Capítulo 19

____.

—¿Quién era?- preguntó Dany devolviéndome el móvil.

Me encogí de hombros.—No lo sé, hace días llevo recibiendo llamadas del mismo número privado y nadie responde.

Él frunce el ceño.—Que extraño.- dice sin más.—Es privado, ¿cierto?- preguntó a lo cual simplemente asentí.—Si te vuelve a molestar házmelo saber, ya me encargaré yo de eso.- apretó levemente la mandíbula.

Volví a recostarme, pero está vez más cerca de él, coloqué mi cabeza sobre su pecho y una de mis piernas sobre su abdomen bajo mientras una de mis manos descansaba sobre su tórax firme para después escuchar como un suspiro involuntario escapaba de sus carnosos labios color rosa.

Mi mente comenzó a divagar recordando el pico que minutos antes me había plantado y simplemente decidí ignorar, en realidad no puedo decir nada al respecto, fue tan rápido que nisiquiera recuerdo a que supo, fue como un rose de labios que tardo apenas un nanosegundo.

—¿Oye?- llamó mi atención sacándome de aquél trance.

—Dime

Él relamió sus labios causando así que mi mirada cayese en ellos.—Habrá una fiesta está noche, ¿quiéres venir?.

Negué.—Tengo clases mañana.

—No, no tienes.- afirmó mostrando una sonrisa.

Fruncí el ceño confundida.—¿Cómo lo sabés?- le pregunté.

—Yo lo digo.- aclaró.

—Estás loco, no puedo faltar a clases sólo por ti.- dije normal.

—Veámos...- dice observando un reloj que se encuentra en una de las paredes de la habitación.—Son exáctamente las cinco y media, te llevo a tu casa, te arreglas y a las nueve en punto paso por ti, ¿qué dices?.

—Es que... No lo sé.

Él ríe burlón.—Oh... ¿No te atreves?- pregunta burlón.

[…]

Me encuentro en mi casa, arreglándome tranquilamente ya que aún es algo temprano; he optado por un atuendo algo casual, pero formal, ya que en las discotecas suele hacer mucho calor.

No sé como coño he aceptado tal propuesta, pero ya no me puedo hechar para atrás, así qué, ya no importa, sólo espero que no me afecte faltar un día a clases.

Los minutos transcurren rápidamente hasta convertirse en horas y sin darme cuenta son aproximadamente las nueve y cuarto de la noche, me veo por última vez al espejo para arreglar mi cabello cuando escucho como un mensaje de texto cae en mi móvil y sin más lo tomo para después abrirlo.

¿Lista?

Más que lista.

Sal de casa, estoy
afuera.

Bajo en un minuto.

Apresúrate si no quieres
que suba por ti y haga
que ya no quieras salir
de tu habitación, sabés
a lo qué me refiero, ¿no?

.l.

Jajajaja


Sin más, guardo mi celular y un poco de dinero entre mi bolso; salgo de mi cuarto y bajo al primer nivel.

Apago las luces y jalo la llave que se encuentra en un mueble que está situado en la sala para después salir de mi casa y ver el auto deportivo oscuro de Daniel estacionado al otro lado de la calle; por alguna razón me pongo nerviosa al notar su presencia de nuevo.

Corro hasta llegar al coche y lo rodeo para luego abrir la puerta y subir, de inmediatamente respiro la fuerte fragancia varonil que está impregnada en el aire y no hago más que querer derretirme como si de un helado se tratase.

—Tu falda está muy corta.- reclama con voz baja y ronca sin verme.

Alzo una ceja observando la ropa que él lleva puesta, la cual le queda perfectamente bien.—No me importa.- digo borde y él simplemente aprieta la mandíbula levemente para después arrancar.

Tras pasar unos cuantos minutos el silencio se hace un poco incómodo, pero no pienso decir nada; giro a verlo y nuevamente caigo a lo mísmo; sus rasgos son hermosos al igual que su cuerpo.

Noto cada gesto que hace y con ellos siento como me desmorono en el asiento, ¿cómo puede ser tan calientemente sexy?; muerdo mi mejilla interna sin dejar de verlo y parece que estoy en las nubes. Me encanta su poca barba y los tatuajes que lleva trazados en la piel con tinta permanente.

Mi vista comenzó a descender hasta llegar a una zona en la cual no debió posarse.

Síp, esa zona.

Alzo una ceja al ver aquél voluminoso bulto en su pantalón y no puedo evitar morder mi labio de forma involuntaria, de pronto escucho como Dany se aclara la garganta causando así que me despierte del trance hipnótico en el que me he quedado.

—¿Te gusta lo que ves?- dice burlón.

Siento como mis mejillas comienzan a arder y volteo hacía la ventanilla del coche inmediatamente.—¿De qué hablas?- preguntó ruborizada.

Él sonríe.—Estás caliente.- afirma posando una mano en uno de mis muslos y apretandolo, pero la aparto de inmediato.

—Estás loco.

—Tú te lo pierdes.- se encoge de hombros de forma burlesca.—De lo contrario podrías hacerme un oral mientras conduzco.

Giro a verlo seria y él lo único que hace es sonreír.—Ja. Ja. Ja. Que gracioso.

—Algún día lo harás.- afirma consiguiendo que lo golpeé levemente en el brazo.

[…]

Llevamos media hora en el club nocturno y han sido los treinta minutos más aburridos de mi vida ya que me encuentro sentada en el área de bebidas viendo como todos se divierten, y cuando digo todos me refiero a Daniel y sus amigos.

Veo a toda la gente bailando de forma hiperactiva, mientras otros toman, fuman o están a punto de tener sexo, como era de esperarse.

De pronto visualizo a Daniel con dos chicas; una rubia y la otra castaña.

Veo como él le susurra algo al oído a la castaña y ella muerde su labio para después apoyar su asquerosa mano sobre el pecho de éste. La rubia comienza a besar su cuello y lo único que siento es un inmenso asco hacía su persona.

Me giro cabreada para no ver esa escena más y le pido al bartender el trago más fuerte que tenga, él me lo sirve en menos de un minuto y le pago en efectivo.

Observo su consistencia y sin pensarlo más me lo trago de un sólo sorbo, siento como quema mi garganta y no puedo evitar toser levemente, pido otros dos y hago lo mismo, pero después decido parar porque no quiero acabar borracha.

Me paro firme y al parecer no estoy tan ebria ya que puedo caminar perfectamente, así que decido ir hacía donde está Daniel con aquéllas putas.

—Pero miren quien está aquí...- dice ronco.—¿Quiéres unirte a nosotros?

Su voz suena rara y puedo sentir su aliento a alcohol a kilómetros, pero para ser sincera no sé nota que esté borracho, supongo que sabe disimularlo.

—¿No te basta con dos que quiéres una tercera?.- le pregunto cabreada.

Él sonríe para después lamer sus labios lentamente.—Donde caben tres, caben cuatro, ¿no es así?- le pregunta a sus dos nuevas amantes las cuales asienten juguetonas.

A estás dos no les importa con cuántas él se acueste al mismo tiempo mientras ellas sean una de sus conquistas; cabe decir que al perecer todos en este bar saben perfectamente quién es Daniel Oviedo, porque en el momento en el que entramos todo se quedó en silencio y toda la atención se centró sólo en él.

—No, gracias...- les sonrío.—No quiero contraer algúna enfermedad venérea.

Él ríe.—¿Perdona?- pregunta la castaña.

—Perdonada.- respondo.

Veo como ambas se acercan a mí y él se queda como un simple espectador.

—¿Quién te creés que eres?- pregunta está vez la rubia.

—Lo que sea, menos una puta como ustedes dos...- sonrío de lado.—Así que, no lo sé, deberían de coger un libro y cerrar las piernas.- digo dejandolas calladas.

Y sin dejarlas responder me volteó sin dirigirle una mirada a Daniel y siento como clava su mirada morbosa en el meneo de culo que hago al caminar.

Lo odio.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top