▲ 112 ▼
-Charlie, ¿te sientes bien?
Parece ser que un torbellino arrasó dentro suyo y le hizo perder todos los colores.
-S...sí-retrocede un poco, dándome espacio para respirar aunque empiezo a extrañar su perfume varonil.
-Te pusiste como un papel.
-Des...descuida. Estoy bien. ¿Y si empezamos de una vez?
-Bueno. Pero deberás ponerle mucho azúcar a tu café. No quiero que te de un síncope a mitad de una horrible ecuación.
Al salir, me duele la cabeza y pienso en el grito que pondría Lottie en el cielo al saber que su (ahora) ex novio y su (ahora) ex mejor amiga han estado compartiendo una exhaustiva jornada a solas para...estudiar.
Claro, algo que ella y él no podrían haber hecho a solas en caso de estar juntos.
Distingo que la casa sigue cerrada, es decir que mamá aun no llega, por lo tanto, tomo la decisión de ir hasta el súper y comprar algunos víveres que estamos necesitando. Sobre todo toallas higiénicas, últimamente me siento un poco hormonal y mi humor va a estallar cuando me baje la regla.
Ando un par de cuadras disfrutando el atardecer, reconfortada en mi abrigo, pensando en el momento que mamá se case.
Aún no han decidido del todo la fecha pero ya están muy ocupados con los preparativos. Lo único seguro es que la boda se realizará luego de que ya haya entrado en la Universidad; nadie quiere imaginarse lo caótico que sería dejarme la casa sola otra vez.
Aunque confíe en mí misma, no lo hago en cierto grupo de personas cuya existencia me aterra.
Llego finalmente al lugar de mi objetivo y los «pip» de las cajas registradoras me llaman la atención apenas cruzo la puerta.
Tomo un canasto y voy derecho a las estanterías de Higiene. Encuentro el shampoo que uso y el de mamá. Meto uno de cada clase en el cesto, algunos jabones aromatizados, crema para humectar el cuerpo, maquinillas de afeitar (cuales por algún motivo me ponen muy incómoda y las saco de su lugar como si las estuviese robando) hasta llegar con el sector más bendito de todo ese mercado.
Las toallas higiénicas.
Paso por los tampones y, a decir verdad, más de una vez he pensado en sacar una cajetilla de estos, sin embargo prefiero empezar a usarlos una vez que haya perdido la virginidad.
De momento prefiero seguir usando mis amigas absorbentes.
¿Con alas o sin alas? Esa es la cuestión.
Opto por las primeras y al darme la vuelta, un rostro conocido me sorprende y ahogo un grito ante la sorpresa.
-¡¿Tracy Smith?!
-¡Oh!
La madre de Theo se aparece con su hija menor, Paris, quien se suelta de su mano para saltar a mis piernas y darme el abrazo más entusiasta he recibido alguna vez por parte de un niño.
-¡Deiciiii!-exclama como si fuese la última vez que no veamos. Bueno... quién sabe.
-Pequeña-murmuro y con mi mano libre le acaricio el cabello. Me pongo en cuclillas, dejo el canasto en el suelo y correspondo a su abrazo.
-Me gudta tu pelo-dice.
-Es el shampoo-respondo-. Te recomiendo uses con aroma a vainilla o florales. Los adoro.
-Gdacias.
¿Es un niño agradeciendo? Si hasta me recuerda a mí. De pequeña agradeciendo y pidiendo perdón por todo. Lamentándome cada cosa.
-Te preguntaría qué haces por estos lados tan temprano pero sería obvia la situación-indica la mujer. Hago un pequeño esfuerzo por recordar su nombre y la palabra viene a mi mente de un segundo a otro: Margot.
-Yo...esto.. sí-le digo algo sonrojada.
Me distancio finalmente de la nena y tomo la cesta nuevamente. Ella me sostiene una mano ocupándome por completo.
-Te preguntarás qué hago yo en este sitio-añade ella.
De hecho...sí. Convengamos que es una señora de edad aunque no critico. Hay quienes siguen fértiles incluso hasta los sesenta o más.
-Deisy, ¿vienes con nosodras?
-Mi nena te vio desde más atrás e insistió con venir a verte.
-Claro-convengo.
Luego Margot se dirige a la nena para pedirle:
-Princesa, ¿por qué no vas a elegirte un postre de las heladeras? Cualquier cosa, te esperaremos en la primer caja registradora.
-Siiiiiii.
La nena estalla de alegría y luego vuelve a mí:
-Enseguida degreso.
-Por supuesto, ve.
En cuanto ella se marcha, me siento incómoda por la presencia de Margot ya que recuerdo la última vez que nos encontramos y me advirtió que tuviese cuidado con su hijo... a espaldas de él mismo.
Lo peor es que no supe responder de manera acertada. Fui advertida y aún así termine en el suelo de mi cuarto, deshecha en lágrimas y con el corazón en pedazos.
-Ya habla mucho mejor-le digo a la señora respecto de su hija. Me pregunto a qué edad la habrá tenido.
-Sí, hemos estado trabajo con psicóloga y fonoaudiólogos. Ha tenido sus progresos.
Es pequeña pero cualquier niño a su edad, ya hablaría correctamente (o un poco mejor). Casi con seguridad que la nena ya debe haber empezado, o está cerca, de iniciar la escolaridad.
-Tracy, ¿eres creyente?
Su pregunta me toma por sorpresa y empezamos a caminar entre las estanterías hasta la caja donde le indicó a su hija que estaríamos.
-Esto... no lo sé. ¿Por qué lo pregunta?
-Descuida, mejor no te pondré en el apriete de una discusión existencial. Desde lo personal, yo sí creo en Dios. Pero de joven no lo hacía, era sumamente agnóstica, todo lo relacionado con lo existencial, la trascendencia no me complacía saber...
Vaya, ¿me soltará un sermón para que me cambie de religión?
-Hasta que un día necesité algo en qué confiar. En lo cual pudiese creer-prosigue-. Mi vida estaba hecha pedazos, no tenía dónde ir, mis medios económicos apenas alcanzaban para darle de comer a Theo y ni hablar en pensar en ayuda psicológica. Así que empecé a ir a la Iglesia.
-Oh...
-Lo sé. Ni yo misma lo podía creer.
-¿Y qué...qué fue lo que le hizo decidirse por ello?
Margot agacha la mirada y me muerdo la lengua por haber sido tan estúpida de meterme donde no debía.
En ese momento aparece Paris con un montón de envases con postres.
-Creo que devaré estos.
-Elige uno, hija.
-Emmm, ¡todos!
-No, cariño. Elige uno solo y ve a dejar los otros de donde los sacaste. Vamos, haz tu elección y que lo demás no importe.
La nena finalmente se va refunfuñando. Contra mi subyacente deseo de que la charla se termine, ella responde:
-Mi hijo mayor falleció hace tiempo. Pero una parte de mí aguarda el momento de encontrarme con él nuevamente...
-¿Por qué?
Diablos, ¿no puedes simplemente mantener la boca cerrada?
Quiero saber a qué va con todo esto.
Tú lo que quieres es otra cosa.
Calla.
Parece que Margot va a quebrar en llanto, no obstante se la ve mucho más fuerte como para romper a llorar en cualquier parte. Esperamos a pagar y lo suelta:
-Necesito su Perdón. -Oh, mierda-. Mi hijo se fue por mi culpa. Porque no lo pude proteger. Desde entonces no he vivido en paz conmigo misma...
-Lo siento mucho-admito.
-No podría soportar que le ocurra algo así a otro hijo mío.
-¿Por qué lo dice? -Vamos, bocazas, te meterás en un territorio que luego te arrepentirás y no podrás objetar en contra.
-Porque ahora mismo estoy perdiendo a mi hijo.
-Ay...
-Theo está internado, Tracy. Lo estoy perdiendo. Necesita tu ayuda.
Te lo advertí, niñata.
____________
#MARATÓN #BADBOYS
Día 6 de 7
____________
https://youtu.be/j1KAVSh6iUg
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top