XIV

En el Musikverein de Viena se vive el infierno.

Gunther Müller es un mocoso, apenas en sus veintes, desde niño soñaba con tocar el violín en la orquesta más prestigiosa de su natal Austria. Aprendió a tocar desde el kinder, mostrando aptitudes de niño genio súper dotado.

Su madre estaba muy orgullosa de él, del esfuerzo y años de camino que le llevaron hasta el éxito. Su padre lo presumía día con día en su trabajo, diciendo "Mi muchacho es una estrella" la gente asistía a sus conciertos para ver brillar a una celebridad creciente.

Gunther estaba feliz, pues le habían dado el puesto de violín príncipal en el ballet del Lago de los Cisnes. ¡Un evento de clase mundial con la interpretación especial de la Academia Vaganova! ¡Música en vivo! ¡Roderich Edelstein como maestro de ceremonias!

Era un evento de su vida, lo creyó una bendición.

Pobre ingenuo.

Austria lleva más de cincuenta minutos gritándole hasta de lo que se va a morir.

-¿No entiendes lo que es una simple corchea o solo eres incapaz de tocar bien? ¡Nunca en mi vida había visto un primer violín tan inepto!

El joven Gunther tiembla en su silla, abrazando lamentable su violín, lleva un rato llorando silencioso, sintiendo el frío recorrerlo las venas.

Maldita sea este tormento.

¿Qué había hecho el pobre Gunther para merecer esta estancia en el averno?

Erró una nota.

Austria lleva días enteros así, regañando a cada uno de los músicos a su cargo, enojado, irritable, cada pequeña nota errada es sinónimo de un regaño, cada destiempo, cada desafinación, requiere disciplina.

Todos están nerviosos, sus firmes manos de artista tiemblan ante la espectativa de tocar mal, irónicamente, el temblor no ayuda a la exactitud de las notas.

Pero el podré Gunther fue el más afectado.

Era al que más tiempo le había gritado, el más tembloroso.

-No puedo creer que hayas sido aceptado en esta orquesta con tan poco talento ¡No puedo creer que ninguno de ustedes sepa tocar un mísero acorde! -Austria seguía y seguía, corrigiendo las posturas, afinando a nivel milimétrico cada instrumento.

No fue hasta un punto de quiebre cuando Austria amenazó con despedirlos a todos que, un anciano, el mayor de toda la orquesta, la flauta principal y maestro cuando Austria no se encuentra, se levantó de su asiento.

-Maestro -llamó al país.

-¿Sí? ¿En qué te puedo ayudar? -responde Austria, frase amable en tono sarcástico e hiriente.

-¿Puedo invitarle un café? -le pregunta el viejo con amable sonrisa.

Austria levanta una ceja, dejando segundos de silencio expectante.

Finalmente acepta, después de todo, café gratis es café gratis, claro, pediría el más caro.

Asiente solo una vez, volviendo su mirada al conjunto de músicos, con especial énfasis macabro al pobrecito Gunther. ¡No puede despedirlo ahora! ¿Cómo pagará su terapia entonces?

La mirada severa es suficiente para dejar a todos conteniendo el aliento.

Austria hace un ademán exagerado, de modo que su saco le engalana dramáticamente antes de salir rumbo a una cafetería cercana, esperando que el anciano le siga, bueno, que le guíe, porque no tiene idea de dónde hay una cafetería cerca.

Mientras caminan, una vez fuera del Musikverein, el anciano habla.

-Tenía solo quince años cuando comencé mi educación formal en la música -le mira con sus ojos cansados y sonrisa bonachona.

Austria no dice nada, solo devuelve una mirada irritada.

-Desde ese entonces que lo conozco, le he visto en muchas situaciones, señor Austria, he llegado a entender que su humor y manera de ser determinan el curso del país -explica el hombre, poniéndose un poco serio.

Ciertamente, Austria le recuerda desde joven, el mismo Austria fue le quien asignó como maestro de orquesta por su talento, no mentiría al afirmar que es quien más regaños a soportado de toda la orquesta.

Ha aprendido a tener ligera apertura con los humanos, después de todo, una vez muertos, los secretos y rumores quedan junto a ellos en la tumba.

-Ya estoy viejo, pero mis nietos son jovencitos, no me mienta por favor ¿Está tan enojado porque se aproxima una Guerra Mundial? -pregunta un anciano angustiado.

A la nación se le escapa una risa pequeña sin querer, casi parece un estornudo.

-Después de las dos anteriores, se me quitaron las ganas de participar en la siguiente -responde Austria sarcástico.

Al anciano se le escapa un suspiro de calma y regresa a su sonrisa bonachona.

-Que alivio -pasa una mano por su pelo, dirigiendo a su invitado hacia un café cercano-. Entonces, Maestro, si no es indiscreción, ruego que me cuente qué le sucede, si no es una guerra, ya me imagino yo que debe ser algo igual de grave, inflación, subida de precios, caída del Producto Interno Bruto, tenemos que regresar el penacho...

Austria rápidamente niega con su mano, acomodando sus gafas con la otra, de paso masajenado el puente de su nariz.

-Nada de eso, es algo mucho más mundano -aclara el moreno con hastío para que el hombre no se preocupe.

-Oh, es por cosas del amor entonces -deduce el humano.

El país le observa un solo segundo, antes de desviar la mirada y que un leve sonrojo cruce su rostro, dejando estragos en sus mejillas. Trata de quitarle importancia moviendo sus manos. Pero él anciano suelta una carcajada.

-Oh, vaya, quién podría decirlo, incluso a alguien guapo e importante como usted podrían serle infiel -niega con la cabeza sonriendo -. Que nos espera a los mortales.

-No, no me han sido infiel -afirma, mientras ambos entran a un pequeño local que apesta a café, de tonos rojizos y marrones en las paredes.

-Oh, ¿Qué sucedió entonces para tenerlo tan triste? -pregunta el anciano, muy suspicaz, formándose.

-Él... Me mintió -suelta Austria, notando en su tono más dolor del que le hubiese gustado mostrar.

-Oh... -apartan la conversación para ordenar sus bebidas, finalizando eso se sientan en una pequeña mesa demasiado alta, con bancos incómodos aún más altos-. ¿Él Mintió para lastimarlo, maestro?

Austria niega con la cabeza, sin poder mirar al viejo a los ojos.

-En realidad creo que... No era consciente que estaba mintiendo -reflexiona el pianista.

-¡Entonces no es tan grave! -asegura el anciano.

-¡Claro que es grave! -reafirma Austria inmediatamente.

El viejo niega con la cabeza levemente antes de hablar.

-Si él no quería lastimarlo... Y no es una infidelidad... Creo que es perdonable.

-Me hizo pensar que era una persona totalmente diferente, un caballero inteligente y audaz, pero solamente es un desquiciado escandaloso, egocéntrico, un patán en toda la extensión de la palabra, eso, no es perdonable -suelta Austria con pasión poco escondida.

-Ya veo, ya veo -en eso les traen sus bebidas, para Austria un café estilo italiano que a pesar de no ser de su gusto total, era lo más caro. Al anciano le llega un escueto café con leche en un vaso para llevar -. Considero que está mal, pero, usualmente, cuando a un hombre le gusta mucho una persona suele fingir ser perfecto.

-No, no, no estaba fingiendo -Austria no cae en cuenta hasta que pronuncia esas palabras -. No estaba fingiendo...

-¡Así que te diste cuenta! -responde el anciano, ando un golpe en su rodilla-. Si no eta a fingiendo es porque el príncipe azul realmente está ahí ¿no?

El país se lo piensa, realmente, si Prusia tampoco tenía la menor idea de con quién hablaba, no estaba fingiendo nada, todo lo expresado era... Auténtico.

-No creo que debas desquitarte con nosotros -suelta la bomba-. Bueno, será mejor que vayas con él -el anciano deja lo suficiente en la mesa como para pagar la cuenta, más el quince de propina-. Pero, por favor, no regreses al Musikverein hasta que hayas arreglado las cosas.

El hombre se retiró con su bebida en mano.

La mente de Austria era un desastre épico.

Primero, no sabía dónde diablos estaba y cómo demonios llegar a su casa o al Musikverein desde ahí ¡infeliz anciano listo!

Lo segundo era que... El infeliz anciano listo tenía razón ¿no era acaso que Gibert Beilshcmidt es parte también de Prusia?

Y además ¿No Austria había hecho lo mismo con Prusia? Tampoco había confiado su identidad a la primera...

Pero hay algo más poderoso y grande que le impide a Austria ir a arreglar las cosas con Prusia.

Su orgullo.

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PERDÓN POR LA TARDANZA
Creí que hoy era miércoles u.u

Espero que te haya gustado ¡Gracias por leer!

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