El suave movimiento que sus labios realizaban al hablar me tenía totalmente absurdo.

-Descerebrado-agitó su mano-la cual tenía en cada dedo un anillo- frente a me cara.

-¿Mmm?-solteé volteando a verlo.

-¿Tendre que cubrir me la boca cada que venga?-pregunto frunciendo el ceño.

-Pues si no tuvieras una boca tan maldita mente atractiva, no tendría problema en ver mi libro-dije alzando los hombros.

-Punto número uno, estamos trabajando en tu cuaderno-señalo sacándose los lentes de armazón-, punto número dos, mi boca no es una excusa para tú falta de neuronas.

-Tengo neuronas-reclame.

-Pero solo para andar como perro lujurioso-sonrió con arrogancia.

-Solo anda como un perro lujurioso, bebé-dije devolviendo la sonrisa y viendo como la suya pasaba a ser una mueca.

-Idiota-gruño con la nariz arrugada y las mejillas levemente sonrosadas.

-Me tienes-dije guiñando le un ojo y soltando una risa al ver que el color de sus mejillas se intensificaba.

-Volvamos al libro, ¿Te parece?-pregunto bajando su mirada verdosa.

-Creí que estábamos trabajando con mi cuaderno-me burle, viendo el ceño fruncido en su bella cara dirigido hacia mi.

-Me largaré en este instante si no eres capaz de resolver el problema, descerebrado-dijo cruzándose de brazos luciendo a unas adorable.

Y sin más baje la mirada hacia mi cuaderno con una sonrisa:-Sigues teniendo los mejores labios que haya visto-dije después de unos minutos.

-Idiota- susurró ganándose una risa por mi parte.