IV: Miércoles (parte 1)

     La lluvia estruendosa del verano despertó a SeokJin a eso de las siete de la mañana.

     ¿Cuánto tiempo habían dormido? No sabía, pero no importaba porque ambos habían pasado una noche maravillosa.

     Abrazándose mutuamente, durmiendo y siendo compasivos el uno con el otro.

     SeokJin jamás imaginó que pasaría parte de sus vacaciones consolando a una pobre alma en pena y que él también terminaría descubriendo que necesitaba cambiar de rumbo con urgencia, incluso si eso significaba separarse de sus amigos...

     ¡SUS AMIGOS!

     JiMin y JungKook seguro debían estar preocupados. Por primera vez, le importó mandarles un mensaje, así que se levantó cuidadosamente, evitando mover al durmiente NamJoon, y tomó el cargador para huéspedes que había en un cajón.

     A penas el teléfono encendió, abrió el chat y ahí estaban ellos, mandando memes estúpidos (como era de esperarse), mandando sus ubicaciones y preguntando por él. Había llamadas perdidas y montones de mensajes. Para su sorpresa, había mensajes también de su padre reclamando desesperadamente una respuesta. Aquellos mensajes le hicieron pensar a SeokJin que, al menos por un segundo, su padre se preocupaba por él de verdad como lo haría cualquier padre amoroso. Pero todo el rencor y las barreras borraron ese atisbo de posible cariño que él pudiera sentir por su padre.

     De forma rápida, respondió que se había quedado sin batería y había olvidado su cargador en Seúl. Ni siquiera esperó respuesta de ellos, simplemente salió de la aplicación de mensajes y fue directo a la del banco.

     Sus cuentas estaban intactas, no había movimientos ni alertas de seguridad, todo bien. ¿Para qué esas locas se habían molestado en robarle si no iban a sacar provecho de su travesura?

—Cuarteto de zorras inútiles —susurró de forma despectiva. Luego hizo una llamada rápida al banco para reportar como robadas sus tarjetas, todo se solucionó rápidamente y ya no tendría que ir a Ilsan a rogar por ayuda, porque fácilmente podía hacer retiros en cualquier cajero sin necesidad de las tarjetas, solo necesitaba la autorización desde su teléfono y ya, tendría dinero para sobrevivir hasta su regreso. Eso le había aminorado una gran carga, pues también podría retribuir la ayuda de NamJoon más rápido.

     Bloqueó su teléfono, lo dejó cargar y regresó al lado de la suite donde estaba la cama.

     Miró a NamJoon dormir desde el marco de la entrada y sonrió, soltó un suspiro y de pronto se dio cuenta de que aquello que sentía era cariño.

     ¿Cómo fue que pudo encariñarse tan rápido de una persona?

     Con JiYong había pasado algo similar, pero no de forma tan express.

     Se lo topó en una exposición temporal Coco Chanel que se había instalado en el centro de Seúl. Estaba admirando una foto de la gran modista cuando cruzaron miradas, fue un chispazo repentino, una voz que les dijo a ambos al mismo tiempo "ve y háblale, parece un buen tipo". Y aquel rápido e impulsivo acto los llevó a tener una primera cita que, por pretenciosa y ridícula que pareciera, fue en un salón de belleza, donde ambos fueron a cambiar su color de cabello. Ahí fue donde SeokJin se sintió perdidamente enamorado, pues el arcoíris le quedaba tan bien a JiYong. Y ahí fue donde JiYong se sintió perdidamente enamorado, pues el rubio quedaba tan bien a SeokJin.

     Después de dos semanas, se confesaron sus sentimientos y decidieron ser novios, pero aquello no agradó para nada a los padres de SeokJin, ya que era la primera vez que se presentaba ante ellos abiertamente homosexual. Solo tenía dieciocho años entonces, por lo que las reprimendas fueron duras, pero a él no le importó y continuó siendo novio de JiYong por tres largos años y en secreto. Con él aprendió todo lo que debía aprender sobre sexo. JiYong era, en ese entonces, un chico de veintitrés años con una vida sexual bastante activa y con mucho para enseñar. Y en los tres años que estuvieron juntos, probaron miles de cosas y confiaban tanto el uno en el otro, que muchos tuvieron que aceptar la relación e incluso llegaron a pensar que en algún momento se unirían en un matrimonio simbólico.

     Pero luego todo se fue a la mierda cuando JiYong confesó aquello...

—Deja de pensar en eso, idiota —se dijo SeokJin en voz baja, despabilando su mente de aquellos malos recuerdos.

     Por una vez, decidió que no le importaría más aquel asunto. Le quedaban solo dos días de viaje y quería aprovecharlos al máximo, incluso si en el itinerario había un funeral.

     Fue entonces que se encendió en él esa vivacidad coqueta que tanto lo caracterizaba cuando antaño se sentía seguro de sí mismo. Luego de tanto tiempo reservándose incluso el coqueteo por puros miedos, iría tras el sexo que tanto añoraba secretamente, pero no necesariamente porque le urgiera cumplir su apuesta, claro que no. De verdad le gustaba NamJoon, no cabían más dudas al respecto. Y si no lo iba a volver a ver luego de aquello, lo mejor era aprovechar, así que puso manos a la obra.

     NamJoon tenía un sueño demasiado profundo, por lo que no notó nada de lo que SeokJin hizo.

     Llamó a la recepción y pidió que le subieran una variedad de platillos para el desayuno, incluyendo cosas dulces y saladas. También pidió condones y lubricante, aunque aquello desconcertó un poco a la recepcionista y le dijo "esto no es un motel, pero puedo hacer una excepción". Mientras el servicio a la habitación llegaba, SeokJin hurgó en la maleta de NamJoon para buscar alguna prenda de él que pudiera usar para seducirlo.

     Y entre su intromisión, encontró algo que le encendió las mejillas: una cámara.

     Pensó en un montón de cosas que podrían hacer con ella, pero sintió que estaba inmiscuyéndose demasiado. Así que, por pura culpabilidad, regresó el aparato a su lugar y siguió buscando entre la ropa de NamJoon.

     Sentía que se aprovechaba de la vulnerabilidad de NamJoon, pero intentó reprimir ese malestar con el pensamiento de era momento de vivir un día a la vez, sin remordimientos; así que simplemente se dejó llevar. Habían pasado la noche juntos, abrazados, y además NamJoon tenía bien definida su sexualidad y el gusto por las piernas de SeokJin. ¿Qué podría salir mal, entonces? Su plan para disfrutar del resto del viaje era propenso a cualquier tipo de falla, pero no pasaba nada si lo intentaba. Ya nada le importaba.

     Encontró, entre tanta ropa negra, una camisa blanca algo larga que seguro le quedaba por debajo de los muslos. No lo pensó dos veces. Se desvistió, quedando solo en ropa interior, y se colocó la camisa. A pesar de la lluvia, seguía haciendo calor y le sentaba muy bien esa prenda ligera y fresca.

     Alguien tocó la puerta, anunciando la llegada del desayuno. Era temprano, así que probablemente podrían disfrutar de una linda mañana antes de marcharse al funeral.

—Buenos días, le traigo su pedido, señor Kim —le dijo el chico con una gran sonrisa—. Ayer pidieron servicio a la habitación también. ¿Me permite llevarme los platos sucios?

—Adelante, joven —SeokJin le guiñó y abrió la puerta para cederle el paso—. Solo no haga ruido, quiero ser yo quien despierte a NamJoon.

— ¿Pasaron una noche cómoda? —Preguntó el chico mientras se llevaba el carrito de la noche anterior y dejaba el nuevo.

—No tienes por qué preguntar eso —le respondió SeokJin con cierta agresividad—. Pero sí, pasamos una linda noche. ¿Te puedes retirar ya? Estás haciendo mucho ruido.

—Claro, discúlpeme, señor Kim —el joven se sonrojó y se apresuró a salir de la habitación con los platos sucios en el carrito.

     Y una vez a solas nuevamente, SeokJin se metió en su papel de hombre seductor.

—NamJoon —le susurró, acercándose poco a poco a la orilla de la cama.

     Al ver que no respondía, destapó un poco el torso de aquel bello hombre y contorneó el moreno rostro con dos de sus dedos. Su piel era suave, cálida y aún olía al perfume del día anterior.

— ¿SeokJin? —Respondió de forma adormilada—. ¿Qué hora es?

—Son las siete y media —dijo con voz suave y calmada—. ¿A qué hora debemos estar en el funeral?

—A las cinco de la tarde.

—Muy bien, entonces tenemos tiempo —se acercó un poco a NamJoon. Sin pedirle permiso, le dio un ligero beso en la mejilla.

— ¿Tiempo para qué? —NamJoon finalmente abrió por completo sus ojos y lo que vio logró encender varios puntos sensibles en su cuerpo—. ¿Esa es mi camisa?

—Sí, tenía mucho calor y necesitaba ponerme algo ligero. ¿Te molesta que la use? —Coquetamente, paseó una de sus manos por el hombro de NamJoon.

     No sabía cómo fue que nació esa confianza de tocar sin pedir permiso, pero a ambos les gustaba, no era algo que tuvieran ganas de discutir porque era mutuo.

—Para nada, te queda muy bien. ¿No traes pantalones cortos debajo? —Se sentó en la cama y tomó la mano de SeokJin entre las suyas. Observó y casi se le cae la mandíbula. Las piernas de SeokJin estaban al descubierto, esculturales, largas, perfectas.

—No, solo mi ropa interior, tengo mucho calor —coqueteó una vez más—. Pedí algo de comida, hay que empezar bien el día aunque más tarde habrá tragos amargos.

—Contigo a mi lado hoy, podré soportarlos —sonrió NamJoon—. Gracias por lo de anoche, no tienes idea de lo bien que me sentaron esos mimos y caricias. Tenía mucho tiempo que no...

—... que no compenetrabas de esa forma con alguien —completó SeokJin y aquello dejó a NamJoon boquiabierto.

—Así es. ¿Cómo...?

—Yo también tengo tiempo sin vivir algo así. Y no solo en cuestión de pareja, realmente no recuerdo la última vez que sentí un... —le apenaba decirlo, esperaba que NamJoon le completara la frase, pero no fue así—... un cariño tan seguro y reconfortante. Suena muy tonto, sé que no es posible sentir cariño por alguien que acabas de conocer, pero es la forma en que puedo explicarlo.

—Entonces somos tontos los dos —rió NamJoon—. ¿Qué pediste para desayunar?

—De todo un poco, hay huevos, dos tipos de sopa, arroz blanco, frutas, waffles, mermelada y café —NamJoon se sorprendió un poco al ver todo lo que había en la pequeña mesa móvil, así que SeokJin se explicó: —Ya recuperé mis cuentas, están intactas y puedo sacar dinero sin necesidad de usar las tarjetas, así que yo pagaré, no te preocupes. Te noto un poco sorprendido, puede que me haya excedido un poco con todo lo que pedí...

—No, no es el dinero lo que me preocupa, SeokJin —corrigió NamJoon—. Sino esas otras cosas que están en la mesa —y señaló una de las esquinas, donde estaban los condones y el lubricante.

—Oh... —se sonrojó y cruzó sus brazos—. ¿Muy atrevido de mi parte? Lo siento, puede que haya malinterpretado todo...

— ¿Quieres que sea yo? —Preguntó enarcando una ceja.

— ¿De qué hablas? —Se quedó un poco desconcertado.

—De la apuesta —respondió con aires de inseguridad—. ¿Quieres que sea yo el hombre que te ayude a ganar la apuesta con tus amigos?

—No es así, no es lo que piensas —suspiró, sintió que la había cagado—. Ayer decidí abandonar esa parte de mi vida, ya estoy harto de seguir aparentando algo que no soy. Esto no es por esa estúpida apuesta, es simplemente porque me gustaste mucho y probablemente no te volveré a ver cuando este viaje acabe, quería que la pasáramos bien...

— ¿Entonces solo te quieres acostar conmigo por gusto, para agregarme a la lista de experiencias nuevas que adquiriste en tu viaje?

—Lo siento —se encogió sobre sí mismo y evitó la mirada de NamJoon—. Me iré ya si te sientes incómodo, no debí haber pensado que tú querrías estar conmigo de esa forma.

—Hey, tranquilo —su voz se suavizó y tomó las manos de SeokJin, quien no levantó la mirada ni un segundo—. Perdón si soné mal, pero es que estoy un poco sorprendido de que te sientas atraído por mí. No es algo que me pase muy seguido.

— ¿Entonces no estás molesto por mi promiscuidad? —Le miró de soslayo e intentó sonreír, pero estaba muy apenado.

—No, solo sorprendido y muy halagado, SeokJin —con delicadeza, levantó el rostro de SeokJin hacia él—. Me apena confesarte esto, pero para mí eres un hombre hermoso y también me sentí atraído por ti desde que te subiste a mi auto. Estoy encantado con la idea de tener sexo contigo, pero antes debes saber algo importante.

— ¿Me vas a decir que tienes pareja o algo así? —Intentó bromear, pero seguía sintiéndose nervioso.

—No —rió NamJoon—. Es que tengo VIH.

     Entonces, SeokJin quedó en shock.

     Montones de recuerdos se reavivaron instantáneamente, trayendo al presente todo ese odio, rencor, miedo...

No podemos estar juntos nunca más, SeokJin.

No me hagas esto, JiYong. ¿Yo que te hice para que me termines de esta forma?

Si te lo digo, no me vas a creer o me odiarás, es mejor que no sepas.

¿Tienes a alguien más? ¿Es eso?

SeokJin, comprende, no te puedo contar...

¡CONFIESA DE UNA VEZ, MIERDA!

¡ME SALIÓ POSITIVA LA PRUEBA DEL VIH!

¿Qué?

Lo que escuchaste, tengo VIH.

¿Y por qué quieres dejarme, JiYong? ¿Solo por eso?

No solo por eso comenzó a llorar al igual que SeokJin—. Te fui infiel y esa persona me contagió.

Silencio. Ensordecedor y temible silencio.

¿Hace cuánto? Preguntó SeokJin, dolido hasta la médula.

Tal vez unos tres meses, fue en una fiesta a la que no asististe porque estabas enfermo. Esa persona volvió a contactarme para decirme que tenía VIH y que yo me hiciera una prueba por si las dudas, y pues...

E-Eso significa que yo también...

Hazte una prueba, SeokJin. Estás a tiempo, si te tratas ahora podrás tener una buena calidad de vida.

No comprendo se quedó mirando a la nada—. ¿Por qué me dejas? Es decir, no puedo perdonarte tan fácil una infidelidad, ¿pero por qué dejarme solo por el VIH?

No puedo perdonarme lo que te hice, SeokJin. No puedo estar contigo sabiendo que te condené a una muerte inminente.

Pero no sabemos si lo tengo intentó excusarse—. Siempre hemos usado condón, además podría ser inmune, una de cada doscientas personas lo es...

Haya probabilidad de inmunidad o no, de todas formas no puedo con este peso. Lo lamento mucho, SeokJin. Sé que te prometí que estaríamos juntos por siempre y enfrentaríamos todo, pero esto me está sobrepasando. Hazte una prueba, pero no me busques porque no voy a responder llamadas ni mensajes, puede que me vaya del país...

¡ERES UN COBARDE DE MIERDA, JIYONG! Gritó con despecho—. ¡ESPERO QUE TE VAYAS AL INFIERNO POR COBARDE!

— ¿Jin? —NamJoon lo movió un poco—. ¿Estás bien?

—No, no estoy bien —respondió de forma monótona—. De pronto pensé en muchas cosas...

—Entenderé si te arrepientes de querer tener sexo conmigo, también por eso es que la gente me rechaza a veces y estoy acostumbrado a eso. Pero es algo que tenías que saber, dadas las circunstancias. No puedo engañar a las personas haciéndoles creer que no tengo nada, no soy así de idiota. SeokJin... ¿Qué pasa? Pareces al borde del llanto.

—E-Es que... —entonces comenzó su llanto tenue—. Es que... p-puede que yo también lo tenga...

— ¿Cómo? ¿Nunca te has hecho una prueba?

—No —cubrió su rostro y se recostó en el regazo de NamJoon sin pena alguna—. Me da mucho miedo hacérmela, NamJoon. Todo cambiaría para mí si tengo el virus, si ya mi vida es un chiste, tener VIH sería la gota que derramará el vaso.

— ¿Hace cuánto que sospechas? —Preguntó NamJoon mientras le brindaba consuelo.

—Tres años —respondió con mucha vergüenza—. Mi último y único novio se contagió cuando me fue infiel, por eso fue que me dejó y me dijo que me hiciera la prueba también, pero he tenido tanto miedo que he preferido ignorarlo. Me ha funcionado, pero a veces tengo días tan malos que lloro por eso y, aunque he querido ir al laboratorio, me sigo negando a aceptar que tal vez pueda salir positivo.

—SeokJin, eso es grave —le advirtió NamJoon—. Si llegaras a ser portador, debes empezar un tratamiento cuanto antes que te dará una esperanza de vida más larga.

— ¡Pero todos van a rechazarme! —La rabia le carcomía el corazón—. Tendré que decirles a mis padres porque ese tratamiento no es nada barato. Mi padre seguro me deshereda, empezarán a correr la voz y nadie va a quererme más... No quiero pensar en lo que pasará si JiMin y JungKook se enteran...

—Entiendo eso, Jin —suspiró mientras le acariciaba la espalda—. También viví eso, desde que estaba en el orfanato...

— ¿Qué? —Se levantó de pronto y encaró a NamJoon—. ¿Cómo que desde el orfanato? ¿No tenías trece años?

—Bueno, ahora va otra historia trágica —NamJoon le tomó las manos y se acercó a él—. ¿Quieres saber la verdad sobre mí? —SeokJin asintió. NamJoon, por su parte, reunió todas sus fuerzas y se lo contó todo: —Mi madre tenía VIH, mi padre se lo contagió cuando yo tenía diez años y después nos abandonó. Ella empezó a tratarse pero la depresión la derrumbó por completo. Dejó el tratamiento y empezó a consumir heroína. Primero una vez a la semana, luego dos, luego a diario, luego agregó dos o tres drogas más, hasta llegar al grado en que yo ya no podía mantener una conversación con ella. Yo llegaba a diario del colegio con la sangre helada, temía abrir la puerta y encontrarla ahogada con su propio vómito. Con el paso de los meses, me fui aislando en mí mismo porque sufría violencia pero no podía contarle a nadie porque mi madre era lo único que tenía en este mundo. Nunca hablé a pesar de que me golpeaba y me amenazaba de muerte casi a diario cuando estaba medio lúcida. Pronto, ella ya no hacía más que drogarse y entonces dejó de pagar mis estudios, me tuve que poner a trabajar a los doce años para poder entrar a la secundaria y lo logré, pero eso la hizo enfurecer, ya que yo llegaba a casa hasta las diez de la noche debido al trabajo. Ella me odiaba y me rechazaba por razones que yo desconocía, pero yo decidí no desistir ni permitir que eso me perjudicara los planes a futuro, yo siempre quise estudiar para llegar a ser alguien en la vida. Y todo cambió para mí esa noche: llegué a las once porque en el mercado donde yo empacaba hubo inventario y yo debía estar presente. Cuando entré a casa, ella estaba en el sillón esperándome y frente a ella había cocaína esparcida por la mesa y tenía un poco de la nariz. Estaba hecha un desastre, más drogada que de costumbre, con la mirada perdida. Se levantó insultándome y gritándome, diciéndome que yo la estaba abandonando al igual que mi padre. Estaba tan enfadada conmigo que tomó una jeringa usada y me la enterró en el brazo. "Ahora vas a saber lo que se siente sufrir como yo", dijo y luego empezó a golpearme como una loca y yo lloraba pidiendo auxilio, definitivamente no quería morir a golpes esa noche. Rápidamente los vecinos me escucharon y llamaron a la policía; cuando llegaron, arrestaron a mi mamá por posesión de drogas y maltrato infantil, luego a mí me llevaron al orfanato donde me dieron educación y atención médica por un tiempo. Ahí me detectaron el VIH, pero no podían darme tratamiento porque era demasiado caro y el seguro no lo cubría. Creí que estaba condenado y que mi vida no duraría tanto como yo esperaba, estuve a un pelo de rana calva de caer en depresión cuando me explicaron qué pasaría conmigo cuando el SIDA me atacara. Estaba desahuciado, pero luego ocurrió un milagro: un adorable hombre llamado Kim Kwan llegó a sacarme de ahí, me adoptó como su hijo y me dio su apellido. Él sabía bien que yo tenía VIH y de todas formas me acogió a pesar de que los trabajadores sociales querían impedirlo, no me consideraban un buen candidato para adopción porque ellos decían que yo "no duraría, no valdría la pena". Pero él pasó por encima de ellos y me llevó con él. Me dio amor, esperanzas y literalmente me dio años de vida. Luego de un par de años de mi adopción, se casó su novio Roberto, al que siempre reconocí como un padre desde que lo conocí, luego me convertí en la persona más dichosa sobre la tierra a pesar de estar contagiado y condenado. De hecho, mi tratamiento es tan efectivo que no puedo contagiar a nadie y, aunque desarrollaré SIDA en tres o cuatro décadas más, siento que no necesito más tiempo en esta tierra.

—Mierda, NamJoon —suspiró SeokJin y se levantó del regazo de NamJoon—. Escucho tu historia y me siento un completo malagradecido con la vida que tengo. No debería quejarme si siempre lo he tenido todo y tú has sufrido tanto...

—Cada quien tiene su propia manera de sentirse incómodo e incompleto, Jin —contestó de forma compasiva y con una sonrisa—. No te cuento esto para que me tengas compasión o para que creas que estás en la gloria con la vida que tienes, sino para que me conozcas, me entiendas y para que sepas que no estás solo en esto y que no debes tenerle miedo a los resultados. Existe una solución, ya no es como hace años donde tener VIH significaba morir demasiado joven.

—Pero... Pero yo...

—No hay peros qué decir —lo miró a los ojos y le regaló una sonrisa—. No estás solo en esto, te prometo que todo irá bien.

—Nam... —se ruborizó inmediatamente ante esos hoyuelos marcados—. Estoy tan agradecido contigo...

—Me gustas, SeokJin —reveló de pronto NamJoon y le tomó las manos con fuerza—. Sé que estoy loco por decirte esto, pero es la verdad. Y tienes razón, tal vez no nos volvamos a ver cuando tu viaje concluya o cuando el funeral termine. Y sí, tal vez ahora todo se vea desde un ángulo muy jodido y yo soy demasiado egoísta al pensar solo en cuánto me gustas... pero preferiría concentrarme en tres cosas importantes en este momento.

— ¿En qué cosas? —Se sintió demasiado halagado y avergonzado, pues no podía creer que NamJoon gustara de él y que fuera tan sensato con el tema del viaje.

—Uno, hacerte lo más pronto posible una prueba de VIH —dijo, aquello incomodó a SeokJin, pero este asintió de todas formas—, dos, comer algo porque mis tripas están rugiendo; y tres, hacerte el amor de la forma más dulce posible.

—Opino que primero comamos —sonrió SeokJin, sintiendo más ligero el peso sobre su pecho—. Me... me haré la prueba siempre y cuando estés presente, no sé si podré soportar yo solo los resultados. También entenderé si no quieres tener sexo conmigo por eso, tal vez incluso ni quieras besarme...

— ¿Qué no me escuchaste bien? Dije que quiero hacerte el amor, te deseo de verdad, la vida es muy corta como para negarse a ceder ante los placeres porque los miedos nos ganan —NamJoon se veía tan tranquilo, como si nada pudiera perturbar su paz—. Y no creas esas estupideces de que el VIH se contagia con besos o cosas así. Además yo estoy llevando tratamiento, no tengo miedo de tener sexo ni contigo ni con nadie y no podrías contagiarme más de lo que ya estoy.

—Esto es muy tenebroso —bromeó SeokJin y abrió las bandejas de comida para distraerse un poco, pues no sabía cómo responder a esas hermosas palabras—. Dijiste que nuestras catástrofes nos habían unido, pero creo que nos unieron más de lo que yo esperaba. Jamás le había contado a alguien nada de lo que hoy te he contado y extrañamente, no quiero que este viaje se acabe porque... también me gustas, NamJoon.

—Se siente como si estuviéramos hechos el uno para el otro —sonrió NamJoon y comenzó a servirse sopa de algas en un pequeño plato hondo.

—Sí, por eso digo que esto es tenebroso, como si alguien nos hubiera puesto justo en el momento adecuado para encontrarnos.

—Andábamos sin buscarnos, sabiendo que andábamos para encontrarnos.

— ¿Qué fue esa cursilería? —Rió SeokJin y comenzó a comer sus waffles con miel. Ya todo se sentía mucho más relajado, como si con solo hablar con NamJoon, las sombras que lo acechaban se hubieran esfumado.

—Una cita de un libro de Cortázar que jamás terminé porque me aburrió —contestó despreocupado mientras comía su sopa.

— ¿Entonces la literatura no es precisamente tu arte favorito?

—No tanto como lo es la fotografía —le respondió orgulloso mientras ambos comían gustosos.

— ¿Sabes tomar buenas fotos?

—Por supuesto —sonrió, haciendo profundos sus hermosos hoyuelos—. Teniendo el trabajo que tengo, me desgasto física y emocionalmente muy seguido, así que necesito un escape. Me gusta mucho la fotografía de paisajes.

—Esa es otra cosa que podríamos unirnos, ya que a mí me encanta posar, pero prefieres los paisajes a las personas —le retó de forma seductora mientras lamía de sus labios la miel sobrante.

—Tus piernas son todo un paisaje —entrecerró sus ojos, dejó su plato encima de la mesita y pasó descaradamente su mano sobre el muslo de SeokJin—. Hermosas, fuertes, perfectas desde cualquier ángulo que las veas.

     En ese momento se instaló la tensión sexual, pues SeokJin quedó encantado con el toque cálido de aquella mano sobre su piel desnuda, mientras NamJoon se embobaba cada vez más al tener el privilegio de que entre ese hermoso ángel y él, existiera deseo recíproco.

— ¿Te gustaría fotografiarlas? —Preguntó SeokJin en voz baja y provocativa.

—Sí, pero con el resto de tu hermoso cuerpo, todo tú eres angelical.

— ¡Me sonrojas, NamJoon! —Rió SeokJin y le dio un pequeño empujón. Siguieron comiendo, pero ambos con las mejillas sonrojadas y sonrisas furtivas que provocaban a la bestia que había entre ellos.

— ¿Nunca te habían dicho esa clase de cumplidos? —Preguntó NamJoon. Luego de terminar su sopa, se sirvió café y un par de waffles con mermelada.

—No de la forma en que tú lo haces —confesó SeokJin, luego se sirvió de la sopa de verduras.

— ¿Soy demasiado atrevido?

—No —sonrió sonrojado—. Eres... adorable y poético.

     Ante el dulce comentario, NamJoon sonrió y terminó de comer su bocado de waffle, haciendo un pequeño desastre de mermelada en su boca, del cual no parecía darse cuenta porque se puso a servirse más café.

—Elegiste bien el desayuno, me encantan las cosas dulces como estas.

—Ya me di cuenta —rió un poco, casi de forma infantil—. Tienes mermelada en la boca.

— ¿Dónde? —Preguntó y se tocó la comisura contraria a la que estaba manchada.

     Entonces SeokJin aprovechó la oportunidad. Dejó de lado su plato y se acercó lentamente. La respiración de ambos se entremezcló rápidamente cuando estuvieron muy cerca. Sin pensarlo, SeokJin estiró sus labios justo donde la mermelada manchaba la comisura de NamJoon.

—Aquí —susurró y simplemente lamió, retirando los restos de dulce. Luego de eso, se alejó y tímidamente continuó comiendo su sopa.

     NamJoon, por su parte, estaba en shock. Aquel suave toque le había provocado mil y un cosquilleos, desde los pies a la cabeza. No podía recordar cuántas veces en la vida se había sentido así de amado. ¡Era una completa locura! ¿Sentirse amado por un lametón en los labios? Esas son cosas que solo la gente idiota e impulsiva piensa. Pero, si se confesaba consigo mismo, podía admitir felizmente que él era un idiota impulsivo.

     Terminaron de comer en silencio, de igual manera lanzándose lindas sonrisas que morían en los sonrojos de sus mejillas. De fondo solo se escuchaba la lluvia y el sonido de los platos chocando con los cubiertos.

     Y sus respiraciones que luchaban por mantenerse estables, pues con esa cercanía era difícil contenerse.

—Estuvo todo muy delicioso —sonrió NamJoon al terminar su café.

— ¿Te apetecen unas fotos de mis piernas en este momento? —Preguntó SeokJin con sensualidad.

—Me leíste la mente.

     Rápidamente, prepararon todo como si estuvieran extrañamente sincronizados, movidos por una fuerza extraña que les guiaba a actuar para beneficio de ambos. SeokJin movió el carrito con los platos sucios hacia la cocineta de la suite. NamJoon, por su parte, sacó su cámara de aficionado de su mochila y se aseguró de que hubiera suficiente espacio para almacenar toda la belleza que estaba ansioso por capturar.

     SeokJin se sentó en la cama, frente a NamJoon. Estaba un poco nervioso, pues solo un par de veces había posado para fotografías y en esta ocasión era algo rayando lo erótico por todas las intenciones que estaban implícitas entre cada mirada.

— ¿Quieres que me arregle un poco antes? No tengo maquillaje, pero me puedo peinar un poco...

—No, quisiera capturarte en toda tu espontánea naturalidad. Si agregamos maquillaje o un cepillo, sería como cortar las flores antes de tomar la fotografía al paisaje.

—A eso me refiero cuando digo que eres tierno y poético —dijo SeokJin y se subió por completo a la cama, sentándose en posición de loto y mirando a la cámara.

—Ahora deja que este hombre tierno y poético capture tu bello paisaje —sonrió y comenzó a apuntar su cámara hacia SeokJin.

— ¿Así está bien? —SeokJin se sentó con una pierna estirada y la otra flexionada, se sostuvo sobre sus brazos y miró hacia el techo con los ojos cerrados.

—Perfecto —sonó el primer clic—. Muévete a tu gusto en la cama, yo iré capturando tus mejores ángulos. Decidí poner el filtro de escala de grises, te ves tremendamente sensual con él.

     SeokJin se sonrojó, pero no dijo nada. Aquello le generaba bastante morbo, pero al mismo tiempo era una oportunidad para probar de qué estaba hecho. Se sentía admirado de verdad, pues no solo la cámara estaba enfocándolo, sino también los bellos ojos de NamJoon lo admiraban en todo su esplendor.

     Probó distintas poses, empezando por algunas muy tranquilas donde sonreía y abrazaba sus piernas contra su pecho. Luego fue tornándose un poco más atrevido. Se sentó de forma despreocupada y miró hacia abajo mientras desabrochaba un botón de la camisa, luego sonrió tímido hacia la cámara y desabrochó otro botón. Una vez su pecho estuvo al descubierto, se recostó boca abajo, apoyándose en sus codos y mirando hacia el vacío. Flexionó varias veces sus piernas, a veces volteaba hacia la cámara y sonreía y otras simplemente cerraba sus ojos y apoyaba su rostro en sus palmas.

     Pose tras pose, los clics de la cámara se iban disparando uno tras otro, capturando la etérea persona de un SeokJin despreocupado y con el cabello revuelto. Y tras cada fotografía, NamJoon iba elevando la temperatura de su cuerpo, pues SeokJin iba atreviéndose cada vez más con sus poses.

     Se hincó en la cama y terminó de desabotonar la camisa, dejando ver su precioso abdomen plano y sus tiernos pezones que empezaban a endurecerse por la fricción con la camisa y por la idea de estar semidesnudo ante una cámara.

     Y ante los ojos de NamJoon.

     Su ropa interior negra empezaba a apretarle, pues los clics se hacían cada vez más constantes y le excitaba mucho la idea de estar siendo contemplado así.

     Y dándole rienda suelta a su sensualidad y libertad, le dio la espalda a la cámara y comenzó a bajar su ropa interior, liberando al fin su erección que le estaba doliendo al necesitar atención inmediata.

—Se-SeokJin... —suspiró NamJoon al ver el bóxer caer hacia las rodillas de aquel hermoso hombre.

     Y capturó cada momento. Desde que la ropa interior estaba a la mitad hasta que salió del panorama de la cámara al ser arrojada lejos por SeokJin. Como consecuencia de aquello, el trasero del hombre también quedó al descubierto por unos instantes hasta que fue tapado nuevamente por la larga camisa que le llegaba por debajo de los glúteos. Y la cámara captó a detalle cada cuadro.

     Así sin avisar, SeokJin se agachó y dejó al descubierto toda su parte trasera. NamJoon quedó absorto en aquel panorama, pero siguió tomando fotos mientras su erección iba creciendo como consecuencia.

     Descaradamente, SeokJin se recostó de lado y escondió sus genitales en una elegante flexión de piernas y sonrió sensual para NamJoon. No para la cámara, sino para su hermoso fotógrafo.

—Creo que te tomaste muy en serio lo de moverte a tu gusto en la cama —dijo con voz ronca y algo apretada debido a la repentina excitación.

— ¿Te gusta lo que ves? —Se mordió el labio y acarició su muslo a palma abierta.

—Me fascina —casi babeó NamJoon—. ¿Te molesta si sigo tomándote fotos?

—No, cada foto que tomas me pone más duro —confesó y se abrió de piernas repentinamente.

     Su pene estaba tal y como lo había descrito: erecto y listo para cualquier cosa que quisieran hacer en esa lluviosa mañana.

—Eres hermoso, SeokJin —suspiró y le tomó la foto.

—Lo sé —sonrió de forma soberbia y pasó sus manos por las caras internas de sus muslos, rasguñando un poco en el camino y gimiendo ligeramente, pues esa zona era muy sensible incluso si se tocaba él mismo.

     Seguía moviéndose a su gusto, tocándose, cubriendo y descubriendo su virilidad a propósito para provocar. Hubo un momento en que la barrera fotógrafo/modelo se rompió, donde SeokJin no pudo aguantarse las ganas de sacar a su lascivo interior mucho más de lo que ya estaba renaciendo.

     Sin preguntar, gateó hasta NamJoon mientras él continuaba capturando cada movimiento. SeokJin bajó la pantalonera del fotógrafo, junto con su ropa interior, y dejó al aire su erección. Y sí, aquel momento también lo fotografió. Jamás había tomado una foto de su propio pene y jamás había contemplado la idea de fotografiar una persona en ese grado de desnudez y excitación natural.

     Todo aquello provocado por SeokJin era una experiencia nueva, placentera y exquisita.

     Así como su pene fue dejado al aire, así de rápido SeokJin se volvió a acomodar en la cama, recostado con sus piernas flexionadas y su virilidad reposando tiernamente en el pubis del etéreo modelo.

     Y sonriendo lascivo, SeokJin acercó su pie libre de vendaje, al pene de NamJoon y comenzó a frotarlo con cuidado.

— ¿Te gusta esto? —Preguntó SeokJin mientras frotaba con descaro, NamJoon jadeó de placer y sonrió, pero intentó mantener su faceta profesional de fotógrafo aunque fuese solo un amateur.

—Me estás matando, SeokJin —gimió ronco y volvió a tomar una fotografía.

—Te ves tan hermoso aguantándote las ganas de follarme mientras me tomas fotos —coqueteó e hizo más presión con su pie.

—Ni siquiera sé por qué sigo tomando fotos —jadeó NamJoon—, pero me encanta.

—Entonces ahora te va a encantar el doble —sonrió pícaro y agregó su otro pie, con cuidado de no rozar a NamJoon con el vendaje.

     Ahora masturbaba a NamJoon con sus pies y se tocaba a sí mismo. Cada ángulo de la lasciva escena era capturada a la perfección: desde el rostro de pacer de SeokJin al estar complaciéndose con su mano, los pezones endurecidos medio escondidos en la camisa, yendo hasta las perfectas piernas moviéndose para masturbarlo. Aquella presión fascinó a NamJoon. No se había equivocado al decir que las piernas de SeokJin eran fuertes y perfectas. Eran capaces de darle placer de tantas formas, se sentía en el maldito cielo con SeokJin tocándolo de esa forma.

—Voltéate —pidió NamJoon rápidamente.

— ¿Así? —SeokJin coqueteó al recostarse boca abajo y enseñarle a NamJoon cómo su trasero estaba deseoso de él. Su rosada bolsa testicular sobresalía entre los muslos de SeokJin, al igual que su pene.

—Sí, ahora abre las piernas —indicó NamJoon entre jadeos y tomó una fotografía más antes de lo sucedido.

     Cuando SeokJin abrió las piernas, no pudo evitar ceder a sus tentaciones. Era imposible contener las ganas de tocarlo. Dejó la cámara a un lado y se desvistió rápidamente, quedando únicamente en ropa interior. Al mirar hacia abajo, encontró su bulto deseoso que palpitaba casi dolorosamente de lo mucho que deseaba a SeokJin.

— ¿Sigues tomando fotos o te estás masturbando mientras me ves? —SeokJin movió su trasero desnudo de forma sugerente, ruborizando aún más a NamJoon.

—Me estaba quitando la ropa —jadeó y se hincó entre las piernas abiertas de SeokJin para contemplar esas magníficas obras de arte talladas por los dioses.

— ¿Ya vas a follarme?

—Voy a hacerte el amor —recalcó NamJoon con voz tierna y admiró con gran afán ese bello cuerpo antes de tocarlo.

— ¿Y eso es mejor que follar? —Preguntó provocativamente y miró a NamJoon por encima del hombro. Y verlo semidesnudo solamente le alborotaba más las hormonas.

—Lo es —susurró NamJoon y, lentamente, se acomodó entre esas bellas piernas y comenzó a trazar sobre ellas suaves líneas con sus dedos—. Es diferente porque no solo te voy a penetrar, sino que te haré sentir bien de muchas maneras —de finos toques, pasó a acariciar a palma abierta e hizo estremecer al hermoso hombre—. Te voy a admirar, a apreciar cada centímetro de ti como la obra de arte que eres, voy a besarte como mejor sé hacerlo y voy a plantar en cada beso todos los sentimientos que estoy teniendo por ti, SeokJin. Y cuando menos lo esperes, voy a beberme tu orgasmo con la mirada y al mismo tiempo me voy a derramar por ti.

     Y SeokJin estaba más que escuchando, pues la voz que emitía aquellas palabras le envolvía de tal modo que el mundo había dejado de existir. Su tono era tan envolvente y los toques igual, nunca había sentido tanta excitación sexual y calma al mismo tiempo. NamJoon era, si lo comparaba de la forma más vulgar, como una droga, como viajar en un espacio infinito donde solo flotaba en suavidad y confort.

     Su cuerpo semidesnudo empezó a sentir espasmos, dulces choques provocados por los labios de NamJoon besándole el cuello y bañándolo de suave suspiros placenteros, consecuencia directa de la distancia cada vez más escasa y la repentina fricción de la que NamJoon fue autor. Su erección se tornaba dolorosa, siendo prisionera aún de la ropa interior, así que para aliviarse se rozaba sin piedad sobre la línea media del trasero de SeokJin. Era como si le dijera "mira cómo me tienes, solo tú me pones así". O al menos eso pensaba él. Y mientras saciaba sus más bajos instintos contra el cuerpo de SeokJin, este se calentaba mucho más y de pronto esos roces se tornaron insuficientes, necesitaban otro tipo de contacto.

—Necesito besarte —le susurró NamJoon al oído y al mismo tiempo metió sus manos debajo de su pecho, lo abrazó fuerte y se restregó una última vez contra la desnudez de SeokJin.

—No lo pidas, solo hazlo —jadeó SeokJin y rápidamente se volteó para encarar al autor de ese contacto tan vulgar y provocativo, pero a la vez dulce.

     Claramente había algo más que deseo en esas miradas que intercambiaron. Y con el afán de demostrar ese "algo más", se acercaron lentamente y unieron sus labios en un dulce beso que no tardó en sonar húmedo y sensual. NamJoon daba los besos más endemoniadamente sexys del mundo, eso sentía SeokJin. Y SeokJin pronunciaba los gemidos más atrayentes y eróticos del mundo, o eso sentía NamJoon al escucharlo cuando sus erecciones rozaron y sus cuerpos se unieron por completo. El beso transformó completamente el contacto que se propinaban, pues de inmediato entrelazaron sus brazos y SeokJin rodeó a NamJoon con sus piernas para sentirlo más cerca, creando más de esos exquisitos roces entre sus hombrías. Ya era necesario que NamJoon se quitara esa ropa interior, SeokJin ansiaba ver qué clase de tesoro guardaba tan celosamente bajo la tela.

     Se desprendió rápido del beso, bajó la mirada y se encontró con lo que estaba buscando, así que con una increíble agilidad, se deshizo de la molesta ropa interior, dejando al fin a NamJoon desnudo, listo para ser degustado en todos sus aspectos.

— ¿Te gusta? —Preguntó NamJoon, haciendo una obvia alusión a su hermoso pene que presumía una ligera gota de pre semen en la punta.

—Es hermoso —contestó SeokJin y se relamió los labios. De pronto nacieron en él unas bestiales ganas de hacer sexo oral.

—Y será todo tuyo —NamJoon susurró casi de forma altanera y presumida, pero sin perder los aires de ternura que de él emanaban siempre.

     Reanudaron el beso, pero esta vez sin los roces íntimos anteriores, simplemente el dulce intercambio de saliva y dulces caricias en los hombros y la espalda. Luego, NamJoon cambió el rumbo de sus labios, yendo por la roja mejilla de SeokJin, plantando pequeños besos, cumpliendo la promesa que había hecho entre tantas dulces palabras.

     Bajó por el cuello y dejó un rastro de saliva ahí, luego se pasó a la clavícula y mientras suspiraba con cariño en esa depresión de piel, acariciaba los sensibles costados de SeokJin y lo hacía jadear y contraer los dedos de los pies. El rastro de saliva pasó a hacer presencia en su pecho descubierto y, con una mirada rápida, NamJoon pidió permiso para bajar, pero SeokJin estaba tan inmerso en su placer que no podía abrir los ojos, solo dejaba salir las expresiones sin prestar atención a su alrededor.

     Y NamJoon se sostuvo de sus estrechas caderas para guiar sus besos hacia el abdomen, besó su ombligo y con sus dedos estimulaba esas zonas sensibles junto a los huesos de sus caderas. Y entonces reposó su barbilla en el pubis de SeokJin, deleitándose por la belleza que el hombre exudaba incluso en los oscuros rizos de esa zona.

     Pero cuando SeokJin sintió que NamJoon estaba a punto de poner la boca en sus partes nobles, rápidamente lo detuvo.

—No —se le quebró la voz al instante, se sintió mal por matar el momento sensual, pero no podía permitirlo.

— ¿Hice algo mal? —Le preguntó NamJoon, su mirada se tornó preocupada de un segundo a otro.

—No —suspiró SeokJin, frustrado—. To-Todo está bien... es solo que... aún no me hago la prueba y no sé si deberías poner tu boca en...

— ¿Te preocupa contagiar a alguien que ya tiene el virus? —Rió NamJoon de forma tierna.

—Sé que suena estúpido, pero me sentiría más cómodo si no...

—De acuerdo, no lo haré —sonrió comprensivo y le acarició las piernas—. ¿Qué te gustaría hacer entonces?

—Preferiría hacértelo yo a ti.

— ¿Hacerme qué?

—Sexo oral —respondió y se ruborizó al instante.

—Mmhh, ya veo —NamJoon entrecerró sus ojos y le miró con cierta burla—. ¿Será que te sientes incómodo por lo del VIH... o es que realmente quieres presumirme tus increíbles habilidades orales?

     Aquello que se había vuelto incómodo, de pronto volvió a tornarse caliente gracias a NamJoon. El que tenía increíbles habilidades orales, realmente era él...

—Ups, me descubriste —sonrió con travesura y se sentó en la cama—. Quedarás boquiabierto cuando veas de lo que soy capaz.

— ¿Y por qué no dejas de presumir y vienes aquí a mostrarme de una vez?

     Aquello sí que fue una invitación caliente, SeokJin había vuelto a excitarse y nada podía detenerlo esta vez. No ahora que tenía junto a él alguien de confianza.

     NamJoon se abrió de piernas para él y SeokJin gateó hasta su premio, presumiendo esas perfectas piernas que rozaban de vez en cuando con la tela de la camisa. Y se agachó hacia el pene de NamJoon, cerró sus ojos y comenzó a besarlo desde la base, suspirando de gusto por lo bueno que era: suave, cálido, grueso y con un glande en forma de corazón que lo invitaba a hacer los sonidos más obscenos del mundo. Le acarició las bolas y guió sus gruesos labios hacia arriba, lentamente solo para provocar a NamJoon. Luego de los tiernos besos, sacó su lengua y humedeció de arriba hacia abajo toda la extensión, haciendo jadear al dueño.

—Ha-Hazlo —gimió ronco NamJoon y le tomó de sus negros cabellos—. Saboréame por completo.

     E hizo caso. Abrió los ojos, le clavó la lasciva mirada a NamJoon y engulló lentamente su miembro, sus mejillas succionaron de inmediato y la saliva empezó a correr, los sonidos que SeokJin provocaba con su boca eran demasiado vulgares y excitantes, las succiones y lengüetazos de verdad habían dejado a NamJoon con la boca abierta. Lo prometido era deuda y SeokJin siempre se tomaba muy en serio esos asuntos, así que trajo al presente todas esas magníficas habilidades que había aprendido y le dio a NamJoon la mamada de su vida, acompañada de embestidas duras hacia su garganta, arcadas groseras, masajeo de bolas y un perfecto baile de su lengua desde la base hasta el glande.

     Simplemente perfecto y celestial a los ojos de NamJoon, quien mientras disfrutaba de la mamada, observaba esas maravillosas piernas y mordía su labio inferior como simple señal de que estaba fascinado de la delicia que era SeokJin.

—Suficiente o me harás llegar —dijo NamJoon y detuvo la voracidad de SeokJin con ambas manos. De forma dulce, lo atrajo hacia sí y le besó los húmedos e hinchados labios.

—Quiero que te corras en mi espalda mientras me follas de perrito —le dijo luego de besarlo y se le sentó a horcajadas. NamJoon no tardó en agarrarse de ese pequeño y sexy trasero para amasarlo y luego pasar a lo que más le encantaba: esas piernas.

     Mientras se besaban con fervor, intercambiaban caricias en las zonas erógenas del otro, como si se conocieran de toda la vida, como si sus cuerpos solo reaccionaran a la necesidad de reforzar el hilo rojo que probablemente los unía.

     Luego de besarse, se detuvieron por un momento para contemplarse mutuamente: ambas miradas brillaban con la intensidad característica de quienes disfrutan por completo la compañía del otro. Ya no solo había un deseo amorfo e incontrolable entre ellos, ahora también había una necesidad enorme de besarse y estar juntos por razones que desconocían.

     Y así como sus cuerpos les decían cuándo parar para mirarse, también les decían cuándo permitir que la oleada de placer continuara su curso. Así que, obedeciendo a esas fuerzas que desconocían, se movieron por la cama para prepararse.

     NamJoon tomó un condón y el lubricante y SeokJin se recostó en la cama con las piernas abiertas y un cojín bajo su cadera.

     Con sumo cuidado, SeokJin fue preparado por los largos y habilidosos dedos de NamJoon, envueltos por un condón porque la paranoia de SeokJin así lo quiso. Y una vez se sintió listo para recibir a NamJoon, este se colocó el condón y acomodó las piernas de SeokJin sobre sus hombros para besarlas y acariciarlas mientras le hacía el amor a ese bello hombre.

—Trátame con cuidado, hace tiempo que no tengo sexo —advirtió SeokJin cuando sintió el glande de NamJoon rozarlo superficialmente.

—Dije que te haría el amor, SeokJin —respondió y se acercó para besarle la frente—. Cuidado y tacto es lo que voy a tener en todo momento hasta que tú me pidas que desate todo lo que tengo. Cuando tú me pidas más, te lo daré.

—De-De acuerdo —suspiró y sonrió, sintiéndose completamente confiado y seguro.

     Se abrazó al cuello de NamJoon y permitió que este comenzara a guiarse hacia su interior. Fue todo tan lento y estaba suficientemente lubricado como para no sentir más que un ligero ardor al ser expandido poco a poco. Era más el placer que lo invadió, por lo que sus gemidos agudos no tardaron en hacerse presentes. Y NamJoon disfrutaba de la estrechez cálida y de cada reacción que provocaba en ese perfecto cuerpo.

     Cuando al fin estuvo completamente dentro, se abrazó a las piernas de SeokJin y repartió pequeños besos en las pantorrillas mientras esperaba que el de abajo se adaptara a su intromisión.

     Sintió las paredes de SeokJin contraerse repetidas veces y aquello le fascinó, era como estar en el mismísimo cielo. Y SeokJin estaba en la misma situación, pues se había adaptado rápido y estaba ansiando pedir más, pero algo le decía que debían esperar un poco más para ponerse salvajes.

—Bésame —le pidió SeokJin y le atrajo hacia sí. Ese movimiento hizo que NamJoon se enterrara un poco más, por lo que ambos gimieron en cuanto empezaron a besarse dulcemente.

—Eres tan suave por dentro y por fuera —susurró NamJoon entre el beso—. Quisiera desatarme en este momento.

—Espera un poco —sonrió SeokJin—. Muévete con tranquilidad, pero no dejes de besarme.

     El pene de NamJoon parecía responder antes de que el mismo dueño se lo permitiera, pues a penas la orden fue dada, empezó a chocar lentamente contra el trasero de SeokJin, presionando directamente su próstata porque la posición lo favorecía.

—Mmgghh, sí, no dejes de dar justo ahí~ —gimió y mordió el labio de NamJoon como una forma de expresar lo bien que se sentía tenerlo dentro. Se retorcía de gusto y gemía agudo, sin pudor alguno.

     Ambos estaban igual de agitados y excitados, no había cabida para fingir o censurar sus propias necesidades, simplemente accionaban por instinto en búsqueda del placer propio y ajeno al mismo tiempo.

     Entonces, mientas disfrutaba de aquel hermoso hombre, SeokJin se preguntó: ¿Por qué esperar? ¿Por qué privarme de esto? ¿Por qué ir lento?

—A la mierda todo, Nam —jadeó SeokJin—. Desátate, dame todo lo que tienes.

— ¿Estás seguro? —Preguntó NamJoon y le embistió por primera vez con una fuerza casi brutal, aquello enloqueció al de abajo, haciéndole gritar.

— ¡Aahh, sí, sí, Nam! —Liberó a NamJoon del abrazo para permitirle moverse con más libertad, se sostuvo de las fuertes piernas del de arriba y dejó su cabeza caer hacia un lado.

—Hermoso —sonrió y tomó el lindo pene de SeokJin entre sus manos para masturbarlo mientras le penetraba con más fuerza esta vez. Se deleitaba con cada centímetro del cuerpo de SeokJin, no había nada que no le gustara de él en ese momento.

     Así que se dejó ir y gimió grave, combinándose con la voz de SeokJin, que era dulce, suave y líquida como la miel: cada gemido fluía tras otro de forma natural, denotando el gran placer que sentía.

—Haz que me corra, Nam —pidió con los ojos cerrados y movió su cadera hacia arriba, necesitado de más presión en su miembro.

     NamJoon sonrió travieso e hizo caso. Vertió sobre ese lindo pene unas gotas de lubricante y empezó a bombearlo sin dejar de embestirlo justo en el ángulo que le hacía gritar.

     SeokJin solo gemía y marcaba sus dedos en los muslos de NamJoon, se retorcía y estaba cada vez más al borde. Tras tantas insistencias hacia su próstata y la mejor paja de su vida, se derramó en la mano de NamJoon y en su abdomen. Aquella liberación había sido perfecta, llena de sentimientos encontrados, donde se sentía flotando satisfecho, pero con ganas de más.

—Eso fue increíble —jadeó SeokJin y sonrió, al fin abrió los ojos para percatarse de lo sucio que estaba. El semen había caído también en la camisa y aquello le apenaba un poco.

—Ahora es mi turno —NamJoon salió del recto de SeokJin y lo levantó de la cama sin su permiso, pues el reciente orgasmo le había tornado maleable y dócil.

— ¿Me quieres así? —Preguntó SeokJin, aún en su estado de somnolencia. Estaba sentado de rodillas, con la camisa cubriéndole el trasero y el semen escurriéndole desde el abdomen hasta el vello púbico.

—Sí, te ves tan sexy —se acomodó tras él y le levantó la camisa para admirar ese hermoso culo que próximamente volvería a profanar.

     Lo abrazó por la cintura, levantándole la camisa, y se hundió nuevamente dentro de él con ayuda de un poco más de lubricante. SeokJin no tuvo tiempo de reaccionar, quedó pasmado por la repentina intromisión. Estaba hipersensible y ante eso solo podía gemir demasiado agudo, rayando en un chillar que denotaba un inmenso placer cada vez que NamJoon se enterraba y daba en su punto dulce.

     Echó su cabeza hacia atrás para recargarse, pero NamJoon era fuerte y no se lo permitió. En cambio, lo empujó y quedó en cuatro. NamJoon también se tomaba en serio las promesas, haría exactamente lo que SeokJin quería.

     Lo tomó de las nalgas y le embistió con fuerza una y otra vez, haciéndole temblar la voz y arrugar en sus manos las sábanas que lo sostenían. Y cuando NamJoon estaba al borde, salió con rapidez y se quitó el condón, lanzándolo lejos.

—Quédate quieto, me voy a correr ya —jadeaba mientras se masturbaba y no dejaba de apretar el glúteo de SeokJin.

—Tírame toda tu leche encima, Nam —susurró SeokJin y le miró por encima del hombro, pero era casi imposible observarlo bien.

     Luego, tras escuchar un gruñido de voz áspera y varonil, sintió el líquido tibio caer a chorros encima de su espalda baja y también lo sintió correr por en medio de sus nalgas. NamJoon se había corrido justo como SeokJin deseaba y aquello tenía encantado al de abajo.

Este hombre es perfecto, no sé qué hice bien en esta vida para terminar en la cama con un adonis de su talla —pensaban los dos mientras, recostados uno junto al otro, se recuperaban de tan maravilloso suceso.







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¿Cómo vamos? ¿Está muy turbio esto?

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