Capítulo 13

____.

Siento como me carga con brusquedad como si de un costal se tratase y todos comienzan a abuchearlo, pero parece que le importa un carajo ya que camina firme, sé que está cabreado pero no puedo evitar sonreír al verlo de esa manera, me quito como puedo la mascara y la dejo tirada en algún lugar de aquél club mientras lo abrazo por la cintura para no caerme.

La camisa que me ha puesto inunda mis fosas nasales con su exquisito aroma a perfume de hombre, su piel desnuda es sueve y su tonificada espalda ancha.

Cuando estamos fuera del lugar veo como camina hacía un hermoso auto deportivo negro:

Abre la puerta y me tira en el asiento trasero, noto como sus ojos viajan por mis piernas, pero sin más, cierra la puerta. Cuando por fin está dentro arranca sin decir nada, el camino es silencioso y de vez en cuando su mirada fulminante me observa por el retrovisor, su mandíbula va tensa y sus manos aprietan el volante con fuerza para después acelerar el auto poniéndome más nerviosa de lo que ya estaba; lo único que quiero es decirle que quiero bajarme, pero no sé ni como comunicarme con él en este momento, es la primera vez que lo veo así de cabreado y no sé como lidiar con eso.

Después de un recorrido que se me hizo infinito llegamos a un edificio que tiene aproximadamente diez pisos de altura y está situado justo en el centro de la ciudad... Veo como Daniel sale del vehículo y de inmediato abre la puerta trasera en donde me encuentro. Me jala de los pies para tenerme cerca, y sin más, me carga, pero de inmediato rodeo su cuello con mis brazos para no caer; de pronto siento como mi piel se eriza cuando una de mis piernas desnudas hace contacto con una de sus manos y nuevamente nos quedamos en silencio total, fijo mi vista hacía en frente tratando de verme seria, pero no puedo evitar ver a Dany de reojo, siento un hueco en el estómago cuando noto que me observa con cara de mala leche, así que decido ignorarlo.

Camina hacía aquél gran edificio y al entrar veo que la recepción está completamente decierta, simplemente habían dos guardias cuidando la entrada y luego todo se encuentra completamente en silencio.

Él me baja y sigue su camino mientras yo lo sigo sin saber que hacer, se sube al ascensor y yo imito su acto. Giro a verlo y siento como mis pupilas se extienden lentamente, es hermoso, su rostro es tan delicado y liso. Aquélla barba espesa que lleva lo hace lucir un poco maduro y hace resaltar sus labios rojizos e hinchados.

Me acerco como estúpida a él y lo tomo de la mano entrelazando mis dedos entre los suyos. Noto como frunce el ceño sin girar a ver y luego sus facciones serias se desvanecen, sé que se está poniendo nervioso ya que ha empezado a morder su mejilla interna; gira a verme de mala manera y sin entender porqué lo he hecho.

Pensé que núnca iba a ver a Daniel Oviedo nervioso por una chica, ¡baia, baia!.

Siento una satisfacción al saber que he logrado ponerlo así en tan sólo segundos y no puedo evitar reírme de él internamente.

Cuando bajamos del elevador él me suelta como si no le importase y sigue en lo suyo, nuevamente voy trás él hasta que llegamos a un apartamento que marca el número veintiuno en su puerta, sin más, saca unas llaves de su bolsillo y busca entre ellas una en especial, cuando por fin la encuentra la introduce en la perilla para luego girarla y hacer que aquél pedazo de madera definida color claro se abra por completo.

Él me voltea a ver serio y con una mirada sé que quiere que entre, y así lo hago, entro algo pérdida escuchando como él cierra la puerta de un golpe causando así que los nervios empiecen a llegar de pronto. Veo como camina hacía el sofá y se sienta libremente en el y mis bragas están a punto de caerse al suelo cuando noto su torso desnudo y sus brazos fuertes captar toda mi atención, quisiera no verlos, pero vamos, es casi imposible no fijarse en ello.

De sus antebrazos resaltan algunas venas que lo hacen ver jodidamente exitante, ¡Dios, castígame!, sus brazos son mi nuevo fetiche.

Es tan malditamente masculino y caliente.. ¡Para!, ¡No debes pensar eso, joder!

—Siéntate.- ordena.

Alzo una ceja y lo veo algo indispuesta.—Tú no me mandas.- respondo neutra.

—Por favor...- dice entre dientes borde tratando de sonar tranquilo cuando no lo está.

Me senté en el suelo sin moverme de dónde estaba parada y él rió de forma amarga, como pensando en lo ridícula e inmadura que soy al actuar de esa forma.

—Bien...- murmuro apenas.—No sabía que trabajabas de zorra.- dijo sin pelos en la lengua.

Ahora fuí yo la que río agriamente.—No trabajo de eso, así que no te equivoques, simplemente cubrí a mi mejor amiga porque soy bailarina.- remarqué.

—¿Bailarina de qué?, ¿de tubo?, es lo mismo.- se acostó.

—No, claro que no es lo mismo, es la primera vez que bailo en un lugar así, y créeme que será la última... Además no sé porque te estoy dando explicaciones a ti de mi vida privada.

—Está bien, te creeré está vez...- dice despreocupado para luego pararse e ir hacía algún lugar.—Todas la mujeres son iguales.- susurra para sí mismo, pero logro oirlo.

—¿A qué te refieres con eso?- digo indignada.

—Ya sabés...- abre la puerta de la que parece ser su habitación.—Sólo sirven para follar.- ríe como si no le importase y está vez soy yo la que comienza a enfadarse.

Machista de mierda.

Me paro de donde estoy y voy detrás de él furiosa.—Eres un imbécil.

—Sé que lo soy, gracias por recordármelo.

—¡Qué te den!- exclamo.

Vuelve a reír y prefiero darle la espalda, pero siento como camina hacía mí y de inmediato lo noto mucho más cerca de mi cuerpo de lo que esperaba.

—Dame tú, nena.- me susurra ronco en el oído mientras sus grandes manos acorralan mi pequeña cintura.

Cierro los ojos sin pensar y muerdo levemente mi labio inferior.

Su voz, ¡maldita sea!, me encanta.

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