II: Lunes
El horrible dolor punzante le atravesó la cabeza como una flecha a toda velocidad, sus pupilas se contrajeron violentamente apenas abrió los ojos, el dolor corporal debido a la deshidratación se hizo presente. Sintió la saliva en su mejilla cuando se talló la cara para incorporarse al ambiente, a su alrededor la luz era blanca y molesta.
Durmió en el sillón, algo apretado para su gusto y de pura suerte no despertó tirado en el suelo. La casa estaba silenciosa, no había rastros de ByulYi o de TaeSeob. Como pudo, se levantó y escuchó crujir todos sus huesos dolorosamente. A penas logró ponerse de pie y fue atacado por el dolor en su cabeza nuevamente. La jodida resaca resultó ser peor de lo que esperaba, nunca debió combinar vodka, tequila y cerveza de dudosa procedencia. Definitivamente su cuerpo ya no era tan resistente como antes.
— ¡Ah, me lleva la chingada! —Gruñó y se sentó en la orilla del sillón, poniendo su cabeza entre sus rodillas y apretando sus sienes con las palmas de las manos.
— ¡Hola SeokJin! —Apareció ByulYi, gritando casi directo en su oído, aumentando el dolor infernal de su cabeza.
— ¡Mierda, Byul! —Se quejó y se encogió más sobre sí mismo, cosa que a la chica le dio un montón de risa y le revolvió el cabello a modo de disculpa. SeokJin se preguntó: ¿Cómo es que la muy estúpida no está agonizando igual que yo?
—Ven, tómate algo para el dolor —le ordenó y se dirigió hacia la cocina para servirle un vaso de agua al pobre crudo, quien se puso de pie a duras penas, lentamente y arrastrando los pies mientras seguía presionando su cabeza con ambas manos.
— ¿Cómo es que tú estás fresca como una lechuga y a mí me está llevando la chingada? —gruñó y apoyó sus brazos en la barra de la cocina.
—Porque yo bebí suficiente agua anoche —le colocó el vaso de agua en frente, señalándole con el dedo para que bebiera—, y tú solo te dedicaste a joderte las botellas completas sin pensar en el día siguiente.
—Carpe Diem —rezongó y bebió de un solo trago el vaso de agua, quedándole corto para la maldita sed que tenía.
— ¿A qué hora te quieres ir a Wonju? —Preguntó ByulYi, pasándole una taza con agua caliente, seguido del frasco de café instantáneo y el azúcar.
—En cuanto deje de sentirme jodido —respondió y empezó a prepararse su café.
— ¿O sea, mañana? —Se burló ByulYi, haciéndole notar que se ve terrible.
—Muy graciosa —bufó y se llevó la taza a la boca, quemándose con el café, pero importándole una mierda porque lo que deseaba en ese momento era cafeína para reponerse.
—A la hora que gustes te dejaré en la autopista, pero date un baño primero, que apestas a resaca.
— ¡Qué amable eres con tus huéspedes! —Gruñó con molestia.
—Ash, te pasaré la grosería sólo porque estás hecho mierda por la resaca, sé que se siente horrible.
SeokJin se empezó a sentir algo apenado por reaccionar con sarcasmo, pero la voz de ByulYi le martilleaba con fuerza en la cabeza y no pudo evitar sonar molesto.
— ¿Dónde está TaeSeob? —Preguntó y por fin logró levantar la mirada para encarar a ByulYi.
—Se fue a abrir la estética —la chica, sentada frente a él, se preparaba su café también.
— ¿Cuándo toma vacaciones tu hermana? Estamos a mitad del verano.
—A ella no le importa, le apasiona su trabajo. Si por ella fuera, pasaría todo el día en ese lugar.
—Qué aplicada, entonces —sonrió por fin y bebió una vez más de su taza—. Gracias por el café. ¿Quieres que cocine algo?
— ¿Sabes cocinar? —Pregunta ByulYi.
— ¡Claro! Te prepararé algo como pago por hospedarme.
SeokJin se dispuso a cocinar a modo de agradecimiento por la posada y por la gran noche que pasó con ambas chicas, nunca pensó que podría pasarla tan bien con un par de extrañas.
Luego del laborioso desayuno, se tomó un par de aspirinas, desayunó, se dio una larga y reparadora ducha, y para las doce del día ya estaba más que listo para partir hacia su siguiente ciudad.
—Que tengas buen viaje, SeokJin. Espero que encuentres pronto a un buen hombre que te folle —le dijo ByulYi desde la ventana de su vocho, dejando a SeokJin parado en la autopista a la espera del siguiente aventón.
—Intentaré buscar uno de mi talla —rió con picardía—. ¡Muchas gracias por el hospedaje, niña! ¡La pasé genial con ustedes! —Gritó de vuelta y le lanzó un beso a la adorable chica, quien ahora vestía unos shorts blancos y una camiseta verde.
ByulYi se alejó dejando a SeokJin atrás, y este sólo la observó sonriente mientras el pequeño y ruidoso auto se alejaba. Una vez solo, bajó su pesada mochila de sus hombros y la colocó en el piso para buscar su pedazo de cartón y el marcador. Escribió en letras grandes "WONJU", alzó su cartel y esperó un poco por un nuevo aventón. Frente a él, se paró una gran camioneta verde con redilas de madera color blanco, como de granjero, que era conducida por un hombre barbón y de aspecto adorable, con las mejillas rechonchas y rosadas debido al calor, y un overol de mezclilla sin nada más abajo que una playera blanca sudada hasta el tope.
—Súbete, chico —el señor quitó el seguro de la puerta y SeokJin se aproximó sonriente para subirse al vehículo.
—Muchas gracias, ajusshi, mi nombre es Kim SeokJin.
—Shin DongHee, mucho gusto —el hombre le daba a SeokJin un aire de confianza más fuerte que el olor de su sudor, pues se veía humilde y de buenas intenciones—. ¿Qué vas a hacer a Wonju?
—Sólo voy de paso —respondió sonriente mientras se abrochaba el cinturón de seguridad—. Tal vez pase ahí la noche, o tal vez me vaya hoy directo a Yechon.
— ¿Andas de explorador? —Preguntó el hombre risueño e hizo avanzar el vehículo.
—Algo así, mi objetivo es Busan, veré a mis amigos ahí.
— ¿Y no te da miedo andar solo? He oído historias tenebrosas de chicos secuestrados y destazados que terminan así por subirse con extraños —bromeó el hombre, dándole una palmada en el hombro a SeokJin, incomodándolo.
— ¿Y usted a qué se dedica, ajusshi? —Desvió el tema lo más rápido posible.
—A evitar a mi esposa y a secuestrar muchachos guapos como tú para vender sus órganos —el hombre se carcajeó, poniéndose aún más rojo y dejando a relucir sus dientes sucios que tenían entre ellos un casquillo color plata—. Es broma, hijo. Sí evito a mi esposa, pero también soy productor de arroz. ¿Quieres un poco de carne seca? Es de buena calidad.
El hombre le ofreció una bolsa de carne seca, de quién sabe qué animal, y SeokJin la aceptó gustoso y sonriente. Se sentía un tanto incómodo por las bromas, pero a fin de cuentas sería menos de una hora de camino y se libraría pronto de él.
Durante el camino, Shin Dong le contó a SeokJin lo fastidiosa que era su esposa y que ya le había puesto el cuerno varias veces y que sus hijos adolescentes eran un terrible dolor en el culo que no lo dejaban dormir porque escuchaban música alta hasta la madrugada. SeokJin sólo se limitó a reírse cuando él reía y a veces intentaba interrumpirlo para darle algún consejo, pero el hombre era imparable en cuanto a su discurso, era de ese tipo de personas que lo único que necesitan es un interlocutor mudo para poder vaciar toda su mierda.
SeokJin se sintió aliviado cuando llegaron a Wonju, pues por fin se libró de la plática incómoda.
El hombre dejó a SeokJin cerca del centro de la ciudad donde se encontraban algunos parques que eran famosos por su belleza, entre ellos estaba el Ganhyeon Yuwonji, donde había una laguna donde se podía acampar a la orilla y se podía disfrutar de la naturaleza bastante bien.
Ya que su familia siempre fue adinerada, no tenía problema para quedarse directamente en un hotel, pero prefirió adentrarse a acampar sólo por el gusto de hacerlo. Durante la mañana, pidió instrucciones a varias personas en la calle y tomó varios autobuses hasta que llegó al dichoso parque.
La sensación de libertad lo colmó al momento que puso un pie en la entrada del parque y pudo contemplar de lejos la laguna que estaba en el fondo, rodeada de montañas boscosas y largos puentes que conectaban una con otra. El verde era lo único que se podía ver, la ligera frescura debido a la presencia de flora era agradable. Sus pies se sintieron ligeros por fin, después de tanto tiempo viviendo en la jungla de asfalto sin muchas oportunidades de salir a disfrutar de su soledad y de la naturaleza.
Se unió a un grupo de excursión, guiado por los expertos en turismo que contaban leyendas sobre el lugar y nombraban la flora y la fauna que se iban encontrando por el camino. Bajaron varios puentes y escalones hasta que llegaron a la orilla de la laguna, el cual era el principal atractivo. Una vez ahí, los guías turísticos dieron la bienvenida a los nuevos turistas y les indicaron dónde podían acomodar sus tiendas de campaña, dictaron seriamente las medidas de seguridad obligatorias y, finalmente, se despidieron del grupo, deseándoles una feliz estadía.
Y SeokJin sí que estaba feliz. Se sentía vivo de verdad, vivo y libre. Agradecía, muy en el fondo, haber aceptado la propuesta de separarse de sus amigos para vacacionar.
En la zona para acampar, había varios turistas ya instalados con sus grandes casas de campaña, parrillas y cajas con comida. Los niños nadaban y reían frenéticamente dentro del agua con ayuda de sus flotadores, las mujeres se bronceaban un poco mientras los hombres encendían el carbón para asar la carne.
Todo perfecto, tal y como lo había esperado. Decidió que era una buena idea simplemente quedarse ahí hasta el siguiente día y disfrutar, ya que había podido rentar su estadía por suficiente tiempo. No tenía ganas de entrar a la ciudad a seguir abarrotado de gente, solo quería explorar y estar tranquilo, y tal vez esa noche conseguiría con quién follar para cumplir su apuesta.
Se deshizo del peso sobre sus hombros para proceder a armar su casa de acampar, pero era malditamente difícil porque jamás lo había hecho. Sacó las varillas de su estuche y empezó a armarlas una por una, encontrando poco sentido en el acomodo incluso leyendo el maldito manual que estaba en inglés. Y ni las ilustraciones le servían.
—La pieza A1 con la pieza A2... —dijo en voz baja mientras conectaba las partes, pero algo salió mal al unir los pequeños tubos y terminó por golpearse la cara— ¡Mierda, me lleva...!
— ¡Cuidado con esa boquita! —Le gritó a lo lejos una señora— ¡Hay niños aquí!
— ¡Disculpe! —Gritó risueño y apenado, a pesar de que el dolor en su mejilla era infernal.
Intentó volver su atención a las piezas, pero fue inútil porque su piel punzaba agresivamente y las lágrimas salieron involuntariamente debido al dolor. Estaba por gritar más maldiciones porque dejó caer las estúpidas piezas y golpearon sus pies que minutos antes había desnudado. Y el dolor seguía creciendo. Mala idea no haber comprado una casa de campaña con las instrucciones en su idioma, y peor idea era no estar pidiendo ayuda en ese momento. Pero era demasiado orgulloso y prefería hacer las cosas por sí mismo, sin embargo esta vez no era tan fácil arreglárselas solo.
Cayó rendido en la arena y observó con frustración el montón de piezas que no lograba conectar. Estaba por levantarse para volver a intentarlo, pero entonces una sombra lo cubrió casi por completo, opacando el molesto sol que le quemaba su perfecta piel.
— ¿Necesitas ayuda? —Le dijo una voz dulce, la dueña era una chica de estatura algo bajita, largo cabello negro y una sonrisa adorable. Vestía una camisa holgada de color blanco y unos shorts de mezclilla demasiado cortos.
—Bastante —sonrió SeokJin y se levantó para presentarse con la chica en una pequeña reverencia respetuosa—. Soy Kim SeokJin.
—Park ChaeYoung —dijo y le tendió la mano a SeokJin—. Pero me puedes llamar Rosé.
—Mucho gusto, Rosé. Me puedes llamar Jin.
—El gusto es mío, Jin —sonrió la chica de vuelta—. ¿Necesitas ayuda con eso? Veo que te hiciste un feo golpe y además soltaste improperios frente a los niños.
—Sí, lo siento por eso —se sonrojó SeokJin—. Es la primera vez que hago esto de armar una casa de campaña. ¿Tú sabes hacerlo?
—Claro que sé —dijo firmemente la chica—. Déjame hacerlo yo, eres capaz de matarte si sigues solo.
—Gracias, eres muy amable —tartamudeó nervioso, pues se sentía un poco inútil al ser desplazado así de fácil por una chica de estatura tan baja que lucía muy joven.
— ¿Vienes solo? —Preguntó ChaeYoung mientras unía hábilmente las varillas, empezando a darle forma a la tienda de campaña con una facilidad impresionante.
—Sí —dijo SeokJin— ¿Y tú?
—Con mis tres amigas, están por allá —la chica apuntó con su barbilla a un grupo de chicas a pocos metros que miraban pícaramente a SeokJin, eso lo hizo sonrojar.
— ¿Por qué me miran así? —SeokJin se sintió sonrojado cada vez más porque las miradas de las chicas casi lo desnudaban. Odiaba de verdad que las mujeres lo miraran así.
—Les gustaste —soltó simplemente. La tienda estaba casi lista, solo faltaba afirmarla en la tierra.
—Oh, ya veo —titubeó él—. Pero están confundidas, yo soy gay.
— ¿Ah sí? —La chica terminó su tarea y abrió sus ojos como platos ante la revelación—. Mal por ellas. A mí no me gustaste, solamente vine porque ellas son demasiado cobardes como para acercarse. Soy como su alcahueta, pues.
—Pues entonces hiciste en vano tu acercamiento, porque no hay nada que puedan hacer.
—Claro que no fue en vano —la chica se encogió de hombros y se tapó el sol de la cara con sus manos—. ¿No te quieres unir a nosotras? Acampar es más divertido cuando lo haces en grupo.
— ¿Estás segura? No quiero que tus amigas se confundan.
— ¡Claro que estoy segura! —Exclamó ella—. No nos vendría mal compañía extra. El plan era secuestrarte y seducirte —bromeó—, pero hay otros chicos guapos por aquí, seduciremos algún otro.
—Bueno... en ese caso está bien —rió SeokJin—. Me uniré por hoy.
— ¿Cuánto tiempo te quedarás aquí?
—Hasta mañana, tengo otras ciudades por visitar —respondió SeokJin.
—Oh, ya veo —ella lo examinó con la mirada, así como el resto de las cosas que traía—. Poco equipaje, solitario, apariencia andrajosa... Sí, seguro andas de autostop, ¿verdad?
—En efecto —y se rió más. La chica le pareció agradable y divertida.
—Mueve tus cosas para acá, cocinaremos costillas y más tarde iremos de excursión al bosque. Dicen que por aquí crecen hongos alucinógenos —se carcajeó luego de decir aquello y caminó de regreso con sus amigas mientras SeokJin movía su ligera tienda unos metros hasta donde estaban las chicas.
ChaeYoung les dijo de inmediato a las chicas que SeokJin era gay, así que las alborotadas de hormonas calmaron su hambre voraz de pene por un momento e incluyeron a SeokJin como una amiga más del grupo. Todas ellas eran risueñas, agradables e increíblemente promiscuas y mal habladas. ChaeYoung era solo la punta del iceberg, pues entre más hablaban, más principiante se sentía SeokJin en cuanto a groserías. Lalisa era la peor de todas, la que le hallaba el doble sentido a todo y manoseaba a sus amigas cuando tenía oportunidad. Jennie era un poco más calmada, pero se caracterizaba por ser la que proveía las drogas en diferentes presentaciones. Y, por último, estaba JiSoo, la de cara más angelical pero con un montón de experiencias que venía arrastrando y no tardó en contar rápidamente a SeokJin que había estado en orgías y cargaba su succionador de clítoris a todos lados.
Sí, SeokJin se quedó bastante sorprendido, pero eso no impidió que se adaptara tan bien al grupo.
Se sintió en confianza inmediatamente porque, como ya se mencionó, se le dificultaba menos el trato con mujeres que con hombres. La plática sobre su sexualidad no tardó en aparecer y las dudas nuevamente afloraron de las sucias bocas de aquellas cuatro chicas fuera de lo común. Y SeokJin las respondió con mucha gracia y detalle. Una vez más se sentía importante al estar contando su vida sexual mientras escuchaba también la de ellas.
SeokJin tomó las riendas de la cocina al ver que aquellas no daban una. Si bien eran expertas en camping, no lo eran en sazonar y cocinar. Ellas quedaron encantadas cuando por fin pudieron degustar la carne bien preparada, blanda y marinada, además de la magnífica ensalada de papas y la limonada. SeokJin no traía comida fresca consigo, solo unos cuantos embutidos y enlatados, así que aprovechó al máximo todos los ingredientes que las chicas traían.
Todos se deleitaron con la comida por un momento, quedaron tan llenos que ganas faltaban para irse de excursión, pero ellas querían aprovechar hasta el último minuto de la compañía de SeokJin.
Dejaron guardadas sus cosas y se adentraron a solas en el bosque. La zona de acampar era segura para vagar, así que no fue necesario depender de los guías turísticos. Puente tras puente, sendero tras sendero, se llenaron de la frescura de la naturaleza que los rodeaba, insólita, vasta y revitalizante. SeokJin quedó tan deleitado con tanto verde que su corazón se sintió libre y feliz después de mucho tiempo. Incluso tenía pocas ganas de regresar a sentar su trasero frente a una computadora o meter su cabeza en montones de libros que odiaba de principio a fin. Incluso dejó de fantasear con las drogas y el suicidio.
Ni siquiera la euforia que sentía al estar destrozando al equipo contrario en LoL lo hacía tan feliz como esto, ni siquiera saber que su padre estaba enfurecido por su rebeldía. Era un nuevo tipo de felicidad, de esa que quieres intentar absorber por cada poro de tu piel porque sabes que durará poco, pero te aferras a ella cada segundo que pasa porque es única e irrepetible.
Y las chicas estaban en la misma sintonía que él, la estaba pasando tan bien con ellas que no quería irse nunca. Durante todo el trayecto se reían en unas exorbitantes carcajadas que perturbaban a las personas que pasaban por ahí, pero les valía una reverenda mierda porque la estaban pasándola demasiado bien.
[♦]
Cuando a excursión terminó, regresaron cansados, satisfechos y felices al campamento, aunque ChaeYoung estaba molesta porque no había encontrado sus famosos hongos alucinógenos.
La noche estaba a punto de caer y los mosquitos empezaban a salir de sus escondites, por lo que SeokJin se bañó en repelente e hizo lo mismo para las chicas. Siempre tuvo ese instinto maternal que lo motivaba a cuidar de otros incluso cuando podían cuidarse por sí mismos. Y ellas le agradecieron cada detalle que hizo por ellas. Los consejos, la decoración de las uñas, cepillarles el enredado y largo cabello, masajearles los pies. Sí, era una amiga más en ese grupo.
A eso de las diez, la fogata ya estaba extinguiéndose, por lo que SeokJin tuvo que buscar más leña mientras ellas asaban salchichas en el poco fuego que quedaba. Regresó con un par de troncos más y los arrojó, sacando un montón de chispas al aire.
Se sentó al lado de Lalisa, quien tenía ya lista una brocheta para él.
—Gracias, pequeña —sonrió SeokJin. Ella le regresó la sonrisa y luego se acercó al oído de Jennie para susurrar algo en su oído. Entonces Jennie se levantó y entró a la tienda de acampar, y salió sospechosamente guardando algo detrás de sí.
—Chicas... —llamó la atención—. Y SeokJinnie...
— ¿Qué tienes ahí, nena? —Preguntó ChaeYoung.
—Una cosita para pasar una noche linda —dijo Jennie en tono adorable, meciéndose sobre sus pies.
—Tú nunca nos fallas, mi amor —dijo Lalisa y se levantó para amasar las tetas de su amiga.
—Ya dinos qué traes —exigió ChaeYoung, impaciente.
—Brownies mágicos, mis amores —sonrió y sacó el paquete de plástico que contenía por lo menos diez piezas de aquel postre especial.
—Ingenioso —dijo ChaeYoung—. Si no podemos fumar aquí, al menos podemos viajar de otras formas.
—Vamos, a comer todos que nos espera un magnífico viaje —sonrió Jennie y abrió la bolsa de plástico—. Es una noche especial, así que todos deben comer al menos dos o habrá castigo.
— ¿Qué castigo? —Preguntó SeokJin, tomando dos pastelitos de la bolsa.
—Es un secreto —susurró ChaeYoung y todas rieron cómplices.
Bueno, eso fue raro, pero para su suerte ese castigo no iría para él, pues sabía de drogas y en este viaje él estaba dispuesto a hacer de todo.
Por breves segundos, se preguntó si era conveniente probar la marihuana nuevamente, pues se juró a sí mismo no volver a consumir cosas ilegales después de obligar a sus dos amigos a sentar cabeza.
Carpe Diem —pensó—, este viaje es único, tal vez no vuelva a tener una oportunidad como esta. ¡Y además es gratis!
Alrededor, todos los turistas empezaban a meterse a sus casas de campaña y se dirigían a dormir, otros se quedaban afuera a beber y charlar, mientras que las chicas y SeokJin comenzaban su viaje.
— ¿Por qué me tengo que comer dos? —Preguntó JiSoo, un tanto insegura al ver el contenido de la bolsa—. Siempre me como uno y con eso es suficiente.
—Te comerás dos porque sí, no empieces a dudar—respondió Jennie—. No seas una aguafiestas, vinimos a divertirnos.
—Sí, JiSoo —rezongó ChaeYoung—. Si te vas a acobardar, mejor vete a la mierda y no vuelvas a salir con nosotras. Te crees muy valiente pero siempre terminas acobardándote. ¿Dónde está la niña intrépida que conocimos hace dos años?
—Creo que no deberían obligarla, chicas —intervino SeokJin—. Es su decisión si no quiere comer más de uno.
— ¿Ahora tú también te vas a poner de aguafiestas, SeokJinnie? —Se burló Lalisa.
—No es eso —se excusó SeokJin—. Por mí está bien, pero no obliguen a nadie. Si quieren drogarse, adelante, son libres. Pero presionar a alguien para que lo haga está mal. Y si JiSoo ya conoce cuál es su límite y no quiere pasarse, está en su derecho de negarse a comer más de la cuenta.
—Bueno, deja de joder JiSoo. ¿Le vas a entrar o no? —Jennie se dirigió agresivamente hacia JiSoo, ignorando completamente a SeokJin.
—Paso —bufó molesta y torció los ojos—. Me voy a dormir, que la pasen bien. Me importa un carajo si me castigan.
La chica se levantó enfadada y se metió en su tienda de campaña, donde la lámpara fue apagada de inmediato y no se supo más de ella.
Por su parte, ChaeYoung tomó las porciones que le tocaban a JiSoo y las repartió en partes iguales para los demás. Nadie dijo nada mientras aquello pasaba, como si ya estuvieran acostumbradas a esas actitudes. SeokJin estaba algo incómodo y quería ir a hablar con JiSoo para animarla a unirse de nuevo incluso si no comía brownies con ellos, pero se dio cuenta de que él no tenía cabida en esas decisiones dentro del grupo de amigas. A fin de cuentas, eran unas totales extrañas y él solo estaba de paso, probablemente no las volvería a ver en toda su vida.
Decidió dejar pasar esa situación y simplemente continuar con ambos viajes.
—Buen viaje, chicos —dijo Jennie y alzó su postre para hacer una especie de brindis.
Aquello reanimó a todos y empezaron a comer tranquilamente mientras hablaban de lo que habían visto durante la excursión.
Suprimieron a JiSoo, como si no existiera y, luego de unos minutos de tranquila plática, empezaron a reírse y a hablar desenfrenadamente.
Las carcajadas y los discursos sin sentido comenzaron a aflorar rápidamente, todos ya habían acabado con sus porciones para ese momento. La gente que aún permanecía despierta, los volteaban a ver con cierta desaprobación e incluso un par de señoras salieron a pedirles amablemente que se callaran.
Pero era imposible contener la risa relajada provocada por el cannabis.
— ¡No quiero volver nunca a Seúl! —Chilló SeokJin.
— ¿Hora de confesiones? —Balbuceó Jennie—. ¡Pues quiero tener las tetas más grandes para que Kai regrese conmigo!
— ¡Quiero que me follen entre tres! —Rió ChaeYoung.
— ¡Quisiera dejar de ser una maldita virgen! —Siguió Lalisa, llamando la atención de las demás.
— ¿No dijiste que ya te habías follado a Taemin? —Preguntó Jennie, y las demás la miraron con burla.
—S-Sólo se la ch-chupé —respondió letárgica—. No me quiso... no me quiso follar el maricón de mierda.
— ¡Eh, más respeto! —Regañó SeokJin.
Las risas se hicieron mucho más fuertes cuando SeokJin se quejó, incluso él mismo terminó con dolor abdominal debido a la risa descontrolada.
Pero entre las risas, Lalisa empezó a llorar porque Taemin no quiso follársela, Jennie también porque extrañaba a Kai, y ChaeYoung se quejaba de que la regla no le había llegado.
SeokJin solo las veía llorar mientras su vista se nublaba más y más, sentía que flotaba en el espacio sideral rodeado de estrellas que casi podía tocar. Los colores de la noche se hacían cada vez más nítidos. Cada estrepitar del fuego le comunicaba una palabra, un sonido, una canción, una sensación. Casi sentía las chispas quemar su piel, pero era una quemadura placentera, como besos minúsculos que se expandían por todo su cuerpo y terminaban por unirse todos en la boca del estómago, provocándole un calor delicioso y unas ganas colosales de dormir.
Decidió dejar al montón de lloronas frenéticas arreglárselas por sí solas, pues su viaje (el de la marihuana) era para disfrutarse a solas y no rodeado de llanto fastidioso. Se adentró en su tienda y cayó acostado con la cabeza apoyada en su mochila. Veía el techo de su tienda, la luz que venía de la fogata hacía danzar sombras extrañas en la tela de su pequeño dormitorio. Se sintió flotando una vez más, pero también tenía la sensación de que un par de manos muy grandes apretujaban su cerebro y lo hacían querer correr frenéticamente hasta que sus pies dolieran, pero a la vez lo incapacitaban para moverse de su lugar.
Y lo más curioso vino después, una vez que cerró sus ojos para dejarse envolver por los efectos de la droga. Una voz se empezó a escuchar a lo lejos.
—SeokJin... —escuchaba que lo llamaba una voz dulce y aguda. —SeokJin, siempre vas a ser el único en mi vida... —la voz se hacía más cercana. —SeokJin, soy completamente tuyo —susurraba, ahora era reconocible, sabía a quién pertenecía la voz—. SeokJin, te amo, nunca te voy a dejar...
—Yo también te amo, JiYong —susurró sonriente. Una inmensa paz lo recorrió al ver sobre él ese bello rostro refinado, esos ojos provocativos y aquel cabello arcoíris que tan loco lo volvió alguna vez. Pero el llanto vino de inmediato cuando se percató de que no era real.
Y sus dos viajes quedaron arruinados por recordar a su estúpido ex novio que no había hecho nada más que sembrarle dudas y miedos.
Impulsado por la rabia y sin pensarlo dos veces, tomó furioso su diario de viaje y escribió:
Te odio, Ji-Yong. Si no fuera por ti, yo estaría bien. Si no fuera por ti, yo jamás hubiese perdido la dignidad y probablemente, mi salud. Si no fuera por ti...
Si no fuera por ti, yo no le temería tanto al mañana...
¿Sabes lo difícil que es para mí despertar todos los días y olvidar eso que me dijiste antes de irte para siempre? ¿Sabes lo difícil que es intentar mitigar el miedo a diario y seguir con mi miserable vida?
¿Por qué no te quedaste para ayudarme? ¿Sigues vivo, siquiera? ¿Por qué me dejaste abandonado y con tantas dudas? Eres un maldito cobarde. Pudimos haberlo solucionado juntos, pude haber estado ahí para apoyarte, pero huiste como el perro miedoso que eres. Te odio.
Juro que si próximamente muero, estaré esperándote en el infierno para hacerte pagar por hacerme sufrir.
Eras lo único que me hacía feliz, JiYong. ¿Por qué te fuiste solo porque salió positiva la prueba?
Inserte sus hipótesis sobre qué demonios le hizo JiYong a SeokJin aquí
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