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Tracy
Corremos por los pasillos de la residencia en busca de la habitación de Theo.
Suerte que ya he estado antes por acá, hecho que me ayuda a tomar conciencia del lugar para ubicarme y encontrar el punto indicado.
-¿Crees que no haya encontrado un revolver indicado?-me pregunta Carl mientras miro con atención los números de las puertas.
-No sé si haya subido precisamente a eso pero...-tomo aire-, ¿a qué viene tu pregunta?
-Subió hace un rato. ¿Habrá saltado por la ventana? ¿Se habrá hecho algo él mismo?
Estoy a punto de mandarlo a callar sin embargo, lo que dice tiene tanta coherencia como la realidad que se imponente delante mío y a medida que nos acercamos a la puerta correcta, mi corazón se acelera cada vez más del mismo modo que el miedo se acrecienta atorándose en mi pecho y en mi garganta.
-Por ahí-le señalo.
Busco en el bolsillo trasero de mi pantalón la tarjeta para destrabar las puertas de la IVU sin embargo no tengo llave. En el caso de las habitaciones, la llave de cada uno es aún más importante.
No obstante, lo bueno llega cuando Carl empuja la puerta y se abre. Va sin seguro.
La oscuridad que hay dentro impacta en ambos, sorprendiéndonos el silencio. Sólo la luz de la luna entrando por la ventana da lugar a distinguir que la lámpara que debería ir junto a su cama, está destrozada en el suelo y mientras buscamos con la mirada dónde demonios puede haberse metido, un sonido desgarrador llega a ambos.
-El baño-le señalo.
La puerta está entreabierta.
Nos acercamos y la empujo. Acto seguido entro, con Carl tras de mí. Busco el interruptor de la luz cual se enciende y antes de poder verlo, el sollozo de Theo me llega como una cubeta de agua fría.
Está sentado contra la pared de la ducha, arrinconado. El rostro lo esconde en las rodillas y se clavan sus uñas en el cuero cabelludo.
-Theo...-murmuro.
Carl se sorprende casi tanto como yo al encontrarlo.
Es que antes ya he visto su alma desgarrarse en dos ocasiones: primero, durante la discusión en mi casa que terminó en uno de los mayores desastres de mi vida y segundo, en la clínica de rehabilitación cuando se quiso matar haciendo añicos los cristales... con sus propios puños.
Corro en dirección a Theodore y mi amigo me toma del brazo pero le huyo y sin pensármelo dos veces, me arrojo a abrazar al chico rudo que llora como un niño.
-¡¡¡Suéltame!!!-grita. Puedo notar el modo en que su garganta se hiere al emplear ese tono tan áspero.
-Tracy...-me llama Carl-. Creo que deberías hacerte a un...
-Theo, mírame-le pido-. Mírame, por favor.
-¡¡¡NO!!! ¡¡¡VETE!!! ¡¡¡VÁYANSE LOS DOS DE ACÁ!!! ¡Déjenme...solo!
Su voz se va apagando en la medida que el llanto se le atora en la garganta y mis manos le buscan las mejillas. Mi tacto se empapa de inmediato y opto por acunar su rostro contra mi hombro.
-Theo-insisto en un tono lo más dulce que puedo. Y no digo más nada.
No sé qué decirle.
Se está deshaciendo contra mi cuerpo y no quiere mostrarme su rostro.
Cuando caigo en la cuenta de que en verdad, lo situación lo avergüenza demasiado como para exhibirse así frente a mi amigo.
-Carl-lo miro. Por consiguiente le señalo la puerta en gesto de que nos deje a solas un momento.
-N... No... Y si te...-se interpone. Intenta protegerme pero no conoce a Theo como yo. Él no me haría daño a mí aún en el estado de ira que se encuentre.
Es que detrás de esas máscaras, de toda la agresividad que lleva acumulada, hay un niño herido pidiendo clemencia a su existencia desgraciada.
Carl me sigue mirando, no obstante distingue que Theo sigue escondido e indefenso con el rostro contra sus rodillas y cobijado entre mis brazos, cede por fin, marchándose y dejándome en claro que estará aguardando por lo que vaya a necesitar.
Le sonrío.
Una vez que cierra la puerta, intento nuevamente buscar el rostro de Theo.
-Hey-murmuro-. Puedes llorar todo lo que necesites. No es bueno guardarse eso.
-No... No lo... entiendes-murmura.
Y hace silencio. Sólo noto que se sorbe la nariz contra un puño y su dolor se sigue manifestando en sollozos que van disminuyendo su intensidad poco a poco.
-Confía en mí-le pido-. Puedes hacerlo. Confía en mí, Theo.
La última vez que nuestra confianza estuvo en juego, terminé siendo su amiga.
Es un riesgo que ahora mismo estoy dispuesta a correr, considerando que es eso o perderlo para siempre.
Hasta que una luz se enciende en mi mente:
-Yo no te voy a traicionar.
La honestidad en mis palabras es tal que yo misma me siento impactada. Cualquiera pensaría que estoy loca por confiar en él y por darle lugar a que se fíe de mí, sin embargo, eso lo diría cualquier persona que conozca a Theo superficialmente.
Es como un dulce ácido con goma de mascar dentro.
Cuando lo pruebas, en una primera impresión te disgusta, incluso sientes que te hará daño y te quedan sólo dos opciones: Lo tomas o lo dejas.
Sin embargo, si decides darle una segunda oportunidad, lo ácido cede lugar a lo dulce, no obstante las capas duras son difíciles de superar. Incluso podrías herirte si las fuerzas antes de que cedan por sí mismas.
Eso fue precisamente mi mayor error con Theo cuando lo obligué, prácticamente, a sentir lo mismo que yo.
A expresar algo que nunca antes sintió.
Cuando lo quise como nunca y se lo manifesté demasiado pronto, resultó ser un ataque en contra de su integridad. Golpe que recibí de regreso con su rechazo y terminé destrozada tal cual sucede sin intentas romper uno de estos caramelos: quizá logres destruir una de sus capas aunque sólo será con el precio a cambio de que te rompas los dientes.
Finalmente encuentras la parte blanda. Esa goma de mascar deliciosa y maleable que te demuestra que, aquello antes duro e inflexible, es en realidad algo que parece haber perdido su forma, su color, su rigidez pero conserva su esencia.
Eso precisamente, es lo que sale a la luz ahora mismo: Theo descubre su rostro y noto en sus ojos rojizos el ardor de tanto llorar.
La pauta de que necesita alguien que reacomode sus pedazos, sus partes que se deshicieron con duros golpes desde su niñez.
-Oh, Theo...-murmuro.
Ya no llora.
Pero sus ojos grises se encuentran con los míos y son dos cristales con una belleza que...duele.
Mi corazón se encoge y lo abrazo.
-Lo siento tanto-murmuro.
Ya no llora. Ya no hay tonicidad suficiente en su cuerpo.
Sólo me mira cuando lo aparto y descubro que está en shock o algo parecido.
-Yo... Yo creo que es una oportunidad-le digo e intento que hable. Que corresponda de algún modo, pero no lo hace-. Creo que es inclusive una señal de que... necesitas encontrarlo.
Él corre la mirada y se muerde el labio inferior.
-¿No crees?-vuelvo a intentarlo.
Y para la mayor de mis suertes, corresponde:
-Tracy... ¿tú lo sabías?
-No, Theo. No. Me enteré junto contigo a la vez que Carl lo investigaba por su parte y la verdad ya no se podía seguir postergando. En algún momento se iba a saber.
Vuelve sus pupilas a mí.
-Entonces... ¿entiendes ahora que mi padre es el mayor montón de mierda que pudo existir alguna vez?
Me muerdo la lengua para no soltarle un sermón de que debería entender más a su padre. De que la conducta de las personas tiene sus motivos. Quisiera pedirle que en verdad, tiene que ir a exigirle una explicación a su padre y dilucidar sus dudas.
Pero no lo hago.
-Quizás-contesto-. Pero no creo que sea útil juzgar a los demás por lo que hicieron sino buscar una solución, mirar hacia adelante.
-¿Y qué debería hacer, entonces? Culpa suya mataron a mi hermano... Austin-aclara.
-Hummm, probablemente sea hora de compensar aquella pérdida, quién sabe.
-No, Tracy, no. Lo mataron. Lo fusilaron delante de mis ojos. Lo sepultamos nosotros mismos. Mi madre abrazó su cuerpo bañado en sangre. Y yo era poco más que un niño... No... No estaba preparado para eso, no lo estaba...
La voz se le quiebra y las lágrimas reaparecen en su mirada.
Dejo que su frente caiga sobre mi clavícula y con mis manos le acaricio la espalda en gesto de calidez.
-Una pérdida así no se sustituye con nada-le digo pensando en que Richard, el futuro marido de mamá, nunca compensará el lugar del padre que nunca tuve-. Pero a veces ganamos otras cosas, ganamos amigos, momentos felices, situaciones placenteras, ganamos una mascota o incluso...-me lo pienso dos veces y lo suelto finalmente-ganamos familia.
-Pero no... ¡No está! Sólo mi padre sabe qué fue de él y el muy hijo de puta no me dirá dónde demonios lo ha escondido.
Ya no habla de Austin sino de Jacob. Tachas.
Vuelve a apartarse y lo miro a los ojos. Acto seguido las palabras fluyen de mi boca por sí solas:
-Ese obstáculo implica que tu hermano te necesita...
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#BADBITCH #BADBOYS #MyJartIsBrouken T-T
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