OO8.
Luffy sonrió cuando Carrot cerró la puerta tras de sí, dejándolo solo con aquella pelinaranja irritante; no esperaba que la pequeñín fuera tan perceptiva como para captar el sutil ambiente entre ambos, es que siendo amiga de una persona como Nami, se esperaba cualquier cosa, e incluso al verla abrir la puerta, planeó numerosos escenarios donde la pequeñín desaparecía misteriosamente; pero al parecer era mucho más inteligente que la propia Presidenta que ahora parecía un recipiente vacío sin alma.
—En estos momentos es donde tu espíritu sale de tu boca.
Rió, adentrándose en la casa sin prestarle atención al pequeñísimo detalle de no haber sido invitado, pero en verdad eso poco importaba, pues Nami tampoco parecía en condiciones de ser una buena anfitrión; se paseó alrededor de la sala, mirando todo con curiosidad, analizando cada detalle del hogar, dulce hogar de la pelinaranja y riendo entre dientes ante las fotos de Nami. Todas ordenadas desde su infancia hasta aquellas donde sonreía como la tonta que Luffy pensaba que era, sosteniendo su diploma de primer lugar.
—¡Fuera! —. El grito hizo que Luffy saltara en su lugar, recuperando la compostura segundos después.
—Ah, ya me extrañaba que no estuvieras gritando, Presidenta. Tú y el silencio no se llevan bien... En ninguna situación.
Nami corrió donde Luffy y le quitó con brusquedad una de las fotos que sostenía, devolviéndolo a su posición inicial y ganándose otra carcajada por parte del chico ante aquella compulsiva acción.
— ¡WOW! ¡Tienes un TOC! —Luffy dijo entre risas, sin poder creer que Nami actuara así incluso en la privacidad de su propia casa.
—No tengo un TOC; que me gusten las cosas como deben estar no es un trastorno, es respeto por el orden. Lo tuyo en cambio...
Se volteó a enfrentar a Luffy con sus brazos cruzados sobre su pecho y su ceño fruncido, pensando en pandas y flores para mantenerse impasible, sin pensar en aquel pequeño... Bueno, no tan pequeño detalle que lo mantenía en casa.
—Das más miedo en uniforme, tonta.
En ese momento, Nami recordó que en verdad ni siquiera había recibido una mísera gota de agua ese día y que seguía con su pijama; se estaba humillando frente a aquel molesto chico y encima lo estaba haciendo gratis. Quiso golpearse contra algo, pero supuso que aquello sería mucho más vergonzoso que seguir en posición defensiva usando su jodido pijama.
— ¡LARGO DE MI CASA! Además... Cómo es que sabes dónde vivo...
—Verás. —Se sentó en el sofá, cruzando sus brazos tras su cabeza con toda la confianza que un viejo conocido tendría y sin dejar de sonreír con suficiencia ante la sorpresa que la pelinaranja fue incapaz de disimular. —El Director Genzo me citó para preguntarme cómo llevaba el cambio, ya sabes... Pobre de mí que fui expulsado injustamente Y entre las muchas cosas que hablamos, descubrí que. ¡Eres la jodida nieta del Director del Instituto! —rió—, eso sí que fue una súper sorpresa...
—Seguro... Espera ¿Dijiste súper?
Luffy asintió. —Lo hice. Lo que no puedo entender es la razón por la cual él es tan agradable y tú eres tan...
— ¿Soy tan qué?
—Tan tú. Eso es aterrador.
Nami bufó; estaba siendo menospreciada por un idiota y era ciertamente ofensivo. Pero lo más horrible de todo, era que su abuelo había hablado con él como si fuese de fiar y gracias a ello, ahora lo tenía sentado en su sofá como si fuese el rey de su hogar.
—Ya vete, ¿Quieres? Ni siquiera deberías haberte acercado a mi calle.
—Hey, en verdad vengo por algo importante...
—Nada de lo que haces tiene importancia, eres un idiota y eso está científicamente comprobado, idiota.
—Me dueles. —Luffy dijo, llevando una de sus manos a su pecho. —Como sea, Presidenta, como ayer no volviste a clases...—sonrió—, Y hoy tampoco llevaste tu molesto e irritable trasero al salón, pues me preocupé muchísimo.
—Estoy bien, no tienes que. ¿AH?
Nami frunció el ceño.
¿Había dicho aquello? ¿El idiota Monkey realmente había ido porque se preocupaba?
¿Él había recorrido todo el camino hasta su hogar, dulce hogar, porque se preocupaba?
Tal vez... ¿Realmente lo juzgué mal...?
—Y bueno, es que después de haberte dado el mejor orgasmo de tu aburrida vida de tonta, pensé que al menos me lo agradecerías y como no apareciste, vine a ahorrarte el viaje. De nada, Presidenta.
Ah... Ahí está el muy imbécil.
Luffy observó el rostro de Nami detenidamente; la pelinaranja seguía inmersa en sus pensamientos y había dejado de prestarle atención pese a haber estado jugando con ella; ni siquiera vio aquel adorable tic que se formaba en su ojo cada vez que la sacaba de quicio. Ladeó su cabeza ligeramente y sonrió.
—Traje unas guías que te enviaron los maestros, Presidenta.
Dijo por fin luego de unos segundos, buscando en su mochila y extrayendo unos papeles. Nami parpadeó un par de veces, viendo cómo el pelinegro ahora lo miraba con seriedad. como si todas sus bromas aburridas de siempre hubiesen quedado relegadas a un lugar sin importancia; mordió su labio, intentando leer las intenciones de Luffy, preparándose psicológicamente para otro ataque, pero nada le indicó que estuviese tomándole el pelo de alguna u otra forma.
Y eso, en cierto modo, la inquietó aún más.
—Yo... Espera aquí... —Nami murmuró y salió del lugar sin esperar respuesta.
Luffy odiaba esperar. Eso debía estar en el top 3 de su lista de cosas desagradables, y lamentablemente, Nami estaba tardándose jodidamente mucho. Miró su teléfono y sonrió al ver las imágenes que llegaban tentándolo.
—Ah, eres una pequeña mal portada... Necesitas un castigo que da...
— ¿Quién necesita un castigo?
Saltó en su lugar y guardó el teléfono con rapidez; rascó su nuca y se giró hacia Nami, que volvía vestida y con una bandeja con comida y bebidas en sus manos. La siguió con la mirada hasta que se sentó a su lado y tomó las hojas que antes le mostrara.
Nami leía con emoción sus tareas, sus labios curvándose en una sonrisa al saber que no perdería demasiado el ritmo de clases por haber faltado un día y Luffy se dedicó a observarla con su mentón apoyado en una de sus manos; el cabello de Nami seguía húmedo, así que era obvio que se había duchado y por eso la tardanza; no pudo evitar sonreír ante esto.
—Eres rara.
Nami ahogó un bufido. — ¿Empezamos otra vez?
—No; sólo digo que nunca vi a alguien que se emocionara porque le mandan tareas. Estás en casa, deberías estar feliz.
—Bueno... Tú tienes tu vida licenciosa, yo tengo mis tareas... Me gusta el Instituto.
Luffy rió. —Licenciosa... Tus ofensas son divertidas, ¿Sabes?
— ¿Ofensas? Luffy, eres un básico. No tengo necesidad de ofenderte, tu sola presencia es un insulto en sí —dijo sin prestarle atención.
—Nami.
— ¿Qué?
Nami se giró ante el llamado directo y tragó con fuerza; el rostro de Luffy estaba demasiado cerca y su respiración chocaba contra su rostro, cosquilleando suavemente. Tabaco mezclado con un aroma suave; había sentido ese aroma de primera fuente... Su mente la traicionó y sus ojos se cerraron, apretando sus puños sobre sus rodillas en espera.
Pandas... flores... pandas... flores... tabaco... Luffy...
— ¿Esperas que te bese? —Luffy habló suavemente, pero con notoria diversión pintando su voz.
MALDITO IDIOTA, TE ODIO.
—Ya me diste las guías, puedes irte.
Se levantó molesta, odiándose por haber querido que Luffy la besara nuevamente; molesta por la decepción que sintió y avergonzada por haberse dejado llevar tan fácilmente; todo era culpa de aquel encuentro, nada más que eso.
No le gustaba. Lo odiaba.
Odiaba su forma de ser, odiaba su actitud, odiaba que no respetara límites.
Odiaba a Monkey D. Luffy.
Eso estaba tan claro para ella, que quiso estrellar su cabeza contra el muro.
Pero su cuerpo parecía funcionar de manera independiente. Todo en ella rememoraba de manera lamentable aquel encuentro y las imágenes bombardeaban su mente en 4k Full HD. Y cuando su muñeca fue sostenida con fuerza por Luffy, su cerebro dejó de funcionar correctamente, tomando el expreso al nuevo mundo sin retorno.
—¿Q-Qué? —susurró apenas, sintiendo su corazón latir tan fuerte que se sintió mareada.
—Puedo besarte otra vez.
—Luffy...
—Puedo besarte, porque en serio me calientas, Presidenta.
Luffy tiró de Nami hasta hacerla caer sobre sus piernas, sin soltarla. Sonrió arrogante al ver el rostro de la pelinaranja sonrojarse mientras intentaba zafarse, logrando que su cuerpo rozara sin quererlo contra el del pelinegro. Era tan emocionante verla rogar tácitamente por espacio, que eso sólo lo hizo querer mantener aquella cercanía por más tiempo.
—Deja de jugar, yo no soy una de las chicas que te llevas al baño... Suéltame.
—No tengo que llevarte, llegas sola—. Bromeó, liberando la muñeca de Nami y dejando que se alejara. —Presidenta...
—¡¿Qué?! Dios, déjame en paz. Lo que pasó fue... Fue un error. Estuvo mal, yo no soy así... Ni siquiera me gustas... Ni siquiera aguanto estar cerca de ti sin que me colapses... Eres un cerdo y... y... Dios, quién podría sentir siquiera un poco de atracción por ti.
Si Nami hubiese sabido lo fuerte que le dio al orgullo de Luffy, jamás hubiese pronunciado esas palabras; es que en verdad, aunque lo negara, mentir de esa forma había sido su única salida.
Luffy rió con sorna, mientras presionaba su lengua contra su mejilla, más molesto de lo que hubiese estado alguna vez en su vida.
—Pruébalo entonces —soltó duramente.
— ¿Eh?
Luffy se levantó y acortó la distancia, tirando de Nami contra el sofá con fuerza nuevamente. Con una de sus rodillas separó sus piernas y sujetó sus muñecas, inmovilizándola.
—Pruébalo, tonta.
—Suéltame.
—No quiero.
—No es divertido, suéltame.
Nami se removió, pero Luffy presionó con su cuerpo aún más. Se tensó, odiaba el hecho de que su cuerpo comenzara a reaccionar ante la cercanía.
— ¿Por qué eres así? —Luffy dijo demasiado cerca de sus labios; Nami no pudo evitar contener la respiración antes esto. —Sería más fácil si dijeras que también te gustó.
—No es as... N-No...
El pelinegro acercó su rostro al de Nami. —Tonta.
Nami maldijo su debilidad. Sí, era una idiota y Luffy se aprovechaba de eso. No le gustaba... Simplemente era la primera persona que la tocaba o se le acercaba de esa forma y su inexperiencia la hacía reaccionar. Era una cosa netamente fisiológica...
Lo odiaba...
—Puedo besarte —murmuró rozando sus labios, la suave y casi imperceptible sensación de calidez que la boca de Nami le transmitía le dificultaba en parte pensar; presionó con fuerza su cuerpo para cortar los movimientos de la presidenta, quien seguía luchando por liberarse. —Y si sigues moviéndote así, sólo logras calentarme más.
—Cerdo.
Era irreal.
Ella no se dejaba llevar de esa forma, menos con una persona como Luffy. Ella sabía perfectamente que ése tipo de situaciones era algo que no podía permitirse. Pero ahí estaba, queriendo volver a sentir a Luffy con tanta o más anticipación que esperar el capítulo semanal de ese manga de piratas que para nada le gustaba pero aun así lo leía...
— Te odio.
—También yo.
Entonces sintió los labios de Luffy presionar los suyos, tirando su labio inferior con sus dientes, arrancando un quejido por parte de Nami; su lengua se deslizó por el lugar que mordiera, suavizando la punzante sensación de dolor y reemplazándola con una más placentera. Nami separó sus labios, permitiendo que el idiota Luffy irrumpiera en su cavidad bucal, recorriéndola con lentitud.
Estaba mal y Nami lo sabía; era totalmente equivocado y entonces entendió por completo aquella canción de ese grupo que se encontraba triunfando en USA, porque realmente era too bad pero en verdad it's too sweet.
Cuando las manos de Luffy liberaron sus muñecas, sus manos volaron a su cabeza, enredando sus dedos en su cabello y tirando de él con enojo. Porque ahí estaba Nami, el ser más responsable y moralista de todo el Instituto, siendo besada como nunca antes por aquel chico que se pasaba por cualquier lado sus reglas.
Ahí entendió que pese a su profundo desagrado, lo deseaba por completo. Es que Luffy era como estar en operación verano y querer un helado de triple chocolate.
Gimió contra su boca cuando Luffy comenzó a mecerse con un ritmo controlado, presionando su cuerpo y haciéndole sentir que estaba tan excitado como ella.
Luffy se separó, succionando su labio una vez más antes de seguir hacia su cuello; mordió ganándose un tirón en su cabello, lo que lo hizo reír suavemente.
— Presidenta... Te gusta duro ¿Eh?
—Cuando hablas haces que me arrepienta...
—Entonces debo apresurarme.
Nami rió, logrando que Luffy se detuviera.
Era primera vez que escuchaba su risa, porque Nami siempre estaba molesta por alguna razón que Luffy desconocía y no pudo evitar sonreír al verla.
—¿Qué? —. Frunció el ceño, Luffy había dejado de moverse y lo observaba fijamente; su mirada estaba fija en el rostro del pelinegro y la confusión era clara.
—Tú eres...
—¿Yo soy...?
Estaba a punto de decir una de sus frases célebres, aquellas que él llamaba llave maestra por abrir tantas piernas como quisiera, lo que era bastante irónico porque sin su labia característica, la pelinaranja estaba bastante entregada, pero el timbre sonó.
El muy maldito timbre sonó una y otra vez y Nami se levantó tan rápido que lo dejó tirado en el suelo.
Le habían cortado la tan valiosa oportunidad... Peor que perder la conexión en pleno juego.
Y cuando pensó que nada podía ser peor que quedar en el suelo con Luffy pequeño queriendo salir a saludar, la voz más molesta del infinito y más allá sonó desde la puerta, haciéndolo fruncir el ceño y sentir su mandíbula crujir dolorosamente.
—Carrot dijo que estabas enferma, así que traje... Oh... Estás con visitas.
Nami negó con su cabeza con su gran sonrisa y Luffy observó horrorizado aquello. Nami estaba siendo Judas... —Luffy ya se va, sólo trajo mis tareas. Quédate, Sabo.
Uno.
—Ah, entonces podemos comer juntos.
Luffy frunció el ceño. —Presidenta.
—Te vas, ¿Cierto?
Dos.
—Nami, ¿Segura no estás ocupada?
— ¡Sabo! Para ti siempre tengo tiempo, me encanta que me visites. Luffy, gracias por venir a traerme las guías, ya puedes irte.
Tres.
—Nami... Nosotros no...
Los ojos de Nami lo fulminaron. —Vete, ¿Sí?
Cuatro.
Luffy sonrió, intentando controlar las ganas de golpear a Nami y al idiota que interrumpía.
—Bueno, calentaré la comida mientras te despides de tu amigo, Nami—. Sabo rió al ver a Luffy y camino como si se tratase de su casa, dejando todavía más irritado al pelinegro.
Nami levantó las cosas de Luffy y se las entregó con brusquedad. —Yo... Nosotros... Olvídalo, ¿Sí? Realmente no debí... No está bien y también lo sabes.
Un jodido Pentakill.
Incapaz de responder, Luffy se vio arrastrado fuera de la casa. La puerta se cerró en su cara; lanzó su mochila al suelo irritado y la pateó con fuerza, llamando la atención de un par de personas que pasaban, pero poco podía importarle después de aquel horrible acontecimiento.
Monkey D. Luffy no se apegaba a la gente. No seguía reglas.
No respetaba autoridades. Y nunca perdía el norte.
Su norte era el sexo, sin desvíos.
Pero por primera vez reconoció algo atroz. Había sido cambiado por el jodido Sabo... Stelly jodido Sabo había cortado su camino amarillo sexual... Y moría de celos... Oh, Dios sabía que Monkey D. Luffy estaba ardiendo en las llamas del infierno por sus celos.
—No es posible...
Dijo repentinamente; rió de manera aterradora, logrando que algunas personas se alejaran temiendo lo peor. — ¡Soy MONKEY D. LUFFY! ¡I'm very very good! —gritó al cielo, buscando respuestas ante aquello desconocido hasta el momento para él... El vil rechazo... Y no, ni siquiera aquella canción que vino a su mente pudo consolarlo.
Porque no importaba que tan very very good fuera... La jodida Nami le había dicho Not Today.
De verdad que quiero darle un apellido a Nami aquí pero no tengo idea de como llamarla JAJAJA
¡Mucho amor para ustedes!
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