XXV
El primer ensayo fue una colisión, literalmente el choque de dos mundos opuestos.
La filarmónica de Viena, con camisa y corbata, no reparó en gestos al ver a las desaliñadas personas que integraban la banda en el equipo de trabajo de Gilbert Beilshcmidt.
Sin embargo, poco a poco, los ánimos hostiles fueron mermando en pro de intentar sobrevivir.
Y es que Austria es un hijo de puta, así, un cabrón, un desalmado, un dictador, un imbécil, un cínico. Miren, de alguien salieron muchas ideas Nazis.
Durante el primer ensayo, el baterista de Gilbert Beilshcmidt, un alemán rudo, casi de dos metros, con el cabello hasta la espalda y tatuajes varios, terminó llorando en los vestuarios.
Gunther, el más joven de la filarmónica, pasaba por ahí cuando escuchó el varonil llanto.
Se acercó para preguntar que pasaba.
—El señor Austria es un hijo de perra —respondió el baterista —. ¡Es demasiado estricto! ¡Me hace sentir que no tengo talento! Cada golpe que doy siento que lo hice mal ¡aunque sepa que lo estoy haciendo bien! ¡Ya no lo soporto! ¡Entre esto y los cursos de ministro me voy aa volver loco!
El pequeño Gunther esbozó una sonrisa, suspirando, le dio al pobre hombre un par de palmaditas en la espalda.
—Hoy está de buenas —revela el de la filarmónica, dejando perplejo4 a su compañero. 4
¡Y era cierto!
El humor de Austria estaba viento en popa, mejor que nunca. Claro que, eso4 no le quitaba lo hijo de puta. Sobretodo porque este no era un concierto cualquiera. Es EL CONCIERTO (Como si no dijera lo mismo en uno de cada cinco de sus conciertos).
Siempre era un insoportable, no toleraba un instrumento desafinado, mucho menos un tiempo mal tocado.
Por un momento el baterista dudó de la afirmación contraria, tal vez el chico menudo estaba mintiendo, diciendo tonterías para hacerle perder la cabeza.
Pero después pensó... Ciertamente, los de la filarmónica no se veían ni un poco perturbados por la exigencia del señor Austria, de hecho, incluso se veían muy felices, como si estuvieran disfrutando el ensayar. Así que, él chico no mentía.
Austria realmente estaba de buen humor.
Con forme los ensayos se llevaban a cabo, el equipo de Gilbert entendía cada vez menos de Austria, pero comenzaba a respetarlo.
Para el arreglo final del concierto, se concluyó en que, se tocarían intermitentes canciones de Gilbert y Roderich, una después de la otra, con el agregado que las canciones de Roderich serían interpretadas44 con un arreglo musical por parte de Prusia y las canciones de Gilbert serían interpretadas con arreglos de la filarmónica dirigida por Austria. Una mezcla de estilos en toda la regla que, a pesar de podría sonar estruendoso y desordenado en teoría, lo cierto era que, ya en la práctica sonaba magistral.
Habían decidido cerrar el concierto con la canción que habían compuesto.
Ya estaba terminada en cuanto a partituras, pero aún no la grababan en estudio. Era hoy, precisamente, un jueves al medio día, que se acordó la fecha para iniciar la grabación. Si trabajaban diligentemente podrían, tal vez terminar hoy su parte. La filarmónica entonces, vendría mañana a grabar unos fondos. Prusia se encargaría de grabar los tonos de guitarra, bajo, flauta y batería el lunes, si todo quedaba de acuerdo al cronograma.
—Y... Bélgica y Holanda están más que encantados de prestar las flores para el evento, me toméa libertad de escoger los colores —explica Hungría muy emocionada, rayón ando en una carpeta masiva, llena de recortes, papeles, notas, recibos. En la portada de la misma recide un recorte de revista de Imán Y David Bowie en su boda, pero con las caras de Prusia y Austria mal recortadas y pegadas en los rostros ajenos. Austria como Bowie y Prusia como Imán.
—¿A qué costo? —pregunta Austria, tomando un poco de café de su taza más costosa qué una casa.
—Lo propusieron como regalo de bodas —contra la voluntad de Países Bajos —. Así que supongo que sin costo.
Austria sonríe ante el ahorro.
—Soy muy buena organizando —se elogia Hungría.
—Eso es porque tienes un gran supervisor —concede Austria, humilde.
—Debería ser tu dama de honor —canturrea la chica entre dientes, organizando sus papeles.
Austria niega con la cabeza.
—La tradición dicta que los hombres tenemos padrino, no dama de compañía.
—Puedo fingir ser hombre si quieres" no sería la primera vez —Hungría le guiña el ojo a su compañero, logrando obtener un sonrojo del mismo.
Sin embargo, Austria es estoico, recuperando su postura su cabeza vuelve a negar.
—No, no funciona así —sigue, necio —. Además, sería muy grosero cancelar a Alemania, seguramente ya tiene mucho planeado.
~
—¡No tengo nada planeado! ¡No sé que hacer! —Alemania grita en desesperación, dejando caer su cara deshecha en la mesa pegajosa en su despacho, sin ser capaz de soltar su cuarto tarro de cerveza a medio beber.
—No puedo creer que no me lo haya pedido a mí, ese bastado, malparido, hijo de remilputa —letanía de insultos, cortesía de Italia Veneciano.
—Casi arruinas su boda con España —le recuerda el rubio con voz pastosa.
—¡Casi! ¡Casi! —puntualiza Italia dando un trago largo de vino.
—¿Qué voy a hacer? —Alemania regodea en la miseria.
—Dejarle una cabeza se vaca en la cama —murmura el mafioso con vino en sus venas e ira en las arterias.
—No puedo decirle que no a Prusia, es mi hermano —comienza a explicar Alemania por enésima vez—. Pero si le digo que no a Austria va a degollarme y a hacer cuerdas de violín con mis tripas.
—Nah, Austria no sería capaz de eso —asegura Italia, Alemania por un segundo se siente aliviado —. Mandaría a alguien a hacerlo, pero él por si solo jamás lo haría, es mucho trabajo.
Frustrado Alemania gruñe, dejándose caer de nuevo sobre la mesa con un azote en la cabeza.
—Solo dile que no a Austria y que se busque a otro por cabrón, vee~ —para Italia es muy sencillo.
—Se va a enfadar —Alemania, temeroso de Austria, Alemania sabe cosas.
—No, no, no, para nada, yo iré contigo, cuando renuncies a ser su padrino me ofreceré yo, así no podrá enojarse de que falta padrino —Italia sonríe ante su plan maestro, sonriendo como un niño inocente, bebiendo vino como un viejo alcohólico.
Alemania intenta pensar los pros y contras de la situación que plantea su compañero, pero está harto, cansado, preocupado, dispuesto a mandar todo al diablo. Se dispone a hacer justo eso, de modo que, se levanta, tomando a Italia de donde puede, cargándolo, listo para ir a confrontar a Austria.
Para su eterna desgracia, Austria está haciendo postre de manzana en su cocina, junto a él está Hungría, sorprendentemente, solo viendo, no haciendo nada en realidad. Eso es porque Austria está de especial buen humor.
Con Italia ya en el suelo, Alemania se toma la libertad de armarse de valor.
—Austria —le llama, sudando un poco, con todo el cuerpo tenso.
Tanto Hungría como Austria le dedican una sonrisa al mirarlo.
—Ah, buenas tardes Alemania, Italia —saluda Austria, desinteresado regresa su vista a la cocina—. Ahora haré una porción extra para ambos.
Con eso a Alemania se le estruja el corazón lo suficiente para fruncir los labios, reteniendo sus palabras.
Italia suspira desepcionado al ver al rubio.
Por suerte, Prusia, el más asombroso, llega para salvar el día.
—El más asombroso ha llegado —irrumpe con un estruendo en la cocina—. ¡Y está toda mi asombrosa familia!
Austria decide que, la porción de Prusia puede quemarse un poquito, después de todo, se quemará por ir a saludarle y, de todas formas el albino no tiene el mínimo sentido del gusto.
Prusia por su parte, se dispone a saludar a su hermanito, qué está más cerca, abrazándolo y despeinando su rubia cabellera en un gesto de hermandad.
—Y aquí está mi asombroso padrino —grita el albino, aún despeinando a su consaguineo.
—¿Tú qué? —pregunta Austria inmediatamente.
Hungría se atraganta con su propia saliva e Italia abre los ojos, espectante.
—West es mi padrino ¿No es asombroso? —Prusia muy contento. Alemania cagándose.
—Creí que sería España, o el inútil de Francia —reclama el pianista.
—Son algo irresponsables y no son mi hermanito —explica vagamente Prusia.
Austria lo piensa, no mucho. Es cierto, los otros dos son un desastre, mejor mantenerlos alejados de la organización.
—Cierto —el pianista dirige su mirada a Hungría, a la chica se le iluminan los ojos—. Ahora eres mi padrino.
Mientras Hungría celebra a Italia se le rompe el corazón.
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Este capítulo es un trailer
Uy lo que se viene
Gracias por leer.
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