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Los segundos se pasan como martilleos en mi cabeza.
-¿Qué esperas?-insiste-. ¿Quieres que te quite la ropa?
Mi estómago se debate entre un cosquilleo de repulsión o de deseo. Están en un límite tan difuso que no logro distinguir lo que pasa en mi interior.
-¡No...!-aseguro por fin.
-Lo dudaste-levanta una ceja al igual que una comisura de los labios en gesto de suficiencia.
Vamos, Tracy. Patéale el trasero a ese idiota.
Trago saliva y le suelto:
-Sólo me estaba debatiendo si darte un rodillazo en los huevos o cortarte el pene con la maquinilla de afeitar.
Vamos, yo puedo con esto. ya he pasado por situaciones similares antes.
Acto seguido mi interlocutor suelta una carcajada y retrocede un poco. Al fin puedo soltar el aire que he estado conteniendo.
-¡Vaya!-exclama-. No me esperaba eso.
Yo tampoco me esperaba encontrar a un Dios Griego semidesnudo en las duchas para chicas, esperando a que entre su primera víctima.
-Tienes algo...-murmura.
-Tú tambien-le aseguro y finalmente creo entender las reglas del juego-. También tienes algo que no me gusta.
-Gracias.
-Me caes mal.
El chico se me queda mirando y finalmente extiende su mano.
-Tú también me caes mal.
Deshinibo una sonrisita y acto seguido, estrecho su mano llena de tatuajes y se presenta:
-Soy Stefano.
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https://youtu.be/j1KAVSh6iUg
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