Cumpleaños Feliz

Autor: CharlotMAD

Resumen: Shinji Ikari espera no decepcionarse en su día más importante, pero las cosas sólo le juegan en contra. ¿Una celebración normal es si quiera una opción?

Shinji & Kaworu Rebuild (Q) ver.

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Y por fin llegó el día. Era su cumpleaños número siete. Shinji normalmente se alegraba desde su despertar con la idea de una pronta celebración y felicitación de sus padres, mas ni esa mañana, ni ese día en la escuela lograron energizarlo en lo más mínimo.

Lamentablemente, Shinji no hizo más que añorar las celebraciones pasadas en compañía de su madre, quien para su mala suerte, se encontraba en un importantísimo viaje de negocios. Y aunque ella lo había llamado en la mañana para decirle lo mucho que lo amaba y lo extrañaba, Shinji necesitaba que estuviera allí. Sobretodo considerando que su padre no era de mucha ayuda. Él sólo se dedicó a llevarlo rápidamente a la escuela, sin siquiera recordar la fecha que era. Y llegando al lugar, las cosas no mejoraron en absoluto. Sus amigos tampoco recordaron su cumpleaños, y como él no dijo nada, el tema ni siquiera salió a flote.

Así que después de todo un día de clases, se sentía realmente miserable.

—Hasta mañana, Shinji —dijo el pequeño Toji mientras iba al encuentro de su madre en la salida.

—Adiós... —respondió desanimado, con un suspiro de resignación. Al menos no podía desilusionarse en cuanto a la falta de su amigo Kaworu, ya que sabía de antemano que él se encontraba en su taller de música— Aah... Papá... ¿Dónde estás?...

Cerca de unos veinte minutos después, Kaworu se encontraba caminando a paso lento de vuelta hacia la escuela, acompañado de Asuka Langley, su compañera de clase y taller.

—Espero que estés bien preparado para el concierto del martes. No toleraré mediocridades, ¿Me oyes? —dijo Asuka firmemente.

—No te preocupes, ya lo tengo todo ensayado...

—¿Acaso no ensayarás más, idiota? No te creas tan bueno en esto —dijo desafiante.

—No puedo más hoy. Tengo algo muy importante que hacer más tarde —Kaworu sonrió alegremente.

—Creí que a esta hora ya no quedaban preescolares en el recinto... —Asuka apuntó a Shinji, que se encontraba esperando a su padre en el portón de la salida— Es tu amigo, ¿No? El hijo de Ikari...

—¿Pero qué hace aquí? ¡Ya debería estar en su casa! —Kaworu comenzó a caminar rápidamente hacia el pequeño, dejando atrás a Asuka— ¡Nos vemos mañana, tengo que irme...!

La pelirroja quedó impasible aunque algo molesta como siempre.

Shinji ya estaba temblando un poco, no tanto por el frío, sino por el miedo de que lo dejaran sólo y tal vez se tuviera que ir caminando a su casa. ¿Cómo era posible que su padre olvidara recogerlo? Sin duda ya había batido el record de la peor mala suerte en un cumpleaños.

—¡Shinji...! —el albino llegó jadeante a donde estaba, dejándolo totalmente sorprendido— ¿Qué haces aquí...?

—Mi padre no me vino a buscar —tal declaración fue hecha de un modo tan inocente que Kaworu no pudo evitar sentir mucha lástima. Sabía que Gendo no era un santo, ni era digno de su devoción, pero no imaginó que sería tan mal padre como para dejar solo a su hijo en su propio cumpleaños.

—¿Desde hace cuánto lo esperas? —preguntó con algo de miedo.

—Desde hace un rato... No mucho... —dijo Shinji tratando de parecer indiferente— ¿Y tú qué haces aquí? Pensé que no te vería hoy...

—Siempre debo volver a la escuela después de los talleres... Lo que pasa es que nunca nos habíamos topado a estas horas —intentó reirse un poco para distender a Shinji, pero él estaba muy introspectivo— Vamos, te llevaré a tu casa, ¿Sí? —Kaworu le tendió su mano a Shinji, a lo que este la tomó de inmediato, volviéndose a sentir un poco más seguro.

—¿Cómo está tu madre? ¿Hoy te llamó? —preguntó Kaworu mientras iban de camino.

—Está bien. Ya está por volver...

—¡Eso es muy bueno! —dijo enérgicamente, tratando de animarlo.

Una vez llegaron a la casa, Kaworu abrió la pequeña reja de madera para dar paso al niño, pero se quedó pasmado en la puerta, no sabiendo muy bien qué hacer.

—Ahí está la llave de repuesto -dijo Shinji, apuntando hacia unos maceteros del patio— Papá esconde una llave ahí...

—Vaya, debo conseguir una copia, ya que vengo tanto para acá —Kaworu rio ligeramente, esta vez contagiando a su acompañante su buen humor.

—¿Papá llegará pronto? —preguntó algo ansioso.

—No lo sé, Shinji... Pero lo llamaré cuando entremos. Y te daré unas galletas con leche mientras esperamos, ¿Está bien?

Shinji asintió con seguridad.

Kaworu finalmente logró abrir la puerta con la llave de repuesto y dejó entrar primero a Shinji. Este dejó su mochila en el sillón y se recostó en el mismo, ya agotado por un largo y espantoso día.

El chico mayor tomó su celular para disponerse a llamar a Gendo Ikari mientras iba a la cocina.

¿Kaworu Nagisa?

—Hola, señor Ikari. Sí, soy yo. Lo llamo para decirle que su hijo estuvo esperándolo largo rato en la salida de la escuela.

¿Está contigo?

—Sí, por suerte. Estamos en su casa. ¿A qué hora piensa llegar?

Estaba terminando unos trabajos pendientes que tenía por aquí. Algo que tu padre me encargó.

—Debe saber que a mi padre le agrada que terminen a tiempo sus trabajos, y odia que sus empleados sacrifiquen su vida familiar por irresponsabilidad.

Debes entender, yo sabía que llegarías por Shinji, y que él estaría bien contigo...

—Qué raro. No recibí ningún mensaje ni llamada de usted pidiéndome que cuide a su hijo. Pero lo haré, porque yo sí puedo valorar lo mucho que él me estima y lo divertido que es pasar tiempo a su lado.

Imagino que no le dirás a tu padre que me quedé haciendo horas extras.

—No se preocupe. Sólo llegue lo antes posible. Le recuerdo que hoy es cumpleaños de su primogénito.

Kaworu cortó la llamada muy enojado. Aquel hombre ni siquiera disimulaba su poco interés. Si no fuera porque estimaba mucho a la señora Yui y quería tanto a Shinji, hace tiempo le habría dicho a su padre, Keel Lorenz, que despidiera a ese vejete.

—¿Qué haremos ahora? —preguntó Shinji desde el living.

—¿Quieres unas galletas? —Kaworu se asomó por la puerta de la cocina— ¿O quieres que vayamos a comprar un pastel?

—No quiero nada... —escondió la cabeza en el sofá.

—Shinji... tu padre ya vendrá pronto, ya hablé con él... mientras tanto tenemos que esperar... y tú tienes que comer algo.

El pequeño castaño iba a replicar pero su panza comenzó a rugir, delatando su hambre. Kaworu no aguantó una carcajada.

—Quiero galletas... de esas con chispas de chocolate...

—Bien. ¿Las quieres con un poco de leche tibia?

—Quiero leche con chocolate...

—¿No te parece mucho chocolate? ¡Te puede doler el estómago o dar alergias!

—¡Es mi cumpleaños y quiero leche con chocolate! —hizo pucheros, los cuales lograron conmover a Kaworu como siempre.

—Bueno, bueno... Yo ya te lo advertí de todos modos, ¿Eh?

El albino fue a la cocina y mientras Shinji esperaba sentado, él calentó un poco la leche con chocolate y la sirvió junto a las galletas de chocolate con chispas de chocolate.

Al volver Shinji no estaba en el sillón, pero volvió enseguida de su habitación con su cobija azul en las manos. Kaworu también se había servido un par de galletas para acompañar a Shinji y así, ambos se relajaron juntos en la sala de estar.

—¿Quieres ver algo? —preguntó Kaworu— Ya es la hora de Plaza Sésamo —miró su reloj.

—¡Sí! —dijo alegremente.

Kaworu sonrió complacido al verlo más feliz y despreocupado.

Cuando ya había oscurecido lo suficiente, Kaworu encendió la luz de la sala y vio que Shinji estaba durmiendo apaciblemente a su lado, tapado con su pequeña cobija.

Parecía ser que ya era momento de sacar su propio regalo.

Cuando Shinji despertó poco a poco a causa de la luz, lo primero que vio fue a un sonriente Kaworu, que le ofrecía un enorme paquete de regalo.

—¿Qué es eso...? —preguntó somnoliento mientras se refregaba los ojos.

—Es tu regalo, Shinji. Feliz cumpleaños...

—¿En serio es para mí...? —se levantó poco a poco para mirarlo mejor. Era un bonito paquete rojo, rodeado con una cinta amarilla— ¿Puedo abrirlo?

—Claro que sí. ¡Ábrelo! —lo animó.

Shinji desenvolvió y rompió con cuidado aquel papel, hasta descubrir una caja grande conteniendo lo que parecía ser un juguete.

—Dale la vuelta...

Shinji obedeció y pudo observar un set bastante completo de dinosaurios. De todos los tamaños, de todas las clases, todos en esa gran caja.

—¡Es la colección de dinosaurios de Playskool! ¡Muchas gracias, Kaworu! —Shinji corrió a abrazarlo para agradecerle efusivamente, a lo que el mayor correspondió con la misma alegría.

Había comprado ese regalo sabiendo que a Shinji le encantaría ya que se lo había comentado por lo bajo en más de una ocasión.

Al sacar cada dinosaurio de la caja, Shinji se dio cuenta de que eran más suaves y blandos de lo que parecían en un inicio, pero eran de excelente calidad.

—Puedes jugar con ellos o ponerlos en tu estante para que adornen la habitación. ¡O ambas cosas!

—Mmm... ¡Quiero jugar con ellos ahora! —jaló del brazo a su amigo— ¡Vamos, juguemos a la granja de dinosaurios, Kaworu!

—Está bien, como quieras -le acarició el pelo— Pero antes debo ir a dejar los platos a la cocina. Espérame en tu habitación si quieres, yo iré enseguida.

—Bueno... —Shinji agarró como pudo todos los dinosaurios a la vez para llevárselos a su cuarto, y cuando Kaworu llegó, lo sorprendió en una escena de lo más curiosa.

—Señor osito, conozca al señor tiranosaurio —dijo Shinji— Señor tiranosaurio, este es el señor osito...

—Será muy cansador presentarlos a todos con todos...

—Más o menos, pero debo hacerlo —dijo seriamente— después de todo son importantes. Tú me los diste...

Kaworu enternecido, abrazó a Shinji y le dio un suave besito en la frente.

—Cuando te sientas un poco solo, recuerda que siempre estaré a tu lado, haciéndote compañía —acarició su cabello— Así ha sido desde que naciste. Y así será siempre...

—¿En serio...? —preguntó emocionado.

—Claro que sí. Después de todo, somos los mejores amigos, ¿No?

Shinji sonrió y nuevamente se dejó envolver por esos cálidos y acogedores brazos. Sin duda se sentía afortunado de tener a alguien como Kaworu en su vida.

Fin

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