E.D. y hay parejas de acaramelados
Halley refunfuñaba para sí misma, su padre era más escurridizo que una rata. Dos malditas semanas tratando de abordarlo y nada. Suspiró cansina y dobló por la esquina de un pasillo. Sus libros salieron volando por el golpe que recibió.
— ¡Por todos los libros del mundo! — Exclamó enojada.
—¡Maldita sea, Granger! — Gritó su interlocutor, que luego la miró — Baxter...
— No soy tu amorcito, Malfoy — Halley empezó a recoger sus pertenencias con varios Accio.
Por supiste que su padre se sintió ofendido— ¿Mi qué? Baxter no te permito que...
— Seguro que siempre estrellas intencionalmente con ella y por eso me confundiste. — Halley seguía en lo suyo y no se molestó en mirarlo. — Porque soy rubia, no castaña. Además, hay que ser ciego para no notar que te gusta, la miras mucho y cada que habla en clase escuchas atento mientras finges una mueca de asco. Y ahora vas a negar todo lo que dije. — Ahora sí lo miró. — ¿Te has sonrojado?
— Baxter eres igual de impertinente que tu novio comadreja. — Soltó mordaz Draco, ni siquiera se atrevió a negar lo que ella había expuesto. — ¿Ahora quien es la sonrojada?
— No es mi novio, pero me gusta — Halley tomó sus pertenencias y se acercó a su futuro padre la veía divertido — Yo no niego lo evidente y tú solo piensas en ella, noche y día... la adoras.
— Yo nunca dije que no me gustaba. — Draco afirmó y luego deseó haberse callado. — ¿Cómo es que...
— Soy legeremente natural — Halley sonrió, estaba mintiendo para salir de un embrollo. Lo último que necesitaba era meterse en problemas con el tiempo. — A Hermione le gustas.
Draco rio de manera sarcástica. — Sí claro, y Las brujas de Macbeth tocan baladas muggles.
Halley evitó reír, a veces aquel grupo musical sí tocaba música muggle, pero no baladas. — Solo que ella no lo sabe aún, pero si le prestas atención a sus pensamientos sabrás que compara mi rubio natural con el tuyo que es teñido.
— ¡Soy un rubio platino natural! — exclamó ofendido. — Si me disculpas me retiro y ya puedes decirle a Granger que no le haré caso.
— Puedes querer engañarme a mí, ¿pero puedes hacerlo contigo? — Halley le dio la espalda — Tus ojos gritan felicidad mientras tu cara parece sentir asco. — Empezó a andar y se marchó dejando a Draco sorprendido.
Scorpius se mostró sorprendido a Fred Weasley.
— No. — Negó la cabeza — No puedo aceptar que la cortejes.
La sonrisa de Fred desapareció. — Te estoy informando, Baxter.
— Está comprometida en matrimonio — Tuvo que admitir y más al saber que el novio se hacía pasar por la profesora Umbridge. — No hay manera de deshacer ese matrimonio.... Es algo así como una ley. — Hasta el tenía una novia con la que debía casarse, aunque no la amara. — Ambos estamos obligados a unir nuestras vidas con personas que no amamos.
Fred se quedó perplejo por la información. — ¿En América es así?
— ¿Acaso aquí no hacen lo mismo? — Inquirió de la misma manera.
— Solo los puristas lo hacen. Yo vengo de una familia a la que denominan traidora a la sangre. — Fred cerró los ojos con frustración.
— Le llevas dos años — Scorpius trató de desanimarlo. Aunque era mentira, si Fred Weasley viviera en su futuro le llevaría alrededor de 28 años. — Es una niña para ti.
— ¿Acaso importa? Yo creo que no, pero si ama a su prometido renunciaré a cortejarla. — el pelirrojo le sonrió. — ¿Sabes lo que ella siente?
Scorpius suspiró a sabiendas de lo que diría mentiría para salvaguardar el futuro — Claro que sí, ella lo ama con locura y cuenta los días para casarse.
— Mientes fatal, Baxter. Sí quieres engañar al mayor bromista de Inglaterra tienes que creerte lo que dices. — Dicho eso le dio la espalda para salir de la habitación que compartían. — ¿Por qué lo haces?
— Mi hermana podría decidir escaparse contigo...— le respondió y lo vio salir — Arruinar el futuro más de lo que ya está, conozco a mi hermana y es más una Malfoy que Granger.
Era cierto, a Halley no le importaba mucho las reglas y terminaba haciendo lo que quería siguiendo su corazón, así como cuando Draco se convirtió en un mortífago por salvaguardar a su madre. En cambio, él era más moral y serio. Tan perfeccionista y estudioso como su madre. Por lo que terminó siguiendo a James y Halley para ser la parte sensata del equipo.
Hermione veía como cada nuevo integrante del "Ejército de Dumbledore" escribía su nombre en el pergamino y de esa manera prometía no mencionar nada o de lo contrario sería acusado de traidor con un maleficio, según las palabras de Umbridge. Que les aseguró que si el ministerio llegaba a enterarse ella se convertiría en malvada y nadie quería eso. Lo dijo con una sonrisa casi maniática que más de uno tembló.
— Bien mis niños. — Umbridge se puso al centro de la clase que se encontraba en la sala que viene y va equipada — Hoy vamos a empezar con nuestro club de duelo, esto es para reforzar conocimientos. El día que en verdad se encuentren en un duelo a muerte no hay segundas oportunidades, por un hechizo mal ejecutado termináremos en un féretro. Nadie quiere morir a manos de Quien-ustedes-saben... con él y sus seguidores no debe haber errores.
Harry alzó la mano — ¿Usted cree que ha vuelto?
— ¿Qué más pruebas que el joven Diggory muerto se puede requerir? No fue un accidente por mucho que el ministerio se empeñe en ocultarlo — James miró a su padre — Señor Potter ¿podría darnos un pequeño discurso sobre su experiencia con él?
Harry también se puso al centro de sus nuevos compañeros, desde luego que James sabía cómo manejar a su padre, como convertirlo en el fundador del ED. — No se basa en memorizar un puñado de hechizos y lanzarlos. En esas circunstancias eres totalmente consciente de que no hay nada que te separe de la muerte salvo..., salvo tu propio cerebro o tus agallas o lo que sea, como si fuera posible pensar fríamente cuando sabes que estás a milésimas de segundo de que te maten, o de que te torturen, o de ver morir a tus amigos... Lo que se siente cuando uno se enfrenta a situaciones
así... nunca nos lo han enseñado en las clases.
Así que como Umbridge no podía dividirse para trabajar con más de 100 estudiantes tuvo que emplear delegados del club que eran cuatro. Pansy, Harry, Hermione y Draco, los cuales tras cada clase debían de redactar un informe detallado en pareja.
Así que Hermione se sorprendió en cuanto se quedó junto a ella tras la clase. — ¿Por qué no vas con Parkinson? — Preguntó.
— ¿E interrumpir su besuqueo con Potter? Claro que no, a menos que tú quieras hacer eso conmigo, en ese caso si que me iré. — Draco decidió molestarla para ver si era cierto lo que Halley Baxter le dio a entender.
— ¿qué? No, por supuesto que no. — Hermione extendió el pergamino sobre una mesa del salón de menesteres.
— Bien, tu escribes y yo te dicto. — Draco se sentó sobre la mesa que ella acababa de acomodarse.
— No soy tu secretaria.
— ¿Recuerdas si Creveey puede lanzar bien un difiindo o un expelliarmus? No, bien, entonces dicto yo y tú escribes. — La miró resistir el deseo de gritarle y notó la chispa de admiración que tenía por su cabello ya que era ahí donde lo miraba fijamente.
James iba dando zancadas por los pasillos de Hogwarts, Fred Weasley estaba tras su prometida. No es que la amara o le gustara, no le molestaría si fuera un chico de su propia época, pero alguien que prácticamente podría ser su padre no era para nada apropiado... y le hacía enojar.
Iba refundido en sus pensamientos y entonces escuchó un gemido femenino ¿Quién diablos estaba haciendo cosas pervertidas en el colegio? Abrió la puerta con un hechizo no verbal y lo que vio lo dejó perplejo.
Sus padres estaban besándose y estaban demasiado pegados... Pansy le estaba sosteniendo la mano a Harry en su busto. Por un momento pensó en cerrar la puerta y marcharse.
— Castigados, están castigados. — Trató de calmarse del susto de muerte que sentía — De inmediato a mi oficina. — Sin decir más salió.
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