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Los últimos días de vacaciones en París fueron excelentes para los dos. Ambos vivieron hermosos momentos juntos, Max conociendo lugares que nunca había visto ni hubiera imaginado alguna vez visitar, mientras que Bradley se sentía agradecido por tener una persona a su lado dándole la felicidad que siempre deseo, haciéndolo sentir especial, significativo y querido.

Entre sus visitas estuvo, obviamente, la visita al museo del Louvre donde Max pudo admirar en persona la famosa pintura de la mona lisa y otras tantas obras de arte exhibidas. Si bien el arte no era exactamente su fuerte había empezado a apreciarlo y a maravillarse con el gracias al castaño. También pasaron por el arco del triunfo disfrutando de la increíble vista dada por el mirador, luego visitaron lugares como los jardines de Luxemburgo, lugar que Max aprovecho para compartirle su gusto por los cómics sentados en una de las bancas del lugar, la opera Garnier, el café de la paix junto con el Starbucks más elegante que los ojos del pelinegro pudieron ver, las galerías Lafayette, el café angelina e inclusive el puente de los candados donde obviamente ellos dejaron el suyo, una superstición en la que Bradley no creía mucho pero tampoco quería que Max se quedará con esa ilusión.

Por último llegaron al palacio de Versalles, un lugar tan inmenso que era prácticamente imposible recorrerlo en unas pocas horas, se necesitaría de casi todo un día para verlo por completo.

— La primera vez que vine aquí creo que tenía como 12 años. Me parecía aún más inmenso y todo me tuvo imnotizado — comento Bradley con un tono gentil y suave pero con unos ojos llenos de asombro

— Me lo imagino, es prácticamente el hogar que tuvo un rey — respondió Max sonriente

— ¿Sabes? Uno de mis más grandes deseos es casarme aquí.

— ¿Casarte? — preguntó Max sorprendido

— Si, sería un sueño hecho realidad. Pero ni siquiera yo podría pagar algo así. A menos que mi trabajo en la compañía alcanzará un éxito del nivel de las nubes.

— Quizás puedas lograr algo así.

— Yo la verdad, tengo mis dudas.

— Brad, si algo eh aprendido en estos años es que la vida puede sorprenderte de maneras inimaginables.

— ríe — si, creo que si. Ya veremos qué sucede en el futuro.

— Ya lo verás, nuestra boda será increíble ¿Cuando dijiste? ¿Dos años?

— Un año novato — respondió entre risas

— Bueno, pontelo como meta personal, lograr que nos casemos en un año aquí. Eso significa tener gran éxito en tu próxima propuesta de imagen para la cadena de hoteles.  Sigo insistiendo en que mi idea es buena.

— ¿Sigues con esa idea?

— ¿Qué? Es asombroso, solo imaginalo — al tener una idea se emociona y exclama — ¡Ya se! ¿Qué tal que el edificio tenga forma de guitarra?

— ríe — creo que eso sería algo alucinante

— Todo lleno de vinilos, guitarras eléctricas en algunos lugares y si llegara a ser muy popular grandes estrellas musicales podrían visitarlo y dejar cuadros autografiados lo que lo haría aún más genial ¿Te imaginas a power line ir ahí? Dejar un cuadro suyo autografiado y lo pondrían en el recibidor.

— Vaya, no se si pueda llegar a ese nivel pero la verdad no suena tampoco como una mala idea.

— ¿Ves? Yo digo que sería un gran éxito.

El resto del día disfrutaron del maravilloso lugar y al llegar la noche decidieron ir a cenar. La cena fue en el restaurante Jules Verne, un restaurante que se encontraba en la misma torre Eiffel y que servía comida deliciosa a palabras de Bradley.

Entre la cena Max noto que Bradley no apartaba la vista del paisaje que brindaba la altura en la que estaban. Por un momento creyó que se trataba simplemente de alguna admiración simple pero fue la expresión desolada del castaño lo que delató su desánimo y el como estaba perdido en sus pensamientos. Pasando su bocado de pasta decidió preguntar que ocurría.

— ¿Brad? ¿Pasa algo?

Max puso su mano sobre la de su novio y este volteo a verlo directamente a los ojos. Luego de un suspiro decidió confesar que era lo que lo tenía distraído.

— Solo estaba reflexionando un poco sobre el futuro, sobre lo que podría ocurrir.

— ¿Y que crees que podría ocurrir? — preguntó Max con curiosidad

— No lo se, a este punto verdaderamente no tengo idea de que podría ocurrir. Pero me gustaría que fuera algo bueno, algo que te incluya — dijo el castaño entrelazando sus dedos con los de su novio — En caso de que todo llegará a salir bien, me gustaría una vida contigo, algo simple.  Quizás una casa pequeña como la de tu familia, pero con jardín.

— ¿Una casa con jardín? ¿Ese es tu deseo?

Bradley suelta una pequeña risa suave adornando su rostro con una dulce sonrisa.

— si, de toda la vida — su mirada regreso nuevamente al paisaje y preguntó — Max ¿A ti te gustaría tener hijos?

Max se quedó pensando unos segundos, no estaba muy seguro de como responder.

— Si te soy sincero, no lo sé — ríe nervioso — jamás me había puesto a pensar en eso. Acompañe muchas veces a mi papá de niño a su trabajo de fotografiar niños en un super mercado y se que son algo difícil. Pero tampoco podría decir que detesto la idea del todo.

— La verdad, a mí me gustaría — confesó Bradley volviéndolo a mirar — ¿Te imaginas que fuéramos padres?

— ¿Un mini tú? — ríe — bueno, sería muy educado y ordenado pero no sé si podría manejar el mal carácter de los dos

— ¡Ja! ¿Mi mala carácter sería el problema? ¿Qué me dices si es igual a ti? Tendría que tolerar el desastre y su rebeldía. Además, eres tú el que se enoja con facilidad.

Ambos comenzaron a reír de solo imaginar ese escenario, aunque fue Max el que trajo a ambos a la realidad.

— Bueno, aún así no es algo que deberíamos pensar mucho. Es imposible por parte de los dos.

Bradley suspiro, tenía razón y eso lo desanimaba un poco. Era el primer inconveniente que encontraba en esa relación pero era algo que, estaba seguro, podría manejar.

— Cambiando de tema, creo que necesito tu ayuda con algo más.

Max confuso miro al castaño sacar de su saco la carta. Se la entrego y explico toda la situación.

— Solo que hay algo que no entiendo, ahí hay algo que dice que tengo que ir al lugar que más odio o algo así ¿Dónde podría ser eso?

— No estoy seguro, pero hay que pensar. Primero ¿Cuál es el lugar que más amas? ¿Dónde te sientes seguro y libre de ser tu mismo?

— Bueno... Sonará tonto — sus mejillas mostraron un sonrojo debido a lo avergonzado que se puso — Podría decir que cualquier lugar mientras estés tú — desvío la mirada evitando mirar a los ojos al pelinegro por pena

— ¡Aww! Eres muy tierno — respondió Max en un tono burlón

— ¡No te burles! Y no soy tierno.

_ A veces lo eres. Bien, ahora dime ¿Qué sería lo contrario a eso?

Bradley se quedó pensando unos segundos sobre que podría ser ¿Cuál era ese lugar que lo reprimía, no lo dejaba ser feliz ni libre? ¿El lugar que más odia? Fue entonces cuando la respuesta se reveló y supo exactamente dónde podría ser.

— Lo tengo, tenemos que volver a casa mañana mismo — dijo de manera muy segura

— Ok pero tranquilizate, primero acabemos de cenar — respondió Max entre risas

— Es cierto, tienes razón — continuo comiendo y decidió cambiar el tema por el momento — ¿Si tuviéramos un hijo como le pondrías?

— Mmmm — se quedó pensativo hasta que pudo responderle — bueno, si fuera un chico podría ser Bradley cuarto — respondió burlón

— Ni de chiste — respondió con seriedad

— Ok, tranquilo. Bueno si es niño lo elegirías tú. Pero, si fuera una niña se llamaría nirvana, estoy seguro.

— ¡Estás loco!

— ¿Qué? — siguió riendo

— La niña no se va a llamar nirvana, sobre mi cadáver

— Bradley no vamos a discutir por una niña imaginaria y no tiene nada de malo que se llame nirvana, es un buen nombre

— es horrible y sin clase

— ¿Y según tú cuál sería un buen nombre?

— Adele

— ¡Brad! — comenzó a reír pero ahora carcajadas

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