído, sin cansarse de decirme lo feliz que se sentía de que hubiera aprobado después de haberme esforzado tanto.
—Muchas gracias, Jay —le dije. Él me había pedido encarecidamente que lo llamara de esa manera porque cada vez que lo llamaba por su nombre recordaba a su madre—. Pero no hubiera podido hacerlo sin la ayuda de Hoseok.
—¿Y qué hay de mí? —cuestionó, fingiendo estar ofendido— Yo también te ayudé por si no lo recuerdas.
—Claro que lo recuerdo, no podría haberlo hecho bien sin mi editor estrella.
Como teníamos que hacer el mismo trabajo pero con distintos libros, nos ofrecimos mutuamente a leer el ensayo del otro para detectar errores que quizás nosotros mismos no pudimos ver, obteniendo ambos una muy buena calificación. Fue tanta la sorpresa del profesor Lee al leer el ensayo de mi compañero que no dudó en felicitarlo frente a toda la clase, reconociendo que había sido uno de los mejores.
—Ya lo sé, no hace falta que me alabes tanto —el chico hizo un ademán con la mano derecha, tratando de restarle importancia.
—Muy bien hecho, Jun —Hoseok me sonrió. Me entregó de vuelta el ensayo el cual yo doblé con cuidado y lo metí entre las páginas de un cuaderno dentro de mi bolso—. Me alegro muchísimo que hayas podido aprobar, ¿ves que sí puedes hacerlo?
Sentí un suave cosquilleo en el estómago que se desplazó por mi cuerpo hasta concentrarse en mis mejillas las cuales no tardaron calentarse. La calidez, confianza y tranquilidad que él me transmitía era algo a lo que no estaba acostumbrada, no obstante, me había acostumbrado a sentirla. Y me gustaba.
—¿Estoy viendo bien? —Jungkook atravesó su cabeza en mi campo de visión y me apuntó con su dedo índice, riendo— ¿Te acabas de sonrojar?
—¡Lo siento! —exclamé, escondiendo el sonrojo de mis mejillas con ayuda de mis manos. Intentaba no reírme, pero los comentarios burlescos de Jungkook y la risa de Hoseok me hacían unirme a ellos.
—No la molestes, Jay. ¿No ves que está avergonzada?
En un movimiento repentino, el chico que estaba parado a mi lado cruzó mis hombros con su brazo, dándome un pequeño apretón.
—¿Saben lo que estoy pensando? Que podríamos ir a celebrar hoy.
—¿Hoy?
—Sí, Hobi, hoy. Es viernes, mañana no tenemos clases, ¿qué les parece?
—Hoy no puedo, lo siento —me disculpé y sentí como si todo el oxígeno hubiera abandonado el cuerpo de Jungkook en una exhalación profunda—. Viernes y sábado trabajo.
—¿Ya ves? Ella no puede.
—¿Y dónde trabajas, Jun? —me preguntó el chico, ignorando por completo a Hoseok.
—En el Thursdayparty.
—¿El bar que está en el centro? —quiso saber y yo asentí— ¡Lo conozco! Fuimos una vez con Hobi y su novia, ¿lo recuerdas, Hobi? —el aludido asintió en respuesta— ¡Podemos ir ahí y de paso vemos a Jun! ¿A qué hora empieza tu turno?
—A las diez.
—¡Genial! ¿Vendrás, Hobi?
Hoseok rodó los ojos y yo reí en respuesta. Jungkook había organizado un plan para esta noche sin detenerse a preguntar si su amigo tenía otros planes.
—¿Tengo otra opción además de aceptar? —inquirió el mayor y el chico a mi lado sacudió la cabeza de izquierda a derecha— Entonces acepto.
Luego de eso, Jungkook comenzó a parlotear de lo más emocionado. Hablaba tan rápido que me costó seguirle el ritmo de la conversación un par de veces. Al cabo de un rato, Hoseok se despidió de nosotros, explicando que iría a la facultad de matemáticas porque quería ver a Jiyeong puesto que ella se encontraba un poco enferma y quería saber si necesitaba algo.
—¿Ellos llevan saliendo mucho tiempo? —le pregunté a Jungkook, refiriéndome a Hoseok y su novia.
—No mucho, creo. Por lo que he oído, se conocieron aquí, pero cuando comencé a ser amigo de Hoseok, ellos ya estaban saliendo. Supongo que un poco más de un año —se encogió de hombros. Ambos comenzamos a caminar por el pasillo. Nuestras clases ya habían terminado y estábamos listos para irnos a casa—. ¿Por qué me lo preguntas? ¿Te gusta Hobi?
Reí ante su ocurrencia.
—En absoluto. Sólo me cae bien y creo que es un muy lindo novio. Ella tiene mucha suerte.
—Ah, sí. Pero que su cara de niño bueno no te engañe.
—¿Por qué? —le pregunté, más curiosa que antes.
—Porque, así como lo ves todo tranquilo y risueño, tiene un carácter que... —él soltó un bufido que se perdió en el aire—. Cuando se enfada parece otra persona.
—Pero no puedes culparlo, la personalidad de todos cambia cuando estamos enfadados, ¿o me equivoco?
Él me lanzó una mirada de reojo y aunque no confirmó nada, la suave sonrisa que curvó sus labios fue respuesta suficiente. Salimos a la intemperie y respiré hondo, saboreando brevemente el aire a libertad. Cada día el clima estaba siendo más frío, despidiéndose del agradable verano y dándole la más grata bienvenida al otoño, mi estación favorita.
—¿Qué hay de ti, Jun? Somos compañeros de clase y nos conocemos hace casi un mes y todavía no sé casi nada de ti.
—¿Qué quieres saber exactamente?
Sus ojos brillantes me observaron con diversión.
—¿Estás saliendo con alguien?
—No.
Él se detuvo de manera abrupta y me observó, luciendo bastante incrédulo.
—¿De verdad?
—Sí, ¿por qué? —le pregunté, arreglando la correa del bolso que colgaba en mi hombro.
—Es que yo pensaba que... —se detuvo por un breve segundo a pensar—. Ese chico rubio que a veces viene a buscarte, ¿no es tu novio?
Solté una carcajada al saber que se estaba refiriendo a Yoongi.
Jungkook me caía bien, sin embargo, no le tenía la suficiente confianza como para explicarle el tipo de relación que manteníamos con Yoongi. Éramos amigos, sí, ¿pero los amigos se besaban y tenían sexo? Claro que no.
—No, no lo es. Es mi mejor amigo y como nos conocemos hace mucho tiempo, somos muy cercanos.
—Woah... Hobi y yo pensábamos que realmente estaban saliendo porque las veces que los veíamos se veían muy juntos, ya sabes, como los novios. Pero espera —se detuvo a pensar, sus ojos se entrecerraron como si estuviera buscando el recuerdo en algún lugar de su memoria— si mal no recuerdo, al inicio dijiste que eras de Daegu, ¿verdad? —asentí, sin saber a qué quería llegar con eso— ¿Eso quiere decir que él se mudó contigo acá? ¿Viven juntos?
—Sí.
—¿Y tus papás qué opinan de eso?
Toda mi anatomía se tensó en ese momento, porque si bien, sabía que en algún momento alguien me iba a preguntar sobre mis padres, no pensé que iba a ser tan pronto.
Al parecer, él notó mi incomodidad porque no tardó en decir:
—Oh, es un tema complicado, lo entiendo. No te veas en la obligación de responderme si no quieres, ¿está bien?
Le sonreí —Muchas gracias, Jay.
—¿Aquí tomas el autobús? —me preguntó cuando nos detuvimos justo en la parada.
—Sí, debe estar por pasar. ¿Tienes algún plan para esta tarde?
—Así es, tengo una muy importante cita con mi cama apenas llegue. ¿No es eso genial? He esperado toda la semana por este momento, definitivamente amo los viernes.
—Entonces, si tu cama te espera para esa tan importante cita, lo mejor es que te vayas, no la hagas esperar.
Él rio —¿No te molesta si te deje sola?
—Claro que no. De hecho, te agradezco mucho que me hayas acompañado hasta aquí.
—Genial —él pareció aliviado cuando me respondió—. ¿Nos vemos esta noche?
—Por supuesto, ya sabes dónde encontrarme.
—Nos vemos, Jun. Que llegues bien a casa.
Me despedí de él con un saludo de mano y observé su anatomía hasta que se alejó, desapareciendo por completo en la distancia. No pasó mucho tiempo hasta que pasó el autobús que me servía, así que lo hice parar y me subí, deseando llegar pronto a casa para poder descansar un poco antes de ir a trabajar esta noche.
*
—¿Qué tal están yendo las clases? —me preguntó Nam mientras secaba un par de vasos con el paño de microfibra— Estuve pensando mucho en eso durante la semana.
Dejé dos vasos para llenarlos de cerveza y después los apoyé sobre una bandeja junto a dos pocillos de frutos secos. La nueva camarera que habían contratado para ayudar a Nam me agradeció con una sonrisa y se llevó el pedido a la respectiva mesa.
Eran casi las doce y media de la noche y el bar se encontraba repleto de personas. Hacía un calor casi infernal ahí dentro y yo estaba impaciente por tomarme mi descanso para poder tomar un poco de aire. Producto del calor, la molesta blusa del uniforme estaba adherida a mi espalda, húmeda por la transpiración.
—Excelente. Espera un poco —le pedí antes de trotar a la caja registradora y recibir el dinero que un chico me tendía. Tecleé con rapidez en la pantalla táctil y le di su recibo junto a su vuelto—. Muchas gracias, que pasen un excelente fin de semana.
Volví a mi lugar habitual y me encontré a Nam dejando dos vasos, dos botellas de soju y un platillo de nachos acompañados de su respectiva salsa sobre una bandeja.
—Te ves más animada hoy. —comentó el chico.
—Tuve mi primera B+ en un ensayo de Literatura I —le conté y asentí cuando él me preguntó si hablaba en serio, una linda sonrisa con adorables hoyuelos adornó su bonito rostro.
—Te felicito, Jun. Estoy más que seguro que obtendrás muchas más de esas. Ahora —deslizó la bandeja por la barra hasta dejarla cerca de mis manos— ve a enseñarle esa linda sonrisa a los chicos de la mesa nueve.
—¿Pero y Eunbin? —le pregunté, refiriéndome a la camarera.
—Lo siento, pero ellos me dijeron que querían que tú los atendieras —respondió la chica apenas se detuvo al otro lado de la barra—. Las chicas de la tres quieren tres cervezas más y una botella de soju, por favor.
—¡Enseguida!
Ellos me ignoraron por completo, así que no me quedó otra alternativa más que ordenarme correctamente el mandil alrededor de mi cintura, rodear la barra y tomar la bandeja entre mis manos. En el camino vi varios clientes habituales a los que saludé con una cordial sonrisa, diciéndoles que apenas entregara la orden que llevaba me pasaría por sus mesas para saber si necesitaban algo más.
Apenas la mesa nueve quedó visible, pude darme cuenta que quienes estaban en ella no eran más que mis compañeros de universidad. El primero en verme fue Hoseok, el cual me saludó con una bonita sonrisa de corazón y luego golpeó el codo de su acompañante, señalándome con la cabeza.
—¡Hola, Jun! —Jungkook vociferó y guardó el teléfono de vuelta en su bolsillo.
—Hola, chicos. ¿Llegaron hace mucho?
Dejé su pedido sobre la mesa frente a cada uno y sostuve la bandeja bajo mi brazo derecho.
—No. Resulta que el planificador de esta salida estaba durmiendo cuando pasé a buscarlo.
—No lo escuches —Jay rodó los ojos, negando con la cabeza. Tomó una de las botellas de soju y mientras servía ambos vasos, agregó: —, lo que pasa es que mi cita se alargó más de lo previsto.
—Siempre es lo mismo con él —lo acusó Hoseok. Apoyó los codos en la orilla de la mesa en una postura relajada—, así que, si en algún momento quieres salir con él, asegúrate de llegar treinta minutos tarde.
Solté una carcajada y mi compañero se apresuró a negar.
—Te equivocas. A ella no la haría esperar.
—Sí, como digas. ¿Has tenido una noche movida, Jun?
Asentí, apartando un par de mechones que molestaban en mi frente.
—Todos los viernes son así, una cosa de locos.
—¿Entonces no podrás sentarte un rato con nosotros? —intervino Jungkook.
—No por ahora. Mi hora de descanso es a las dos y media, si están aquí sería perfecto.
—Lo intentaremos —respondió JK.
—Genial. Ah, y si necesitan algo no duden en llamarme, ¿bien?
—Él lo hará, no te preocupes por eso. —comentó Hoseok, señalando a Jungkook.
Me despedí de ellos luego de eso y como prometí, pasé por algunas mesas anotando las ordenes que algunos clientes necesitaban en la libreta que siempre llevaba en el bolsillo de mi mandil. Eunbin y yo compartimos una mirada en el pasillo y un poco agitada, ella me agradeció por haberla ayudado.
—No te preocupes —le di un suave apretón en el brazo—, si necesitas algo no dudes en decirme.
Volví detrás de la barra y de inmediato me puse manos a la obra para ayudar a mi compañero, realicé pagos de unos pedidos, lo ayudé a secar los vasos y repuse varias botellas que Eunbin debía llevar a las respectivas mesas. Varias personas se iban, sin embargo, así como algunos se marchaban, otros llegaban.
Apenas mi descanso comenzó, corrí a los camarines para poder cambiarme la blusa porque ya me resultaba demasiado incómodo llevarla puesta. Namjoon me preguntó si iba a salir a fumar y yo negué, argumentando que iría a la mesa para estar un rato con los chicos. Y así lo hice, al pasar por la barra, tomé dos botellas nuevas de soju, tres vasos limpios y me abrí paso hasta llegar a la mesa nueve donde un Hoseok un poco ebrio me recibió.
—Ayúdame... —lloriqueó Jungkook apenas me vio.
Apilé las botellas vacías de alcohol a mi lado junto con los vasos que ellos ya habían utilizado y me senté frente a mi compañero y al lado de Hoseok. A aquella distancia que nos separaba, pude ver que el rostro de Hoseok se encontraba un poco sudado, sus ojos brillaban y gracias a las luces tenues pude captar el sonrojo de sus mejillas.
Mi cuerpo dio un suave brinco cuando Hoseok rodeó mis hombros con su brazo, apretándome un poco más cerca.
—¿Qué es lo que le pasa? —le pregunté a Jungkook, señalando a Hoseok.
El chico apoyó la cabeza en sus manos mientras negaba, una postura dramática y abatida.
—Olvidé la poca tolerancia que tiene Hobi al alcohol —soltó un falso lloriqueo—, el profesor Jung va a matarme cuando sepa que le di de beber alcohol. Mis padres me matarán, o peor aún, tendré que tomar Lingüística General el próximo año otra vez.
Sin poder evitarlo, solté una sonora carcajada que también hizo reír a Hoseok. Definitivamente, Jungkook tenía que ordenar sus prioridades.
—No te preocupes, Jay. En un rato le traeré un café.
—No —Hoseok chasqueó la lengua y movió su dedo índice de manera simpática—, yo no quiero café. Lo que yo sí quiero es beber una copa con mi linda y simpática amiga Jun.
—Sólo uno, ¿está bien? —giré para observarlo, pero tuve que alejarme un poco porque su rostro estaba demasiado cerca.
—Discúlpalo, se pone más cariñoso cuando ha bebido.
Como Jung Hoseok estaba un poco mareado, conversé un rato con Jungkook mientras nos bebíamos una de las botellas. Él me preguntó cuánto tiempo llevaba trabajando y si se me había hecho difícil el tema de estar estudiando y trabajando los fines de semana.
Estaba tan entretenida conversando con ellos que el tiempo de descanso se me pasó volando. Fui a prepararle un café bien cargado a Hoseok y cuando regresaba a la mesa antes de volver a trabajar, Jungkook me preguntó si podía pasarle la cuenta porque lo mejor era volver a casa ya.
Volví a la caja registradora y tecleé lo que ellos habían consumido, descontando las últimas dos botellas de soju más la taza de café.
—¡Eunbin! —llamé a la chica y le entregué la libreta junto a la máquina para tarjetas— ¿Puedes llevar la cuenta a la nueve?
—Claro, no hay problema.
Me sumergí tanto en los quehaceres detrás de la barra, ayudando a Eunbin con las entregas de los pedidos, que cuando Hoseok tomó mi rostro entre sus manos, me llevé el susto de la vida. No sabía de dónde había salido y por más que quisiera alejarme, no podía hacerlo sin tener que empujarlo. Mi corazón latió con fuerza, observando su rostro risueño, sus ojos cerrados en medialunas haciéndolo lucir más aniñado. Me obligué a tranquilizarme, repitiéndome en mi interior que este no era él, puesto que su actitud estando sobrio no era la misma y esto era solo culpa del alcohol.
—Por favor, Hoseok, ya vámonos —Jungkook lloriqueó, acercándose a nosotros— ¡Hoseok!
Él lo ignoró y acercó mi rostro al suyo para dejar un apretado beso en mi mejilla que se vio únicamente interrumpido por el jalón que su amigo le dio, haciendo que de sus labios brotara una risita juguetona. Me quedé de piedra, observándolo con los ojos bien abiertos.
—Sólo quería despedirme de mi amiga Jun.
—Lo siento mucho, Jun. El lunes recuérdame por qué nunca salgo a beber con Hobi —Jay se quejó y comenzó a tironear a Hoseok—. Ya basta, camina de una buena vez antes de que pierda la paciencia y termine lanzándote en medio de la autopista.
Desde mi lugar observé como ambos chicos desaparecían entre las mesas hasta perderse por completo en la salida. Cuando me giré, encontré a Namjoon observándome desde atrás de la barra, sus antebrazos sostenían su cuerpo inclinado y su rostro reflejaba una expresión tanto perpleja como entretenida.
—¿Y eso qué fue?
Me acerqué a la barra y apoyé la bandeja sobre ella antes de lanzarme aire con ayuda de mi mano. De pronto, había comenzado a sentir demasiado calor y no sabía si era por las altas temperaturas que habían dentro del bar o por lo que Hoseok había hecho. Decidí inclinarme por la primera opción.
—No lo sé... —reí cuando él alzó una de sus cejas en mi dirección—. De verdad, no lo sé, Nam.
—Mhm... okay, como digas.
—No me mires con esa cara, ¿bien? —me defendí.
El chico soltó una carcajada divertida.
—¿Y con qué cara te estoy mirando según tú? Yo solo pregunté qué había sido eso, Jun.
Mis labios se apretaron para ocultar una sonrisa que insistía en estirarlos y decidí ignorar su tono inquisidor para volver al trabajo, sintiendo todavía mi rostro cosquillear justo donde Hoseok había besado segundos atrás.
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