capítulo 5.

«LUCY»

Estaba impactada de varias maneras, pero sobretodo por re-encontrarse con un viejo amigo en aquellas circunstancias: dentro de un baño, mientras el chico mantenía parte de su cuerpo oculto tras la cortina. Aunque él actuaba tomándose la situación con naturalidad, Lucy no tardó en sentir como sus mejillas se enrojecían. No sabía qué decir, tampoco eran aptas las condiciones para acercarse y darle un abrazo u entablar una conversación.

—Okey, esto es... ¿Extraño? No puedo creer que no te reconocí antes— murmuró captando con la mirada los tatuajes que tenía el chico en uno de sus brazos. Sí, estaba diferente a lo que había imaginado.

Él le sonrió y atinó a decir algo, pero la puerta del baño se abrió y apareció Clay interrumpiendo.

Clay, que se ponía nervioso ante la idea de Justin cerca de Lucy. No quería involucrarla, tampoco confiaba en Justin y lo prefería lejos de ella, no porque fuera un controlador, solo se sentía responsable porque él decidió meter al chico en su casa.

—¿Puedes salir?— Justin se dirigió a Clay, que lo miró un tanto irritado. —Estamos teniendo una conversación, ¿no ves?

—Claro que los veo, idiota. Pero papá ya se fue y puedes salir, Lucy— ella asintió, comprendiendo que no era el mejor sitio para seguir hablando, además de que notaba a Clay molesto y no pretendía enojarlo más.

—Te veo luego— la mirada de Justin se posó en Lucy, ignorando al otro por completo. Volvió a sonreír -como él sabía- y ella asintió, todavía un tanto anonadada.

Finalmente los dos salieron, Clay cerró la puerta y se encaminaron hacia la habitación del primero.

—No tienes que verlo— murmuró Clay.

—No entiendes. Él y yo ya nos conocíamos— aclaró. Él la miró un tanto confundido. —Sí, eramos vecinos y algunos meses antes de que me mudara, nos hicimos amigos.

—Espera, ¿cuanto tenían? Como... diez años, ¿no? Justin ya no es el mismo niño— expresó. Clay nunca entendería el encanto que tenía Justin con las chicas. Hannah. Jessica. Lucy. Sus compañeras del instituto. ¿Por qué les agradaba tanto?

—¿Qué hay de malo? Tampoco soy la misma de cuando tenía diez años. Tú... Tampoco ¿O sí?— fingió dudar de modo divertido, haciendo que Clay perdiera la expresión de preocupación por algunos segundos. Hasta que le sonó el celular y se concentró en leer lo que mostraba la pantalla.

—Mierda...— se quejó, todavía con el aparato en mano.

—¿Qué pasó?

—Sheri no puede quedarse con Justin hoy... Y yo tengo que ir al colegio— comentó, haciendo que a Lucy se le pasara una idea por la cabeza. Elevó la mirada iluminada, con intención de expresar su gran plan. —No. Ya sé en lo que estás pensando y no— negó él de inmediato, casi leyéndole la mente.

—¿Por qué no? No entro a clases hasta la próxima semana. Puedo quedarme con él, soy tu mejor opción— insistió aunque en el rostro contrario se divisaba una evidente desaprobación.

—Porque no es buena idea, Lucy. Confío en ti, pero no confío en Justin— dejó en claro. —Yo lo arreglaré.

La chica asintió inmutada, acomodándose un mechón de pelo tras la oreja y luego, se cruzó de brazos. En el fondo sabía que Clay la alejaría, como lo hizo desde que llegó a su casa.

—Como digas— fingió que no le importaba el sentirse como un estorbo y se retiró.

«JUSTIN»

Abandonó el baño sigiloso, tan pronto como pudo, con la esperanza de encontrar a Lucy en los alrededores. Pero no estaba en el pasillo, tampoco en la habitación donde al ingresar se encontró solo con Clay.

—Ahí tienes comida— el contrario señaló una pequeña mesa, donde se apoyaba una bandeja con café, tostadas y algún que otro alimento que consiguió recoger. No le importaba que especie fueran, Justin tenía hambre y se sentó en el sofá para comer.

—¿Donde está Lucy?— preguntó mientras sostenía la taza del café y se relajaba en el sofá para luego, beber un sorbo.

—Olvidate de ella. ¿Cuantas veces tengo que decírtelo?— recriminó frustrado. —Tengo que hablarte de otra cosa— dijo cambiando el tema, Justin se sintió molesto. Quería ver a Lucy.

—¿Por qué siempre le quitas la emoción a todo, Jensen?— cuestionó con ironía al mismo tiempo que se re-acomodaba, apoyando los pies cruzados sobre la mesa. Ese último movimiento disgustó por completo a Clay.

—Baja los pies— le pidió, abrumado por las actitudes del chico. Lo observó buscar entre su bolsillo y segundos después, una pequeña imagen apareció ante sus ojos. Entonces las facciones de Justin cambiaron, asqueado de lo que veía.

"Hannah no fue la única", decía la foto, que mostraba a un Bryce semi-desnudo y lo que se podía identificar como el brazo de una chica desmayada en un sillón. Era espeluznante la imagen, las palabras, la mirada de Bryce. Lo odiaba. Pero al mismo tiempo no podía olvidar lo unidos que fueron alguna vez.

—¿Reconoces el lugar?— cuestionó Clay.

Justin observó la imagen unos minutos, la analizó. Buscó algún punto familiar, pero nada allí le resultaba conocido.

—No. No sé donde es. Pero podría preguntarle a los chicos.

—Imposible. Tienes que quedarte aquí hasta que estés limpio— que Justin saliera de ahí era un riesgos. Nadie podía verlo ni saber de él, no hasta que estuviera en condiciones para actuar.

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Justin miró con marcado desacuerdo la presencia de Tony. No quería quedarse con él, prefería esperar a Sheri o quedarse solo. Bueno, también podía quedarse con Lucy, pero era obvio que Clay no lo permitiría. Se quejó pero fue en vano, Tony estaba ahí y parecía dispuesto a pasar el resto del día con él. Continuaba sintiéndose mal -era como si su cuerpo encontrará paz por unos minutos, pero luego los síntomas de la abstinencia regresaban- así que se quedó en el sofá, observando como Tony leía el plan de "emergencia y desintoxicación".

Clay se marchó al colegio. Los Jensen a sus respectivos trabajos. Solo quedaba Lucy en la casa, Tony y Justin.

«LUCY»

Se preparaba algo para tomar en la cocina, cuando escuchó pasos por las escaleras. Esta vez no se asustó, sabía que no estaba sola en la casa. Se asomó para ver de quién se trataba y se topó con un muchacho de pelo oscuro que la miró como si no supiera que decir.

—Hola— dijo Lucy elevando la mano.

—Hola— respondió el contrario, que se direccionó hacia la cocina. —¿Quién eres?

—Bien, parece que Clay a ti tampoco te habló de mí— se encogió de hombros, acostumbrada. —Lucy. Estoy viviendo con los Jensen, por un tiempo— explicó. —De pronto esta casa es como un hotel— bromeó, divisando la expresión amable que modulaba el contrario.

—Tony— se presentó. —Por casualidad, ¿sabes como hacer esto?— le mostró una pequeña receta a la chica. Era un preparado que debía tomar Justin para ayudarlo a sentirse mejor.

—Te puedo ayudar. Al menos sé donde encontrar las cosas— reconoció, sin embargo, su preocupación era otra y no consiguió guardársela. —¿Como está Justin?— se adelantó a preguntar.

El muchacho se relamió el labio inferior, inseguro en responder, pero finalmente lo hizo.

—No muy bien. Deberíamos darnos prisa con esto— argumentó, a lo que Lucy asintió con los ojos preocupados.

—Deja que los ayude— le pidió.

—Pero, Clay...— comenzaría a explicar, pero Lucy interrumpió.

—No importa lo que diga Clay— dijo convencida. —No tiene que enterarse— agregó. —Por favor... Justin me importa— murmuró con sinceridad, a lo que Tony no puedo negarse.

—Bien. Hagamos esto— pronunció y ambos se incorporaron, dispuestos a seguir las instrucciones. Lucy buscó los pocos ingredientes, Tony los colocaba a medida dentro del vaso. Parecía qué, finalmente, Lucy y Justin conseguirían volver a estar cerca. Como los viejos tiempos.

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