Siete
"Ámanos a nosotros"
Semanas después.
La familia Cipher que sólo estaba conformada por los tres hermanos, más el mayordomo de gran confianza Marcos, cuatro guardias, y el que no podía faltar, el niñero de los menores, Dipper; iban rumbo al país H.C Strength land, exactamente la isla Augen Triangle. La razón era simple. Phill Cipher, el mayor de los tres contando ya con la reciente edad 15 años, tenía sus primeros negocios que hacer con una familia casi igual de poderosa que la de ellos, la familia Noroeste. Por lo tanto, pensó que mientras él hacia los negocios por cuatro días, sus hermanos junto la compañía de lo niñero, _obviamente_ podían tener vacaciones visitando algunos de los lugares turísticos que ofrecía la increíble isla.
Viajaron en su avión privado _uno de los cinco que tenían_ y se hospedaron en un hotel cinco estrellas. Pidieron tres habitaciones. Una con dos recamaras, otra con una sola pero ciertamente amplia y la tercera con cuatro recamaras para los guardias.
Y el día apenas estaba empezando.
Phill no estaba para nada nervioso, y si lo estuviera pues sabía disimularlo bastante bien. Se había preparado para esto desde la pérdida de sus padres y se juró dos cosas. Una que el apellido de la familia siguiera con la excelente reputación o mucho mejor, y dos proteger a sus hermanos como que tuvieran una muy buena vida. Lo sorprendente, para muchas personas y socios cercanos de la familia es que éste siendo muy joven tome tanta responsabilidad y cierto poder aunque claro, Marcos también le ayudaba mucho. Aunque el pelirrojo en sí, estaba muy estudiado y preparado para éste tipo de situaciones.
Prácticamente, la Familia Cipher tenía como mínimo 24 establecimientos o empresas por todo el mundo. En lugares importantes y dónde sabían que ganarían bastante dinero. Rodeados de trabajadores fieles y con habilidades que le sirven perfectamente. También tenían algún poder en la política y lazos con alguna fuerza armada del gobierno secreto.
El primer día fue sólo para establecerse en el lugar y descansar. El segundo para ir conociendo la isla, tomar algunas fotos, comprar cosas, conocer más y seguir disfrutando de los exquisitos platillos tradicionales del lugar. Conociendo un poco más de alguna antigua historia sobre dicho lugar. Ya el tercero dejo el encargo sus hermanos con el niñero, junto a dos de los guardias armados por cual quiere cosa. Estaba muy precavido.
Mientras Phill se aproximaba al lugar acordado donde haría negocios con la familia Noroeste, Dipper y los gemelos se encontraban muy lejos en una clase de parque de diversiones. Comiendo algodón de azúcar, helado y unas sabrosas chimichangas. Una obra de los mismos Dioses.
Los guardias iban a un metro de distancia de ellos y llamaban la atención de las personas aunque sólo por breves momentos. Estaban muy pendientes y se veían entrenados para manejar situaciones de riesgos. Sólo lo mejor para la protección de los Cipher. Subían a montañas rusas y demás juegos que causaban miedo al castaño y el peli azul, pero con la enorme insistencia del rubio y amenazas divertidas al final subieron.
Bill era más de subirse a los juegos y sólo tomar algo para la sed o un helado. En cambio Will se lucia con la comida, probaba de todo en especial cosas muy dulces y en grandes cantidades. Por lo que también se le dio la opción de no subir a todos los juegos.
Después de algunas horas corriendo de un juego a otro y Dipper siendo jalado de sitio en sitio y preguntando en donde quedaba el baño, sucedió algo que era inevitable que sucediese.
El menor de los Cipher se enfermó. Un dolor de barriga que no era comparado con la repentina y extraña fiebre.
-Tenemos que ir al hospital más cercano. - dijo Dipper mientras tomaba con cuidado la mano del peli azul y lo medio jalaba para llegar lo más rápido al estacionamiento y subir a la camioneta.
Un guardia estaba detrás de ellos y el otro por delante.
-Pe-Pero quiero... - trato de decir y oprimió un quejido de dolor. - Quiero... seguir jugando. - miró al mayor tiernamente. Lástima que no lo suficiente para convencerlo. Dipper sólo hizo una mueca y continuó.
Bill les seguía el paso a lado de su gemelo un poco preocupado.
-Will, no te sientes bien. Incluso tu mirada tierna fue débil. Por qué estás débil. Hay que llevarte rápido a un doctor. - dijo Dipper casi regañándolo.
-Pino tiene razón hermano.- hablo el rubio con una mirada algo sería. - Tenemos que llevarte a un hospital. Luego vendremos.
-Bien dicho Bill. - le regaló una sincera y cariñosa sonrisa al rubio quién se ruborizó y sonrió tontamente.
Después de unos minutos largos, ya que él lugar era muy, muy grande y salir para llegar el estacionamiento y luego buscarlo fue muy tardado.
Ya en la camioneta, sólo era cuestión de tiempo para llegar al lugar. Dipper permitió a Will recostarse en sus piernas ya que el peli azul se sentía muy mal, incluso veía algo borroso. Su frente estaba ardiendo. El castaño acariciaba los mechones azules del menor para tranquilizarlo un poco, y vaya que funcionaba. Aunque por suerte logró encontrar en el transporte unas pastillas para la fiebre y agua. Lo cual se la dio al peli azul. Y éste regreso a su puesto para descansar.
-No es justo, mi hermano si puede dormir en tus piernas.- comentó el rubio un poco celoso cruzándose de brazos.
-Pero tú hermano ésta mal. Además saben bien que yo quiero a los dos por igual. - se acercó al rubio para darle un tierno beso en su mejilla. Dejando un lindo sonrojo que admirar. Río levemente. Bill le llegaba a parecer muy tierno.
-N-Nosotros igual... te queremos mucho. - dijo mientras acomodaba su cabeza en el hombro del castaño. Cerró sus ojos y se dejó llevar, estaba algo cansado.
Dipper sólo atinó a sonreír con dulzura mientras rodeaba al menor y con la otra mano seguía acariciando los mechones de Will. Mirando al frente con preocupación, esperaba que no fuera nada grave lo del menor.
Un recuerdo fugaz paso por su mente. Como si su subconsciente quisiera que lo recordarse por algún motivo desconocido.
Aquel día donde se sentía muy cansado y los gemelos se habían portado demasiado bien para no causarle problemas y continuará descansando.
Escucho el chillido de un movimiento muy brusco por parte del conductor, si no fuera por los cinturones que traían puestos, hubieran saltado de sus asientos. Dipper tomó con mucha fuerza a los gemelos quiénes apenas reaccionaron. Abrazándose del mayor.
El Pines miro al frente y sus ojos se abrieron como plato reaccionando de una manera alterada.
No pudo decir nada. No había tiempo. Vio como aquel auto chocaba contra ellos, impactando así a ambos autos. Y lo mejor, estaban en una ruta desierta donde era muy poco probable que alguien los fuera a ver. El choque impacto a tal grado que salieron de la ruta provocando que la camioneta se volteara y se estrellará contra un árbol.
Se derramó sangre, no mucha y no de todos, aunque por el momento, todos quedaron inconscientes.
(...)
Los primeros en despertar fueron los menores; ya que ellos no recibieron tanto daño porque su niñero lo había _de cierto modo _ protegido con su cuerpo. Así que el castaño resultó más afectado. Y claramente, eso les partía el alma a los gemelos.
Will confesó que se sentía un poco mejor, suponiendo que fue gracias a la pastilla y unos breves momentos de tranquilidad que había recibido.
-¿Q-Q-Qué ha-hacemos?- preguntó Will al borde del llanto. Mientras miraba a su niñero inconsciente. Bill sabía lo mal que se ha de sentir su gemelo y no lo culpaba
-Hay que buscar ayuda lo más rápido posible.
-¿Cómo?-
-Mm... Ayúdame a sacar a Pino del asiento. - dijo mientras trataba de jalarlo aunque algo se lo impidió.
-Qué bueno que uso cinturón de seguridad.
-Pero ahora no lo podemos sacar. Ésta atorada. Y me temo que...
7w7
-¿¡Q-Qué!? ¿Qué haremos ahora?
-Hay que ir a buscar ayuda. Me temo que tendremos que dejarlo solo por unos momentos. - ambos dejaron de tratar al ver que no daba resultados. Y sus pensamientos no daban para más.
-Ah... está bien.
Ambos salieron de la camioneta y observaron a su alrededor. Estaban cerca de la carretera, del otro lado estaba un auto igual o peor dañado. Se acercaron y vieron a un solo pasajero al que de inmediato le restaron importancia.
La carretera estaba desierta. Volvieron a la camioneta sin entrar mientras pensaban con apuro que podían hacer. La brisa les golpeaba en el rostro, Will ahora estornudaba y tosía.
-Qué mal momento escogiste para enfermarte.
-N-No fue mi culpa. - se excusó irritado mientras se restregaba la nariz con algo de brusquedad. Provocando que se pusiera de un color rojizo por los roces sin delicadeza.
-Quizás alguien viva por aquí cerca. Y le pedimos ayuda. - comentó esperanzado.
-¿Dónde?
-Busquemos por ahí. Juraría a ver visto humo cerca. Y donde hay humo debe haber una fogata o chimenea.
-Pero es el bosque. - dijo Will mientras empezaba a temblar de tan sólo pensar en profundizarse en aquel lugar.
-¿Y? No seas llorón. Pino lo necesita. Además todavía es temprano, agradece que no sea de noche. - Bill miro su reloj de mano, y efectivamente. Apenas eran las dos de la tarde.
-E-Esta bien.
Los coloridos se adentraron más en el bosque, entre los árboles y más árboles, no tardaron en encontrar una zona rocosa que guiaba hacia una pequeña choza. Algo maltratada y con los colores apagados.
-¡Mira! - señaló Bill hacia la choza. - Qué casa más fea. - agregó mientras se burlaba. Will la lanzó una mirada asesina.
-¡Eso no importa! Hay que pedir ayuda.
-Oh si, vamos.
Al estar ya en la puerta tocaron más de tres veces, pero nadie habría o respondía.
-¿Habrá alguien?- preguntó el peli azul.
-Sí, de la chimenea todavía sale humo. O la persona que vive aquí está dormido o salió por un rato.
-Pero no tenemos tiempo.
-Exacto. Hay que entrar entonces.
Por suerte para los gemelos, la puerta no tenía alguna clase de seguro, por lo que sin problemas entraron a la choza. Y tal como se lo imaginaron, sus colores eran opacos, había polvo y la madera parecía pudrirse lentamente. Aunque estaba más grande por dentro que por fuera y desprendía un olor apenas agradable.
-¿Y ahora qué?
-No sé, no debo pensar en todo siempre yo. - dijo Bill con un tono de voz algo molesto. Virando los ojos.
-¡Pero pensé que tenías un plan! - exclamó Will desesperado.
-¡No me los dejes todo a mí!
-¡Pero Dipper necesita ayuda urgentemente!
-¡Ya lo sé! ¡Pero tú también debes ayudar! ¡No uses como excusa que estés enfermo! - soltó Bill ya muy molesto.
La última vez que habían discutido fue hace años y no resultó para nada bien, aunque Phill por suerte, pudo resolver el problema, sin embargo las marcas de esa pelea quedaron.
-¡QUIERO AYUDAR BILL! ¡NO ESTARIA ENFERMO SI NO NOS HUBIERAS OBLIGADO A SUBIRNOS A TANTOS JUEGOS SABIENDO QUE SOY MUY SENSIBLE! - excusó el menor, sin ninguna lágrima pero una rabia que iba creciendo. Y él no Parecía ser el único. Olvidándose casi, ambos de por qué se encontraban ahí.
-¿¡INSINUAS QUÉ TODO ESTO ES MI CULPA!?
-¡¡¡QUIZÁS!!!
-ESTÁS TODO TOROMBOLO, ESTAMOS PERDIENDO TIEMPO POR TU CULPA.
-NO ME DIGAS TOROMBOLO, IDIOTA. - estaban a punto de levantar, ambos, sus puños hasta que una tercera voz se hizo presente.
-¡¡¡YA CALLES SE LOS DOS, TEÑIDOS!!!....
Los gemelos se quedaron estáticos mirando con enfado al hombre que se había atrevido a intervenir en su discusión. Le calculaban entre 50 y 70 años. Alto, un poco robusto, una extraña nariz rojiza y usaba un par de lentes. Sin mencionar su vestimenta que hacía un encaje perfecto con la choza. Así que no pensaron Muchas cosas para saber que él vive ahí.
Sin embargo, el silencio prevaleció por unos segundos más, hasta que aquel hombre lo rompió irritado.
-¿Qué hacen un par de mocosos en mi cabaña? - preguntó el hombre con una mueca molesta mientras pasaba entre los dos casi ignorándolos. En sus brazos traía trozos de madera. Por lo que ambos menores sabían que era para la chimenea.
Se miraron sin saber exactamente qué decir. Pero admitirán que se sentían un poco aliviados ya que el hombre, a pesar de parecer amargado y molesto, no parecía una mala persona. Aun así, no iban a confiar en él tan rápidamente.
-Nos perdimos. - contestaron de inmediato y casi sin emoción. Pero se miraron nuevamente. Algo molestos. Ya que no les gustó mucho que los dos respondieron al mismo tiempo y exactamente la misma respuesta. Aunque no duro mucho.
El hombre pareció pensarlo mientras se acariciaba la sien, más irritado no se podría ver.
-Demonios... no voy hacerme cargo de unos mocosos casi idénticos como ustedes. - dijo algo ronco mientras se ponía enfrente de ellos con una mirada fría. Continuó. - Ya suficiente tuve cuando cuide a mis sobrinos hace un par de años.
-Señor necesitamos su ayuda urgentemente. - dijo el rubio reaccionado al recordar la razón por la que estaban ahí. Sin embargo, no había pasado mucho tiempo aunque ellos pensarán lo contrario.
-Tuvimos un grave accidente. ¡POR FAVOR!- dijo Will mientras sus ojos se entristecían y se ponía tenso. El hombre alzó una ceja dudando un poco.
-Eso explicaría por qué cuándo fue en busca de leña a lo lejos divisé una camioneta en graves condiciones.
-¡Necesitamos que llamé a la policía o la ambulancia! - exclamó Bill al límite de la desesperación. Se notaba claramente en su mirada y Will estaba igual o peor al ser éste último más sensible.
El adulto se compadeció al notar esas miradas.
-Ah, está bien. - suspiró resignado. Provocando que los menores ensancharan una enorme sonrisa de esperanza. - Ya vengo.
Dejó a los Cipher solos por unos momentos. Estos todavía no se calmaban, tenía que ir a ver a su niñero.
(...)
-Bien, ya llame a una ambulancia. En menos de media hora habrán ido para ver el accidente y ayudar a sus padres.
-¿Padres? Los que conducían no eran nuestros padres. - dijo Bill algo desinteresado.
-¿Tíos? ¿Algún pariente cercano?
-No. Ellos son nuestros guardias. - contestó Will sin preocupación. Tenía una sonrisa extraña casi igual que su gemelo.
-¿Por qué necesitan de guardias?- preguntó entre asombroso y confundido.
-Ellos no importan. Lo que nos importan a nosotros es Pino.
El hombre sintió un extraño escalofrío recorrer su espalda con esas palabras y el tono utilizado. Como si aquellos pequeños no les importara en absoluto la vida de sus guardias. Tan sólo les importaba...
-¿Qué es Pino?
Cómo si esa pregunta fuera un detonante, el lugar abarcó un silencio incómodo.
-Hay que ir a ver a Pino. - dijo Bill mientras se acercaba a la puerta y Will lo seguía.
-¿A dónde van? No se ven bien. Deben quedarse hasta que venga la ambulancia. - tomó del hombro al peli azul con una mirada comprensiva.
-Agradecemos su ayuda, pero tenemos que ir ayudar a nuestro niñero. Él nos necesita. No podemos dejarlo más tiempo solo y mucho menos en ese estado. - dijo con frialdad Will causando un temblor en el mayor. Bill no dijo nada y sólo se mantenía serio. Muy serio.
Sin embargo, el rubio sabía que su gemelo no se encontraba bien. Y cuando encontrarán a Dipper y esté despertará le regañaría por no haber cuidado a su hermano. No podía permitir eso.
Minutos de silencio fueron los peores que alguna vez pudo haber vivido aquel hombre. Nadie sabía que decir. Y ellos no se inmutaban. Y sin perder más tiempo de lo que ya habían perdido, se dirigieron nuevamente hacia la salida.
Y antes de que el rubio la abriera, se detuvo por algo...
Se escuchó la puerta tocar deteniendo aquel ambiente tan áspero y abrumador.
El mayor no pudo abrir porque todavía se había quedado estático ante los menores.
(...)
Abrió los ojos sintiendo una fuerte punzada en su cabeza. Lentamente fue recuperando la compostura. Y ver donde estaba y en qué condiciones lo volvían muy intranquilo. De inmediato miles de recuerdos recorrieron por su mente. Busco con sus ojos ámbar a los gemelos, pero se llevó un susto al no encontrarlos junto a él.
Lentamente y con cuidado fue saliendo de la camioneta. Tambaleándose un poco en el proceso, ya que él dolor en su cabeza era casi insoportable, sumando la enorme preocupación que llevaba, el resultado no era para nada de ayuda.
La desesperación lo consumió, no sabía qué hacer. Sólo querría encontrar a los gemelos y que no estuvieran a su lado le preocupada demasiado. Pensó en miles de probabilidades. Una peor que la anterior. Se mordió el labio, juraría que una lágrima traicionera quería salir.
Quería gritar, llamarlos pero algo atorado en su garganta se lo impidió. Como si su voz sonará como susurros y ni si quiera el mismo viento podría escucharlos.
No podía creer cuánto se había encariñado con esos niños. Y pensar que faltaba poco para que la fecha acordada terminará.
¿Qué podía hacer? Simplemente la desesperación lo paralizaba y no podía moverse. Tenía miedo.
¿Dónde están?
Cómo si alguna clase de súper intuición otorgada por alguna clase de persona sacada de un anime (K.H.R), algo le decía, le gritaba que se profundizará en aquel bosque aprovechando la luz del sol.
Tantos recuerdos de su niñez habían golpeado su mente, momentos que había compartido con su hermana, y ahora...
Corrió con desesperación y adrenalina. Esperando enormemente que aquella intuición le sirviera.
Y con cada pasó que daba, llegaba a jurar que podía escuchar a los lejos, una sirena de alguna ambulancia.
Logró divisar una choza vieja pero no por eso fea. Juraba de nuevo, que había sido la primera vez que había corrido tan rápido... o al menos, había hecho uso de la misma palabra, correr.
Se detuvo por unos segundos tratando de recuperar la respiración lo más pronto posible. Dando grandes bocanadas de aire, otro dolor extra en las piernas sin mencionar el sudor. Pavoroso.
¡Genial, otro problema más!
Pensó con sarcasmo. De inmediato tocó la puerta. Necesitaba ayuda.
¿Y si no hay nadie? ¿O si hay un asesino en serie? ¿O un fantasma? ¿O ME SECUESTRAN?
Cada preguntaba que surcaba por su mete lo hacía sentir más tonto.
Aunque grande fue su alegría al ver al pequeño demonio.
Como si al final del camino, te encontrarás con lo que más anhelaras.
Y ver aquel rubio y detrás de esté un peli azul, del cual todavía dudaba si en serio ese color era natural; eso era suficiente para sonreír de verdad.
Era solo cariño o.... algo más que no quería aceptar?
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