Capitulo 3 - Chico
“Harry tiene treinta. Se parece mucho al Sr. Damian.” Richard paró por un momento para sonreírme, la grasa caída de sus mejillas hinchándose. “Él tiene tres niños, el mayor tiene un año más que tú.”
La ventana tintada del coche se deslizó hacia abajo, revelando la cara molesta de Damian. “Tenemos que darnos prisa. Tengo otras cosas que hacer.” Dijo, desconociendo lo que Richard me estaba diciendo.
Richard tiró para abrir la puerta del coche y sostenerla para mí. “Oh, y quizá no quieras desobedecerle. Tiende a abusar físicamente cuando era enfadado.” Susurró antes de ladear su cabeza, señalándome que entrara.
Mi respiración se atascó en mi garganta mientras apretaba en agarre en la bolsa que sostenía. Silenciosamente me deslicé dentro del asiento trasero, demasiado asustada como para desobedecer a alguien. Richard me mostró una sonrisa maligna antes de cerrar la puerta.
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Permanecí en silencio todo el viaje, solo escuchándose unos cuantos sollozos por mi parte. Cuando no estaba ocupado hablando por el móvil, Damian me hablaba. Me preguntaba cosas como cuánto tiempo había estado en Fleese y quería saber acerca de mis padres. Pero lo ignoré.
Miré hacia abajo a la bolsa de deporte morada que me dieron. Delicadamente la abrí para encontrar vestidos cortos y camisones transparentes plegados dentro. Con un repentino sentimiento de disgusto recorriendo mi sistema, la cerré y la tiré a un lado.
Mis ojos revolotearon cerrándose al agotamiento mental y físico cuando me dijeron que habíamos llegado. El viaje fue más corto de lo que esperaba. Los neumáticos del mercedes chirriaron mientras nos colocábamos en la entrada para el coche, y sentí mi pulso aumentar.
De mala gana salí del coche por petición de Damian, cogiendo la bolsa de deporte. Era mejor tener algo que ponerse que nada. Un fuerte viento me golpeó, quitándome la goma del pelo. Mis rizos oscuros se soltaron y rebotaron con los golpes de viento. Fue entonces cuando me di cuenta de que Bee había hecho que mi pelo se viera presentable… pero por las razones erróneas.
“Date prisa.” Oí a Damian decir. El hombre rechoncho ya estaba en la puerta de la mansión. “Es una noche fría.”
Me apresuré por el sendero que se dirigía a la mansión, con cuidado de no resbalarme. Mis pies congelados encontraron la puerta. No me atreví a entrar a pesar de que la puerta de la entrada ya estaba abierta.
Mis ojos se ajustaron a la brillante luz amarilla que salía del interior mientras seguía plantada en la alfombra de la entrada. “Vamos, entra.” Rogó Damian. Se sentó en el sofá de cuero al lado de una chimenea en la pared.
Con cuidado entré y la puerta fue cerrada tras de mí, haciendo saltar mi corazón. Note a una mujer rechoncha de mediana edad con un vestido de sirvienta sonriéndome. Le devolví el gesto amigable débilmente antes de adentrarme más en la casa.
El hijo de Damian no estaba a la vista. Me preguntaba dónde estaban su mujer y sus hijos. Sentía la cabeza pesada mientras mi ansiedad empezaba a aumentar otra vez.
“Siéntete como en casa, Thalia.” Me dijo Damian, sacando un paquete de tabaco de su bolsillo. Se levantó y se acercó a mí. “Tengo cosas que hacer. Así que me voy a ir ya.”
No estaba segura si había algo reconfortante en esto. Sabía que Damian tenía un papel importante en esta tragedia pero sabía que él era quien me había comprado y era el único que podía devolverme a mi casa, al menos es lo que yo sabía. No sabía que iba a hacer esa noche. No estaba preparada para nada.
“Escúchame, niña.” Se dirigió hacia mí mientras se dirigía a la puerta. “Sé que esto es nuevo para ti, pero todo lo que te pido es que hagas que mi hijo se sienta como un hombre de verdad.”
¿Un hombre de verdad? ¿Teniendo tres niños no se sentía un hombre de verdad?
Cuando Damian se fue después de cerrar todos los bloqueos de la puerta, me encontré sola en la sala de estar con la sirvienta sonriéndome cada vez que encontraba su mirada. Parecía agradable… y tuve una idea loca. Esperaba que me ayudara a escapar si le contaba mi historia.
“¿Quieres una bebida caliente, cariño?” Ofreció, la sonrisa nunca dejando su cara.
“Soy Thalia. ¿Cómo te llamas?” Pregunté.
“Oh, María pero me llaman Sra. Briffen, me puedes llamas como qui-.”
“Sra. Briffen, ¿Podrías ayudarme con algo?” Pedí mientras dejaba caer mi bolsa de deporte en el suelo.
“Ya sé lo que quieres, cielo.” Dijo mientras ponía sus regordetas manos juntas, intercalando sus dedos. “Quieres que te ayude. Pero siento decirte que estoy advertida por Richa- quiero decir, el Sr. Richard. Me dijo que si te alejabas, toda la culpa seria mía y el Sr. Damian me despediría.
Lancé un suspiro de derrota, palmeando mi frente. Incluso si intentaba escapar, estaría poniendo a mi familia en peligro… así que estaba atrapada en este miserable destino.
“Lo siento. Aun quieres una bebid-”
“¡Sra. Briffen!” Una fuerte voz masculina hizo eco desde las escaleras, causando que me estremeciera. Era él.
“¡Voy!” Respondió tranquilamente antes de volverse a mí. “Ahora está despierto.”
“Un vaso de leche…” La profunda voz sonó de nuevo, esta vez claramente. Una sombra alta apareció en la pared que rodeaba la escalera en espiral antes de que se oyeran unos profundos pasos. Moví inquietamente el material de mi vestido mientras mis pensamientos corrían.
“Pero eres intolerante a la lactosa, ¿Lo recuerdas?” Ella le recordó.
Me sorprendí cuando fue finalmente visible. Él no tenía treinta y definitivamente no podía tener tres hijos mayores – a no ser que él fuera uno de los niños. No podía estar segura. Quien quiera que fuera, era joven y de hecho, parecía de mi edad. Llevaba unos vaqueros negros y los botones de su camisa a cuadros estaban desabrochados. Bajo las escaleras, su oscuro pelo hecho un desastre. Estaba borracho.
“Voy… a salir.” Habló pesadamente, frotándose los ojos mientras bajaba el último escalón de las escaleras. Estaba sorprendida de como había logrado bajar las escaleras sin caerse. “Es el cumpleaños de Peter.”
“Acabas de volver y realmente no creo que sea seguro para ti conducir.” Le aconsejó la Sra. Briffen.
“Soy capa-“Paró y trató de enderezarse a sí mismo empujándose contra el sofá. “Soy capaz de decidir por mí mismo… deba o no, voy a ir.”
“Creo-“
“¡Cállate! Me estas volviendo loco.” Sus manos se movieron alrededor mientras intentaba mantener el equilibrio.
Tropezó mientras se acercaba a la puerta de la entrada. Pronunció algunas palabras que no pude entender y finalmente llego a su destino, fue forzado a recostarse contra la madrea. Había perdido el equilibrio. Su frente rozaba la puerta mientras se deslizaba hacia el suelo.
La Sra. Briffen corrió hacia él y puso su brazo alrededor de sus hombros. “Estoy bi… bien.” Se quejó mientras sus ojos se cerraban pesadamente.
No notó mi estático estado, o mi presencia mientras la Sra. Briffen lo llevaba al sofá en la sala de estar, pasando por mi lado. Inmediatamente colapsó en el aterciopelado sofá, su cuerpo intoxicado rebotando antes de quedarse completamente inmóvil.
La Sra. Briffen se alejó una vez se aseguró que el chico estaba seguro. Tomó un profundo suspiro antes de dirigirse a mí con una sonrisa incómoda.
“Thalia… este es Harry.”
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