Capítulo 58 - Corte

Un montón de gente bloqueaba nuestra visión cuando llegamos apurados a la estación. Mis dedos todavía temblaban por lo que había pasado en el apartamento. Imágenes del cuerpo sin vida de Darren pasaron por mi mente, y me encontré encogiéndome cada vez que veía el color rojo.

Harry nos estaba llevando entre la gente con una bolsa en su mano. No sabía cómo podía ser tan fuerte. Tenía un brazo sangrando pero se había negado a parar en el hospital, diciendo que el corte no era profundo. Yo le había puesto un trozo de tela rodando la herida en el coche antes de que condujera hasta aquí.

Externamente, parecía que estuviera sin vida, pero por dentro estaba histérica. Nunca había dejado la ciudad, y ahora de repente, nos íbamos para siempre. Podía sentir mi estómago apretarse y mis ojos estaban al borde de las lágrimas, pero sabía que no era el momento de ponerme sensible. Teníamos que ser fuertes.

Me preguntaba cómo íbamos a arreglárnoslas para subir al tren. Había demasiada gente y obviamente había muy pocas posibilidades de que subiéramos. Todo el mundo parecía estar lleno de energía y agresión, como si estuvieran preparados para pelearse por un sitio en el tren, mientras los demás nos quemábamos. Pero la posibilidad de que nos siguieran nos mantenía en movimiento. Damian y Richard tenían ojos es todo Fleese, así que no podíamos arriesgarnos.

Mi madre estaba sin aliento, y Jakey muy callado. Estaba preocupada por mi hermano. Todavía era muy joven y estaba muy asustado. La cola era extremadamente larga, si se podía llamar así. La gente estaba por todas partes, todo estaba desorganizado y mi cabeza daba vueltas. La bolsa que llevaba se hacía más pesada por momentos, iba perdiendo la  fuerza.

Después de que un codo se hundiera en mis costillas y de pasar por los estrechos huecos entre la gente, llegamos al principio de la masa.  Había un grupo de agentes para calmar a la gente. A pesar de que llevaban uniforme, había pasado aquí suficiente tiempo como para saber que no eran policías de verdad. Eran corruptos de alguna forma, sin duda estarían envueltos en algún tipo de soborno.

Harry paró de caminar y permitió que mi familia y yo nos pusiéramos delante así subiríamos primero. “¡Hey, Hey!” Harry gritó por encima del ruido. Una vez que llamó la atención del gerente del tren, le metió unos billetes en el bolsillo de la chaqueta. No se podían oír las palabras que intercambiaron antes de que el gerente nos dijera que pasáramos.

Pero algunos ojos observantes rápidamente supieron que pasaba, y de repente había gente gritándonos. Giré la cabeza para mirar a Harry y me dio un asentimiento de seguridad, empujándome ligeramente para que me moviera.

“¡Putos estirados! ¡Hemos estado esperando por horas!” Uno se quejó.

“¡Deberíamos ir primero!” Otro gritó en mi oreja. Me sentía horrible, y mantuve la cabeza agachada mientras caminaba entre la gente. Mi madre y Jakey hizo lo mismo mientras caminaban delante de mí.

Entonces hubo prominentes jadeos desde atrás. Me giré rápidamente para ver la cara de Harry contorsionarse del dolor y rabia mientras mantenía su brazo herido. Le habían golpeado, probablemente le había empujado alguien que no estaba feliz con el beneficio que teníamos.

“¡Alejaos! ¡Alejaos!” Mi garganta dolía mientras gritaba para que la gente se apartara de Harry. Mis ojos miraron alrededor para buscar a la persona que le había hecho daño pero todos parecían igual de culpables y era imposible saber quién había sido.

“Sigue caminando.” Harry gimió, sus cejas frunciéndose. Bloqueé mentalmente las quejas que la gente los lanzaba y quité su mano de su brazo. Jadeé ante la gravedad de la herida y rápidamente presioné mi palma contra mi boca. Toda la manga de su camiseta se había vuelto de color rojo oscuro. Estaba perdiendo mucha sangre. Momentáneamente, mis pensamientos fueron a hacia unas noches cuando me desperté en un charco de mi propia sangre.

“¿Qué cojones os retiene?” El gerente del tren gritó. “Tengo que dejar que los demás suban, ¡están diciendo cosas horribles!”

“Thalia, ¡vamos!” Escuché a mi hermano gritarme. Mi madre y él ya estaban en el tren y estaban moviendo los brazos frenéticamente. “¡Date prisa!” Mi madre gritó mientras el tren empezaba a cobrar vida.

Harry no estaba en condiciones de subirse a un tren que estaba prácticamente rebosante de pasajeros. Tenía que ir a una clínica, o un hospital. “Ve.” Me dijo antes de morderse el labio, poniendo su mano sobre la herida de nuevo. Estaba muy dolido, y estaría loca si lo dejara solo.

“Vete, Thalia. Cogeré el siguiente.” Dijo rudamente y dobló la cabeza. “Vete.” Pero no había un ‘siguiente’. Este era el último que salía de la ciudad esta semana. Éramos extremadamente afortunados de haber llegado a tiempo para este.

“Dios, ¡conseguir un puto doctor y salir de nuestro camino!” Una señora rechoncha gritó detrás de nosotros, y raramente tenía razón. El humo nos rodeaba, obstruyendo mi visión y llenando mi garganta. Después de mirar una vez más a Harry, corrí hacia la entrada del tren y las caras de mi familia se iluminaron cuando me vieron acercarme, más sin Harry.

“¡Date prisa, Thalia!” Mi madre extendió el brazo para cogerme.

“Cogeré el siguiente.” Le dije, y sus caras se llenaron de pena, dándome un golpe en la barriga. “Esperarme en Pinedell.” Dije gritando por encima de las voces de la megafonía de la estación. Una voz gritó, ordenando a los pasajeros que se colocaran en el tren y la gente se apartó del tren.

Cumplí con la orden y me alejé, esperando que mi familia hiciera lo mismo. Usando sus porras, la policía empezó a golpear a los que no estaban haciendo caso. Mi madre estaba perpleja, su boca ligeramente partida mientras ella y Jakey eran empujados al abarrotado tren. Los lloros de Jakey por mi empezaron a desvanecerse mientras el claxon sonara y el tren empezara a moverse. Era demasiado lejos para cambiar nuestras mentes.

“¡Os veo en Pinedell!” Grité lo más fuerte que pude mientras el humo nublaba mi visión y me picaba en los ojos. Lagrimas empezaron a recorrer mis mejillas y me encontré tosiendo histéricamente. No podía ver a nadie ni a nada.

“¿Qué cojones haces?” Sentí un agarrón en el codo, y me erguí. “¡Te dije que subieras!” Harry me apretó a él, su brazo poniéndose rígido a mí alrededor. “¿Por qué no me has hecho caso?” Su tono era enfadado y de alguna manera aliviado al mismo tiempo.

“N-Necesitas, n-necesitas un doctor.” Dije, pausando múltiples veces para toser.

“Yo necesito un doctor, no tú.”

“Pues vamos a ver a uno.”

La estación ya no estaba abarrotada, la gente que quedaba había desaparecido rápidamente, y finalmente pude respirar. Nos movimos por el lugar, preguntándole a la gente si sabían cómo conseguir ayuda pero nadie respondía. La posibilidad de que Damian nos atrapara antes de que cogiéramos otro tren era extremadamente alta en ese momento, y me esforcé por no pensar en ello. Tenía que centrarme en conseguirle a Harry ayuda antes de que pasara algo serio.

“Espera,” Escuché decir a Harry. Se sentó en un banco fuera de la estación, haciendo muecas de dolor y dejando escapar pequeños gemidos mientras soltaba la bolsa. Me dolía verlo adolorido. ¿Cómo esperaba que lo ayudara si no estaba aquí?

“Dame tu teléfono.” Le escuché decir. Tenía que llamar a un taxi porque obviamente él no estaba en condiciones de conducir.

Se me ha caído en tu casa. Mi padre probablemente también lo ha acuchillado.” Dijo con una pequeña risa antes de volver a doblarse de dolor. Este chico…

“Harry, ¡estás perdiendo sangre! ¿Has pensado que vas a hacer con eso?” Dije frenéticamente.

“Honestamente no tengo ni idea.” Gruñó, cerrando los ojos y tirando hacia atrás la cabeza. “Y estoy cansado.”

Me encontré furiosa con la poca gente que pasaba comiéndose con los ojos a Harry y sin molestarse en prestarle ayuda. Mi cabeza se sentía pesada mientras pensaba en la cosa más analítica que podía hacer en ese momento. Nadie tenía teléfonos aquí y no había ni una cabina telefónica.

“Esta estación es… es-” Harry estaba esforzándose por encontrar la palabra correcta.

“¡Mierda!” Completé por él mientras me pasaba los dedos por el dedo frustradamente.

Los ojos de Harry se abrieron como si esperara un milagro. Primero pensé que solo estaba reaccionando a mi palabrota, pero cuando miré donde él lo estaba haciendo, me di cuenta de que, de hecho, estábamos ante un milagro.

“¡Sra. Briffen!” Harry empezó a gritarle, y yo le ayudé.

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Recuerdo como temblaban los dedos de Howard cuando cogía el volante. El marido de la Sra. Briffen nunca había conducido un coche de gama alta, y Harry le permitió sentarse en el coche y jugar con el aparato para agradecerle su ayuda.

Howard nos condujo a su complejo de apartamentos donde la Sra. Briffen nos aseguró que había una pequeña clínica en la segunda planta. El hospital seria definitivamente el primer sitio donde los hombres de Damian nos buscarían, así que decidimos no ir allí.

La Sra. Briffen y su marido estaban en la estación de trenes acompañando a un amigo de la familia, y no pude agradecerle a Dios lo suficiente que estuviera allí. Howard al principio tenía dudas para ayudarnos porque aparentemente despreciaba a Harry y a su padre por tratar mal a su mujer pero la Sra. Briffen se las arregló para convencerlo.

Decidí que no podía soportar ver más sangre, estaba a punto de vomitar así que me quede fuera de la clínica donde Harry estaba siendo tratado. Mientras tanto estuve descansando en el apartamento de la Sra. Briffen donde me dieron chocolate caliente y algo de tiempo para asimilar todo lo que había pasado.

La Sra. Briffen lloró cuando le conté las cosas que habían pasado. El embarazo del cual no tenía ni idea, seguido por el aborto, Damian siendo el culpable del aborto, la escena en mi apartamento, la aventura de la madre de Harry con mi padre, la muerte repentina de Darren, la cual todavía no había encajado; yo separándome de mi familia de nuevo, el dolor. Todo.

“Deja de pensar en esas cosas ahora, amor. Háblame de otra cosa.” La Sra. Briffen pasó un pañuelo por mi mejilla para secar la humedad. Fue entonces cuando me di cuenta de que estaba llorando.

“La estación de tren es horrible.” Dije.

“Por supuesto. Es para los plebeyos como nosotros. La gente rica tiene sus propios helicópteros y sus coches de lujo, como tu chico. O como solía tenerlos.” Dijo. “No necesitan transporte público.”

Dos niños corrían por el pequeño apartamento, jugando con sus pistolas de madera. Los niños de la Sra. Briffen. Aparentemente, los había tenido ya mayor, por lo que aún eran muy jóvenes, no tendrían más de trece años.

Estaban tan llenos de vida y optimismo, tan ajenos a lo cruel que el mundo puede ser – como mi hermano y yo cuando éramos más pequeños. Deberían seguir de ese modo. Si tengo hijos, haré lo que sea por mantenerlos fuera de este mundo tan horrible.

Miré la habitación del apartamento. Era menos espaciosa que la mía y no había separación entre el comedor y la cocina. Ni siquiera tenía habitaciones. Había un sofá con parches por todas partes y una pequeña mesa cuadrada donde comían. También un pequeño cuarto de baño.

Un gran colchón estaba colocado en una esquina, y asumí que era donde dormían los cuatros. La Sra. Briffen me había mencionado que su marido no podría obtener un buen trabajo debido a su excéntrica naturaleza y pobre salud. Debían haberse esforzado financieramente después de que fuera despedida por Damian.

  “No creí que lo haría.” Dijo la Sra. Briffen mientras movía su pelo gris y rizado en sus manos, enrollándolo en un moño.

 Tragué un poco más de chocolate, dejando que el calor aliviara mis nervios antes de responder. “¿Hablas de Harry?”

“Sí. No creí que fuera a dejar su vida privilegiada. Sabía que el chico era infeliz, pero nunca pensé que lo dejaría todo. Pensé que se había convertido en uno de ellos.” Dijo.

“Tú fuiste quien me dijo que Harry era diferente de los otros cuando era escéptica con él.”

“Verdad.” Rio un poco. “Creía que había más en él pero podía ver que se estaba perdiendo. Viniste justo a tiempo para darle la vuelta.”

Lo que ella no sabía era lo que Harry me había cambiado a . Me encontraba a mí misma haciendo cosas que nunca había pensado que haría, poniéndome en situaciones ridículas.

“Aunque todavía grita a veces.” Dije.

“Su temperamento…” Terminó la frase con una ligera risa, justo cuando la puerta se abría. Los dos niños corrieron a la puerta son de su padre con gafas estaba plantado, preguntándole por Harry. Al parecer nunca habían visto una herida tan grande en la vida real y siendo los niños entrometidos que eras, se ofrecieron a acompañar a Harry a la clínica pero sus padres no se lo permitieron.

Me puse de pie cuando vi a Harry entrar en el apartamento detrás de Howard. Se había cambiado por una camiseta negra y su brazo estaba vendado, limpio y sin sangre. Al principio estaba preocupada por si la clínica no tenía los equipos esenciales para socorrerle pero supongo que sí que los tenían.

Caminé hacia él y rodeé su cintura con mis brazos, presionando mi mejilla a su pecho. Sorprendentemente, no me importaba que hubiera gente mirándonos. Su brazo bueno se posó sobre mis hombros, acercándome más. Necesitaba esto, necesitaba consuelo. “¿Cómo va?” Pregunté, levantando la cabeza para mirarle.

“Es como un corte de papel.” Respondió con una sonrisa.

“Ya, seguro.” Rodé los ojos y descasé la cabeza contra él de nuevo, escuchando el golpeteo de su corazón.

“Está bien. Duele jodidamente mucho.”  Susurró en mi pelo.

“No lo parece.” Reí.

“Así que,” La voz de Howard cortó, tosiendo después. “¿Mi mujer me ha dicho que necesitáis que os lleven fuera de la ciudad?”

“Estaría bien si nos pudieras llevar a Pinedell.” Harry dijo mientras me movía para ponerme a su lado.

“Con-” Howard paró para toser de nuevo. “¿Tu coche?” Sus ojos se iluminaron con sus propias palabras.

“Por supuesto.”

“Howard, no puedes echarlos de ese modo.” La Sra. Briffen dijo. “Los niños necesitan descansar y Pinedell está lejos. Os quedareis esta noche, ¿no?”

“¿Por favor?” Uno de los niños añadió mientras los dos miraban desde detrás de su madre.

Miré al pequeño apartamento, preguntándome donde dormiríamos si pasáramos la noche aquí.

“No podemos.” Harry dijo y mis ojos lo miraron.

“¿Qué?” Pregunté. “Harry, necesitas descansar.” Yo también lo necesitaba.

Él sacudió la cabeza. “Thalia, sabes lo pequeña que es esta ciudad. Mi padre podría venir golpeando la puerta en cualquier momento, especialmente con mi coche aparcado fuera. No es precisamente lo más difícil de encontrar.”

“Y cuando nos vayamos no podemos dejar ni una sola pista detrás.” Harry me miró y yo asentí.

La Sra. Briffen y su familia tenían los ojos muy abiertos mientras encajaban la información. Harry tenía razón. Si un coche tan glamuroso condujera por estas calles, la palabra se extendería como el fuego. La Sra. Briffen ya no se oponía a que nos fuéramos, y no le culpaba. Todos sabíamos de lo que Damian era capaz. 

Holaaaaa,

Solo faltan dos capitulo y el epílogo, y me preguntaba si querias que subiera el ultimo capitulo junto al epilogo (como en la original) o por separado :)

Lorena ♥

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