XI

- Un problema menos.-

Narra Adrien:

- Verónica por favor déjame entrar, necesito verla.- decía desesperado, necesitaba escucharla decir que todo estaba bien pero aquella mujer de rasgos delicados no quería dejarme pasar.

- Los doctores la están atendiendo, en cuanto terminen te sedo el paso, pero por ahora no Adrien.- habló la de traje blanco interponiendose entre la puerta y yo.

Golpee con fuerza la pared del pasillo y bajé, escuchaba como me llamaban pero en estos momentos necesito drenar, mi madre podría estar ahora más que nunca pendiendo de un hilo entre la vida y la muerte. No puedo permitir eso, no podría con su muerte. La necesitaba en cada segundo de mi vida.

Salí del hospital al estacionamiento, saqué un cigarro lo encendí y en poco tiempo ya lo había terminado comenzando con el segundo. Mientras inhalaba aquel objeto mortal, lágrimas resbalaban por mis ojos. Me sentía horrible, mi corazón se partía en miles de pedazos. Ella tenía que estar bien.

Sentí una mano en mi hombro y giré en busca de aquella persona, la chica de la cafetería me sonrió tomo aquel cigarro y lo arrojó al suelo para luego pisarlo, iba a protestar pero ella me abrazó por sorpresa.

- Sé lo que sientes en este momento, pero no intentes calmarte con eso. No lograrás nada, ahora ven mereces verla primero.- habló para luego separarse de mi, sentí como sus dedos limpiaban mis mejillas, quitando todo rastro de lágrimas.

Tomó mi mano y me guío dentro del edificio nuevamente, fuimos al área de hospitalización y pude ver en el pasillo a mi padre junto con Nathalie, Gorila y Antonella. Los saludé y entré rápidamente a la habitación.

Temía ver como se encontraba, sólo quisiera que su enfermedad acabará pero no soy Dios para hacer milagros, sólo me toca apoyarla. Pasé a donde se encontraba su cama, estaba semi acostada y llena de cables por doquier. Verónica estaba cambiando el medicamento de la intravenosa que ya se le había terminado.

- Hola hermosa.- hablé mientras tomaba un pequeño banco y me sentaba al lado de su camilla.

- Cariño, ¿cómo estás? - habló ella mientras tomaba mis manos con las suyas, comencé a acariciarlas cuidadosamente.

- ¿Cómo estás tú mamá? ¿Qué sucedio? - pregunté con un notorio nudo en la garganta.

- Algo cansada bebé, pero mejor. Después de la quimioterapia de hoy, mi cuerpo se debilitó más que en veces anteriores.- habló enderezandose un poco.

Me acerqué, acomode su almohada para que estuviera más cómoda y estire su manta para cubrirla del frío. Acaricie su cabeza recordando su larga melena rubia, la cual me encantaba peinarle aunque le dejará un desastre.

- ¿Cuándo acabará esto mamá? No me gusta verte así.- hablé dejando caer las lágrimas que ya hace rato, volvían a amenazar con salir.

- No lo sé bebé, hay veces que pareciese que todo acaba pero no. Según los doctores ya falta poco para acabar con el cáncer pero yo siento que nada cambia.- habló mientras con la poca fuerza que tenía limpiaba mis lágrimas.

- Te amo mucho mamá. - dije mientras me acercaba y la abrazaba con cuidado.

- Y yo a ti mi bebé.- respondió, sólo le sonreí, me separé de ella, bese su frente y me despedí.

- Papá y los demás quieren verte, así que ya me voy. Cuidate mamá.- dije con una leve sonrisa.

- ¿Los demás? - pregunto extrañada, su ceño se fruncio levemente.

- Nathalie, Gorila, Anthonella y ______.- mencioné. Cuando mi mamá escucho el nombre de la chica de la cafetería sonrió instantáneamente.

- Ya la conociste, ella es una buena muchacha Adrien y no me molestaría que quisieras intentar algo con ella.- insinuó mi madre con una sonrisa pícara. Yo sólo reí ante su ocurrencia.

- Si mamá, lo sé y es linda pero...- suspire y ella me observó expectante.

- Pero...- insito a continuar. Recordé las palabras de Chloe e inmediatamente me sentí mal.

- Las cosas son dificiles.- respondí. No le daría detalles de porqué no intentaba algo con ella pues mi madre no sabía que reputación tenía en el instituto y menos que no pretendía echarla al basurero.

Ella me observó sin estar suficientemente convencida de mis palabra y sólo con su mirada me dijo "hablaremos de esto después". Le lancé un beso y salí de la habitación.

Comencé a pensar del problema que tenía encima y de lo que pasaba por mi cabeza en estos momentos. Tengo que tomar una decisión para mañana; mi madre recayó, ya la chica de la cafetería sabe de quien soy hijo, mi madre la adora al igual que mi padre, su madre me ve como a un hijo.

Maldición no sé que hacer.

- Adrien ¿estás bien? ¿sucede algo? - sentía que me hablaban, aterrice de nuevo a la tierra y me fijé de quien me hablaba. Era ______.

- Si, solo... cosas mías.- suspire y la miré, mantenía una ceja levantada confundida pero luego cambio a un semblante suave.

- Sé que nuestra relación no va más allá de la tutoría de las tardes, pero si quieres hablar de tus cosas con alguien podría ayudarte, soy buena escuchando y puedes confiar en mi.- dijo sentándose junto a mi en el suelo. Sólo le sonrei.

Me acabo de dar cuenta de que estoy sentado en el suelo.

- Gracias, por eso.- respondí a los minutos. Tal vez debería de pedirle su ayuda, quien mejor para ayudarme.

Intentaba de buscar la fuerza para dejar mi ego y orgullo de lado para pedirle ayuda, sabía muy bien que ella no le diría a nadie.

- Es Chloe.- hable finalmente. Ella me observo y bajo la mirada. Sabía que la relación de ella y la rubia no era nada buena, y nisiquiera por hipocresía la rubia intentaba llevarse bien con ella.

- ¿Qué sucede con Ella? - preguntó mientras miraba a la pared blanca que se encontraba en frente de nosotros.

- Me dijo que si no te hacía la vida de cuadritos como lo hacía ella, se encargaría de que no volviera a jugar básquet.- ya salió, espero no se vaya corriendo o me golpee. Ella tomó mi mano y sonrió.

- ¿Tú amas jugar básquet cierto? - preguntó. Yo sólo asenti y ella bajo su mirada suspirando.

- Bien... Sólo no seas cruel.- respondió con voz entrecortada y una media sonrisa. La mire perplejo.

No podía creer que ella estaba aceptando que la molestará sólo porque esté en el equipo de básquet. Sentí un vuelco en el estómago. Deje de lado el hecho de nuestras familias y me centre en el hecho de que ella no merece eso. Tengo algo de humanidad.

- Tampoco así, chica de la cafetería. Calmate.- hablé intentando pensar en un plan. Ella se mantuvo en silencio y por mi mente paso una brillante idea. Me levanté y ella hizo lo mismo.

¡BINGO!

- Ayúdame a permanecer en el equipo de básquet y yo me encargo de que Chloe no vuelva a molestarte, ¿te parece? - pregunté, ella me observó con un brillo en los ojos y me abrazó.

- Esta bien, yo me encargo de que sigas jugando y...- la interrumpi emocionado. Aquel estúpido problema estaba resuelto.

- Y yo de que Chloe deje de molestarte, ¿hecho?- pregunté estrechando mi mano para cerrar este pequeño trato.

- Hecho. ¡Muchísimas gracias Adrien! - ella respondio abrazandome con mucha alegría, me imagino como debe de sentirse al saber que Chloe no la molestará. Correspondí su abrazo y recordé como estaba vestida está mañana.

- Por cierto, estas para comerte completa.- insinue en su oido mientras bajaba una de mis manos a su trasero y lo apretaba, teniendo por respuesta un gran empujón y golpe en el brazo derecho. Yo sólo reí y la vi sonrojarse.

- Cerdo...- dijo tímidamente y se fue hacia donde se encontraba su madre para luego entrar a ver a mi madre. Sonreí para mis adentros.

Tendremos una bonita amistad secreta, chica de la cafetería.

-"Las personas por más malas que puedan llegar a ser, sienten al igual que nosotros y para no ser iguales a ellos tenemos que seguir con aquello que nos hace diferentes. Porque el trato que puedas darles a ellos, puede impactar de manera positiva en sus vidas. M.M"-

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¡Hola, Hola!🤗
¿Cómo están? Espero que muy bien.
Aquí les traje otro capítulo. Espero les haya gustado linduras.
¡El rubio si tiene corazón señores!🙌
Ya va a comenzar el sazón entre Adrien y la rayis.
Ya saben dejen sus estrellitas y comentarios allá abajito👇👇👇
¡Los estaré leyendo! 👀
¡Los amo!💕

¡Besos!💋

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