Capítulo 48 - Muñeca

Harry PDV

Aparqué el coche bajo algunos árboles y apagué el motor, las luces muriendo con él. Estaba desierto y demasiado silencioso. Constantemente miraba el reloj y me preocupaba cada vez más con cada segundo que pasaba. Eran las 00:30 pasadas y Thalia no aparecía. Podía ser que no hubiera recibido el mensaje o el ramo. Era altamente probable que alguien se asegurara de que no contactaba con ella y estaba seguro de que era ese bastardo de Darren.

Probablemente era eso. Enfrié mi mente con la imagen de Thalia dormida en su habitación, a salvo. Pero no estaba seguro. No sería capaz de dormir esa noche a no ser que supiera donde estaba. Podía conmigo. Debería haber usado una manera de comunicarnos más fiable. Conduje por su café y busqué alguna señal de ella pero el interior estaba oscuro. Suspiré profundamente y descansé la frente contra el volante. Ahora no tenía otra opción sino conducir hasta su apartamento para asegurarme de que estaba allí. Y estaba convencido que esto se equiparaba a meternos en más mierda.

Paré frente a un edificio sin seguridad y casi me dolió la vista. Un sitio demasiado hecho polvo para vivir. Forcé fuera de mi mente los pensamientos críticos, sintiéndome culpable de tenerlos mientras salía del coche. Caminé hacia la entrada y presione el timbre pero estaba estropeado y me iba frustrando cada vez más así que apreté de nuevo, demasiado fuerte, pero una voz robotizada contestó.

“No visitantes a esta hora.” La voz dijo.

“Soy un amigo de Thalia Faye y necesito hablar con ella. Es urgente.” Dije al micrófono, haciendo todo lo posible por mantenerme paciente.

“He dicho que no visitantes a esta hora. Estoy jodidamente cansado, vete y vuelve mañana por la mañana.” El bostezo al final me hizo querer estrangularlo.

“Escúchame estúpido de mierda, no me voy a ir a ninguna parte hasta que la vea. No tienes ni idea de quién soy y lo que puedo hacer contigo-”

La puerta de la entrada se abrió, distrayéndome de mi ataque de furia. Una mujer con un batín esperaba en la puerta, encogiéndose en su jersey unas tallas más grandes. Por un momento pensé que era Thalia, ya que eran el estilo del pelo era igual y también el peso. “¿Quién eres? ¿Qué quieres con mi hija?” Preguntó en un todo suave pero afilado, empujando los mechones de pelo gris fuera de su cara. El parecido era asombroso, ya sabía que era la madre de Thalia.

“Necesito que traigas aquí a tu hija.” Expliqué mientras salía fuera y cerraba la puerta tras ella.

“Hay gente durmiendo, no puedes solo venir y empezar a gritar obscenidades a esta hora de la noche.” Me miró de una manera inquietante. Su mirada se dirigió a mis zapatos, luego a los anillos en mis dedos. Debería habérmelos quitado. “¿Quién eres? ¿De que conoces a Thalia?”

“Mira, solo necesito que la traigas aquí, eso es todo. Entonces me iré.”

“Esta con su amiga, no está aquí.” Dijo. “No me has respondido. ¿Quién eres y como conoces a mi hija?”

“¿Cómo se llama su amiga?” Pregunté, el miedo apoderándose de mí.

“Esto es ridículo. Ni siquiera te conozco y ¿esperas que te conteste todas esas preguntas sobre Thalia?” Sus cejas se juntaron. “Si no me dices quien eres ahora mismo, yo… te denunciaré a las autoridades.” Se trabó en su discurso, porque ella sabía tan bien como yo que las autoridades no harían tal cosa.

“¿Esa amiga es Sarah?” Solté. Tenía que saberlo.

“¿Cómo lo sabes?” Murmuró con una expresión de sorpresa, y escalofríos recorrieron mi cuerpo. ¿Dónde estaba Thalia? Ella le había dicho a su madre que iba a quedar con Sarah, justo como planeamos, ella sí que fue.

La madre de Thalia se alejó de mí y empujó la puerta principal abriéndola ligeramente. “¡Darren!” Llamó débilmente a través de la estrecha apertura. Y ahí estaba, el tío que había visto saltar la valla de la mansión. Sus rasgos se endurecieron cuando me vio y no perdió tiempo en intentar asustarme. Se acercó a mí a grandes zancadas y cogió un puño de mi camiseta. Pero lo empujé por los hombros, causando que tropezara mientras se alejaba.

¿Quién pensaba que era para tocarme? Yo era un niño de Meadowcliff, nadie por debajo de ese estatus podía intentar meterse conmigo, o incluso hablar conmigo, y este gilipollas mediocre pensaba que podía obtener una pieza de mí. Quería pegarle un puñetazo, mi rabia ardiendo solo me animaba a ello pero me recordé a mí mismo a que había ido. Intenté centrarme solo en Thalia. Su madre me estaba mirando como si fuera algún tipo de bestia. No estaba causando una buena impresión.

“¡Es él! ¡El tío con el que Lia tuvo que vivir! ¡Te juro que te voy a matar, cabrón!” Vociferó, señalándome con el dedo. Se encendieron las luces de dentro, debíamos haber despertado a la gente del edificio.

“¡Calma tu jodido culo!  Thalia no está con su amiga ahora mismo y podría estar en peligro. Necesito saber dónde está así que si tenéis la mínima idea, tenéis que decírmelo.” Dije mientras intentaba regular mi respiración, mis puños se apretaron mientras intentaba calmarme.

“¿A qué te refieres con que está en problemas?” Su madre lloriqueó, lagrimas llenando sus ojos. “Ella dijo que iba a estar con Sarah-”

“¡Sarah no existe!” Dije. Ocultarlo era absurdo. “Se suponía que Thalia y yo habíamos quedado pero nunca apareció.”

“Te lo dije. No deberías haber dejado que fuera.” Darren le dijo antes de que sus ojos se dispararan a mí, fuego saliendo de ellos. Ella cerró los ojos, temblando mientras descendía el resto de las escaleras. El bastardo corrió a socorrerla, ayudándola a sentarse.

“Richard.” Murmuró para sí mismo antes de dejar que ella absorbiera la información. Lo que había estado en mi mente era verdad. “Creo que es donde está. Necesito un taxi.” Por supuesto. Por supuesto que lo sabía. El capullo había estado metido en esto todo este tiempo.

Mis nervios estaban en su límite mientras corría a mi coche. No podía pensar en que le estaba pasando a Thalia en ese instante. Pero podía pensar en miles de formas para asesinar a las personas que le estaban haciendo esto.

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Thalia PDV

Mis parpados se sentían pesados, y mi visión no estaba completa. Algo me seguía empujando a dormirme, e intentaba resistirme. Un olor extraño inundó mis fosas nasales, voces no familiares podían ser oídas en la distancia. Mi respiración incrementó momentáneamente cuando noté que mis piernas estaban separadas. Intenté moverme pero estaba fija en esa posición. No podía moverme. Un frio metal sostenía mis muslos en su sitio y tenía la piel de gallina. Había alguien a los pies de la cama, o donde fuera que estuviese. Forcejeé una vez que me di cuenta pero la voz me exigió que me calmara y me relajara. Que cosa más irrelevante para decir.

Intenté gritar pero evidentemente toda mi energía había sido drenada. Aunque un sonido algo más fuerte que un lloriqueo se me escapo. Pero era inútil. Vi herramientas en una bandeja puesta al lado de la cama. Manos con guantes buscando para utilizarlos. Oía sonidos de metales. ¿Qué me estaban haciendo? Lo intente todo para gritar por ayuda. Algo se cernió sobre mí antes de que una tela con olor a menta fuera presionada sobre mi nariz y boca, lo cual rápidamente me recordó a lo que me había pasado antes de esto. La oscuridad.

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Una vez que mis ojos se abrieron, recé para que me hubiera despertado de una pesadilla. Pero no. No era una pesadilla. Era real. Estaba aquí de nuevo. La asquerosa y extravagante habitación, la gran cama hecha para dos, ese olor. Menta fuerte.

Me habían cambiado la ropa. Ahora estaba decorada con un vestido victoriano el cual era demasiado ajustado para mi gusto. Apenas podía respirar. No quería saber cómo me lo habían puesto. Mi cuerpo saltó involuntariamente cuando escuche risas silenciosas. Me senté rápidamente y la cabeza me dio vueltas. Me di cuenta que esta habitación estaba colindada con otra. “¿M-me podéis ayudar?” Les grité. “Alguien… por favor.” Mi voz había ganado más fuerza pero temblaba.

Las chicas se miraron entre si nerviosamente antes de entrar en mi habitación. Había cinco, todas jóvenes, caras nerviosas, sus pequeños cuerpos definidos por corsés. Una rubia audaz se acercó a mi cuerpo mientras las otras la rodeaban detenidamente, aun manteniendo distancia conmigo. “Soy Vienna… pero me llaman Vivi ahora.” La rubia me dijo, sus ojos azules brillando mientras hablaba. “Hablan de ti todo el tiempo.”

“¿Q-qué? ¿Por qué? No soy una… una… Baby Doll. Esto es un error, ¡no tengo nada que ver con ellos!” Murmuré, presionando mis palmas contra mi frente.

“Pero tienes mucha suerte.” Una morena bajita dijo. Con su vestido abombado y una cinta rosa en su cabeza, parecía una niña. “Tuviste que vivir con el hijo del señor Damian, ¡y fuiste comprada para un tiempo largo! Solo lo he visto de lejos pero las otras chicas que lo han visto dicen que es precioso.”

“¡De ensueño!” Otra chica añadió a la conversación. “Si solo hubiera llegado aquí un poco antes.” Suspiró.

“Dicen que la gente de Meadowcliff da muy buenos regalos a sus Baby Dolls.” Otra dijo.

Esto estaba mal. Muy mal. Eran niñas. No podían tener más de dieciocho. Y aquí estaban en este sofisticado burdel, más que dispuestas a prostituirse, fantaseando con sus clientes como si fuera una cosa completamente normal. “Así que ¿cómo es, Thalia?” Una de ellas preguntó. Sabían mi nombre. Era un tema popular aquí. De repente sentí miedo de salir. Me podría una bolsa de papel en la cabeza antes de hacerlo, si lo hago.

“¿Qué?” Dijo suavemente, mi cabeza seguía dando vueltas por el hecho de que de alguna manera, volvía a ser… una Baby Doll. Recordé mi última memoria antes de despertarme aquí. Solo había caminado unos cuantos pasos desde el café cuando fui atacada y drogada. Recordé las fuertes sujeciones en  mis extremidades, el golpeteo de mi corazón mientras era metida en un gran vehículo.

“Dijeron que eras demasiado mojigata así que pensaron que aun eras virgen pero los médicos dicen lo contrario.” Sentí mis mejillas calentarse y sentí el impulso de gritar. No tenían derecho a hacerme esto.

“No sé cuándo será mi turno pero el señor Richard dice que será pronto. Pero Poppy ha estado reservada para el nieto del jefe de estado.” La rubia señalo animadamente a la chica bajita, solo para recibir un codazo de ella. “He estado leyendo un montón sobre ello y creo que estoy lista.” La pequeña chica dijo tímidamente. Aunque la conversación fuera inquietante, el hecho de que ellas todavía fueran vírgenes me daba un poco de consuelo, incluso aunque no lo fueran a ser en muy poco tiempo.

“¿De dónde sois chicas?” Pregunté, preguntándome porque estaban tan orgullosas de donde estaban ahora y que estaban haciendo sus padres. Estaba aturdida por su actitud positiva ante este repugnante sistema. Me preguntaba que habría hecho Richard para lavarles el cerebro de esa forma.

¿Las ha besado como una vez me besó a mí? ¿Con la única intención de deshacerse de su inocencia?

“El orfanato Wheatherby” Una morena contestó, encontrando su lugar al final de la cama. Las pobres estaban siendo injustamente explotadas, como yo. La diferencia era que ellas estaban contentas con ello. Pero no habían sido enseñadas de otra forma. Sabía que los orfanatos aquí eran horribles. Había escuchado historias de como los niños estaban vagamente cuidados y que en los peores, eran enviados a burdeles una vez eran adolescente. Era hecho a cambio de dinero.,

Mi estómago empezó a revolverse, probablemente por las cosas que estas chicas me estaban contando. Era una sensación terrible. Puse ambas manos sobre mi estómago y me doble de dolor. Las chicas rápidamente se sentaron a mi lado en la cama, dos de ellas poniendo sus brazos a mí alrededor. “¿Estas bien?” La rubia preguntó.

Nuestras cabezas se giraron cuando oímos ruidos en la puerta. Se abrió de golpe rápidamente. Mi respiración se trabo cuando vi lo que había delante de mí. Darren respirando rápidamente estaba plantado en la puerta, su pelo rubio ligeramente húmedo y pegado a su frente, la piel destellando con sudor. “¡Dios, Darren! ¿No sabes llamar?” Una de las chicas siseó.

“¿Darren?” Fue todo lo que pude decir.

Estaba agitado, aparentemente nervioso mientras caminaba hacia la cama. “Lia, voy a hablar con ellos. Te prometo que vas a salir.” Me moví en la cama y me alejé, intentando crear la máxima distancia entre nosotros que fuera posible mientras las chicas jadeaban y miraban con entusiasmo.

“¡E-Eres un traidor!”

Este era su gran secreto. Había estado trabajando en un burdel. Había estado trabajando con Richard. Los negocios de Richard eran robustos y estaban creciendo. Todo estaba tan claro ahora. El reloj caro, el teléfono. A Darren nunca le faltaba dinero. Incluso sabía la dirección de la mansión de Harry. Lo sabía todo. Pensaba que había estado vendiendo drogas, pero nunca habría sospechado esto porque confiaba en él.

Mi mejor amigo Darren. Estaba contribuyendo en la corrupción de Fleese. Él había cazado a chicas jóvenes y una vez puras como yo para que Richard las vendiera a ricos pervertidos con demasiado dinero y tiempo en sus manos. Quizá fue el quien le dijo sobre mí a Richard en primer lugar, quizá él era la razón de mi captura. Mis dedos temblaban y estaba pestañeando demasiado rápido. Estaba viviendo con dinero sucio. Era un traidor. Lo odiaba. Lo odiaba.

Harry PDV

Mis pensamientos estaban por todo el lugar, rabia caliente ardiendo en mis venas. Viejas grabaciones sonaban, la música impropia. Mis puños golpeaban el mostrador y los encargados me miraban con horror. No pararía hasta que no viera a Thalia.

“¡Por favor deja de gritar!” Una mujer ligera de ropa en el mostrador cubrió sus oídos. “¡Esto es demasiado!”

“Mira, se supone que los clientes no deben encariñarse con las putas. Son putas.” Un hombre con traje dijo.

Antes de que pudiera pensar, mi mano estaba alrededor de su cuello. “Me vas a dejar ver a Richard y la chica va a estar fuera esta misma noche.” Solté. La mujer soltó un grito y pidió ayuda mientras el hombre simplemente me miraba con miedo, ojos abriéndose, la boca partiéndose mientras apretaba los dientes. El diente de oro en su boca brillo con la luz.

“¿qué es todo este escándalo?” Me giré para encontrarme con Richard avanzando hacia nosotros, cogiendo la punta de su guante de cuero negro antes de quitárselo. “Harry, acabo de hablar con tu padre por teléfono sobre ti. Que coincidencia que estés aquí. ¿Has venido a por hora muñeca? Podemos hablar sobre ello civilizadamente una vez dejes libre a mi encargado.” Sus labios formaron una sonrisa. Su calma solo hacia crecer mi rabia.

“Estas enfermo, ¿lo sabías?” Escupí. “Si no dejas que Thalia se vaya te juro que te voy a partir la cara.”

“No seas tan crio, hijo. Thalia no es tu amante, es una puta. Justo como las demás chicas de aquí. Ella está haciendo su trabajo y te sugiero que la dejes en paz.”

“No digas eso, ¡deja de una jodida vez de llamarla así!” Me acerqué a él pero dos hombres que estaban plantados a su lado me bloquearon, sosteniéndome por los hombros. “Mi padre te ha hecho hacer esto ¿verdad? ¡Bastardos!” Estaba llamando la atención de los clientes y de toda la gente de la sala principal pero me daba igual.

“No, Thalia todavía está con nosotros. El contrato que tú acabaste era el contrato que tenía contigo. Reconozco que ella estaba un poco confusa así que la volvimos a traer. No es una gran cosa.” Dijo fríamente. “Y solo continuare con esta conversación si te metes en esta habitación conmigo. Esto puede verse poco profesional para otros clientes.” Usó su pulgar para apuntar a una habitación vacía.

Impetuosamente quite las manos de os hombres de mí y seguí a Richard a la habitación con ellos. “Me temo que no puedo dejarla ir.” Richard dijo mientras uno de sus guardias cerraba la puerta. “Hay otros hombres que la quieres. Tenemos que mantener un orden.”

“¿Qué orden? Todo esto esta jodido, tu estas jodido por hacer esto. Ella no es una prostituta, nunca lo ha sido y nunca lo será. No me voy a ir sin ella.” Hablé mientras la adrenalina se impulsaba por mi cuerpo.

“Tenemos que mantener un orden, hijo.” Repitió. “Te guste o no, se ha convertido en un gran negocio. Necesitamos que las cosas fluyan.”

Pase los dedos por mi pelo desesperado, tirando suavemente. “Entonces… entonces la compraré.”

La sonrisa de Richard se profundizó. “Chico listo. Tu padre no estará muy contento pero ¿Quién soy para decir que no?” Siento el enorme gilipollas que era, por supuesto que lo permitió.

“¿De larga o corta duración?” Preguntó mientras hurgaba en uno de los bolsillos de su abrigo. Sacó una libreta y pasó las páginas.

“Larga.” Dije, reprimiéndome las ganas de pegarle un puñetazo.

“Tienes suerte, hijo. El valor de tu Thalia ha caído. Ya no tiene el precio de la virginidad, pero estoy seguro de que ya sabias eso.” Dijo. “Oh, oh. Parece que cuesta mucho menos que las normales. ¿Por qué será eso? Te preguntaras…” Sus fracciones se contorsionaron, expresando entretenimiento de la forma más sádica. 

¿Porque será? jajajajaj dejarme en comentarios lo que pensais. Muchos besos ♥

Lorena :)

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