Capítulo 20
Vuelvo furiosa hacía donde me encontraba minutos antes de que pasará todo ésto y me siento de brazos cruzados; Giro a verlo de forma disimulada y el muy cerdo está como que si nada besándose con la rubia.
¡Maldito cínico!
Siento como alguién toca mi hombro y me volteo encontrándome así con uno de los meseros del lugar.—Le envían esto.- dice dándome una copa con vino tinto la cual viene acompañada de una pequeña nota.
La tomo y frunzo el ceño.—Gracias... Supongo.- el mesero simplemente asiente para después marcharse.
Abro aquél pedazo de papel el cual lleva escrito con letras grandes: “Tu belleza me ha deslumbrado inmensamente, acepta mi humilde invitación.”, y no sé que es lo que debo hacer en una circunstancia como está.
Busco por todos lados a la persona causante de dicha “invitación” hasta que mi vista se topa con unos intensos ojos ambar; él me mira de una manera tan intensa, penetrante, morbosa y seductora que de cierto modo me da mucho miedo.
Noto como aquél sujeto de aproximadamente veinte años de edad alza su copa hacía mi dirección en son de brindis y realmente no sé que decir, tampoco sé si despreciar la copa y dejarla ahí o tomármela.
Si algo me han dicho mis padres es que no debo aceptar nada que provenga de extraños, núnca se saben sus intenciones.
Le sonrío brevemente de forma nerviosa para después voltear a ver a Dany el cual ya no está; mis nervios aumentan cuando lo busco con la mirada y no lo encuentro por ningún sitió, el extraño sujeto realmente me da mala espina y de algúna manera me siento protegida con Daniel a mi lado.—No le has dado ni un sólo sorbo al vino.- susurran en mi oído poniéndome los pelos de punta.
—Es que ya bebí mucho por hoy.- digo al ver a aquél extraño parado junto a mí.
No es feo, pero tampoco es la gran cosa, digámos que está pasable, aúnque admito que sus ojos son hermosos.
—¿Vas a despreciar mi copa de vino?- me pregunta sonriendo.
Algo me dice que no debo de hacerlo así que decido tomarla.—No, claro que no, quizá sólo un poco.- digo dándole un sorbo.
—¿Puedo saber tu nombre?- pregunta curioso.
—Soy Melissa.- miento.—¿Y tú?
—¿Melissa?, lindo nombre, como tú.- dice de forma coqueta.—Mi nombre en realidad no importa.
Le doy otro sorbo al vino.—Si tú lo dices.- hablo lo más amistosa que puedo.
—¿Tienes novio, Melissa?- pregunta con un tono seductor.
Piensa rápido, ____.
—Sí, si tengo.- digo casi de inmediato.
A él parece no agradarle lo que he dicho ya que la sonrisa que tenía pintada en el rostro se ha esfumado, pero tras unos segundos a vuelto a sonreír.—Eres hermosa, ¿sabés?
—Gracias.- respondo y sin darme cuenta ya me he bebido toda la copa.
—¿Gustas otra copa?- pregunta dándome otra la cuál no sé ni de donde cojones la sacó.
Sonrío incómoda y sin más la tomo.—Esté vino sabe delicioso.
—Lo sé.- sonríe.
Después de estár hablando con él durante varios minutos por algúna extraña razón comienzo a sentirme con demasiada hiperactividad.
—¿Quiéres bailar?- me pregunta.
Estoy a punto de decir que no, pero por algúna razón termino asintiendo.
Él me toma de la mano y yo simplemente lo sigo hasta llegar a la pista; mis caderas comienzan a moverse al ritmo de la música causando que varias miradas caigan sobre mí, aquél chico cuyo nombre no sé, se pega a mí y comienza a restregarse. Un día normal le hubiese partido la cara de un sólo puñetazo, pero en este preciso momento me da igual.
La música llena mis oídos y siento como ahora bailo con dos más, un moreno se posa frente a mí y me toma de las caderas fuertemente mientras bailo de forma provocativa.
Abro mis ojos intentando visualizar lo que pasa y sonrío grandemente al ver a aquél chico al cual tengo abrazado por el cuello.—Dany...- murmuro felizmente mientras siento como sus manos me toman por el culo.
—Llámame como quieras.- susurra en mi oído.
Me siento tan caliente y extraña, esta no soy yo, algo me está pasando. Me cuesta un poco ver y no soy conciente de lo que hago, sé que estoy borracha, pero no es alcohol.
De pronto observo como una figura de gran promedio se comienza a acercar hacía nosotros de forma firme y dominante; cabreado, muy cabreado.
Sonrío como una gran tonta y muerdo mi labio.
Aquélla figura aparta salvajemente a los chicos que bailan conmigo causando que uno de ellos caiga al suelo para después tomarme de la cintura.
—¿Qué te pasa?, ¡suéltala!, es mía.- dice el extraño que minutos antes me había invitado a beber unas copas de vino.
Él ríe con sarcasmo.—Vete a la mierda.- y dicho esto me carga como un costal de papas para después salir de aquél bar.
Camina hasta llegar al auto y me baja.—¿Que cojones te pasa?- pregunta furico.
Lo abrazo del cuello y lo pego más a mí.—Te extrañé.- le digo feliz.
Él me aparta molesto y me mete en el asiento de copiloto, veo como rodea el auto para luego meterse. Sonrío al verlo y no puedo evitar removerme inquieta en el asiento, cuando dije que estaba hiperactiva y caliente no mentía, de verdad lo estaba. No sé cómo, pero lo estaba.
Veo como prende el auto para después arrancar, sus manos aprietan el volante fuertemente y su mandíbula está demasiado tensa, ni siquiera gira a verme; él acelera causando que me ponga un poco nerviosa ya que en las calles aún hay mucho tráfico y este subnormal está corriendo a gran velocidad por la ciudad.
De repente un auto sale por una calle justo frente a nosotros y por suerte Daniel logra frenar a escasos centímetros de el, escucho como él pita de una forma larga y estresante y luego un “hijo de puta” sale de sus labios. La persona del otro carro le levanta el dedo medio y Dany simplemente vuelve a pitarle para que se quite del camino, cuando se quita, rápidamente baja el vidrio y le hace una mala seña para seguido gritarle que aprenda a conducir.
—Imbécil.- susurra furioso y juro que núnca antes lo había visto tan molesto.
—¿Qué cojones te sucede a ti?- pregunto ya cansada de ésta situación, pero él hace oídos sordos y aumenta la velocidad nuevamente.
Su carro deportivo ruge al correr y como era de esperarse llama la atención de todas las personas que se encuentran en las calles aún.
Me quedo mirándolo fijamente para después rodar los ojos haciendo que él frene de golpe y haga que todos los autos que vienen detrás frenen y comiencen a bocinarle desesperados.
—No hagas ese gesto más, perra...- dice tomándome del rostro.—Recuerda que estás en mi coche.- lo empujo con fuerza y me giro hacía la ventanilla molesta.
Él vuelve a arrancar a gran velocidad y juro que lo único que quiero es bajarme de aquí.
¿Quién mierda se creé que es para llamarme perra?
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