baby said.




Para Lisa, no era cualquier cumpleaños. Era el número 18, su número favorito y también, la edad para ser legal. Todo lo que siempre había querido. Aunque supiera que la vida de adulto no sería fácil, Lisa había querido avanzar un poco más en su vida desde hace tiempo. Empezó su último año en la escuela unos días antes, mas ahora era sábado y definitivamente quería pasarlo bien. Así que se puso en mente ser positiva, ya que no quería que nada le arruine esto.

─¡Feliz cumpleaños!

Saltó en su lugar al abrir la puerta de su habitación y encontrar a su madre con un "desayuno especial" que hace en todos los cumpleaños. Se lo esperaba, a decir verdad, pero no creyó que vendría hasta su puerta para ello.

─Carajo...─masculló Lisa─. Mamá, ¿de verdad velitas en los panqueques?

-Ya que no estarás con nosotros para una fiesta, creí que sería lindo.

Lisa sonrió y tomó el plato. Esperó a que su mamá saque la cámara y tomara una foto del momento, todos en la familia tenían "la foto especial" con el desayuno especial. Sí, les gustaban las tradiciones.

─¿Puedo verlo? ─su emoción se hizo notar, lo que causó una risita en la mujer mayor.

─Cariño... has fallado tu examen de conducir hace unas semanas, así que Jennie te lo traerá.

─Entonces, ¿por mi cumpleaños le dieron un auto a mi novia?

─Bueno... es de Jennie hasta que lo apruebes. Lo compramos antes de tu examen porque teníamos muchísima confianza en que sí lo lograrías.

Lisa rodó los ojos. Se escucharon unas voces desde la cocina, las dos supieron que eran las hermanas mellizas de Lisa, quienes no pueden estar solas más de dos minutos o rompen algo. Su madre apretó su mejilla levemente en un gesto cariñoso y le dijo que se preparase, Jennie llegaría en un rato.

Para los padres de Lisa, Jennie era un ángel. Y bueno, realmente lo era. Jennie siempre se mostró amable y gentil con la familia Manoban, especialmente cuando recién se había dado a conocer su relación. Ellos tenían una muy buena imagen de Jennie, sabían que no había mejor persona para su niña.

Y además, el padre de Lisa había hecho alguna pequeña promesa de que le rompería un hueso a Jennie si ella rompía el corazón a Lisa. Y no sólo él lo dijo, las mellizas también.

Y su hermano mayor.

Y sus amigas.

Y el vecino.

Todos tenían un cariño enorme por Lisa, no podían ver sus ojitos con lágrimas.

Después de una media hora, en donde sus hermanas se la pasaron peleándose por quien se quedaría el cuarto de Lisa cuando se vaya de casa, sonó una bocina.

─¡Es Jennie Unnie!

─No me digas, Pharita.

─Qué estresante eres, Chiquita.

Las niñas de 15 años estaban en una etapa un poco complicada. Después de ser las hermanas inseparables desde nacimiento (literalmente), ahora con la adolescencia estaban demasiado irritables, ya no se aguantaban.

─Ugh, ¡mamá dile a Pharita que cierre la boca!

─¡Chiquita!

Lisa ignoró su pelea y tomó sus cosas, hasta ella odiaba las voces chillonas de sus adorables hermanas. Necesitaba irse un rato al menos.

Al abrir la puerta principal, se encontró a su novia apoyada sobre un Jeep. Ella no sabía sobre modelos de autos ni nada, mas este le había gustado bastante. Jennie sonrió y abrió los brazos animadamente, lo que hizo que Lisa corriera y le diera un enorme abrazo.

─¿Te gusta? ─le preguntó Jennie sosteniéndola.

─Sí, me gustas─afirmó Lisa abrazando más fuerte.

─No yo, Lisa, el auto, ¿qué tal? ─rió tomando el rostro de Lisa con sus manos, viendo los ojos más hermosos que haya visto alguna vez.

─No sé de autos, es lindo.

─¿Sólo eso? Es tuyo, amor, debería de encantarte.

─No me importan los autos, Jennie, yo sólo quiero estar así contigo siempre─le confesó enterrando su cara en el pecho contrario─. Al diablo ese examen de manejo, tú serás mi chofer.

─No digas groserías, bebé.

Lisa salió de su escondite para mirarla una vez más, sonriente negó y dijo:

─Tengo 18, ya no soy una bebé y puedo maldecir.

─Es verdad, ya no puedo regañarte por hablar tan vulgar-aceptó─, pero sigues siendo mi bebé.

Lisa frunció el ceño, no quería seguir viéndose como una niña ante su novia. Suspiró y asintió.

─Después de esta noche... dejaré de ser una bebé, ¿de acuerdo?

Jennie sabía de qué hablaba y sus mejillas se pusieron tan rojas como un tomate, asintió sin decir nada más y de forma torpe invitó a Lisa a subir al Jeep e iniciar su día juntas.

Los padres de Lisa aceptaron no hacerle una fiesta de cumpleaños. Jennie les pidió con todo su corazón que dejasen que ella se encargara de hacer feliz a Lisa ese día, ya que después de varios años de relación finalmente era "legal" verlas juntas.

Jennie estaba en la universidad y Lisa en su último año de escuela, lo que causaría demasiado alboroto si se supiera antes de ellas. Además de el hecho de que fueran dos chicas, ellas siempre quisieron hacer todo de "la forma correcta" para evitarse problemas.

Jennie sostuvo su mano todo el día, la hizo reír y la llevó a pasear por la ciudad. Comieron y charlaron. El día era perfecto para las dos.

─Estás sudando mucho, Jennie , ¿estás bien?

La mayor asintió sin quitar su mirada del camino.

─S-sí, por supuesto.

─No se nota─murmuró preocupada─. Para aquí, quiero hablar.

Jennie le hizo caso, encontró un lugar rápidamente y frenó el vehículo. Lisa miró a sus manos unidas y luego a su novia.

─¿Qué te preocupa tanto?

Jennie evitaba su mirada ahora, de nuevo con las mejillas rojas.

─Estamos de camino a un hotel...

─Sí.

─Para... para hacer, uhm, para acostarnos.

─Hacer el amor, sí.

─Es sólo que, ah, no sé exactamente cómo explicarlo.

─Tómate el tiempo que quieras.

Jennie se pasó una mano por el rostro, sentía bastantes nervios y era demasiado tímida para esto ahora. Había tenido sexo con mujeres antes de conocer a Lisa, así que era la única experimentada. Mas ninguna era tan importante como ella. Nunca amó a alguien de esa forma y tenía bastantes miedos.

─Es tu primera vez, amor, y quiero que sea especial. La mía fue horrible y no quiero que tengas un mal recuerdo.

─Jennie, contigo todo es especial.

─¿Y si terminas conmigo porque no te gusta? Puede pasar que no lo disfrutes, puede que ya no me quieras por eso, puede que te decepciones, puede que después la que me rompa el corazón seas tú y después igual tu padre me va a pegar, y tus hermanas, y tu hermano, y tu vecino y-

Jennie siempre ha hablado mucho. Sobre todo, cuando está nerviosa, por lo que Lisa ya sabía que esto pasaría. La cayó con un beso, la mejor forma de hacerlo, porque con una cachetada ya lo había hecho antes (y lo peor es que Jennie no se enojó, le dio las gracias).

Las emociones de Jennie estaban alborotadas. No se trataba de cualquier chica, se trataba de la que era el amor de su vida. No había que estar asustada, todo con Lisa era mil veces mejor, esto no sería diferente.


Jennie estaba un poquito... peor que antes.

Habían llegado a la habitación. Lisa la besó de forma que no pensó que podía, con gran pasión y fuerza, tanto así que casi podía sentir sangre entre sus labios. Se colgó de su cuello, saltando y rodeando su cuerpo con las piernas, Jennie la sostuvo de los muslos y la guió hasta la pared, donde la apoyó para seguir los besos por su cuello.

El tamaño enorme de sus manos dejaron que pudiera amasar todo el trasero de Lisa bajo la falda. Escuchando por primera vez pequeños gemidos de su chica.

Y como si no fuera suficiente, Lisa pidió que fueran a la cama en un quejido placentero. Lugar donde Jennie le abrió la camisa de una vez, rompiendo los botones en el acto.

─Mierda, Jennie, cuando salgamos me darás tu chaqueta.

─Sí, sí, lo que sea.

Jennie acercó su boca hasta la piel de sus clavículas, besando y lamiendo, dejando marcas notorias . Luego bajó hasta sus pechos, aquellos cubiertos por un sostén rosa pálido. Con los dientes tomó un pedazo de la tela y la guió hasta abajo, dejando al aire ese pezón listo para recibirla. Hizo lo mismo con el otro lado, gruñendo por las manos de Lisa en su cabello.

Las tetas de Lisa resultaron ser tan pálidas como el resto de ella, lo que enloqueció a Jennie, pues siempre amó el bonito color de piel de su novia.

Por supuesto que se encargó de ellas. Las lamió y chupó, notando como saliva se salía de los extremos de sus labios, sedienta por probar más de Lisa. Lisa comenzó a sentirse bien de una forma rara, sentía algo fuerte en su ser, algo que le dio un poco de miedo.

─Es el orgasmo, bebé, déjate ir.

─¿E-s p-posib-ble que s-sea, ¡carajo!─ Jennie no dejó ni sus manos ni su lengua quietas, seguía haciendo su trabajo─. ¿Tan p-pronto?

La neozelandesa volvió a complacerla. Lisa estaba en la gloria, nunca creyó que que le comiesen las tetas sería tan bueno. Poco más de unos minutos después logró dejarse llevar, soltando un gemido largo y hermoso para los oídos de Jennie.

─Bebé... no te quité las bragas, creo que tendrás que tirarlas ahora.

Jennie se rió al ver el desastre de Lisa. Con su pecho descubierto y la respiración agitada, su cabello negro por toda la almohada y su expresión de felicidad pura.

─Traje otras en la mochila-dijo con un poco de dificultad.

─¿Trajiste otras bragas pero no otra camisa?

─¡No pensé que serías tan salvaje!

Lisa se apoyó en sus codos y se levantó un poco, en sus oscuros ojos Jennie notó algo diferente. Un deseo inigualable, como si estuviera lista para saltar a ella, para cazarla como una simple presa.

─Tengo un regalo para ti en la mochila, ve por él.

─¿Para mí? Bebé, es tu cumpleaños no el mío.

─Sólo búscalo.

Jennie se giró y buscó el bolso de cuero, encontrándose con él a un lado de la puerta. Vaya, ni siquiera notó cuando Lisa lo dejó ahí.

Y eso nos lleva a el por qué de sus emociones peores. Lisa se había preparado muy bien. Tanto así, que ahora Jennie tenía un Strap On en sus manos.

─¿No te gusta? ¡Es doble! Así que tú también puedes sentirte bien... ¿Jennie?

La mayor estaba demasiado quieta con los ojos pegados a ese juguete sexual. Nunca había usado de esos, bueno, una vez alguien lo usó en ella más ahora era diferente. No esperaba que su dulce Lili tuviera esas ideas.

─¿Jennie? -repitió Lisa.

─Joder, Lisa, eres una puerca.

─¿Y? Sé que te mueres por usarlo ahora.

─Bebé...

─Ya no soy una bebé, Jennie.

Razón no le faltaba. Mas Jennie respiró hondo y aceptó que sería así, esta primera vez sería la mejor.

Pronto las dos estaban desnudas, besándose y sintiendo tanto calor en sus cuerpos que hasta podían gemir por respirarse entre sí. Jennie tenía el Strap On a su lado, esperando por ser utilizado.

─Lisa... Bebé...

─¿Mmh?

─Te amo─le confesó en medio de un beso─. Te amo, te amo, te amo.

─Yo te amo más, amor, mucho más.

─No... no, yo más. Te amo muchísimo, Lisa. Quiero que nos casemos donde sea legal hacerlo, que adoptemos mil gatos y tengamos otros mil hijos. Que tus ojitos siempre me miren y que me ames por la eternidad. Deseo tanto que estemos juntas siempre y que-

─Jennie, amor.

─¿Sí?

─Me gustaría que tengamos esa conversación cuando no esté goteando de lo necesitada que estoy, ¿sí? ¿Podrías simplemente bajar tu cabeza de nuevo?

─Como lo diga mi bebé.

Jennie dejó besos mojados por toda la piel que podía. Luego acarició los muslos de Lisa, notando que estaban húmedos bajó la mirada a ellos y encontró que Lisa no estaba mintiendo, realmente la necesitaba rápido.

─Úsalo...

Con los ojos Lisa señalaba el Strap On y Jennie aceptó de inmediato. Lo que su bebé quería, su bebé lo tendría.

De la mochila también había sacado lubricante, Lisa fue bastante inteligente. Aunque con lo mojadas que las dos estaban, parecía no ser muy útil ahora. Aún así, Jennie pasó sus dedos por el pene falso bajo la mirada de Lisa , sus dedos empapados lo mojaban cada vez más.

El tamaño estaba bien para las dos, no era algo enorme ni tampoco pequeño, se podía sentir bastante con ello.

Jennie comenzó a ponerse el arnés, Lisa se levantó y lo tomó en sus manos.

─Yo quiero metértelo─ confesó tocando el segundo pene falso.

Jennie no le negó el honor. Lisa estaba un poco nerviosa pero aún así comenzó a mover el juguete. Arrastró la punta un poco, llenándolo de los fluidos de Jennie, hasta que se dio cuenta que su novia no quería que jugara así ahora, ella necesitaba liberarse de alguna forma. Y tal como lo dijo, se lo metió de forma lenta, disfrutando de su rostro lleno de placer por sus acciones.

Lisa se volvió a acostar y Jennie se puso sobre ella, se sentía un poco raro tener algo dentro suyo después de tanto tiempo sin sexo. Pero sabía que era algo momentáneo.

Besó a Lisa en la boca, guiando poco a poco la goma en su entrada. Jugó como Lisa, pasando la punta por ahí con cuidado y maldad inocente.

─No duele tanto... vamos, sigue.

─¿Estás segura? No quiero que─

─Jennie, por el amor de Dios, sólo fóllame.

─Lo que mi bebé diga.

El pene falso empezó a hundirse más y más, hasta que estuvo todo dentro. Lisa casi gritó, pero al contrario de lo que Jennie pensó, no era dolor, más bien era tanto placer que sus ojos picaban.

Jennie movió sus caderas una vez más para sacarlo y meterlo. Acción que sacó un gemido en las dos, incapaces de decir algo coherente se empezaron a mover ambas, y tal grado era lo rico que se sentía que no les importaba que fueran tan ruidosas y la cama se moviera.

Jennie siguió cada vez más fuerte, más duro, entrando y saliendo, sintiendo el propio placer de estar siendo follada por ese juguete y al mismo tiempo follar a Lisa. Mierda, era gloria.

─A-ah... puta m-madre...

─Eres t-tan hermosa, b-bebé.

─N-no empiece-es.

─B-buen-no.

Escuchaban solamente el sonido de la otra y las pieles chocando, agarrándose de las sábanas y besándose. Jennie sólo decía palabrotas y Jennie no podía quitar sus ojos de Lisa y decirle lo hermosa que era.

Con una mano, Jennie entrelazó sus dedos con los de Lisa sobre su cabeza. Con la otra se agarró de la cintura de Lisa para sostenerla y entrar incluso más profundo. Podía sentir como Lisa la abrazaba con fuerza con sus piernas, como estaba disfrutando de esto. Las inseguridades de Jennie ya no existían, podía verlo, podía ver que Lisa estaba más que feliz de hacer el amor con ella.

El orgasmo estaba cerca, ya lo veían venir, así que Jennie se apresuró hasta que Lisa volvió a gemir alto como en su primer orgasmo. Jennie la siguió un momento después.

─Mierda─suspiró Lisa.

─Sí, mierda.

─Sí sabes que ahora no vamos a parar de hacerlo, ¿verdad? ─se rió Lisa.

─Sí, pasará cada vez que mi bebé lo diga.

─Deja de decirme así.

─Sí, bebé, lo que digas.

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