XXIX
Las luces daban un aura amarillenta, sobre los lujosos candelabros relucian perlas y joyas ostentosas.
El murmullo era abrumador, sazonado únicamente con el rechinar de los zapatos de los meseros. Las copas finas, caras, cristalinas, chillan al chocar entre ellas.
Una suave melodía de jazz acompaña las conversaciones de los riquillos que comen platillos tan finos que dejan con hambre.
—¿Oíste del próximo concierto de Roderich Edelstein? —pregunta una mujer súper refinada, con un macabro abrigo de armiño en las espaldas.
—Es curioso que sea en un recinto tal que... Un estadio —dice despectivo un hombre con demasiado dinero en los bolsillos.
—Es una suerte de colaboración con otro músico —contribuye a la conversación una joven viuda con maquillaje cargado y anillos para aburrir —. ¡Seguramente as algo como una ópera experimental!
—El anuncio se veía extraño —recalca el más maduro de los hombres a la mesa —. Si no fuera porque me parece absolutamente insólito, me atrevería a decir que el anuncio daba la impresión de ser algo... Como de Metal pesado.
Un par de cabezas en la mesa asienten.
La mujer del abrigo de piel se ríe como una gallina.
—Roderich Edelstein tiene la edad de mi padre, solo imaginar a mi anciano padre tocando rock pesado me hace carcajear.
—Cierto, no me imagino a Roderich así... Seguramente alguien se emocionó demasiado con el diseño del anuncio.
—Pero, ¿Quién es ese tal Gilbert Beilshcmidt? Suena como un nombre escandaloso.
—¡Debe ser un nuevo talento! Debe tocar algún instrumento colo un ángel, me atrevo a decir que incluso puede tratarse de un castrato —suelta una risita.
Realmente ninguno tiene la habilidad o las ganas para hacer una rápida búsqueda en Internet, solo dos nombres y esta gente de alcurnia se daría cuenta que Gilbert Beilshcmidt es de los cantantes más irreverentes de la escena Heavy metal.
~
En un sitio de mala muerte, donde al pasar, las abuelita se persigan, con la puerta negra, grafiteada en una A anarquista, se daba un concierto, una banda recién formada de jóvenes tocaba, haciendo vibrar el lugar.
Unos adolescentes admiran la banda tocar desde uno de los vieios sillones del local.
—¿Vamos al concierto de Gilbert Beilshcmidt? —pregunta uno de los chicos inhalando su cigarrillo.
—Claro hombre, Gilbert es increíble —responde una chica con el cabello despeinado y pesado maquillaje negro, idealizando al cantante—. No podemos perder ni una sola oportunidad para ver su rostro, quizá en este concierto lo revele.
—La esperanza es una jaula qué te mantiene en las garras del capitalismo —dice enigmático un joven con el pelo en la cara sentado en un puff muy cerca del suelo —. Nunca mostrará su rostro, ese es su estilo.
La chica despeinada frunce el ceño. Pero no pierde la fe.
—Ah, ¿Y quién es ese tal Roderich Frankenstein? Nunca lo he escuchado en ningún toquín —inquiete una joven distraída con algo de droga corriendole por las venas.
—Roderich Edelstein —corrige la despeinada, aparentemente la major fan Después de Austria—. Es un pianista de Austria, el más importante compositor de música clásica de la época moderna, lo busqué en Google —ella es lista.
—Mi mamá me ponía sus discos de bebé a ver si me hacía más listo —comenta el fumador.
—No funcionó, no debe ser tan bueno —atina a decir el del Puff.
—¿Qué tiene que ver un compositor de música clásica con Gilbert?
La chica se encoge de hombros.
—¡Seguramente es como lo que hace Linked Horizon en sus conciertos! —la chica despeinada se emociona, quizá en el fondo es otaku.
—Es una metáfora —razona el del puff.
~
Independientemente de la confusión que se produjo entre los fans de ambos, el concierto; Bach to the Rock, agotó entradas.
El día del evento la entrada del recinto era una escena digna de admirar. Gente refinada vistiendo demasiado formal, con ostentosos vestidos, tal cual si estuviesen llendo a la ópera. Por otro lado, más bien, mezclados, la gente vestida de negro, con cadenas resonando a cada paso que daban con botas de pesadas plataformas. Ambos bandos se miraban cln una ceja levantada. Más de uno revisó el cartel del evento para asegurarse que estaba bien la dirección.
Hungría sí está en la primera fila, al lado de Alemania e Italia, con una cámara Nikon P950, cortesía de Japón, cargada y lista para capturar cada momento, con un lente qué permite el aumento hasta el punto de ser capaz de capturar cada perla de sudor. Ella misma es la que proporcionó sus capamaras de video favoritas para que se encarguen de grabar el concierto desde cada ángulo posible.
Alemania está algo feliz. Le gusta pesar que Austria y Prusia finalmente pueden tolerarse. Es algo traumático el saber que se besan y esas cosas, además que los ruidos que proceden de sus habitaciones por la noche y algunas tardes no son de ayuda para reducir el trauma.
Italia solo está súper contento, ¡barriga llena, corazón contento! Sobretodo porque su querido hermano está a su lado, en un hermoso traje sastre con cara de odio al mundo. Viene acompañando a España, quien, junto a Francia está súper emocionado. Los dos mediterráneos están muy contentos de poder ver a Prusia, su compadre, amigo, hermano, camarada. Compinche, desenvolverse en el escenario.
En algún lugar de las filas intermedias está Inglaterra, quizá el único fan de ambos en el recinto, se ha emocionado desde que vio el anuncio de ambos artistas en colaboración.
Finlandia también está por ahí, completamente vestido de negro con la cara llena de maquillaje. Sin la más remota idea de quién carajo es Roderich Edelstein, solo quería asistir a un concierto de Gilbert Beilshcmidt, como buen fanático del Heavy Metal. Está muy dispuesto a disfrutar, sabiendo que todo en casa está en orden, preparó unas lindas galletitas para su familia en casa y peinó a Hanatamago con muchos moños rosados antes de tomar el vuelo hasta acá. Absorbe contento su tercera cerveza del día mientras se contagia del animo rockero.
Rusia anda por ahí, en el fondo, muy fan de Roderich Edelstein, sobretodo en sus composiciones para ballet. Es feliz sonriendo, con una flor en la solapa.
Suiza al principio no quería ir, no es del tipo de persona que gastaría un solo centavo en un evento que involucre: Estar lejos de casa; que involucre a tanta gente; que sea tan ruidosa y que no tenga cabras. Pero Hungría le comió la cabeza a Liechtenstein sobre que debía asistir a este concierto.
Liechtenstein pudo venir sola... ¡Ja! Solo tiene 303 años, claramente sigue siendo una pequeña e indefensa niña. Al menos a los ojos de Suiza. Aunque el chocolatero tiene más dinero que la mitad de la Unión Europea, tanto él como Liechtenstein están sentados hasta el fondo, en lo más recóndito. El boleto más barato.
De haber sabido Hungría les hubiese invitado el boleto.
Y de haber sabido lo que se aproximaba, quizá Austria habría invitado a más gente.
~
¡Póngale condón porque se viene!
Tarde pero seguro
Gracias por leer
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