two. a magic portal
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dos⨟
un portal mágico
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DANIELLE NO SUPO EN QUE MOMENTO LAS cosas tomaron ese camino que les hizo llegar tan lejos. Lamentablemente la decepción tras haber fallado en aquel plan que tenía como fin traer a Barry de vuelta, fue enorme y ella no era capaz de esconder la dolor tras el fuerte y para nada efímero sentimiento. Era horrible. Le pesaba el cuerpo y le dolía el pecho, pero de cierta forma sentía que el corazón le saldría corriendo desde el interior de su caja torácica. ¿Acaso era posible? Porque la joven castaña estaba casi segura de que sí.
Realmente quería a su mejor amigo de vuelta y no era un secreto para nadie. Todos querían a Barry Allen de vuelta con ellos en Central City. En los laboratorios. En casa.
—Puedes seguir pensando que soy egoísta y un montón de cosas más —la voz de Iris le trajo de vuelta al presente—... Pero les dije que no lo hicieran... Danielle, también lo quiero de vuelta, al igual que todos lo desean, pero todos los presentes en este lugar sabemos que uno de los dolores y una de las decepciones más grandes proviene de la desilusión y la desesperanza... es lo que acaba de suceder y...
—Lo sé —le interrumpió la castaña—, es solo que... tal vez duela ahora, pero al menos sé que no me quedé con la duda de saber si podíamos traerlo de vuelta —suspiró en una respiración temblorosa—. Siento haberte gritado, pero... ya sabes —se encogió de hombros sin saber que más decir al respecto.
—Probablemente hubiera hecho lo mismo de ser lo suficientemente valiente —acordó la morena restando la mayor importancia posible mientras pasaba uno de sus brazos por sobre los hombros de Danielle, mientras que la mencionada apoyaba su cabeza en el hombro de Iris.
El silencio se propagó durante minutos. Parecía increíble que seis meses habían transcurrido sin la presencia de Barry, seis meses batallando con los meta-humanos y criminales de la ciudad sin la razón de por quien habían comenzado en aquello. Barry no solo era Flash, Barry era el alma de aquel equipo, y sin él todo parecía tan... ajeno y hasta vacío.
Adicional a aquello se presentaba el hecho de que debían buscar la manera de vencer a aquel Samurai que había aparecido de la nada la noche anterior atacando la ciudad y buscando al velocista más fuerte, al mejor, el cual claramente no era Wally, ni mucho menos ella. El tiempo se agotaba y todos se preguntaban que demonios harían sin Barry.
—Chicas... —la voz de Joe, quien entró corriendo al laboratorio de velocidad llamó la atención de ambas. Parecía desesperado, emocionado y hasta desenfrenado.
Entonces Danielle lo supo. Con solo una mirada en dirección a Joe West, la joven lo supo, y antes de que el detective pudiera decir palabra alguna sobre lo ocurrido los ojos de la velocista se encendieron en aquel rosa eléctrico que tanto la caracterizaba desde el momento en que obtuvo sus poderes.
Fue cosa de segundos para que todos se encontraran en el CCPD. La castaña estaba impaciente a mas no poder, y la forma en que su pie golpeaba contra el suelo con una rapidez humana lo dejaba en claro. Quería entrar ya, pero debía esperar. No se veía capaz de entrar a solas.
En silencio se preguntó si acaso realmente sería él o si acaso se encontraba soñando y en cualquier momento despertaría con desilusión al ser consciente de que su mejor amigo no estaba de vuelta. Esperaba que sí fuera él. Sus piernas temblaban en nerviosismo y el corazón dentro de su pecho saltaba ansiosamente. Extrañaba a Barry de formas incontables, y es que su relación con el castaño era diferente. Claro que amaba a Cisco, Caitlin, Iris, Wally, Joe y a todo el mundo, pero Barry... Barry era simplemente su alma gemela y no necesariamente hablando en el ámbito romántico.
Finalmente, tras unos infernales minutos de espera, el grupo hizo presencia en la recepción del CCPD, ante lo cual Cecile se acercó rápidamente a ellos no tardando en indicarles el camino para llegar al castaño.
—Deberían prepararse —recomendó la fiscal antes de abrir la puerta de aquella oficina en donde se encontraba Barry.
En aquel momento a Danielle no le importó nada. No le importó lo que sucedía a su alrededor, ni mucho menos lo que los demás pudieran pensar. Se lanzó entrando velozmente a paso normal, adelantando a todos, y sin tomarle importancia a lo que Barry hacía, se lanzó sobre él abrazándole con fuerza.
Los brazos del castaño se envolvieron lentamente en el fino cuerpo de Danielle, sin embargo, ella no podía sentir aquel característico calor proveniente de su mejor amigo, aquel que sentía cada vez que le abrazaba. Y entonces le escuchó hablar.
—Nora no debería estar aquí —comentó él, observando a su prometida.
Danielle se apartó un tanto aturdida con la mención de palabras un poco descabelladas, sin comprender que era lo que ocurría, y con ello sintió como Cisco tomaba su mano, en un gesto reconfortante y protector.
—Tu madre no está aquí Barry —comentó Iris descolócada al igual que todos—... Soy yo, Iris... estás en casa.
La mirada de Barry divagó con desinterés por el lugar, hasta que se encontró con la de Cecile.
—Su Señoría, soy inocente —aseguró con seguridad—. Yo no lo hice. No maté a nadie.
Su mirada nuevamente divagó por el lugar, hasta que se encontró con los iris castaños de Danielle. Una sonrisa escapó de sus labios al observarle allí.
—Eres mi alma gemela, pero no nos amamos de esa manera —murmuró con tono suave y gentil—... Siempre, siempre protegeré de ti, inclusive si es de mi mismo, Dan.
Ante esas palabras, nadie tuvo oportunidad a reaccionar, ya que Barry nuevamente se adelantó a hablar, una vez más diciendo palabras que parecían no tener sentido.
—¿Pueden oír las estrellas? —su voz se alzó levemente—. Cantan. Riman. Repican. Miden... A cada hora, cada minuto —se cortó a si mismo, esta vez dirigiéndose a la nada—... Dijiste que la ciudad era segura, que no había peligro residual. Pero eso no es cierto. ¿Qué pasó realmente esa noche?
Danielle dió un apretón en la mano de Cisco, y observó a Caitlin. El trío había caído en cuenta de aquellas palabras... Barry las había dicho, en el pasado se dirigió a Eobard Thawne poco después de descubrir sus poderes.
—La ciudad está a salvo —le prometió Iris—. Tú la salvaste, nos salvaste.
Barry le observó con una sonrisa. Por un momento creyeron que había vuelto a ser Barry, Barry Allen. Aquel joven que todos conocían. Pero no era así. No estaba no cerca de ser así.
—Las estrellas se derriten como hielo —murmuró—. Cielo. Suelo. Nada parece... Nora no debería estar aquí —repitió observando a Iris—. Él no debería estar aquí. Debemos enviarlo a casa —esta vez observó a Danielle.
Barry se volvió a concentrar en los símbolos que llevaba dibujando en la pared desde que lo encontraron y llevaron hasta allí.
—Esto no parece ser una conmoción —comentó Joe consternado.
—La conmoción es causada por presión sanguínea —explicó Caitlin en pocas palabras—. Esto es neurológico.
—Es todo un nuevo modo de estudiar la física —comentó Barry, extasiado con aquello a lo que se refería—. Desafiará el modo en que pensamos sobre todo. De un solo átomo a una galaxia completa.
Entonces un repentino grito salió de sus labios, haciendo que todos se sobresaltaran mientras lo veían caer sobre una de sus rodillas directo al suelo sosteniéndose la cabeza.
—Las estrellas son ruidosas. Ruidosas. Dichosas. Borrosas —se detuvo, observando un punto en el suelo, sin contexto en lo absoluto mientras sonreía—. Papá y yo estamos bien. Vamos a estar bien.
Danielle observaba toda reacción preocupada, sin comprender del todo lo que ocurría, pero con un dolor horrible acrecentándose en su pecho. Ese no era su mejor amigo.
—No creo poder ser como tú, Oliver —dijo esta vez.
—Es suficiente —susurró.
—Hay que llevarlo a los laboratorios, ahora —hizo saber Caitlin.
La doctora se acercó a Barry, quien nuevamente escribía aquellos símbolos en las paredes, por lo que aprovechando la instancia le inyectó algo en el brazo. Barry la observó por un momento y luego se desvaneció, cayendo en los brazos de su padre adoptivo.
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DANIELLE TOMÓ ASIENTO FRENTE AL VRIDIO FORZADO de la celda en la tubería, en dónde Barry se encontraba nuevamente despierto tras el incidente de él corriendo por todo el cortex a una velocidad antes inimaginable.
—¿Sabes? Ese golpe realmente me dolió —comentó con media sonrisa. En un movimiento que ni ella pudo prever Barry se había estrellado con ella—. Creo que esta vez podrás permanecer como el hombre más veloz por un largo tiempo...
Sin embargo, Barry se mantuvo allí, intentando seguir con aquellos símbolos, como si Danielle ni siquiera estuviera allí. Y es que él no notaba su presencia.
—Sabía que volverías a casa, con nosotros... pero nunca creí que aún así permanecerías ausente... —susurró ella—. Han sido unos largos seis meses, y no tienes idea de cuanto te extrañé... cuanto aún te extraño —se corrigió.
Barry pasó uno de sus antebrazos por su frente, aparentemente limpiando el sudor que yacía en esta.
—¿Puedes... por favor volver? Sé que... sé que lo estás intentando, pero inténtalo más fuerte... por favor —de sus ojos escaparon un par de lágrimas—. Realmente te necesito... te he necesitado... ¿Sabes que Loki murió? Luego de tantos años con nosotros... —retuvo un sollozo al recordar a su fiel canino—. Aún puedo recordar el día en que llegaste con él, dentro de aquella caja toda agujereada... estaba tan feliz, él también lo estaba, supongo que estuvo mucho tiempo esperando a ser adoptado...
Cubrió su boca con la palma de su mano, intentando mantener a raya sus sollozos. Intentando mantenerse firme a pesar de que su cuerpo, su mente, su corazón y su alma querían desvanecerse.
—Yo no quiero hacerte sentir mal, pero Loki siempre esperaba a que cruzaras la puerta y que le dieras su dosis diaria de cariño, esperando a que le rascaras tras la oreja... pero supongo que dónde sea que este ahora, sabe que lo seguirás... que lo seguiremos amando, siempre —sollozó—... Lo extraño mucho, al igual que a ti.
Solo esperó unos segundos, en donde lamentablemente no hubo reacción absoluta, por lo que se puso de pie y se encaminó a la salida de las tuberías, dónde casi se estrelló con Cisco. El pelinegro solo abrió sus brazos para ella y Danielle se refugió, dejando salir sus lágrimas por completo.
—¿Por qué todos los que amo siempre me dejan? —inquirió con voz ahogada.
Aquello solo logró que el corazón de Cisco se quebrajara un poco más. Él no tardó en aumentar la intensidad del abrazo, intentando reconfortarle, intentando así eliminar todo mal sentimiento en su mejor amiga.
Tras ello, Danielle no tuvo mucho más tiempo para recuperarse de ese golpe emocional, porque las 24 horas de la amenaza hecha por aquel Samurai que buscaba al verdadero Flash ya se habían cumplido, y al Wally estar herido, ella era la única opción que quedaba para enfrentarlo.
Así que ahí se encontraba ella, frente a un Samurai con amenazantes katanas aferradas en sus manos.
—No veo a Flash —mencionó el Samurai.
—Lo siento ¿Te he decepcionado? —inquirió ella con un puchero adornando sus labios—. Solo te informo que tendrás que conformarte conmigo —le sonrió acercándose.
Antes de que pudiera siquiera hacer un movimiento, Iris se cruzó en el camino, dándole cara al Samurai sin siquiera temblar en el proceso.
—¿Qué demonios crees que haces, loca? —preguntó a la morena.
—¿Quieres a Flash? —sin embargo, inquirió—. Llévame.
—¿Por qué?
—Porque irá a buscarme —dio por hecho.
Danielle activó su velocidad, y seguido de esta, su invisibilidad decidió acompañarle, por lo que, siendo invisible para todos corrió hasta el Samurai, colocándose delante de Iris.
Una sonrisa satisfecha salió de sus labios, viendo como finalmente sus poderes estaban funcionando a la par. Sin embargo, cuando su puño se dirigía al pecho del Samurai intentando dar un golpe cargado en electricidad, notó como la reacción de su contrario actuaba acorde a su posición, y se vió incapaz de evitar aquel golpe, ya que si lo hacía sabía que la historia sería muy diferente.
En segundos el aire abandonó sus pulmones, en el momento en que sintió como ambas katanas atravesaban su abdomen. Sus piernas aflojaron la firmeza que mantenían, y en el momento en que sintió el filo ser retirado de su piel, sus rodillas se estamparon en el suelo, cediendo al dolor que amordazaba su sistema.
—¡Rose Gold! —gritaron Iris y Joe alarmados con la escena.
Pero antes de que alguno pudiera hacer algo, el Samurai cargó a Iris y emprendió vuelo.
Luego de eso Danielle no pudo verificar, ya que sintió su cuerpo estrellarse contra el pavimento junto con un metálico sabor apareciendo en su boca. Finalmente sin poder evitarlo perdió la consciencia sumándose en todo lo que iba más allá del dolor.
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a / n:
ALOOO
¿hay alguien con vida
aún por estos lados?
creo que me tarde un poquito
mucho en actualizar aquí, jejeje
tengan bonita semana, cuídense y les tqm💗
© 2O24 | PRFCTGUSTIN
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