Mi primer amigo

Autor: ShinjiIkari728 (ex Suneater_Ikari / gato-mon)

Resumen: Kaworu Nagisa es un testarudo chico que tal vez necesita aprender una lección. ¿Qué ocurre con ese pequeño e irritante angelito que se puso en su camino?

Shinji & Kaworu Manga ver.

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No era nada fácil ser tan sólo un chico de 15 años y pensar en opciones de empleo.Kaworu estaba harto de escuchar los mismos comentarios molestos que su padre siempre hacia, ya que a pesar de ser hijo único siempre se vio lleno de limitaciones económicas. Parece que ser tacaño venía de familia y sobretodo tener que ganarse la vida por su cuenta.

Ahí estaba Kaworu Nagisa revisando en internet opciones sencillas y fáciles de trabajo pero para un pobre adolescente o mejor dicho, para alguien perezoso como Kaworu nada le convencía.

Aunque también debía admitir que tenía mucha envidia de su compañero Toji Suzuhara que siempre compraba comida en la cooperativa por montones y todo era porque él si tenía dinero propio. Dinero que se ganaba por su cuenta en la tienda de abarrotes de unos ancianos que a veces incluso hacían mal sus cuentas y le pagaban de más.

—¡Que fastidio! ¡Es tan poco lo que ofrecen por mucho esfuerzo!

—Mmm... ¿Sabes? Creo que tengo una opción... —dijo su amiga Hikari— Tengo unos vecinos que siempre salen a trabajar y no pueden cuidar de su sobrino. Necesitan a alguien que les ayude.

Kaworu quedó pasmado, con una expresión irónica.

—¿Insinúas que trabaje de niñero? —Kaworu puso una cara de total asco al pensarlo más. Los niños le desagradaban totalmente.

—El niño es muy tranquilo. Es bastante serio, pero nunca les da problemas a sus tíos, que yo sepa. No creo que hagas gran cosa.

—Bien... supongo que... Agh, ¿Tienes su dirección? —preguntó el albino finalmente.

—Claro que sí. En seguida te la traigo.

Hikari fue a su lugar. Segundos después regresó con un pequeño papel donde estaba anotada la dirección de ese matrimonio.

—Sería mejor que los visitaras esta misma tarde —le sugirió Hikari— Así podrás darte cuenta si el empleo te conviene o no.

—No creo que ningún empleo que tenga que ver con cuidar niños sea muy favorable —dijo Kaworu para sí— En fin, al mal paso darle prisa.

Esa misma tarde, después de haber salido de clase tal como Hikari se lo había sugerido, Kaworu fue a investigar más sobre el empleo que la chica le mencionó.

Kaworu pudo ver en el pequeño buzón de la casa escrito el apellido "Rokubungi", y no pudo evitar reírse un poco.

—¿Qué clase de apellido es ese? Rokubungi... no puede ser.

Tocó un par de veces el timbre y espero hasta que una mujer no muy joven abrió la puerta.

—¿Se te ofrece algo, jovencito?

Kaworu carraspeó un poco antes de hablar.

—Amm... Una amiga de mi escuela, Horaki Hikari, me dijo que ustedes necesitaban a alguien que les cuidara a su sobrino.

—Oh, Hikari. Si, le comenté un poco al respecto. ¿Estás interesado en el empleo?

—S-si... Bueno, eso creo.... depende... —susurró.

—Muy bien —dijo aquella mujer— Pasa por favor para que te dé más detalles.

Kaworu se quitó los tenis y entró a la casa. Era muy limpia y ordenada a decir verdad. Sus ojos carmín recorrieron toda las paredes tapizadas de fotos enmarcadas.

Pudo distinguir a un joven matrimonio en una de las fotos. Una mujer de pelo castaño corto del brazo de un hombre de gafas y barba.También pudo observar la foto de un pequeño niño de muy corta edad que sonreía. Por lo que vio alrededor parecía que estaba en un acuario.

—¿Este será el niño que tengo que cuidar? —se preguntó Kaworu sin dejar de observar la fotografía— No se ve tan serio como Hikari me dijo.

La señora Rokubungi invitó a Kaworu a sentarse. Le hizo unas cuantas preguntas y por supuesto le dio detalles de lo que se trataba el trabajo.

A pesar de la incomodidad de tener que lidiar con un niño todo lo demás le parecía a Kaworu bastante favorable y cómodo. Sin mencionar el buen sueldo que prometían por relativamente pocas horas de trabajo. Fue cuando entonces la puerta se escuchó, dando paso al señor Rokubungi quien venía acompañado de un pequeño de cabellos negros y ojos color café.

Se trataba del mismo chiquillo de la fotografía que Kaworu miró pero había algo distinto en él. La sonrisa que tenía en esa fotografía ya no existía en su pequeña carita de actualmente seis años.

—Shinji, cariño —dijo su tía— Has llegado en un buen momento...

El niño no dijo nada. Sólo la miraba expectante.

—Él es Kaworu Nagisa y a partir de ahora será quién te cuide mientras tu tío y yo trabajamos. ¿Qué te parece?

El Niño sólo tomó sus cosas y se fue a su habitación dando un portazo. A Kaworu no le causó gracia en absoluto pero supuso que aquel muchacho no se esperaba que le presentaran un nuevo niñero tan pronto.

Desde luego los Rokubungi se disculparon con el muchacho por la actitud de su sobrino pero pese a eso Kaworu seguía intrigado.

¿Qué había borrado la sonrisa de ese niño?

No pudo evitar aceptar el empleo mayormente para averiguar más sobre el pequeño Shinji.

Los días siguientes fueron de infierno para Kaworu ya que Shinji le parecía cada vez más insoportable y demasiado malhumorado para su edad.

—¡No me molestes, no eres mi jefe! —respondía Shinji de mala gana.

En esos instantes sin quererlo, Nagisa también se convertía en un niño al pelearse con el otro.

—Este enano es realmente raro —dijo Kaworu a punto de bajar las escaleras— Pero eso me pasa por chismoso y querer averiguar...!!!

Kaworu no sé fijó que había un carrito de juguete que Shinji dejó por error y lo pisó, haciéndolo tropezar y rodar por las escaleras.

Shinji rápidamente salió de su cuarto al escuchar tremendo ruido seguido varios quejidos de dolor por parte del albino.

La señora Rokubungi llegó enseguida para ayudar a Kaworu a levantarse.

—Kaworu, ¿Qué te sucedio? —dijo casi enfadada.

—No se preocupe... fue sólo un accidente, estoy bien.

—Ese niño... no guardó sus juguetes como se lo pediste.

Shinji observó desde el barandal de la escalera, no pudo evitar ponerse nervioso al ver la expresión molesta de su tía. Pero también estaba aliviado de ver a Kaworu de pie. No podía tener muchos problemas si su víctima estaba bien, ¿Verdad?

—Descuide, es... es solo un niño —que patético se sentía Kaworu diciendo esas cosas para defender a Shinji pero no podía evitarlo. Aunque siempre disfrutaba ver cuando los adultos regañaban a los niños malportados, con Shinji extrañamente era todo lo contrario aún cuando a él lo sacaba completamente de quicio en ocasiones.

Los Rokubungi decidieron llevar a Kaworu al hospital y aunque el albino no se lastimó de gravedad, sentía que había llegado a su límite.A solas en su habitación le marcó con desesperación a Hikari para restregarle toda la rabia que había acumulado mientras era niñero de Shinji.

—¡Ese mocoso me tiene harto! En cuando salga del hospital renuncio ¿Me oyes? ¡Renuncio! No me importa si no me pagan lo que acordamos pero yo no le vuelvo a ver la cara a ese pequeño engendro del mal nunca...

En cuánto Kaworu salió del hospital lo primero que hizo fue ir a la casa de los tíos de Shinji. Estaba más que nunca decidido a renunciar y estaba seguro también de que ellos entenderían.

Cuando estuvo a punto de tocar el timbre, sin querer escuchó una especie de discusión dentro de la casa.

—Entiende, Shinji... tu padre no puede venir. Está muy ocupado con su trabajo.

—¿Y faltará incluso a mi cumpleaños? ¡Es hoy y dijo que vendría! Si no quise fiesta fue porque sólo quería que él viniera a verme...

Kaworu no pudo evitar quedarse pegado escuchando. Juraría que Shinji estaba llorando.Pobre chico.

No pudo escuchar más al oir pasos que se acercaban a la puerta. Era la señora Rokubungi que parecía toda cansada y hastiada.

—Oh, Kaworu, no sabía que estabas aquí. ¿Porqué no nos dijiste que ya habías salido del hospital?

—Ah... Porque estoy bien, no se preocupe...

—¿En serio? ¿Entonces podrías quedarte un momento para cuidar a Shinji? Necesito hacer unas cosas y es muy urgente...

—¿Eh? ¿Quedarme? Bueno, qué mas da...

—No sabes cuánto te lo agradezco, Kaworu. No tardaré mucho —la mujer salió toda apresurada.

Kaworu algo desganado se metió a la casa, y vio a Shinji en la sala limpiándose las lágrimas.

—¿Shinji...?

—¿Tú qué haces aquí? —el pelinegro lo miró feo.

Kaworu se molestó un poco nuevamente, pero resopló tratando de no perder los estribos.

—Oye... ¿Estás bien?

—No es como que te interese ¿o sí?

—No tienes que ser tan seco conmigo... Tal vez no sea de mi incumbencia, pero tampoco puedo ignorarlo. Después de todo aún soy tu niñero...

—¡Tú sólo estás aquí porque mis tios te pagan! —gritó el chiquillo sacando su coraje a flote— Mis tíos piensan que comprándome cosas o acercándome a otras personas ya voy a estar mejor ¡Pero no es así! —el pequeño rompió en llanto— Yo sólo quería ver a mi papá hoy, ¡Pero claro! No le importo para nada... Es así desde que murió mamá hace dos años.

Kaworu se quedó en lúgubre silencio. Al fin había entendido todo. Ese chiquillo estaba totalmente abandonado moralmente. Miró de lejos aquel cuadro de Shinji en el acuario. Pensó en la felicidad que le habían arrebatado. La felicidad que nunca pudo llegar a ver en su tierno rostro.

Lo unico que pudo hacer fue abrazarlo. Shinji no se opuso pero tampoco correspondió. Ni siquiera el adolescente sabía porqué le nació el impulso de abrazarlo. Tal vez, simplemente, a veces se sentía igual que él.

—Oye, Shinji. ¿Te gustaría acompañarme a un lugar? —preguntó con una cálida y tranquila sonrisa. Algo inusual en él en cualquier contexto.

El pequeño asintió tímidamente y se dejó tomar de la mano conducido por Kaworu hacia el lugar misterioso. Un rato más tarde, ambos llegaron a una pequeña juguetería. Sin siquiera preguntar nada, Kaworu compró el más blandito y adorable oso de peluche y se lo entregó a su pequeño invitado.

—Feliz cumpleaños —le dijo con cariño.

—No lo quiero —respondió tajantemente.

—Ya sé que no lo quieres así como así —se puso a su altura y lo tomó del hombro— Escucha, Shinji... sé que piensas que estoy actuando como tus tíos, o tu padre pero, ¿Sabes? Yo tenía otros planes justo antes de verte llorar... Pero ya no importan. Nada de eso importa. Realmente dentro de todo me he divertido mucho contigo en estas semanas, y en el fondo me alegra mucho poder acompañarte. Tal vez no quieras un niñero y lo entiendo pero, ¿Qué tal un amigo? —le tendió una mano alegre y sinceramente.

Shinji no pudo evitar sorprenderse. Fue entonces cuando sonrió un poco. Una sonrisa quizás no muy grande, pero sí muy linda y tierna para Kaworu. Tímidamente tomó el osito para abrazarlo y asintió. Ya que ese no había sido un simple regalo que su niñero le compraba por conveniencia o porque era su deber. Si no que era un regalo que le daba un amigo, su primer amigo.

Quizás no acababa de sonreír como en aquella fotografía, pero Kaworu estaba dispuesto a hacer que Shinji fuera capaz de sonreír aún mejor a partir de ese momento.

Fin

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