Capítulo 27 - Confiar
Harry había estado fuera el día entero. No había hablado con él desde nuestra conversación de ayer. Él tampoco había intentado hablar conmigo y me dolía el pecho casa vez que lo recordaba. ¿Podría estar fuera con Kaylee? Probablemente.
Esos pensamientos irracionales e improductivos habían sido más persistentes en ocupando mi mente los pasados días que las cosas más importantes. Mi conciencia suscitaba la culpabilidad en mí, regañándome por olvidarme de mi madre. Darren me había dicho que no estaba en un buen estado de salud y aquí estaba, viviendo con un chico mientras que ella sufre en casa, en nuestro estrecho apartamento.
Harry me prometió que lo organizaría todo para que pudiera verla pero todavía no ha mencionado nada respecto a ello. Probablemente no lo dijera enserio, como no decía enserio las cosas que dijo ayer sobre gustarle la forma en la que era cuando estaba conmigo. Me sentía patética por dejar que sus palabras me afectaran. No tenía absolutamente nada para ofrecerle, al contrario que Kaylee. ¿Porque cualquier chico me elegiría a mi antes que a ella?
Está bien Thalia, ya es suficiente, mi conciencia me regañó. Y tenía razón. Mis prioridades estaban a salvo saliendo de este lugar y, por supuesto, cuidando a mi madre, ya que no creo que pueda ser capaz de soportar otra desgracia. Harry no estaba en la lista.
Fui sacada de mis pensamientos cuando un tembloroso llanto se escuchó desde la lavandería. Reconociendo a la Sra. Briffen, corrí para ver un cesto en las baldosas con la ropa dispersa por el suelo. La mujer de pelo gris tenía su espalda encorvada con una expresión desconsolada que hizo que sintiera dolor.
“¿Qué ha pasado?” Pregunté, poniendo mis manos en sus hombros para ofrecerle consuelo.
“Iba a meter la ropa en la máquina. Me agache… me agache demasiado.” Intento explicarlo con fastidio por el dolor que se reflejaba en sus fracciones.
“Deberías sentarte. Te ayudare con la ropa.” La guie hasta sentarse en una silla de madera al lado de la lavadora.
“Gracias, cielo.” Dijo mientras se posicionaba en la silla. “Uno de los inconvenientes de ser vieja.”
“Elegiría estar en tu lugar cualquier día.” Le dije con un suave suspiro antes de recoger la ropa del suelo. La ropa de Harry. Intenté ignorar el hecho y eché los vaqueros y las camisetas en el cesto de la ropa sucia.
“Harry se ha sincerado contigo, ¿no?” La Sra. Briffen dijo rápidamente y mordió su labio. “Lo siento, solo ignórame.”
“¿Cómo lo sabes?” Entrecerré los ojos débilmente.
“No quería escuchar a escondidas, solo estaba barriendo el pasillo la otra noche y lo escuché.” Escuchar a escondidas era una de las cosas que la Sra. Briffen hacía con un fuerte entusiasmo. “Solo escuche unas pocas cosas, lo prometo.”
Probablemente escuchó la conversación entera. “Lo hizo.” Admití, dejando el peso del cesto en la máquina.
“Harry no se suele abrir a las personas así.” Declaró con una sonrisa significativa. Ahí iba la casamentera. La Sra. Briffen, de todas las personas, sabía muy bien lo complicadas que eran las cosas entre Harry y yo pero ella nunca abandonaba. Ella creía que yo era la ‘salvadora’ o algo.
“Harry era un niño tímido. Miedoso de las pequeñas cosas.” Dejo escapar una risita. “Un amplio contraste a como es hoy en día. Su padre lo hizo de esta forma, ¿sabes?” ¿Harry? ¿Tímido? Los dos no podían ir en la misma frase. No sonaba bien.
“Qué lástima.” Dije encogiéndome de hombros. “Es muy determinado ahora.”
“Damian solía traer mujeres a menudo, incluso cuando Harry estaba alrededor. ËL veía a su padre golpearlas.” Sus ojos se abrieron momentáneamente.
Escalofríos recorrieron mi espalda. “¿Enserio?”
“Aparentemente, para él, es lo que hacen los ‘hombres de verdad’.” Hubo un momento de disgusto en sus ojos. “A veces metía a Harry en peleas para hacerle un hombre. Pobre niño, todavía recuerdo su cara cuando se enfrentó a un chico que supuestamente había robado su crayón. Pero como puedes ver lo que Damian hizo funcionó. Pero Harry empezó a descarrilarse cuando entró en la adolescencia, cuando descubrió que su madre no murió de un simple resfriado, sino… de una enfermedad.” Se encogió de dolor un poco.
“Tú lo sabes. Entonces se juntó con la gente equivocada y recurrió al alcohol y un poco a las drogas también. Se peleaba con su padre mucho durante ese tiempo en el cual finalmente le dejó mudarse a los 18. Entonces llego ese tiempo-” Pausó, masticó su labio inferior. “Ya voy de nuevo. Ya he dicho demasiado.”
“No, está bien.” Le dije, solo porque quería saber más. Mi curiosidad por ciertas cosas había crecido mucho desde que llegue a este lugar y no podía evitarlo pero pensaba que la Sra. Briffen jugaba un papel en ello. Era algo influyente.
“De hecho, tengo que hacer la colada.” Respondió, intentando levantarse.
“Yo me ocupo de ello, Sra. Briffen.” Me alejé de ella y cave en el montón de ropa del cesto. Estaba bien que la Sra. Briffen no quisiera continuar con su historia. Necesitaba un descanso de Harry.
Estaba familiarizada con el trabajo de lavandería. Era mi trabajo en casa el tener toda nuestra ropa como los chorros del oro. También ayudaba ocasionalmente en la lavandería en el último piso de nuestro apartamento para conseguir algo de dinero extra. No pagaban mucho pero mi hermano y yo podíamos disfrutar de vez en cuando de alguna noche de picoteo gracias a ello. Ese era el único trabajo que había tenido, si decides omitir el vivir en casa de Harry como trabajo.
Saqué la ropa una por una, deslizando mis manos en los bolsillos para limpiarlos. Dinero – monedas y billetes – fueron sacados. Wow, algunas personas tenían el lujo de dejar su dinero en los bolsillos y olvidarlo después porque ‘no les apetece sacarlo’. Me pregunto cómo se sentirá.
Tiré cada centavo en un tarro en una de las maquinas. La Sra. Briffen se lo daría a Harry después. Entonces saqué algo de un par de vaqueros negros que no parecía dinero. Tenía nos paquetes cuadrados en mi palma y tenía la curiosidad de saber que había dentro.
Los paquetes estaban sellados y tendría que desgarrarlo para echar un vistazo a lo que contenía. Decidí no hacerlo con fastidio. Probablemente sería chicle o algo parecido. Pero antes de que pudiera dejar los brillantes paquetes en el tarro, la Sra. Briffen los abofeteó fuera de mi mano.
“¡No toques eso!” Era un poco dramática, en mi opinión. “Nunca más.” Dijo suavemente para sí misma y note que su cabeza se sacudía levemente.
“¿Qué son?” Pregunté, curiosa.
“Algo que tu no deberías estar tocando.” Dijo firme. “Me siento mejor. Gracias por la ayuda querida, pero puedo continuar esto por mi cuenta.”
Salí de la lavandería sin saber exactamente que acababa de pasar. ¿Por qué la Sra. Briffen había estado tan agitada por una cosa tan insignificante? No lo sabía. Fui a la cocina para escapar del vestíbulo. El aire era más frio ahí, menos compacto. Mi mente necesitaba aclararse para hacerme una idea de lo que iba a hacer ahora. No podía sentarme en este lugar dos meses.
Decidí que le preguntaría a Harry sobre su plan para que fuera a ver a mi madre, aunque no estuviéramos del todo bien. Me sonrojé cuando recordé como me rompí enfrente de él. Estaba siendo tan débil. Entonces recordé como se las había arreglado para levantarme el humor después, como alejó mis preocupaciones al instante y me encontré a mí misma sonriendo débilmente.
También me había enseñado un lado de él que no había visto antes. Me dijo cosas, cosas muy personales. ¿Kaylee sabría las cosas que Harry me dijo? ¿Ella sabía que su madre era una Baby Doll? ¿Que él no siempre había sido rico y popular? No podía evitarlo pero me preguntaba si la Sra. Briffen tendría razón. ¿Era la única persona a la que se había abierto con estas cosas?
Necesitaba ser más fuerte que esto. Olvida a Harry. Dios, por favor ayúdame a olvidar a Harry.
Entonces, el sonido de la campana atravesó mis oídos. No el timbre de la verja delantera, sino la de la puerta de entrada. Con precaución camine hacia la puerta y miré a través de la mirilla, solo para encontrarme con mi peor pesadilla.
- Lorena ♥
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