48
El viaje de regreso a casa llegó, el avión finalmente aterrizó y ambos chicos bajaron de el entre nerviosos y emocionados.
Bradley pidió a Max irse cada quien a casa para dejar el equipaje pero Max insistió varias veces que lo acompañara a su propia casa. Bradley entre quejidos se negaba hasta que finalmente accedió después de muchas insistencias de su novio.
Luego de un buen rato, finalmente llegaron. Estando ambos en la puerta de la casa Max tocó un par de veces y pronto se abrió siendo Goofy quien los recibió.
— ¡Chicos! Que alegría verlos — saludos el mayor con gran entusiasmo
— Que onda pa — respondió Max entre risas
— Buenas tardes señor Goofy — saludos Bradley con cortesía
— Entren, entren, no se queden afuera que está helando.
Estando a mediados de otoño el frío comenzaba a hacerse presente en los fuertes vientos.
Los chicos entraron a la casa y en cuanto Goof cerro la puerta tras ellos comenzó a hacerles preguntas.
— ¿Y que tal su viaje por Europa?
— Fue increíble, Bradley me mostró muchos lugares increíbles y comimos mucha comida deliciosa. Fuimos de paseo en Góndola en Italia y el Louvre de París tenía pinturas increíbles. Y la torre del reloj en Inglaterra es enorme.
— ¿Viste a los guardias que nunca se mueven? — preguntó Goofy
— ¿Qué si los vio? No dejo de hacerles caras — respondió Bradley entre risas
— Era divertido.
— Bueno, déjenme decirles que llegan a tiempo para cenar. Hice lasaña.
— ¡Uy! Delicioso — respondió Max sonriente hasta que recordó el motivo principal por el que había traído a Bradley — ¡Oh si! Casi lo olvido, Bradley esperame
El castaño solo miro como su novio subía las escaleras hacia el segundo piso con algo de prisa lo que lo confundió un poco. Pero sin darle importancia siguió conversando con Goofy.
— ¿Y qué tal todo aquí? ¿Cómo sigue su esposa y su hija?
— ¡Ajio! Increíble — respondió goofy mientras sacaba la lasaña del horno con ayuda de sus guantes de cocina y lo ponía sobre la mesa — Nació hace una semana
— ¿En serio? Pero Max dijo que aún faltaban meses — dijo sorprendido
— Si, pero digamos que se emociono y quiso llegar antes. Aunque ya había cumplido los 8 meses y todo salió bien.
— Me alegro.
Luego de unos segundos unos ladridos llamaron la atención de ambos. Bradley se asomo para ver de qué se trataba y miro a Max bajar las escaleras con su poodle de nombre Diana. En cuando la vio su emoción aumento.
— ¡Diana! — exclamó inmensamente feliz
La perrita corrió hacia el y Bradley comenzó a acariciarla con mucho cariño haciendo sonreír al pelinegro.
— Creí que mi papá le había hecho algo y por eso ya no la había visto ¿Pero qué hace aquí? — Preguntó con confusión
— Tu mayordomo se la dio a mi papá hace como un año, intentamos devolverte la pero nadie tenía idea de dónde vivías. Ni siquiera los Gammas pudieron darnos respuesta sobre dónde vivías o cuál era tu nueva universidad.
— Si... Me distancie bastante, más por decisión propia que por obligación. Sabía que si seguía viéndolos a todos me sentiría peor de lo que ya estaba.
— No te preocupes, es entendible — sonríe
— bueno, ahora vamos a cenar ya que se puede enfriar la comida. Max, llama a tu mamá ¿Si? — pidió Goofy comenzando a servir
— Claro
Max subio al segundo piso para ir por Silvia mientras que Bradley ayudo a Goofy a poner la mesa.
Durante la cena todo fue agradable, risas y charla junto con algunos chistes de parte de Goofy que no podían faltar al igual que muchas de sus anécdotas con sus queridos amigos Mickey y Donald.
Gracias a que la bebé estaba dormida en su cuna en su habitación del segundo piso, los dos chicos tuvieron que conocerla por medio de una fotografía revelada que le había tomado Goofy unos dos días antes.
— Es igualita a ti — dijo Bradley entre risas
— Si, solo que pelirroja.
— Es preciosa — dijo Silvia sonriente para luego guardar la foto en un cajón de un mueble cercano.
Bradley, luego de pensarlo un buen rato, supo que ya era momento de hablar con sus suegros sobre un tema importante. Sus planes de matrimonio con su hijo.
— Señor Goof, quisiera que habláramos de algo importante.
— ¿Cómo que muchacho? — preguntó Goofy con curiosidad
— Bueno... Lo que pasa es que yo — volteando hacia Max tomo su mano — Los dos, tenemos pensado algo importante y queríamos saber su opinión.
— Queremos casarnos — completo Max junto con una sonrisa nerviosa
Silvia y Goofy se miraron mutuamente unos segundos mientras que mantenían en silencio. Eso puso a ambos jóvenes aún más nerviosos, claro que podían casarse aún si su permiso pero para Max era muy importante saber la opinión de la persona que más lo ha amado y cuidado en su vida, su padre. Y Bradley tenía modales y principios por lo que pedir permiso era crucial para él.
Luego de reflexionar un poco, Goofy finalmente respondió.
— Bueno, si es verdaderamente lo que desean y lo que crees que te hará feliz Maxie, entonces yo no tengo problema con eso. Pero si quiera saber ¿Qué pasará con tu novia? ¿Y que hay de tu matrimonio? — preguntó mirando a Bradley
— Es cierto, tú ya estás casado — dijo Silvia con obvia confusión
— Lo que pasa es que Melody igual tiene otros intereses y creo que yo ya tengo una manera de resolver eso. Les aseguro que es un matrimonio sin significado ni sentimientos de por medio, a diferencia del que tendré con Max — aseguro el castaño
— Y yo tengo planeado terminar mi relación con lila está tarde, de todos modos ya sentía algo vacío ese noviazgo — respondió Max
— Bueno, siendo así entonces no veo porque no habrían de estar juntos — dijo Goofy con una gran sonrisa — solo espero que puedas prometerme que todo estará bien con mi muchacho — dijo mirando hacia Bradley — Es lo que más amo en esta vida y no he dedicado todo mi tiempo en su felicidad como para que al hacer el su vida termine sufriendo, el merece sonreír todos los días, tenlo por seguro.
— ¡Pa! — exclamó Max avergonzado
— Tranquilo señor Goof, lo entiendo perfectamente.
Luego de esa charla Bradley se fue a su casa que compartía con Melody. No sabía si ellas estaba ahí pero al día siguiente tenía que volver al trabajo y tenía que arreglar varias cosas para eso. Por parte de Max, el tenía que ir a casa de lila para arreglar las cosas. Lo que lo tenía muy nervioso, planeaba que quedarán en buenos términos y esperaba que así fuera.
Luego de andar en bicicleta por la ciudad unos 15 minutos finalmente llegó a la casa de lila. Dejando su bicicleta en el césped se acercó a la puerta y estando allí tocó varias veces en espera a que le abriera.
Espero unos segundos y la puerta finalmente se abrió. Frente a sus ojos estaba esa chica de piel morena y cabello oscuro que en algún momento fue su novia.
— Max, que sorpresa.
Contrario a lo que el chico esperaba, ella no estaba molesta pero tampoco podría decirse que estaba feliz de verlo. Se le notaba más bien distante o indiferente.
— Hola lila ¿Estás ocupada?
— No, para nada ¿A qué se debe tu visita?
Recargada en la puerta su mirada seguía sin reflejar emoción alguna. Aún así eso no evitó que Max estuviera un poco nervioso, y más que nervioso, culpable.
— Quisiera que habláramos
Con un movimiento de cabeza la chica le pidió que entrara.
Cuando los dos entraron y Max cerro la puerta tras él, de inmediato noto que la casa estaba vacía. Tal parecía que los padres de la chica no estaban, aunque no le parecía muy extraño. A palabras de ella misma, tiempo atrás cuando aún tenían una relación formalizada, ya le había comentado que estos casi siempre estaban ausentes debido a su trabajo. No eran exactamente unos padres despreocupados ni irresponsables, hacían lo posible por convivir, cuidar y darle cariño a su hija, simplemente su falta de tiempo libre casi no se los permitía.
Ya adentro ambos se sentaron en el sofá de la sala y Max comenzó a hablar.
— Yo quisiera hablar contigo respecto a lo que ha pasado con nuestra relación. Y sobre por qué he estado desaparecido estos días.
— Tranquilo Max — la chica le brindo una sonrisa gentil y poso su mano sobre el hombro del chico — Ya lo sé.
— ¿Eh? ¿Cómo que ya lo sabes? — preguntó el pelinegro confundido
La chica solo asintió, luego unas pisadas bajando de las escaleras del segundo piso llamo la atención de ambos. Al mirar Max de quién se trataba noto que era Alex, uno de los gammas, específicamente el que tiene como costumbre usar siempre lentes oscuros. Saludo a la dama y cuando ella le correspondió se fue en silencio en dirección a la cocina.
Max entre risas comprendió lo que sucedía.
— Pero ¿Entonces tú estás bien con eso? — preguntó Max confundido
— Digamos que ya me lo sospechaba, eres muy obvio. Él solo me lo termino de confirmar. Tu mantente tranquilo. Igual podemos seguir siendo amigos.
Max asintió y luego de compartir algunas palabras respecto a su viaje de vacaciones se fue de la casa de lila.
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