VII. Jueves (parte 2)

     SeokJin no se equivocó: el ambiente del restaurante favoreció a sus habilidades para expresarse. En menos de diez minutos, su carta estuvo lista e incluso mejoró el estado anímico. NamJoon simplemente le veía con adoración y compasión, dándole todo el espacio y silencio que fuera necesario.

—Terminé —SeokJin dejó el bolígrafo a un lado y permitió que NamJoon observara las páginas de la libreta, llenas de renglones y renglones de sentimientos puros, escritos con la caligrafía más prefecta que había visto en toda su vida.

— ¿Quieres que lo lea yo o prefieres leerlo para mí en voz alta?

—Lo leeré para ti —tragó saliva, su garganta estaba algo seca y la mandíbula se encontraba tensa—. Perdón si la carta suena tonta, solemos comunicarnos de una manera muy estúpida, pero los puntos importantes son los que hablan del futuro, así que presta atención.

—Te escucho —NamJoon abrió no solo sus ojos y oídos, sino su corazón para recibir todo aquello que proviniera de SeokJin.

     La forma de hablar al principio, fue tímida. No estaba acostumbrado a mostrar abiertamente la manera en que se comunicaba con sus amigos. Sin embargo, NamJoon era una excepción muy grande, así que poco a poco fue desenvolviéndose, a medida que leía, su voz adquiría más firmeza, determinación y hasta un toque de humor.

     Era cierto, la forma en que se comunicaban era algo extraña, NamJoon quería reír de vez en cuando, pero la manera en que SeokJin se expresó casi lo hace llorar, especialmente cuando, sin previo aviso, contó en la carta lo que sentía por NamJoon, presumiéndolo y a la vez sincerándose sobre lo incierto que sería el futuro incluso quedándose con él. Esas palabras fueron tan certeras y llenas de cariño, pero que a la vez mostraban la parte más vulnerable del autor.

     Desde la primera letra hasta el punto final, la carta fue emotiva, perfecta, impresionante. NamJoon jamás había visto algo así, o es que solo estaba muy enamorado y le apantallaba todo aquello que SeokJin hiciera.

— ¿Y bien? —SeokJin suspiró. En ese momento, la comida llegó y el silencio fue algo incómodo entre ellos porque la mesera tardó más tiempo del debido en acomodar todos los complementos que habían pedido (porque no les daba pena admitirlo, ambos comían un montón).

—Que disfruten la comida —dijo la mesera anciana, les regaló una bella sonrisa y se fue con las bandejas vacías.

     El olor de la comida era atrayente, imposible de ignorar incluso teniendo un nudo en el estómago provocado por las inmensas emociones acumuladas. Empezaron a comer silenciosamente. NamJoon intentado asimilar esa desgarradora y emotiva carta, SeokJin temiendo ser juzgado por cada palabra que leyó.

     Finalmente, luego de unos bocados, NamJoon al fin rompió el incómodo silencio:

—Admiro inmensamente la manera en que amas a tus amigos —le miró con orgullo.

— ¿De verdad? —Le miró incrédulo, refugiándose en su bebida fría para evitar un sonrojo.

—Sí, ten por seguro que ellos harán miles de excepciones por ti. No pueden ser tan malos como para dejarte ir, creo que más bien estás muy aterrado y por eso es casi imposible tener un buen pronóstico, pero yo tengo esperanzas de que al menos ellos acepten lo que te está pasando.

—Tienes razón —suspiró, liberando la presión en su pecho—. Ahora que lo pienso, realmente sí podría estar exagerando las cosas.

—Y no te sientas culpable por reaccionar así, es común que en este tipo de crisis, lo único en lo que puedes pensar es en deshacerte de ti mismo porque sientes que todo se derrumbará sobre tu cabeza. Pero no todo tiene que resultar ser tan malo, ya lo verás.

—Me aferraré a esas palabras por el resto del día para no volver a llorar, realmente quiero disfrutar el tiempo que nos queda antes de regresar a la realidad.

     NamJoon sonrió de orgullo, no podía creerse la inmensa felicidad que le traía ese bello hombre.

—Y sobre lo otro que dijiste sobre mí... —Aquello fue solo un comentario impulsivo, realmente no tenía planeado comentar nada al respecto, pero la curiosidad emergió de la nada.

— ¿Crees que me excedí al hablarles sobre ti?

—No lo sé —suspiró—. Solo quería decirte que me sentí muy halagado por ser tomado en cuenta. Pero no estás obligado a hablarles sobre lo que pasó entre nosotros, solo hazlo si te sientes cómodo.

—Lo haré —tomó la mano de NamJoon y lo miró a los ojos—. Sé que no estoy obligado a dar explicaciones, pero yo quiero que ellos sepan la versión completa.

—De acuerdo —apenado, sonrió y siguió comiendo.

     SeokJin le imitó, saboreando no solo la comida, sino el hermoso momento que estaba viviendo. Después de esos tres caóticos días, ahora la tormenta interior parecía haberse apaciguado para dar paso a una inmensa calma.

     Luego de haber llenado sus barrigas, felices caminaron para presenciar los últimos rayos del sol. Los tonos de naranja y rosa nunca fueron tan tranquilizantes. La fina marea creciente les cubría los pies descalzos cada vez que subía y cuando bajaba, los orificios de los cangrejos escondiéndose llamaban la atención de NamJoon. Era como un pequeño gato acechando un insecto.

— ¿Quieres que atrape uno para ti? —Le preguntó en tono dulce a SeokJin.

—Los vas a molestar, Nam —regañó SeokJin—. Además, hay muchos cerca de las rocas donde nos vamos a instalar, puedes atrapar uno allá...

     Pero NamJoon no quedó satisfecho con la respuesta. Al contrario, pareció frustrarse. De verdad quería escarbar en la arena mojada para conseguir un cangrejo.

—Está bien, ve por uno —SeokJin cedió ante su carita de cachorro regañado.

     La reacción de NamJoon no tenía precio: inmediatamente corrió como niño travieso a perseguir los orificios que la marea acababa de dejar atrás y rápidamente escarbó y escarbó en cada uno, intentando conseguir cualquier pequeño molusco. SeokJin solo se carcajeaba y lo seguía a pasos lentos. Se sentía como si estuviera en una feria y NamJoon estuviera haciendo montones de ridículos esfuerzos para conseguirle el peluche más grande del anaquel de premios, todo con tal de impresionarlo y hacerlo feliz.

     Y era bonito y estaba bien. Si era sincero consigo mismo, extrañaba mucho la sensación de confort que le traían aquellas pequeñas acciones. No quería comparar a NamJoon con JiYong, pero era inevitable porque obviamente NamJoon era mucho mejor. Las cosas que JiYong hacía por SeokJin siempre fueron para alardear de sí mismo y únicamente llenar su propio ego, nunca pensando en si esto o aquello de verdad le iba a gustar a SeokJin.

     Recordando un poco, realmente JiYongi siempre fue un asco de persona, un patán manipulador, una máquina sexual disfrazada de un amoroso caballero que en el fondo era narcisista, sólo eso. Realmente siempre buscó satisfacerse a sí mismo y nunca veló por el bienestar de SeokJin. Independientemente de los escenarios sexuales donde SeokJin quedaba complacido, la personalidad de JiYong era la de un violentador machista que trataba a SeokJin "como mujer" y, por ende, era un misógino de mierda por más gay que fuera. Solo por los rasgos afeminados de SeokJin, ya era merecedor de todo el machismo que JiYong disfrazaba de caballerosidad. ¿Cómo fue que SeokJin aguantó tres años con él? Justo eso se preguntaba mientras observaba la personalidad tierna y juguetona de NamJoon.

     Sí, ese bello chico moreno era mil, un millón, un billón, un trillón de veces mejor que JiYong en todos los aspectos.

— ¡Lo logré! ¡Auch, me pellizcó! —Ese era NamJoon, corriendo todo enamorado hacia SeokJin, con un cangrejo pequeño apresado en la palma de su mano, deseoso por presumirlo.

— ¡No lo creo! —Rió SeokJin, despabilándose de sus pensamientos sobre el pasado—. ¿Cómo lo lograste?

—Fue difícil, estuve a punto de fracturarme un dedo con una piedra enterrada, pero lo conseguí.

     NamJoon abrió la mano y le mostró un pequeño molusco de caparazón rosáceo. Caminaba lento entre sus dedos, mostrándose torpe e inocente al haber sido sacado de su hábitat.

—Es precioso —tendió la mano y NamJoon se lo pasó con mucho cuidado—. Se parece al de tu tatuaje.

—Vamos a regresarlo a su casita —tomó a SeokJin de la cintura, guiándolo con ternura hacia abajo para poner el cangrejito en el suelo.

     Y en un dos por tres, el pequeño molusco se hundió en la arena mojada, dejando una burbujita de agua como única señal de su existencia.

—Te esforzaste tanto para sacarlo y lo soltaste demasiado rápido —se burló SeokJin.

—Es que no pueden pasar mucho tiempo fuera de la arena, una gaviota podría pasar por aquí y llevárselo.

—Eres como un niño explorador —le tomó rápidamente por las manos y los puso de pie a ambos—. Tú también tienes mucho qué mostrarme sobre ti. ¿Qué otras sorpresas tienes guardadas para mí?

— ¿Por qué no vamos a nuestro campamento y lo averiguamos?

     Aquello encendió por completo a SeokJin, era una propuesta que no quería posponer más. No bastaron más que cinco minutos para que ambos fueran a los casilleros rentados, recogieran sus cosas y se apresuraran a llegar a su pequeño rincón.

     Sí, ahí donde las rocas los ocultaban del resto del mundo y podrían tener privacidad, aunque a SeokJin le importara poco tener privacidad.

     Pero por más que SeokJin quisiera desnudarse de inmediato para ofrecerse a NamJoon en bandeja de plata, estaba consciente de que había un campamento por armar.

     Tan rápido como pudo, SeokJin sacó de su bolsa una de las tiendas de dormir y comenzó a armarla, mientras que NamJoon buscaba alrededor por leña seca para armar una pequeña fogata, pues la noche ya estaba a tan solo cinco minutos.

     En poco tiempo, su campamento estuvo armado y perfecto, como si lo hubiera hecho un par de expertos. Y SeokJin, pensando siempre con su suelo pélvico, fijó en el suelo una manta con ayuda de algunas piedras. Esa manta estaba destinada a una sola cosa y NamJoon lo supo desde que lo vio tan dedicado en acomodarla y que no quedara encima un solo grano de arena.

     Ambos se sentaron frente a la fogata, contemplando el cielo que acababa de tornarse oscuro. La noche estrellada los envolvía, al igual que la suave brisa salada y el sonido de las olas arrastrándose hasta la orilla.

—Oficialmente ya podemos llamarnos niños Scouts —rió SeokJin, abriendo la bolsa de malvaviscos—. Ya veo que esas sorpresitas en realidad eran habilidades para encender fuego de la nada.

— ¿Qué creías? ¿Que yo iba a sacar el kamasutra de mi bolsillo?

—Discúlpame por siempre pensar en porquerías, es tu culpa por ser tan sexy.

— ¡Jinnie! —NamJoon se avergonzó, irremediablemente cayó en el regazo de SeokJin para tapar su rostro ruborizado.

—Ven aquí, niño vergonzoso —SeokJin le levantó muy a la fuerza y le mostró el malvavisco quemado que era atravesado por una brocheta.

—Eso se ve rico —pero NamJoon no estaba mirando el dulce tostado, sino los labios de SeokJin que se acercaban para comerlo.

— ¿Lo compartimos? —Propuso y le pasó la lengua a la cubierta quemada.

     Aquella fue la propuesta más caliente que NamJoon había visto en su vida, porque no solo era la cara lujuriosa de SeokJin, sino su lengua de fuera invitándolo a ser partícipe de su sucio juego.

     Lentamente, se acercó al otro extremo del dulce, acortado la distancia entre sus rostros. El malvavisco era pegajoso y estaba caliente, pero eso no impidió que ambos lo deshicieran a pesar de que corrían riesgo de quemarse con el metal de la brocheta. Total, calientes ya estaban.

     El malvavisco tardó poco en quedar pequeñísimo, solo una pequeña parte del centro no estaba derretida. NamJoon no sabía qué hacer, ya que solo rozaron sus labios un par de veces mientras se comían en dulce y se miraban a los ojos de manera provocativa, pero gracias al cielo SeokJin era un lascivo y sabía exactamente cómo actuar. Con sus dientes, desprendió el resto del malvavisco y tiró la brocheta en el suelo. Y así de rápido, atacó a NamJoon con besos dulces y pegajosos, calientes y húmedos, sugerentes, lascivos, sexys... el dulce rosado se derritió pasando de boca en boca, hasta que lo único que podían saborear era la saliva del otro.

     Con respiraciones exaltadas, se tocaron mutuamente en busca de ultrajar la piel del otro. NamJoon no sabía lo mucho que podía desear tocar el cuerpo de alguien, hasta que conoció a SeokJin. Mucho tiempo atrás él había deseado cuerpos, los había tocado, lamido y follado, pero jamás se sintieron como SeokJin.

     SeokJin era tan voraz como delicado. Sabía exactamente en qué puntos presionar para provocar, pero su sutileza a veces rozaba la pasividad: una pasividad peligrosa, embriagante, capaz de detonar en NamJoon toda la poderosa química de su cuerpo al grado de levantarle una erección dolorosa.

     Y era justo lo que SeokJin estaba haciendo: de manera sutil y entre besos y caricias, arrastró a NamJoon hasta el extraño "nido" que creó para hacerlo suyo una vez más.

—Voy a montarte, NamJoon —con una ávida determinación, se sentó sobre la pelvis del nombrado y no tardó mucho en empezar a frotarse contra la enorme erección que él mismo provocó con todos sus coqueteos.

     NamJoon solo estaba perplejo y dócil. Tragó saliva y asintió, echó su cabeza hacia atrás y disfrutó del roce que, poco a poco, le subía la temperatura y las ganas de desnudarse.

—Dime una cosa, NamJoon —jadeó SeokJin y detuvo el frote de sus caderas, atrayendo la mirada de NamJoon hacia él.

— ¿Qué cosa? —La desilusión se dibujó en su rostro, pero casi de inmediato el interés regresó cuando la perversión brilló en los ojos de SeokJin.

—Si alguien, por motivos azarosos, de pronto se acercara aquí, digamos a orinar en la vía pública porque está muy borracho y viene de una fiesta... ¿Con qué cantidad de ropa preferirías que nos encontraran follando?

— ¿Hablas en serio?

—Yo siempre hablo en serio —y le torturó alejándose por completo, se arrodilló junto a NamJoon y esperó la respuesta.

—Bueno... —dudó y se rascó un poco la cabeza—. No me gustaría que nadie te viera desnudo, solo yo.

— ¿Me vas a coger con la ropa puesta? —Se lamió el labio inferior y, a modo de una sucia provocación, empezó a masturbarse por encima de sus pantalones.

—Tal vez podrías dejarte solo los pantalones, si quieres—ante la maldita imagen de SeokJin masturbándose, él se hincó frente a él y pasó ambas manos por esos muslos que le fascinaban.

— ¿Y a ti cómo te gustaría que te encontraran?

—Totalmente vestido —respondió sin dudar—. Mi pene estará dentro de ti, así que me sentiría menos incómodo.

—Me agrada —sonrió y se quitó descaradamente la camiseta—. Pero como a mí no me importa tanto, me dejaré solo la ropa interior.

—E... Está bien —tragó saliva nuevamente, ese hombre ya lo había enloquecido desde la primera vez.

     Las prendas de SeokJin volaron peligrosamente cerca del fuego, probablemente se quemarían si el viento hacía alguna travesura, pero poco le importaba porque toda su atención estaba centrada en NamJoon y en la morbosa idea de hacerlo al aire libre.

     Quedó solo presumiendo sus calzoncillos blancos. NamJoon sintió celos del cielo entero porque la erección del chico casi saltaba de su escondite, el par de joyas que cargaba por piernas se mostraban descaradamente. ¡Y ni hablar de sus preciosos hombros! ¡Su majestuosa espalda, esos exquisitos y erectos botones de bronce que le adornaban el pecho!

     NamJoon lo quería para él solo en ese momento, así que tuvo que ignorar la incomodidad de estar a la intemperie y simplemente lo invitó a sentarse sobre él. SeokJin se acomodó sobre NamJoon dio inicio al beso más apasionado que se habían dado en esos cortos días. Había tanto deseo impregnado en él, casi era tangible la necesidad de absorberlo a puros lengüetazos y chupetones.

     Y NamJoon no se quedaba atrás, pues dejó el recorrido libre a sus manos, dispuesto a capturar con ellas cada deliciosa y perfecta curva que el cuerpo de SeokJin presumía.

     El de arriba no tardó en gemir gustoso de las caricias que en su cuerpo se pintaban. Esas varoniles manos deambularon hábilmente, apretando, rasguñando, acariciando y amando sin restricciones, pues SeokJin no tenía un solo lugar en el cuerpo que estuviera prohibido, se dejaba manosear por todas partes y cada fragmento de piel era un motivo para hacerlo gemir de maneras distintas.

—Vamos, sácate el miembro, lo he estado deseando todo el día —jadeó SeokJin. Posó sus manos sobre los hombros de su casi novio y esperó a que la torpeza de este le diera para desabrochar ese pantalón y sacar ese maravilloso pene que tanto le fascinaba.

     Pero al notar tal lentitud, SeokJin aprovechó para ir adentro de la tienda de acampar. Sacó de la mochila los condones y el lubricante. Al regresar, se encontró con una sorpresa que casi lo deja boquiabierto.

—Creí que te dejarías toda la ropa —sonrió lúbrico, aproximándose para deleitarse con la casi desnudez de NamJoon.

—Bueno, siempre se puede cambiar de idea —y con enorme descaro, bajó su mano hacia su pene descubierto, llamando con lascivia a SeokJin.

—Eres un copión —rió travieso y regresó a su lugar sobre NamJoon—. Al menos te hubieras dejado la camisa abierta, pero me agrada que estés solo en ropa interior.

—Es que tú me provocas a hacer cosas que jamás en mi vida creí que haría —habló con voz profunda, al igual que su mirada clavada en la de SeokJin. Se mordió su grueso labio inferior, tan incitador como podía, pues no estaba acostumbrado a actuar sexy.

—Bueno, creo que con eso estamos a mano —le guiñó el ojo e inmediatamente atacó su boca con nuevos y ruidosos besos.

     NamJoon reanudó las caricias, pero esta vez sacó el miembro de SeokJin, dándole la oportunidad de sentir más placer con sus dulces bombeos.

—Prepárame, NamJoon —le pidió entre el beso y, muy torpemente, acercó el lubricante.

— ¿Importa si te ensucio la ropa interior?

—NamJoon, estamos al aire libre, nada importa realmente, salvo no ser descubiertos —se recostó sobre la curvatura de aquel bronceado hombro y esperó.

     Los movimientos fueron casi desacertados porque NamJoon estaba nervioso y no sabía ocultarlo. Sin embargo, logró empapar de lubricante sus dedos. Movió hacia un lado la ropa interior de SeokJin y le llenó de humedad la línea media de su exquisito trasero.

     Al meter un solo dedo, el de arriba reaccionó con una mordida en el cuello y un gemido agudo. Con dos dedos adentro, regresó a comerle la boca a NamJoon y movía sus caderas erráticamente en un intento de frotarse y follarse con esos dedos al mismo tiempo. Y al llegar a tres dedos, empezó a rogar por el pene de NamJoon. No podía soportar ni un minuto más sin tenerlo dentro, cosa que excitó enormemente a NamJoon.

     Ni siquiera hubo un intercambio de palabras en el lapso que SeokJin utilizó para colocarle el condón a NamJoon. Era lo divertido de estar a la intemperie: el placer dependía totalmente de la prisa. NamJoon empezaba a disfrutar esa descabellada idea, especialmente cuando escuchó a lo lejos que una fiesta daba comienzo en una cabaña no muy lejos de ahí.

—Voy a gemir demasiado alto porque me encanta follar en esta posición —le dijo apresuradamente, colocándose el pene de NamJoon entre las nalgas—. Tendrás que taparme la boca si no quieres que nadie venga a ver qué está pasando.

— ¿De verdad puedo hacer eso? —Pregunta tonta, porque SeokJin siempre hablaba en serio con esas cosas. ¿Por qué no has aprendido eso todavía, dulce e ingenuo NamJoon?

—Sí —contestó sin más.

     Y así de rápido, rodeó a NamJoon con ambas piernas, se abrazó de él por el cuello y fue bajando su cadera para permitir que toda la masculinidad de aquel bello hombre le penetrara.

     Por algo esa posición era su favorita: tenía el poder. Podía manejar al de abajo a su gusto y él mismo podía moverse para dar en su punto dulce tantas veces como le pegara la gana.

     La hombría de NamJoon le llenó exitosamente, quedando peligrosamente cerca de su próstata. Tomó al hombre de sus hebras violetas, se escondió en el cuello de este y comenzó la danza ondulante de sus caderas. Era tan hábil y perverso, no había nada que SeokJin pudiera hacer tan bien como moverse para provocar.

—Aahh, Jinnie~ —gimió NamJon contra el pecho de SeokJin, le tomó por las piernas y nuevamente dejó sus manos vagar por ese precioso cuerpo.

—Me fascinas, Nam, podría montarte toda la noche —le susurró al oído, seguido de montones de besos y mordidas en el lóbulo de la oreja. Sin querer, SeokJin dio en un punto sensible y provocó en NamJoon montones de gemidos.

     Y mientras más segundos pasaban, el volumen de la voz de SeokJin iba en aumento, así que NamJoon tuvo que taparle la boca mientras que con la otra mano, le apretaba uno de sus muslos, siguiendo con su mano el ritmo acelerado de esas sagaces caderas que pasaron de movimientos ondulantes, a saltos casi violentos y ruidosos.

     NamJoon podía ocultar sus gemidos en el pecho de SeokJin, pero solo la mano de él podía acallar los productos del enorme placer que el de arriba estaba sintiendo, casi llorando en cada embestida que él mismo provocaba, deleitándose en cada salto que pegaba justo en su interior sensible.

     Ambos estaban al borde, el pene de SeokJin estaba rojo de necesidad y el de NamJoon solo necesitaba un par de apretones de distancia para correrse.

     Y para la suerte de ambos, se escucharon unas voces cercanas, el escándalo de la fiesta parecía haberse extendido cerca de ellos.

—Más rápido, Jinnie, nos van a descubrir —le provocó, apretando cada músculo de su cuerpo debido a la adrenalina corriente que le provocó el temor a ser descubierto.

     SeokJin también sudaba debido a la situación, pero su excitación solo iba en aumento. NamJoon le ayudó masturbándolo, pero la velocidad de sus embestidas era tal que el de abajo no podía seguirle el ritmo y solo dejó su mano apretada ahí, permitiendo que él se complaciera a su gusto.

     El sonido de unos pasos corriendo de pronto se hizo presente, también algunas risas...

—Más, más... —NamJoon le mordió el cuello para calmar la ansiedad y luego de unos segundos, SeokJin se corrió en el interior de su mano, causando que su recto se contrajera deliciosamente, acelerándole así el orgasmo al de abajo.

     SeokJin pudo sentir dentro de sí las palpitaciones propias de un orgasmo masculino, pero lo que pasaba afuera era mejor: NamJoon viviendo su clímax al rojo vivo, abrazándose fuerte contra el cuerpo sudoroso de SeokJin, jadeando embelesado por lo intensa que fue su liberación.

—Corre, alguien viene —SeokJin rió como niño travieso y se quitó de encima. Jaló a NamJoon de la mano y ambos se encerraron con torpeza adentro de su tienda de acampar.

     NamJoon aún tenía puesto el condón repleto de semen, su cabello era un desastre por todas las travesuras que un lujurioso SeokJin había hecho, era tierno si lo pensaban bien.

     SeokJin ayudó quitándole el condón con cuidado. Lo anudó y lo dejó de lado para prestar atención a lo que más le importaba en ese momento: buscar los mimos de NamJoon.

—Gracias —sonrió acurrucado en el bronceado pecho. Fue envuelto por unos amables brazos que lo invitaron a recostarse encima de la bolsa de dormir. Pensaron que sería incómodo por ser individual, pero encajaban muy bien en ella.

—Gracias a ti —le besó por encima de sus castaños y sudados cabellos—. Eso fue divertido, se sintió muy diferente a cuando lo hemos hecho en una habitación.

—Lo sé, la sensación es diferente, dicen que es parecida a la del voyerismo, pero eso no me gusta, así que no puedo compararlo con nada, simplemente fue fascinante.

— ¿Crees que algún voyerista nos haya visto hoy?

—No estamos exentos —rió travieso—. Pero de ser así, espero que haya sido lo más caliente que ha visto en su vida y se haya corrido mejor que nunca.

—Jinnie, quiero pedirte algo —habló casi con seriedad. Aquello atrajo la mirada asustada de SeokJin.

—Dime...

—Cuando volvamos a Seúl... —oh no, ¿por qué la diversión tuvo que acabarse así? —. ¿Te gustaría tener una cita conmigo?

     Bueno, tal vez exageró con lo de la diversión arruinada, NamJoon también podía ser aterradoramente serio a veces.

—Solo si me llevas a ese bistro japonés que está en el centro de la ciudad, no aceptaré una cita si no es ahí —rió fanfarrón.

—Te llevaré a donde tú quieras —dócilmente, le tomó las manos para besarlas. Eso apenó un poco a SeokJin.

     Realmente él no era tan quisquilloso como parecía, solo le gustaba aparentar de vez en cuando, los aires de superioridad eran solo una faceta que ocultaba su lado más simple, ese que se complacía tan solo con unos chocolates o un abrazo por la espalda.

—No seas bobo —le tomó por los cachetes y se acercó a sus labios—. Estoy bromeando, yo soy feliz incluso con un paseo por el río Han y un helado. ¿Te parece bien esa idea para nuestra primera cita?

—Claro, me encanta pasear por el río Han —asintió sonriente.

     Toda la felicidad flotante no les cabía en una sola sonrisa. Necesitaban más que un abrazo para poder demostrar lo bien que se sentía estar cerca del otro.

     Esa noche durmieron acurrucados a pesar del calor. Poco les importó la ropa que tiraron cerca de la fogata, todo lo verdaderamente valioso estaba dentro de esa tienda de campaña.

     Tal vez, en medio de la noche, alguno de los dos se despertó debido a pensamientos perturbadores. Tal vez se preguntaron si eso era amor de verdad o solo un amorío de verano que se desvanecería en cuanto ambos llegaran a Seúl. Tal vez alguno de los dos, si no es que ambos, tuvo miedo de lo que pasaría al siguiente día, tal vez querían desistir antes de entregar su corazón con el riesgo de salir lastimados.

     Tal vez...

     Pero todas esas dudas, si bien era importante tomarlas en cuenta, se desvanecían con tan solo ver la cara durmiente del otro, en completa paz y armonía, probablemente soñando con una plácida vida ideal juntos.

     Ya solo quedaba esperar a que la bomba explotara al siguiente día y entonces podrían recoger los restos e intentar formar una verdadera relación.






[♦]




Ay, me pasé de cursi xd

Nos acercamos al final DE ESTE VOLUMEN. Recuerda que vienen dos más, YoonMin y VKook, así que sígueme para que te llegue la notificación.

Espero que quien sea que esté leyendo esta cosa, sea de su agrado y lo pase a sus amiguis que también gusten de leer porquerías uwu

Gracias por estar aquí, cuídate, no salgas de casa si estás en cuarentena, come y duerme bien, no quiero que te de la coronavirusasion.

Un beso en las pompitas desinfectadas con gel 70% alcohol,

AgustDina

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