Capítulo 1

" Un corazón latiente de piedra. Tienes que ser frio para lograrlo en este mundo. "
Imagine Dragons

El sol era débil cuando Seokjin se levantó de la cama y se acercó hasta ese viejo escritorio de madera que sus abuelos le habían prestado. El viento movía las cortinas blancas dejando entrar una suave brisa que en conjunto con los nimbos negros que se dispersaban por el cielo, indicaban tormenta.

"Está siendo un verano lluvioso" - había dicho su abuela la anterior noche mientras cenaban.

No le molestaba, la inspiración llegaba con mucha más facilidad hasta su mente cuando la lluvia teñia de su particular música el mundo. Kim Seokjin era un chico indie, solía agradarle el sentimiento de tristeza ficticia y por eso Florence and The Machine o Lana del Rey ocupaban un importante lugar en la única tecnología que aceptaba, su antiguo y destartalado mp3. Jin era uno de esos raritos que adoran lo aestetico, de los que entienden a la perfección las letras de David Bowie, de los que prefieren el cine de los años noventa y se sienten identificados con cada uno de los personajes de Breakfast Club.

Con una pequeña sonrisa abrió todavía más la ventana, las gotas de lluvia se colaban de vez en cuando en su espacio y refrescaban sus mejillas mientras escribía con garabatos algunos datos inconcisos sobre el papel.

"Chico solitario, de apariencia masculina y cabello rizado por el agua marina" - había comenzado a redactar y tachado al instante - "muchacho misterioso que vive en contacto con el mar y a aprendido a ser una parte más de la naturaleza, un animal extraño y exótico en su habitat salvaje."

Cuando Seokjin pensaba en el día que conoció al chico de la playa las imágenes eran borrosas, hacía una semana de ese acontecimiento y un solo minuto no era suficiente para lograr escribir un libro completo sobre la vida de este. Su mente era confusa, no sabía que hacer, como escritor sabía que para contar una historia real solo se puede saber la mitad, de lo contrario la fantasía y misterio no encajara bien con los hechos verídicos. La realidad es aburrida y por eso los seres humanos recurren contanstemente a los libros, a la magia y el cine.

Las historias fueron inventadas hace mucho y siempre supusieron un escape de la vida diaria. Si conocía un poco más al muchacho que lo inspiró a escribir tal vez podría perder todo ese misterio que desde el inicio lo había empujado a crear una fantástica novela acerca del chico repudiado que decidió amar el mar. Lo cierto es que un minuto podía servirle a un escritor para crear gran cantidad de ideas en su mente pero él quería un poco más, quizás necesitaba que fantasía y realidad alcanzasen el cincuenta y cincuenta en su historia.

Como diría su mejor amigo Brian Johnson "ese chico es una isla en sí mismo" y Jin quería conquistar la isla contro todo pronóstico. Había acudido a ese pequeño pueblecillo sin ninguna esperanza de encontrar la inspiración que en la ciudad se rehusaba a regresar con él. Demasiadas distracciones entre esa tecnología, sus abuelos tenían una sola televisión y ni siquiera la encendían. Preferían ese viejo tocadiscos que Seokjin se había comido con los ojos tan pronto como entró en el retro salón el día que llegó a esa casa. A su abuelo le gustaba escuchar Iron Butterfly en su puro sonido original. El de un disco pasando por la aguja una vez tras otra y dejando esa sensación de ruido exterior que tanto molesta actualmente a los adolescentes.

Si no fuera porque su cara definitivamente es la de un chico de diecinueve la gente creería que Jin sin duda era un cincuenton con muy buena salud y un tremendisimo físico. No con respecto a sus pensamientos pero si con lo tocante a sus gustos anticuados.

—Abuelo, saldré a pasear - dijo pasando por delante de la cocina donde sus abuelos siempre jugaban a las cartas. Su abuela probablemente estaba hablándole a los limoneros creyendo que estés crecían más bellos cuando tenían charlas interesantes, pues no había rastro alguno de ella y su abuelo había comenzado una partida al solitario.

El anciano frunció el ceño y miró por la ventana captando con sus ojos la llovizna. Tras unos segundos sonrió.

—Eres el claro ejemplo de tu madre, ella también prefería pasear en los días de lluvia. Al igual que tu abuela.

Jin sonrió. Le gustaba escuchar ese tipo de historias, sin embargo había otra historia que justo en ese instante le interesaba más que los recuerdos familiares.

—Saldré - dijo acercándose para besar la mejilla de su abuelo - Tal vez llegue tarde, no os preocupéis por mi.

El hombre asintió confundido, aún era pronto pero su nieto le avisaba de que llegaría tarde. Por unos segundos dudó, no sabía si debía preguntar o no. Finalmente decidió dejarlo pasar, sabiendo que siendo su nieto alguien tan sumamente independiente en todos los aspectos de la vida, un interrogatorio lo podría molestar.

Seokjin tomó aquella bicicleta restaurada que recordaba haberle visto a sus tíos varias veces cuando era un niño pequeño, el color verdoso todavía brillaba en el manillar, el timbre escándalo seguía sonando, hasta la linterna dinamo se cargaba de luz cuando rozaba los pedales. Tras comprobar que definitivamente seguía funcionando se subió en esta. La sonrisa no abandonaba su cara mientras veía pasar las callejuelas que se distribuían por toda la cuesta de camino hacia la playa. Le gustaba el ambiente antiguo y tranquilo de aquella pequeña isla, si bien la gente ponía mucha atención a los extraños o lo que ocurría con cada una de las personas, ninguno estaba encerrado ante un ordenador durante el transcurso del día. Eso era lo que tanto lo había animado a mudarse, al fin había visto niños jugando al fútbol en las calles o escalando árboles como si fuese la cosa más divertida del mundo. Todo aquello que amaba parecía reducirse a Blue Side. Tal vez debido a que sus recuerdos más bonitos todavía se conectaban con ese lugar, con aquellas largas playas de oleaje tranquilo, el olor a tierra mojada o hierba recién cortada. Podía contar con los dedos de las manos las veces en las que se había quedado durante todo el verano y rememoraba en silencio cada una de las carreras con sus primos a través de los prados... Si bien se fue cuando era muy pequeño y volvió solo un par de veces, seguía notando en su alma que aquel lugar le correspondía. Que realmente pertenecía a las calles estrechas que desembocan en el mar, a la lluvia de verano y a los largos campos de manzanos.

Cuando llegó a la playa su sonrisa se hizó incluso más grande, podía ver sin problemas al muchacho que inspiraria su novela arreglando el tejado de lo que quedaba de aquella caravana. Dejó a un lado la bici y caminó hasta dónde se encontraba Hoseok.

—¿Goteras? - preguntó tratando de mostrarse casual - Paseaba por aquí cuando te he visto.

El chico lo miró con cara de pocos amigos antes de centrar de nuevo la atención en esas partes del tejado que estaban oxidadas y dejaban pasar la lluvia a través del hierro.

—¿Sigues creyendo que podrás ignorarme? - Jin sonrió, no podía evitar seguir hablando porque de veras creía que aquel chico era un pobre diablo sin ningún tipo de violencia. No lo conocía pero sabía que los rumores de un pueblo tan pequeño como ese podían cambiar mucho de boca en boca y al final apartarse del todo de la realidad - Mi abuelo me ha hablado un poco más de ti, me gustaría saber tu historia.

—Preguntale a tu abuelo entonces. Él debe conocerme muy bien si ha decidido hablar de mi.

Hoseok llevaba unos pantalones cortos y anchos acompañados de una sudadera igual de grande. No parecía del todo cómodo con el hecho de que Jin volviese a acosar su intimidad y lo cierto era que no lo estaba. No le agradaba que los adolescentes con malas intenciones se acercasen a su más que humible hogar, había tenido muchas peleas en el pasado debido a esas personas que creen que sólo porque alguien tiene menos dinero puede vender su orgullo. Durante un tiempo incluso se planteó aceptar el dinero a cambio de las burlas pero por suerte su mente seguía lúcida y las tentaciones banales no eran una oferta que estuviese dispuesto a aceptar a cambio de dar lo único que le quedaba. El orgullo. La confianza.

Sí, en ese instante Seokjin no suponía más que otro adolescente estúpido para Jung Hoseok. Incluso sin conocerlo podía ver el interés que derramaban sus ojos.

—¿Te he dicho ya que soy escritor? - insistió de nuevo Jin - Nunca encontré nada inspirador en la ciudad, mis oídos solo captaban ruido molesto y mis ojos se entretenían con tonterías que no le aportaban nada a mi cerebro. Vine para buscar algo sobre lo que escribir y ahora lo tengo. Déjame saber que es lo que ha ocurrido contigo.

Hoseok bufó y bajó del techo de la caravana sin dificultad alguna. Jin realmente creía que había ganado esa batalla, estaba acostumbrado a ello al fin y al cabo.

—Escucha bien idiota - las manos de Hoseok se cerraron alrededor de su camisa haciéndolo tambalearse. Demostraba fuerza con los ojos mientras que su voz era tranquila - más te vale que te vayas y no vuelvas a pasar por aquí. No eres el primer adolescente que sacó a patadas y no serás el último. A pesar de ser un mendigo tengo algo de orgullo todavía. No voy a dejar que te burles.

Jin negó rápidamente, se sentía mareado, probablemente porque no sabía reaccionar a las situaciones inesperadas y por raro que sonase no se había esperado a un chico a la defensiva.

—No. De verdad. Puedo enseñarte lo que he escrito... No es nada bueno pero puedes leerlo si quieres... Solo quiero inspiración y tú supones un muy buen foco de atención. Me intriga saber como vives. Siempre he querido un personaje incomprendido.

—Esto no es Hollywood niño, déjame vivir en paz. No vas a encontrar una historia de esfuerzo y superación ni nada...

—No busco nada de eso. Simplemente deja que te observe de vez en cuando, es todo lo que necesito - Jin posó su mano sobre las de Hoseok y el chico pareció reaccionar.

Hacía varios años que Jung Hoseok solo hablaba consigo mismo y qué decir del tiempo que había pasado desde la última vez que alguien tocó su piel para algo distinto de un puñetazo. Era raro incluso hasta para él que la actitud aparentemente sincera de Seokjin unida al suave tacto de sus manos lo empezasen a convencer en solo un segundo.

—Y... No soy un niño, ni un adolescente.

El chico bufó y dió un paso atrás negando. Las noches deseando tener a alguien con quien hablar le habían jugado una mala pasada. Hoseok era un incomprendido, nunca en toda su vida había logrado tener a alguien a su lado que lo entendiese, ni siquiera sus padres lo hicieron. No. Ellos lo dejaron solo por su obsesión con el dinero, acabaron en la cárcel y él condenado a vivir con una familia que nunca lo quiso. Por eso escapo a la playa, el mar no juzgaba sus decisiones.

—Déjame en paz.

—Por favor - las palabras de Jin lo hicieron prestar atención. Al menos parecía saber como convencer a la gente con ojos brillantes y voz necesitada.

Y Jung Hoseok volvió a respirar hondo. Ni siquiera tenía que mirarlo mucho más para saber que lo atraía, no era amor a primera vista. Para el amor hace falta tiempo y mucho trabajo, era simple encanto.

Kim Seokjin tenía algo en su personalidad que había llamado la atención de Hoseok.

—¿Se trata de observar me vivir? - Jin asintió - ¿Para inspirarte? - volvió a asentir - Traeme eso que has escrito. Si me gustan tus historias dejaré que veas mi modo de vivir.

Una enorme sonrisa se posó en los carnosos labios del escritor. Unos labios que el mendigo ya había notado, al igual que su altura, sus hombros anchos o la piel tan blanca que tenía. Sí, ambos sentían curiosidad el uno por el otro.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top