爽やか
Sus ojos se dirigieron al abdomen de su novia y apretó los muslos, no podía dejar de sentir fascinación por el cuerpo de la contraria, se siente tan afortunada de que sea su novia, alguien que ha estado para ella desde que tiene uso de razón, amigas de la infancia que se volvieron algo más al pasar de los años, ya que se dieron cuenta que lo que sentía no era un amor simple de amigas, iba más allá de eso, las hacía sentir vivas y llenas, Sana era bastante tímida pero fue quien dio el primer paso, diciéndole que quería tener algo.
Desde ese día no han dejado de estar una al lado de otra, de hecho viven juntas, lo que significa que las cosas van en serio y eso lleva a otro tema, han hecho cientos de cosas que hacen las novias, como dormir juntas, abrazarse, besarse, preocuparse la una por la otra, presentarse como pareja, han viajado y disfrutada de momentos juntas, tenían una pared llena de fotos de los lugares a los que habían ido además de fotos suyas desde pequeñas hasta ahora, era como ese mural que atesoraban con todo su ser.
Pero había una sola cosa que no habían hecho, al principio lo entendió porque la verdad es que tenía bastante miedo de que las cosas no salieran cómo ella quería, así que no le dio mucha importancia, sentía que era algo más que las uniría lo cual era bueno pero claro que tenía sus complicaciones y eso era que Tzuyu parecía no querer tenerlo hasta que estuvieran "listas", ella ya lo estaba, se acababa de dar cuenta de ello, pues si, pero eso no quitaba que lo necesitará, todo su cuerpo le pedía a gritos sentir el miembro de la mayor en su boca, poder chuparlo y jugar con el.
¿Había algo de malo en eso?.
Tampoco es como que no hayan hecho nada, claro que hay momentos en la noche mientras están acostadas en la misma cama que se rozan, pero es algo tan mínimo que solo hace que se frustre, cuando va a pedir más siente los pequeños besos de la menor en su rostro que le hacen saber que no pasarán de ahí puede que sea tan lindo que haga que su corazón se mueva y lata con fuerza pero quiere algo más, ha estado deseando que pasen a algo mayor desde hace unos días pero no lo había pensado.
Bajó la mirada a los muslos de la taiwanesa, le encantaría ver cómo se aprietan mientras chupa la punta, escuchar esos gemidos que la tienen ansiosa, debería ir pero tiene tanto miedo de que la rechace, porque sabe que si lo hace no aguantará más y va a explotar, no era buena idea que lo hiciera, quería poder ser más segura de sí misma, se estaba comenzando a frustrar, apretó las piernas y un gruñido se escapó de sus labios, éste llamó la atención de su novia quién la miró de reojo esperando una respuesta.
Le estaba pidiendo que le explicará que había sido eso pero las palabras se escaparon de su lengua, se quedó mirándola sin decir una sola cosa tratando de analizar la situación porque debía ser bastante directa, un poco sutil y sonreír que era algo que hacía que desviará la atención a otra cosa que no fuera lo que acababa de suceder, de seguro si, se encogió de hombros y negaba con la cabeza mientras sonreía en grande era más que suficiente.
— ¿Que fue eso? —. La voz de Tzuyu no era tan grave ni ronca, aún así la manera en como decía las cosas hacía que sus piernas temblaran— ¿Te duele algo? —. Estaba tan mojada que no podía pensar con claridad, más que dolor era una gran necesidad de sentirla dentro, negó con la cabeza y jadeó, eso iba a ser peor— Mi amor te he dicho que si algo te pasa puedes decírmelo —. Dejó la pesa a su lado y se sentó en el sofá, justo el que estaba frente al sillón de la menor, ésta estaba tan sensible que si llegaba a moverse un centímetro iba a gemir y no quería eso— Sana roja —. Acercó la mano a su frente.
— Estoy bien —. Murmuró con la voz entrecortada, tzuyu no estaba creyendole, parecía que sufría que necesitaba decir algo o qué el dolor que estaba sintiendo era más fuerte de lo que podría controlar, se le quedó mirando unos segundos y le acarició los muslos al verlos tensos, una mala idea porque Minatozaki los tensó tan fuerte que un gemido se le escapó, todo quedó en silencio solo se podían escuchar sus respiración agitadas, la de Tzuyu por estar sorprendida por lo que acababa de escuchar y la de Sana porque no aguantaba más, la necesitaba.
— Siento que te pasa algo por favor dime —. La voz de Chou había cambiado por completo, era profunda y severa así que no estaba jugando, se sentía mal ya que era algo que la estaba calentando aún más y se supone que debería estar apenada por preocuparla de esa forma ya que no es que sea muy común que actúe así, la verdad es que no es para nada callada y cuando algo le molesta, duele o incómoda lo dice a los cuatro vientos sin ningún problema porque es así, es alguien que detesta ocultar como siente sobre todo si es con Tzuyu.
La miró de arriba hacia abajo.
¿Que parecía si la provoca?, Si se agacha frente a ella y le pide algo, porque está realmente sedienta y necesita que la menor la ayude con el problema que hay entre sus piernas, no estaba tan segura si iba a hacerlo o no, estaría mal que no lo hiciera, es que tiene miedo a molestarse si algo sale mal, porque sabe muy bien lo que es tener que aguantarse por tanto tiempo y cuando por fin pase algo las cosas se detengan por cualquier situación.
Con toda su fuerza y valentía se arrodilló frente a Tzuyu, ésta la miró confundida no entendía que era lo que sucedía— Bebé... —. La rubia la miró confundida— Estoy sedienta —. Posó la mano en el bulto de ésta y dio un leve apretón, todos los sentidos de la contraria se activaron, no estaba captando con tanta rapidez lo que sucedía, su pequeña bebé le estaba pidiendo algo que la excitaba de sobre manera— Por favor —. Pidió, su voz destilaba necesidad y desesperación— Déjame hacerlo —. Pidió y jugó con el borde del pantalón.
— Sana-yah —. Dijo con una pequeña sonrisa, iba a darle lo que tanto sabía que quería— Déjame hacerlo —. Se bajó el pantalón hasta las rodillas quedando solo en calzoncillos, los ojos de la japonesa brillaron al ver como se marcaba el bulto cada vez más, parece que su voz si ayudó, mordió levemente su labio inferior para luego pasar la lengua por éste, brillaba debido a la saliva que se iba secando a medida que subía las manos por los muslos ajenos.
— ¿Me dejaras? —. Como un niño que le habían dado un helado, así de emocionada se encontraba— Qui-quiero verlo —. La rubia asintió un poco y le agarró la mano, metiéndola en el calzoncillo, al sentir algo duro y caliente se asustó, sus mejillas se sonrojaron lo cual fue bastante adorable para Tzuyu, sin desviar la mirada de sus ojos lo sacó, era más grande de lo que imaginaba y alguna vez sintió, sentía que iba a explotar de felicidad.
Subió y bajó la mano lentamente, conectó la mirada con la de Tzuyu, ésta se mordía el labio, sus mejillas rojas y cejas fruncidas le hacían saber que debía seguir, le encantaba sentirlo en su mano, estaba realmente ansiosa, bajó la mirada y lo sacó, relamió sus labios y se acercó.
— ¿Estás segura? —. Asintió tragando grueso, cerró los ojos y suspiró, claro que podría hacerlo.
Había estado esperando éste momento por tanto tiempo que no podría negarse, besó la punta bajo la atenta mirada de la mayor, parecía estar divirtiéndose por la pequeña sonrisa que se formó en sus labios, apretó los muslos cuando Chou colocó la mano en su cabeza y la acercó, obligándola a abrir los labios.
La rubia echó la cabeza hacía atrás cuando pasó lentamente la lengua desde la base hasta el glande chupandolo despacio, tratando de acostumbrarse a la textura de algo nuevo en su boca.
Tzuyu se mordía el labio tratando de ocultar los gemidos que saldrían de sus labios si no se controlaba, apretó los dedos de los pies y arqueó dolorosamente la espalda mientras sentía como Sana bajaba con lentitud, quedándose trabada hasta la mitad, para luego chupar y volver a subir, le encantaba como lo estaba haciendo pero no podía negar que necesitaba rapidez.
Sabía que era su bebé, la chica que ama y con la que espera formar una familia pero también era la misma a la que le quería follar la boca hasta que no pudiera más, le acarició las mejillas un indicativo de que quería que fuera más rápido, elevó un poco la pelvis haciendo que la castaña metiera algo más que la mitad, ésta se ahogó pero siguió como si nada, estaba decidida a probar a la mayor sea como sea.
— Sigue así —. La voz ronca de Tzuyu definitivamente se convertiría en su favorita, como pudo metió otro poco más y comenzó a subir y bajar la cabeza, esperando que eso fuera suficiente para la menor quién gimió por primera vez, sus ojos brillaron al escuchar ese pequeño sonido que parecía estar resguardado.
Ahuecaba las mejillas haciendo que el interior de éstas succionara y rozara el miembro de la contraria, lentamente lo sacó y miró a Tzuyu con las cejas fruncidas y los labios abultados— Puedes hacer lo que quieras —. La agarró del cabello eso hizo que sonriera, no había conocido éste lado de su novia y era realmente interesante saber que dentro de esa capa de ternura y amabilidad se escondía ésta chica.
Abrió los labios y como toda persona que le gusta burlarse de los demás sólo metió la punta, la lamía y succionaba como si de un helado se tratase, Tzuyu jadeaba y se mordió el labio viendo los ojos grandes y brillantes de su novia, ¿Desde cuándo eran así?. Porque desde que tiene uso de razón le parecen adorables, pero ahora lo único que quiere es verlos llenos de lágrimas mientras la obligaba a metérselo completo.
Sacudió la cabeza y se acomodó, no le haría eso ni que se lo pidiera, era algo doloroso y no quería que pasará por eso, tenía que controlarse.
Sana notó que pasaba algo extraño ya que la mayor había dejado de hacer contacto visual de la nada, la siguió mirando mientras subía y bajaba, definitivamente quería decirle algo pero no era capaz y eso era exactamente lo que le molestaba de Chou.
Así que solo para incitarla a que hiciera algo más se apoyó de sus rodillas y le apretó los muslos, haciéndole saber que haría algo, la Taiwán bajó un poco la mirada y abrió los ojos como platos al ver como Minatozaki lo metía completo sin ningún tipo de problema.
Podía deducir que era lo que Tzuyu quería así que haría hasta lo imposible para que lo hiciera porque estaba ansiosa de saber hasta qué punto podía llegar, le encantaba probar los límites de las personas y sobre todo si era en éste aspecto, sumándole que era su novia y lo que hacían, es que no podría más, bajó la mano y la metió en su pantalón, tenía que liberar la presión que tenía ya que si seguía iba a doler más de lo que ella podría controlar.
Chupó despacio mientras movía un poco la cabeza, podía sentir como se estaba tensando, Tzuyu estaba cerca— Perdóname —. Confundida subió la mirada pero se asustó cuando vio como la menor la agarraba del cabello con tanta brusquedad que gimió, ni siquiera le dio tiempo de meter un solo dedo ya que Tzuyu embestia su boca con tanta fuerza que cerró los ojos y apoyó las manos en el sofá para no caerse— ¿Esto era lo que querías? —. Sonrió para sus adentros, claro que era lo que estaba esperando.
Sacar ese lado de la rubia que solo ella sabía que estaba oculto, era tan excitante saberlo, todos los días hacía algo que la provocará pero no llegaba al punto que estaba buscando, hasta ahora, que la tiene follando su boca tal cual quería y deseaba, es que son Sana siempre se saldría con la suya.
— ¿Te gusta que te folle así la boca? —. Gimió y apretó los muslos, claro que le estaba gustando, le encantaba ver cómo los músculos de Tzuyu se marcaban en cada embestida, estaba haciendo un gran esfuerzo para no terminar rápido y era algo que agradecía porque quería estar un poco más, sentir a la taiwanesa más y más hasta que no pudiera— No sabía que estabas tan necesitada —. Se impresionó, pensó que ya lo sabía y que estaba jugando con ella— Sana... —. En cada embestida hilos de semen chocaban contra el interior de su garganta, apretó los párpados deleitándose con el sabor y gemidos de su querida novia.
Se separó lentamente y sonrió, aún con las mejillas llenas, Tzuyu le pasó el dedo por el labio inferior y con una sola mirada le hizo entender que debía tragarlo y eso fue exactamente lo que hizo.
— Bebé, quítate el short y las bragas —. Sus mejillas se sonrojaron, iba a hacerlo porque es lo que le ordenó hacer pero aún así era bastante vergonzoso, bajó la mirada y se la quitó,— Que buena chica —. Sonrió, al levantarse tragó grueso,— Te vas sentar en el sillón con las piernas abiertas —. Asintió y eso hizo, su corazón latía con tanta fuerza, no sabía si sería capaz de aguantar todo, de seguro le dolía porque nunca había tenido algo tan grande dentro, se acercó a su oído,— Vas a aguantarlo tanto como aguantas el dildo que escondes en la segunda gaveta a la derecha debajo de las toallas que usas para que no se vea —. Dijo mientras lo posicionaba,— Oh...pequeña Sana yo sé todo lo que haz hecho pensando en mí —.
Un gemido lastimero se escuchó en la sala cuando lo introdujo de golpe, no se movió, estaba adaptándose a lo que era estar en el interior de su muy apretada novia,— ¿Co-como sabes? —. Gimió apretando el miembro de Chou, ésta gruñó y sonrió.
— Digamos que no eres tan silenciosa como crees y... —. Lo sacó hasta la mitad y volvió a meter, tan lento y fuerte que el sillón se movió y chocó contra la pared,— Yo soy buena encontrando lo que había estado sospechando por tanto tiempo —. Se tensó al sentir como Sana palpitaba, apretó los dientes y la miró a los ojos.
Jadeó y se mordió el labio, no tenía ni la menor idea de que ya la había escuchado hacer ese tipo de cosas pero es que no aguantaba, cada que casi hacían algo se echaban para atrás o se levantaba y metía al baño, nunca dejaba ver más allá de lo normal y solo quería hacerlo, sentirlo adentro, como ahora.
Abrió las piernas y arqueó la espalda con Tzuyu aceleró las embestidas, a decir verdad no esperaba que se sintiera así, quitando de lado el pequeño dolor punzante que sentía cada que entraba por completo, era realmente fascinante como todo su cuerpo palpitaba y como su apretado coño se abría para su novia, si hubiera sabido que era así de seguro ya lo habría hecho, cuando la contraria aceleró le clavó los talones en la espalda baja para sentirla cada vez más cerca, no quería que se alejará ni un solo centímetro estaba tan cerca que podía sentir como todo su cuerpo comenzaba a moverse por sí solo.
En cada gemido que salía de sus labios era un fuerte apretón y succión que Tzuyu disfrutaba como nunca antes lo había hecho, frunció las cejas y aceleró mientras clavaba las uñas en el espaldar del sillón, si la mayor seguía gimiendo de esa manera de seguro llegaría más rápido de lo que pensó.
El sonido de sus cuerpos chocando era adictivo además de los ruidos y maldiciones que nunca creyó escuchar de un pequeño angelito como lo era Sana.
Las paredes de ésta se cerraban a medida que pasaba el tiempo y sabía que era lo que significaba, estaba cerca, subió un poco la mirada y la miró a los ojos tratando de descifrar lo que éstos decían pero le era imposible, estaban fijos viendo cómo entraba y salía, se mordió el labio inferior y sonrió, lo estaba disfrutando y era algo que llenaba su corazón.
Bajó la mano y le frotó el clítoris con tanta rapidez que Sana rodó los ojos hacía atrás, su cuerpo estaba levitando era lo que sentía, entre abrió los labios y gimió tan fuerte que Chou se impresionó.
— ¿Tanto te gusta? —. Asintió y sollozó, podía sentir como los dedos de sus pies se doblaban y como sus muslos se tensaban,— Porque a mí me encanta como me estás apretando —.
— Tzu-Tzuyu —. Balbuceó y dejó caer la cabeza en su hombro,— Voy a... —. Sonrió y aceleró, si era lo que tanto estaba esperando entonces que eso hiciera.
— Hazlo —. Demandó, la embistió unas cuántas veces más y sintió como Sana la apretaba tan fuerte que no pudo moverse,— Así... —. Jadeó y se movió un poco más, cerró los ojos y no pudo aguantarlo terminando dentro de la castaña.
Todo quedó en silencio por unos cuantos minutos, solo se escuchaban sus respiraciones aceleradas y los fuertes latidos de sus corazones, acababan de tener su primera vez de la forma más intensa de lo que en algún momento de sus vidas imaginaron.
La risita de Sana hizo que abriera los ojos y se acomodara para verla,— Siempre supe que me escuchabas —. Sonrió,— Eso era lo que me hacía terminar —. Le dio un pequeño beso en los labios dejándola totalmente anonadada, salió de su interior y se acomodó el pantalón.
Minatozaki como pudo se levantó y caminó hasta la habitación, le causaba gracia ver a la taiwanesa en una crisis existencial.
— Te espero en la cama —. Cerró la puerta y se apoyó en ésta,— Refrescante —. Pasó el dedo pulgar por su labio inferior y suspiró.
Porque, si, Sana siempre obtenía lo que quería.
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