Capitulo 46 - Deprimente

“Gané… otra vez.” Mi hermano pequeño no parecía muy emocionado por su victoria. “Thalia, ¿lo estas intentando?”

Miré a la tabla de ajedrez y me esforcé en llevar mi mente al juego. “Lo siento, Jakey. Solo estoy un poco cansada.” Dije mientras masajeaba mis sienes. Había ganado competiciones escolares de ajedrez sin ningún esfuerzo pero ahora estaba perdiendo contra mi hermano de trece años.

“Podemos parar si no estás de humor.” Dijo Jakey, encogiéndose de hombros mientras quitaba todas las piezas del tablero.

No podía creer que ya tuviera dieciocho años. Los cumpleaños solían ser divertidos, animados. Jakey y yo los esperábamos con ansias. No teníamos mucho pero siempre sacábamos lo mejor de la situación. Hacíamos nuestra propia tarta, decorábamos nuestro pequeño apartamento con recortes de periódicos que pintábamos y jugábamos a juegos de mesa hasta medianoche. Mi madre nos daba un regalo – esa era la mejor parte. Normalmente era algo pequeño pero apreciaba cualquier cosa.

Ese día era diferente. Todo parecía negro y deprimente. No podía abrirme a mi madre y ella tampoco tenía mucho que decirme. No podía evitar preguntarme porque estaba siendo tan distante conmigo. Era desolador verle mirar intensamente por la ventana, sin decir ni una palabra, como si estuviera preocupada por algo.

“Mama.” Le llamé.

Se giró para mirarme con una expresión neutra antes de devolverme una pequeña sonrisa. “¿Tienes hambre?” Preguntó.

“No.” Respondí. “Solo quería que supieras que me ha encantado el sombrero.” Ella y Jakey me habían regalado un sombrero verde de una tienda de segunda mano. Realmente no quería regalos de nadie, especialmente no de mi madre. Todo el mundo había sido mucho más amable conmigo desde que fui liberada pero no sentía como si lo mereciera.

“Me alegro de que te guste.” Dijo con la voz un poco más alta que un susurro.

Entonces nuestra conversación finalizó.

“este cumpleaños apesta.” Mi hermano se quejó, poniendo la caja del juego de mesa bajo su brazo mientras se levantaba.

Jugaremos a otro juego.” Intente animar las cosas un poco.

“Sé que no quieres, Lia.” Tenía razón, así que me quedé en silencio, incapaz de pensar en una respuesta adecuada. Se fue a la habitación que compartía con mi madre, a dormir supuse. Me quedé sola en el estrecho salón con mi madre la cual ahora estaba entretenida con una novela mientras se movía en su silla de madera.

Me sentí agobiada.

Me fui a mi habitación y me encerré allí. Era mucho más pequeña que la sala de estar y apenas había espacio para caminar pero al menos la tensión no estaba presente. Me arrodillé y busqué bajo mi cama. Saque la antigua caja y la puse en mi regazo. Miré la habitación antes de abrirla y revelar el colgante que Harry me había dado. Sonreí antes de coger el objeto brillante. Me levanté y encaré el espejo con el colgante en la mano.

Me avergoncé de mi apariencia. Mi pelo estaba enredado, las puntas encrespándose a pesar de haberlas cepillando numerosas veces y unas ligeras bolsas bajo mis ojos. Justo cuando iba obsesionarme por mi horrible apariencia, recordé como Harry tomaba cada oportunidad para mirarme y que me había dicho lo guapa que era varias veces. Me hacía sentirme mejor. No quería que mi felicidad dependiera de él, pero no podía evitarlo. Solo el pensamiento de estar juntos me hacía revivir.

Puse el colgante alrededor de mi cuello, que brillo con el movimiento. Era tan bonito, contrastando con el resto de mi apariencia. Si solo pudiera llevar eso cuando quisiera. Inhalé profundamente y sentí como las lágrimas se formaban en mis ojos. Había pasado la noche con Harry pero ya lo echaba de menos. Terrible. Un sentimiento de ansiedad se añadió a las incomodidades que sentía. No sabía que estaba haciendo ahora. Podía estar en compañía de Kaylee. O de alguien como ella. Confiaba en él pero no sabía cómo funcionaban las cosas y tenía miedo. Tenía miedo de no verlo de nuevo. La última vez que nos separamos, no lo vi en semanas. Fue una mala experiencia el no saber cuándo o si lo volvería a ver. No quería para por eso de nuevo. Me asustaba que las cosas entre nosotros fueran tan inciertas. ¿Por cuanto tiempo tendríamos que seguir así?

Una voz en mi cabeza me pedía que dejara de pensar. Esto era insano. Lo amaba pero necesitaba ocupar mi mente con algo más. No había nada que pusiese hacer en mi situación con Harry así que no tenía sentido estresarme. Quedarme en el apartamento no ayudaba. Incluso era depresivo. Decidí que volvería a trabajar. Estaba cansada, si, pero tampoco podía dormir. Quité el pelo de mi hombro, alisándolo antes de intentar ponerlo en una coleta. Necesitaba estar más presentable. Entonces algo llamó mi atención.  

Vi un descolorido moratón en mi cuello, al lado de la joya. Harry me había besado ahí la pasada noche pero no había sido especialmente duro… o al menos no me di cuenta. Mis ojos se cerraron y sentí mis mejillas enrojecerse mientras pasaba suavemente los dedos sobre la marca, imágenes del beso llenando i mente. Sus labios presionados a mi piel, su lengua lentamente trazando dibujos sobre ella, un caliente y cosquilleante sentimiento creciendo ante el tacto… Me encontré sonriendo ante los recuerdos.

“Lia.” La voz de mi madre sonó.

Mis pulsaciones se aceleraron, como si hubiera sido pillada. “¿Si?” Pregunté, mi tono temblando.

“Ven a cenar.” Apenas dijo.

“E-Esta bien. Solamente me estoy preparando para trabajar.” Respondí mientras me quitaba el collar.

“¿Trabajo? Pero si tienes el día libre.” Dijo, su voz acercándose notablemente a la puerta.

“Es para tener más dinero extra.” Le dije mientras rápidamente me agachaba para poner el colgante de nuevo en la caja.

“Thalia, no quiero que te sientas obligada-”

Fue cortada cuando abrí la puerta. “Está bien, mama.” Me llevo mucho trabajo sonreír pero lo conseguí. Me escurrí por su lado hacia la mesa, un poco aturdida por mis pensamientos anteriores.

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Mis sentidos se mantuvieron alerta mientras salía del edificio. La noche había venido muy rápido. El aire frio acariciaba mis mejillas mientras apretaba la bufanda alrededor de mi cuello. Estaba agradecida de haber cogido el abrigo de mi madre. Era más grueso y me estaba sirviendo de mucho.

Me encontré en la calle principal después de un minuto o dos. Estaba vacío como de normal pero por la noche, las mujeres ofrecían sus servicios bajo las luces de las calles. Ellas no eran Baby Dolls, no eran propiedad de Richard. Pertenecían a otra persona seguramente igual de cruel. Estas mujeres eran más viejas y llevaban toneladas de maquillaje en sus caras. Solo las había visto un par de veces desde que había empezado a trabajar en el café, pero esa noche parecía que había más de ellas.

Normalmente Darren me acompañaba al café y cuando volvía a casa pero esa noche estaba sola. La caminata eran apenas cinco minutos pero odiaba la atmosfera y deseaba su compañía. Me encogí en el abrigo que llevaba y rápidamente me metí en el café. Las ventanas de cristal estaban empañadas y estaba agradecida por ello. No quería ver a todas esas mujeres de fuera, no quería recordar por lo que había pasado.

Solo había dos mesas ocupadas. Los negocios iban lentos ese día. Le sonreí a Gretchen, la gerente que estaba trabajando en el mostrador. Ella mantuvo una cara neutra, lo cual no estaba fuera de lo normal. Me quité el abrigo y lo colgué en el perchero. Durante todo el proceso sentí como me miraban. Giré la cabeza y me encontré con la mirada de un hombre. Estaba sentado en la esquina más alejada y no apartaba la mirada. Ligeramente intimidada por la intensidad de su mirada, me diré y me dirigí hacia la cocina, caminando rápidamente.

La puerta se balanceó cuando entré, captando la atención de Darren. “¿Has decidido trabajar el día de tu cumpleaños?” Preguntó con una sonrisa mientras se quitaba el delantal.  

Entonces recordé que aquí había vomitado y me sentí enferma de nuevo, mis piernas ligeramente entumecidas por la caminata. Quizá debería haberme quedado en casa. “Sí. Me gusta mantenerme ocupada. La celebración se ha acabado de todas formas.” Respondí mientras buscaba una silla o algo donde pudiera sentarme. . “¿Tu ya te vas?” Cogí un taburete y me senté.

“La tienda de reparaciones me ha ofrecido dinero extra por un trabajo por la noche así que lo he cogido. Lo hubiera cancelado si hubiera sabido que trabajabas esta noche.”

“Estaré bien.” Le dije. Sabía que estaba mintiendo sobre la tienda de reparaciones pero no iba a enfrentarme a él sobre su caro móvil, o la sospechosa llamada que recibió. La llamada que Harry contestó. Darren obviamente sabía que había alguien más aquí la noche en la que desaparecí del café, y por supuesto él pensaba que era Harry. Así que él sabía que había mentido sobre todo lo de Sarah.

“Te iba a dar esto después del trabajo pero… estás aquí ahora. Así que…” Darren buscó los armarios y sacó una caja de regalo. “Feliz cumpleaños.” Dijo mientras me lo daba.

“Darren no tenías por qué. Deberías estar ahorrando.” Le dije aunque sabía que tenía dinero, mucho más de lo que tenía mi familia. Me moría por saber en lo que estaba liado. Tiré de los extremos del lazo para deshacerlo. Esperaba que no fuera algo muy extravagante, tenía un presentimiento de que lo era. Pero vi que me equivoqué cuando levanté la tapa. Era una taza.

“Oh. Una taza.” La sostuve por el asa y la giré, observando la imagen de un gato estampada en ella. “Me encanta.” Intenté poner más emoción pero fallé.

“Sabía que te encantaban los gatos. ¿Recuerdas a Snuffles?”

“Si, lo mantuvimos en una caja de zapatos bajo tu cama. Tu orfanato se volvió loco.” Me reí.

“Viejos tiempos.” Ligeramente tocó mi barbilla con sus nudillos y miró como dejaba la taza sobre el mostrador. Me incliné sobre el mostrador, como si me hubiera acordado de nuevo de Harry. ¿Y lo bueno que seria que pudiéramos pasar algo de tiempo juntos en mi cumpleaños? Me preguntaba qué estaba haciendo ahora.

“¿Lia? ¿Hola?” Darren agitó su mano frente a mi cara.

“¿Eh?”

“Te descentras muchísimo.” Comentó mientras deslizaba sus brazos en su chaqueta. “Me voy. Intentaré hacer las cosas rápido así te acompañaré a casa.”

“Está bien.” Dije, volviéndome para encararlo. “Gracias por el regalo, de todas formas-”

Nuestra conversación fue cortada cuando el chef salió del cuarto de baño. Sus sonrosadas mejillas se alzaron al verme. “Pequeña lianta.” Pablo dijo en un profundo acento español mientras movía el dedo en el aire. “¡Feliz cumpleaños!” Deseó con una fuerte risa. “No he tenido la oportunidad de hacerte nada pero ¡alguien más lo ha hecho!”

“Lo sé, ¡es una taza!” intenté sonar entusiasmada.

“¿Qué? ¡No! ¡Flores!” Me corrigió. “De tu amiga Sarah. Las ha dejado en la puerta esta tarde.” 

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Holaaaaa! Bueno, como ya he dicho antes, estoy super agobiada estudiando y todo, asi que por eso tardo más en subir. 

Espero que os haya gustado el capitulo y a partir de ahora se pondra interesante, lo prometo :D

Me he dado cuenta de que no os pregunto por vosotras, asi que me gustaria saber de donde sois y esas cosas porque parece que no me preocupo por mis lectores cuando no es así jajajaja 

500 likes y subo.

Un beso, Lorena ♥

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