Capítulo 25

—Estás loco.- digo safandome de su agarre y acomodandome en el asiento de su auto nuevamente.

Él está más serio que núnca; vuelve a su lugar y prende el auto para luego arrancar y acelerar de forma brusca.

Giro a verlo y él me lanza una mirada fugaz de cabreo, odio cuando se pone así, no hay quién pueda entenderlo, es tan celoso y extremadamente posesivo.

El camino es silencioso e incómodo ya que ninguno de los dos habla sobre lo que pasó al respecto; mis oídos captan únicamente los rugidos estruendosos del motor al igual que el rechinido de las llantas sobre el asfalto cada vez que acelera o da vuelta en una curva.

Noto de reojo que lleva una pantaloneta blanca y una camisa a juego, su tupé está levemente despeinado y debo admitir que le queda terriblemente bien.

Todo le queda bien, mierda.

Su aroma a perfume inundaba mi respiración, estaba impregnado en el aire; sus dedos llenos de anillos se movían del volante a la palanca de vez en cuando de forma neutra, pero por algúna manera lo veía sexy.

No tenía idea de a dónde carajo me llevaba, pero sinceramente me daba igual mientras estuviese a su lado aún estando enfadados.

Después de un rato llegamos a un lugar que estaba un poco apartado de la ciudad.

Un bosque.

Dany se desvío de la carretera para adentrarse a éste y seguir conduciendo, pero está vez con más precaución.

Parecía ser un lugar completamente tranquilo y relajante; visualicé una casa a lo lejos y dos carros deportivos estacionados afuera de la ya mencionada.

Una vez estuvimos frente a ésta se estacionó justo en medio de ambos coches.—No te muevas de aquí, ahora vuelvo.- ordenó tajante.

No le respondí, simplemente asentí con la cabeza de forma seria para que él supiera que aún estaba cabreada por lo que sucedió segundos atrás.

Veo como camina hacía la puerta de aquélla gran casa y saca unas llaves de los bolsillos para luego entrar sin dejar rastro alguno.

Frunzo el ceño sin entender lo que está pasando, este chico me desespera grandemente, pero también me encanta, debo admitirlo.

Por algúna extraña razón algo me dice que no hay nadie ya que todo a mi alrededor parece muy sereno y nadie ha salido o entrado de aquél lugar, tampoco tengo algún presentimiento de que algo malo pase lo cual me desconcierta aún más.

¿Porqué Daniel me trajo hasta acá?

Recuesto mi cabeza en el asiento sin dejar de ver la puerta por donde entró Dany tratando de buscar algúna respuesta para saciar así mi curiosidad, pero es casi imposible; Visualizo de pronto como la puerta se abre dejando ver al rey de Roma, y decido girar hacía al frente para que no vea que he estado espiándolo desde que entró.

De pronto la puerta del copiloto se abre y me sobresalto un poco.—¿Vienes o qué?- pregunta neutro.

Alzó una ceja y tras unos segundos salgo, él cierra nuevamente la puerta con seguro y se adelanta, como era de esperarse voy nuevamente tras él hasta entrar en aquélla casa.

Es enorme.

—¿Porqué me trajiste aquí?- le pregunto sin entender.

Él sigue serio.—No lo sé, realmente.- respondió.

¡Wow, sí que ha resuelto todas mis dudas!

—¿Quién vive aquí?

Él rasca su nuca.—Nadie...- se encoge de hombros.—O bueno... Mi padre, pero él núnca está, salió de viaje ayer y me dejó a cargo de la casa.

—Cómo sea...- digo sin más.

—Escucha, si estás así por lo que pasó, ya déjalo.- habla borde.

—Eres imbécil...- digo caminando sin rumbo alguno.

—¿A dónde vas?

Lo ignoro subiendo unas escaleras mientras él viene detrás de mí y siento su mirada clavada en mi culo, visualizo una puerta blanca y entro, pero cuando estoy a punto de cerrar algo la empuja bruscamente causando que se abra, lo ignoro y me doy cuenta de que es una habitación.

—¿Porqué me tragiste aquí?- digo nuevamente harta de toda la situación.

Dany camina hacía la cama y se acuesta.—A convencerte de que follemos.- dice cínico.

—¡Eres un cerdo!- exclamo cabreada.

Él ríe.—A alguién le molestan las bragas de abuelita.- bromea.

—Yo no uso bragas de abuela, inepto.- aclaro para después ruborizarme levemente.

Él arquea sus cejas.—¿En serio?

—Olvídalo.- me crucé de brazos.

Dany negó con la cabeza.—No hay manera de que tú no lleves bragas de abuela, basta con sólo mirarte.- habló burlón.

—Vete al diablo.- dije sin más.—¿Qué se supone que eso significa?- le pregunté.

—Que pareces una chica recatada que usa ropa interior del siglo pasado.- dijo levantándose levemente.—Probablemente aún eres virgen.

Esta vez soy yo la que ríe.—Para tu información perdí la virginidad a los quince años.- tapé mi boca de golpe maldiciendo mentalmente por lo que acababa de confesarle.

¡Mierda!

Él comenzó a reír a carcajadas.—No lo creo.- dijo con burla.

—Como sea, eso no es de tu incumbencia, gilipollas, núnca creés nada.

—Demuéstralo entonces.- sonrío de lado.—Linda falda por cierto.

Rodé los ojos y decidí ya no decir nada más al respecto.

Él se paró de la cama y caminó hacía mí tomándome por la cintura, traté de empujarlo, pero fue casi imposible.

—Para ya...- reclamé.

—Desde que llegué por ti no me has dado ni un sólo beso.- dijo captando de inmediato mis labios con los suyos en un beso salvaje.

—Cerdo.- susurré contra sus labios causando que un gruñido saliera de su garganta.

—¿Porqué no terminamos lo que empezamos en mi apartamento?- preguntó contra mi oido mientras sus manos se metían por debajo de mi falda.

Dios, castigalo por esto.

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