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Tracy
¿Ese fue el sonido del corazón de Theo al romperse?
¿Creo haber escuchado el modo en que sus pedazos cayeron y se derramaron por el suelo?
Hasta las facciones de su rostro se ensombrecen luego de que dejo escapar las palabras más hirientes que he sido capaz de decirle en lo que va de mi vida, no obstante, que llegue de repente, me tome por un brazo y quiera obligarme a acceder con él de esa forma, no conducirá mi actitud a nada bueno.
-Bien-murmura por fin y lentamente va aflojando la presión de los dedos.
Libero mi brazo y me muerdo la lengua para no soltarle un «gracias» o «lo siento».
-Chicos, en verdad, puedo irme y dejarlos solos-murmura Carl. Oh, demonios, por una milésima de segundo me había olvidado que él seguía aquí.
-Sería de gran ayuda-le dice Theo sin quitar sus ojos de los míos-que te largues de aquí.
-Él no se va a ningún lado-añado, desafiante.
-P...por favor, Tracy. No tienes que hacerlo más difícil de lo que ya es.
-¿Difícil? Es mi amigo y se queda. ¿Qué quieres?
La frialdad en mi tono de voz me está haciendo temblar las cuerdas vocales.
Vamos chiquilla, sigue así, sigue.
-Hablar contigo-responde lo obvio.
-Estamos hablando, Theodore. Ahora dime qué quieres.
El hecho de soltarle su nombre completo nos aleja aún más de lo que ya nos venimos distanciando. Es doloroso pero necesario.
Él también le invade la pena al escuchar que no le he llamado por el diminutivo de siempre.
-A solas, Tracy...
-En verdad, si te sientes más cómoda-añade Carl y caigo en la realidad de lo que sucede: él se ha puesto incómodo mientras lo obligo a quedarse a una escena que no merece presenciar.
Me vuelvo hacia él y le digo con la voz suavizada:
-¿Seguro que prefieres irte?
-Pue...puedo esperarte en el salón de clases.
-Ajá-murmuro.
Dedico una sonrisa en su dirección, él hace lo propio y se marcha.
Cuando vuelvo los ojos a los de Theo, veo que echan chispas, los lleva tan entornados que parece en cualquier momento, vayan a salirse de sus órbitas. Puedo distinguir hasta las venas de su cuello marcándose tras los tatuajes.
-¿Qué... mierda... ha sido eso?-me pregunta.
La Tracy Tímida de mi interior se encoge y está a punto de soltar el llanto más desgarrador de su vida, aunque por suerte, está la Tracy Valiente que le suelta una patada en las costillas y la manda al rincón mientras toma las riendas de mi cordura y habla por mí:
-No te interesa, Theodore. Dime qué quieres.
-Ya te dije... hablar... Sólo eso.
-Contigo no se puede.
-No si te traes a un nuevo novio a la escuela.
-Es mi amigo.
Y es gay, pero ¿de qué vale la pena decirlo? Theo es y seguirá siendo el mismo idiota con su cordura más cuadrada que un cubo mágico.
-Así empiezan-masculla.
-¿Qué empieza?
-Te digo que vayamos a dar una vuelta-su respiración se acelera dejando ver la peligrosa mezcla de prisa y desesperación-. Vamos p...por...favor, tengo la motocicleta fuera, será un momento nada más.
¿Acaso Theo está suplicándome? Santo cielo, he creado un monstruo.
-No puedo-me cruzo de brazos.
-¿Por qué?
-Llegaré tarde a clases.
-No sería la primera vez que lo hagas-contraataca y las imágenes de los dos en la plaza central de Iconic me asalta los pensamientos, entonces la Tracy Sensible se pone de rodillas para rogar que acepte a los pedidos de Theodore...
...no por mucho. La versión Malvada noquea a su adversa, mandándola a dormir un rato más.
-Es el primer día de clases, Theodore Landon.
-No sería el primer día de clases que llego tarde.
-¡No lo haré y punto! ¡Es mi último primer día de clases!
-¡¿Y eso qué demonios tiene que ver?! ¡¿Cómo se supone que cambia las cosas?! ¡¿Por qué no quieres hacerlo?!
El elevado tono de voz hace que algunas miradas se giren hacia nosotros al pasar aunque le pongo empeño a no incomodarme.
Que ¿por qué no quiero hacerlo? ¿Por qué no quiero ceder a tus encantos, maldito idiota? Es simple. No tengo la necesidad de caer de nuevo por ti.
Eres la persona que me hizo vivir los momentos más horribles de mi vida cuando las cosas pudieren haber sido todo lo contrario, hermosas.
La respuesta se disipa entre mis labios, con un tono de voz tan frágil como lo emplearía un niño herido:
-Me prometiste el Paraíso y me diste el Infierno. Ahora no esperes que vuelva a creer en ti.
Parece ser que una ola de fuego inunda su interior, la ira, la decepción, el horror, la desesperanza todos sus demonios a la vez se alzan en cada una de sus venas y circulan junto al torrente sanguíneo que lo hace estallar.
-¡¿Qué?!-aúlla.
No contesto.
Un segundo... Dos. Tres.
-¡Maldita sea, Tracy! ¡Te perfeccionas en formas para exasperarme!
-No...no te creas tan importante...
-¡¡¡Estás loca!!!
-Deja de grit...
-¡Sí, has enloquecido y me culpas a mí toda la mierda que llevas dentro!
-No me habl...-empiezo con la voz tímida encogiéndome cada vez más a sus gritos.
Pero de repente levanta los brazos en gesto de llevarse las manos a la cabeza y ocurre algo espantoso.
En verdad, todos mis sistemas de alarma interpretan su acto como si fuese a...a golpearme.
La sangre huye de mi rostro al distinguir su gesto desesperanzado en cuanto ve que me llevo las manos al rostro para evitar la paliza que se mantiene oculta en el silencio que aparece.
Theo mira a todos lados y no sé si alguien piensa que me va a pegar pero es lo que él ha interpretado. Lo que interpretado yo. Y lo que interpretaría cualquiera al pasar.
-Tracy... Yo...
Detiene sus brazos en alto y lentamente los va dejando caer.
Mi mirada se ensombrece de lágrimas, el labio me tiembla y la cabeza me empieza a martillar.
¡Es un jodido imbécil! me recuerda la voz de mi conciencia ¡Es un maldito marica que va a golpearte! ¡Vete ahora mismo!
-No...-murmuro y doy un paso atrás.
-Tracy, yo no iba a...
Sí, idiota. Ibas a hacerlo.
-No, no, no, no, no, no.
Doy otro paso más hacia atrás.
-Tracy, yo no iba a... demonios, nunca tendría la intención de... no que yo crea...
Pero si debería denunciarte, eres la peor escoria que pueda existir.
-¡No!-el grito sale ahogado y las lágrimas me empapan las mejillas. No las puedo contener más.
Brotan como un río de dolor que va dejando cicatrices a su paso. Marcas espantosas que nunca van a desaparecer.
-Tracy, yo...
Tomo con fuerza mi mochila, sobrepaso su costado y salgo corriendo dejando la bestia enfurecida con sus súplicas a mis espaldas.
-¡Por favor, Tracy!
Mientras me echo andar caigo en la cuenta de que la campana ha sonado hace rato, no queda gente en los pasillos y los gritos que dejo atrás no son más que una súplica lejana impregnando con su eco, cada centímetro que me alejo de él.
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I'm crying T___T
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https://youtu.be/j1KAVSh6iUg
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