Capítulo IV

Jordan

-¿Qué?- Kenneth soltó el tenedor en el plato

-Lo que oyes, Daria me invitó a salir mañana

Han pasado tantas cosas extrañas este día, primero fuimos al centro comercial donde los idiotas compraron media tienda departamental, y agendaron cita en el salón de belleza para mañana, para según ellos "mejorar mi imagen". Fuimos a clases de defensa personal que fueron un total fiasco ya que por mi parte no había nada de interés. Y para cerrar con broche de oro, Daria la chica que me gusta, me invita a salir. Espera, ¿dije chica que me gusta?, Oh no, esto está peor de lo que me imaginé.

-Jordan, despierta- Cole truena sus dedos en frente de mi rostro

-¿Qué?

-Estábamos hablando y te quedaste perdido

-Lo siento, estaba pensando

-Bueno dejando de lado eso, mañana después de la escuela tenemos cita en la peluquería y después vas a estrenar todo lo que compramos

-Parecen un par de chicas ayudando a su amiga con el chico que le gusta

-Oye, el que me guste cuidar mi apariencia no me vuelve afeminado

-Como digas

-Mejor cállate y traga antes de que yo lo haga

Daria

-Entonces tienes una cita con el nerd- Sam se rió acostada a mi lado

-Si

-¿Quien se lo pidió a quien?

-Yo a él

-Patético, el debió haberte pedido la cita

-Si esperaba que él diera el paso, moriría esperando

-En eso tienes la razón

-Obvio, yo siempre tengo la razón

-Cálmate exagerada- golpeó mi cara con una almohada

-Tu te lo buscaste

Y es así como inicio nuestra guerra de almohadas, amaba estos momentos en donde solo éramos dos hermanas divirtiéndose sin preocupaciones, ya que eran contados recuerdos. De repente se escuchan estruendosos pasos subir por la escalera, lo que hace que nos detengamos de inmediato.
Para nuestra mala suerte, nuestro tío Robert entra por la puerta.

-¿Quieren cerrar la maldita boca?- y como lo sospechaba, su aliento apesta a alcohol

-Lo siento tío, no sabíamos que ya estabas en casa- dijo Samantha con la mirada agachada, aún cuando sabía que odiaba el que lo hiciera frente al maldito

-Pues ya lo saben, así que no quiero oír ni un sonido de sus malditas bocas, que de solo escucharlas me irritó

-Ya somos dos- murmuré

-¿Qué dijiste estúpida?

-Dije, ya somos dos- lo mire altanera lo que hizo que se enfureciera, y cuándo menos me lo espero siento un ardor en mi mejilla a causa de la bofetada que me dió

-A ver si con eso aprendes a respetar- dijo antes de salir

-No deberías enfrentarlo- dijo Sam llendo al baño por el botiquín

-Por mi, ese infeliz puede irse a la mierda

-Vamos a revisar- dijo colocando alcohol en mi mejilla -dejo marca con su anillo otra vez, se curará como en una semana

-Estupendo

Ella siguió colocando el algodón con alcohol en mi mejilla. No era la primera vez que me golpeaba, pero no podía hacer nada contra él. Mi vida era mejor que esto, mi vida no era perfecta, pero me gustaba, al iniciar la preparatoria aún vivía con mis padres y Sam en esta misma casa, era una chica con preocupaciones normales como aprobar los exámenes. Pero todo se fue a la mierda cuando mis padres murieron.
Era miércoles en la noche y ellos salieron a cenar como acostumbraban a hacer, era tarde pero ni Sam ni yo nos preocupamos por qué ellos no llegarán, ya que otras veces llegaban cuando nosotras estábamos dormidas. Mi sueño era tan profundo en ese entonces, pero no lo suficiente ese día como para no escuchar el sonido del teléfono. Me levanté ya que nadie lo contestaba y en cuanto escuché que era del hospital mi cuerpo se congeló, nunca olvidaré las palabras del otro lado de la línea diciendo que mis padres habían muerto. Recuerdo que grité que no era posible por lo cual Sam asustada bajo, pero eso es todo lo que recuerdo de ese día. Según los doctores entré en un estado de shock y no respondía a nada. Cuando desperté me dijeron que dado que eran los familiares más cercanos le dieron nuestra custodia a mis tíos Molly y Robert. Ellos eran cariñosos y todo, pero mi tío empezó con la bebida haciéndolo una persona totalmente diferente a la que era.
Nos culpaba a nosotras, decía que desde que aparecimos en su vida, no le sucedían más que tragedias.

-Pronto nos iremos de aquí Daria, nos iremos lejos de todo- dijo Sam abrazándome

-Es lo que más deseo

Con Sam hemos planeado desde hace un tiempo, ahorrar todo el dinero que nos fuera posible. El sueño de Samantha siempre ha sido conocer el mar, mi deber como su hermana siempre ha sido cuidarla, a pesar de que yo soy la menor; maduré a temprana edad y solo quería ver por el bienestar de mi hermana.

-Eso lo que más deseo

Jordan

Al llegar a casa puedo notar lo silenciosa que se ve, lo más seguro es que mi madre este con sus amigas como cada semana. Subo a mi habitación para poder darme una ducha para poder ir a dormir, al llegar al baño, pude ver mi reflejo en el espejo.
Mis ojos ocultos detrás de unos grandes y llamativos lentes, y mi ropa creo que es 3 o 4 tallas más grandes de lo que sería mi talla. El vestir así siempre lo vi normal, de pequeño siempre fui el niño gordito, con frenos y lentes enormes. Al pasar el tiempo comencé a crecer y todos esos kilos de más comenzaron a desaparecer gracias a las sesiones de ejercicios que tenía con Kenneth. Después se fueron los frenos y aparatos de ortodoncia, lo único que sigo conservando de esa época es la ropa grande y holgada. Tal vez el cambio de imagen no sea tan malo después de todo.

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